Cuando el concepto “techo de cristal” —o glass ceiling— ya se había institucionalizado en el ámbito de la investigación social, la psicóloga Michelle K. Ryan, junto a su colega Alexander Haslam, acuñó otro concepto más complejo: el precipicio o acantilado de cristal —glass cliff—.
El primero explica cómo las mujeres irían escalando posiciones hasta encontrarse con un techo o barrera invisible (de cristal) que impediría su progreso hasta posiciones en la cúspide. El segundo es una metáfora para ilustrar que, a menudo, cuando las mujeres llegan a la cúspide —una vez han conseguido atravesar o romper el techo de cristal—, no lo hacen en las mismas condiciones que los hombres. Es decir, que la oportunidad de llegar al poder en un determinado ámbito, especialmente en el empresarial o en el político, surge cuando hay una crisis.
En 2005, Ryan y Haslam, ambos investigadores de la Universidad de Exeter (Reino Unido), estudian el fenómeno por el cual las mujeres estarían sobrerrepresentadas en posiciones de liderazgo que son precarias. En su paper, publicado en el British Journal of Management, proponen denominar este fenómeno como glass cliff: el liderazgo como un acantilado, a priori invisible, en el que las mujeres, al llegar en contextos de crisis, tienen más probabilidades de caer o fracasar.
Ryan y Haslam, aunque en su análisis se centraban sobre todo en el mundo empresarial, también consideran que este concepto es aplicable a la política y ejemplifican el paradigma de este fenómeno con la llegada al poder de Margaret Thatcher.
De la carrera de la política británica, ambos identifican algunos elementos propios del glass cliff: “La primera incursión de Thatcher en la política fue presentarse como candidata de los Conservadores (dos veces) en un momento de fuerza laborista, perdiendo en ambas ocasiones. Fue nombrada ministra de Educación a principios de los 70, cuando las revueltas estudiantiles estaban en su apogeo, enfrentando fuertes críticas. En 1979 se convirtió en Primera Ministra en un momento en el que el Reino Unido afrontaba una gran tasa de desempleo y una recesión económica”.
Inés Arrimadas, Ione Belarra y Yolanda Díaz
En España, Tània Verge, catedrática de Ciencias Políticas de la Universitat Pompeu Fabra, considera que “el caso más paradigmático es el de Inés Arrimadas”, que ganó las primarias de Ciudadanos en marzo de 2020 para sustituir a Albert Rivera como líder del partido después de que este dimitiese tras el desplome en las elecciones de 2019. Sin embargo, advierte Verge, “hay tan pocas mujeres liderando partidos, no solo en España sino en las democracias occidentales, que se pueden identificar tendencias pero no efectos causales porque son números muy pequeños”.
La catedrática señala en conversación con Newtral.es que “la evidencia sí parece mostrar que hay una mayor probabilidad de que las mujeres ocupen puestos de liderazgo cuando los partidos atraviesan una crisis o un ciclo electoral negativo”.
Las recientes elecciones autonómicas en Madrid han descabezado las organizaciones de algunos partidos. La primera ficha que se movió fue cuando Pablo Iglesias anunció que abandonaba su cargo como ministro de Derechos Sociales y como vicepresidente segundo en el Gobierno de coalición para presentarse como candidato por Unidas Podemos en Madrid. Ione Belarra sustituía a Iglesias como ministra y Yolanda Díaz, que ya era ministra de Trabajo, se quedaba como vicepresidenta (no segunda, sino tercera).
Tras la jornada electoral del 4 de mayo, en la que Unidas Podemos pasó de 7 a 10 escaños pero se mantuvo como quinta fuerza política, Pablo Iglesias anunció su dimisión. Y lo hizo deslizando que Yolanda Díaz podría ser la próxima candidata a unas elecciones generales. Por su parte, Ione Belarra ha dado otro paso al frente presentándose como candidata a la Secretaría General de Podemos.
Sílvia Claveria, politóloga, profesora en la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora sobre la representación política de las mujeres en los gobiernos, apunta en conversación con Newtral.es que “si bien el caso de glass cliff por excelencia ha sido el de Theresa May en plena negociación del Brexit, sí parece que en España se está produciendo este fenómeno de mujeres que llegan al poder cuando toca reconstruir un partido”: “Primero con Arrimadas: si a Ciudadanos le hubiese ido bien, no habría tenido esta oportunidad. Díaz y Belarra parece que podrían seguir ascendiendo justo cuando el partido empieza a flaquear por la pérdida de apoyos electorales y territoriales. Cuando el líder se va es cuando pueden optar las segundas”.
Para Claveria, hay varias cuestiones que conviene tener en cuenta. La primera es que “hay una tendencia a que los hombres se retiren cuando ven que su desempeño no va a ser el ideal al ser un momento de crisis, por lo que tienen más probabilidades de fracasar”. Si es el caso de que llega una mujer al poder, la politóloga recuerda que a la hora de analizar su gestión “hay que tener en cuenta que el desempeño del cargo ha sido en un contexto de crisis”.
Por otro lado, apunta Claveria, “para los hombres, retirarse no supone un coste de oportunidades tan alto”: “No les importa tanto perder una oportunidad porque saben que posteriormente tendrán otra. Las mujeres se ven más obligadas a aceptar ese puesto, aunque las circunstancias no sean las mejores, porque saben que seguramente no tengan otra oportunidad para liderar. Para ellas supone elegir entre ahora o nunca, mientras que los hombres no tienen este dilema”.

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Mónica García, Hana Jalloul y Alejandra Jacinto
En 2019, Íñigo Errejón renunció a su acta de diputado en la Asamblea de Madrid para presentarse como candidato a la presidencia en las elecciones generales de ese año bajo la marca Más País. La segunda en la lista era Mónica García, que asumió el liderazgo de Más Madrid en la Asamblea madrileña tras la salida de Errejón. Con la renuncia de Pablo Iglesias, la segunda, Alejandra Jacinto, quedará como número uno de Unidas Podemos en el parlamento regional. Y algo similar ocurriría con el PSOE: si Ángel Gabilondo renuncia a su acta de diputado, Hana Jalloul ocuparía su lugar.
¿Es esto glass cliff? Para la catedrática Tània Verge, “no del todo”: “Una cosa es que corran las listas, y una mujer ocupe el primer puesto en un parlamento regional de forma automática. Pero el traspaso tiene que ser refrendado. Que ocupe el primer puesto en vez del segundo no significa que lidere el partido”.
La politóloga Sílvia Claveria coincide con Verge aunque apunta a un efecto perverso que las listas cremallera o las cuotas no solventarían: “El automatismo hace que las mujeres queden como segundas cuando las cosas van bien, pero sean las primeras cuando el partido va mal o cuando hay un objetivo más importante, como en el caso de Errejón y las elecciones generales”.
Sin embargo, para la psicóloga Michelle K. Ryan, quien acuñó y estudio el glass cliff, estos casos sí serían equiparables: “Es como la otra cara de la moneda, el reverso del acantilado de cristal. No solo se trata de mujeres que ocupan puestos de liderazgo en contextos de crisis, sino de cómo se protege la carrera de los hombres en esos contextos o de que tienen el lujo de dar un paso atrás en esos momentos”, apunta en conversación con Newtral.es.
Ryan añade que “es más probable que los hombres tengan otras oportunidades más adelante, por lo que pueden esperar a que la crisis pase para tener una oportunidad mejor”: “Es lo que le ocurrió a Theresa May: varios hombres dieron un paso atrás, dejando a May al borde del precipicio. Para ellas, además, puede ser la única opción, incluso puede que no sean conscientes del riesgo”.
Sobre esto, Tània Verge apunta que “en momentos de crisis internas, el puesto es menos competitivo y, por tanto, menos atractivo para los hombres que aspiran a una carrera política exitosa”. En ese impasse, en el que los hombres se apartan esperando a que pase el temporal, se abre una ventana de oportunidad para ellas.

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Por qué se produce el glass cliff
Michelle K. Ryan destaca tres aspectos que explicarían parcialmente por qué se produce el glass cliff: “En primer lugar, por el estereotipo de que las mujeres son particularmente buenas lidiando con crisis, especialmente las de tipo social. Otro factor es que se las expone a ellas al fracaso anunciado, mientras se les protege a ellos. Por último, enviar la señal de que la organización está probando algo diferente para solucionar la crisis”.
Respecto a los estereotipos, la politóloga y catedrática Tània Verge señala que es una forma de “sexismo benevolente”: “Se dice que las mujeres tienen una forma diferente de hacer política, que tienen mayor honestidad y una menor tendencia a la corrupción. Diferentes partidos, cuando se han visto afectados por casos de corrupción, es cuando más han feminizado su ejecutiva o su liderazgo”.
Verge matiza que “son estereotipos que a veces se cumplen” pero no porque sea algo inherente a la condición de mujer: “El hecho de que las mujeres tengan menos acceso a las redes informales masculinas, que es donde se cuecen estos casos de corrupción, hace que no sea tan habitual que estén implicadas. Si no eres parte del club, nadie va a confiar en ti”.
Clara Kulich, profesora de Psicología Social en la Universidad de Ginebra (Suiza) e investigadora especializada en liderazgo, género y glass cliff, publicaba en marzo de 2021, en la revista Plos One, un paper sobre los estereotipos de género que explican parte de este fenómeno. En él señalan que no todas las crisis propiciarían un liderazgo femenino, asociado a cualidades como la benevolencia. generosidad y honestidad, sino aquellas donde se buscan esos rasgos específicos, a diferencia de una crisis financiera, donde se apostaría por un liderazgo masculino por estar asociado a cualidades como la competencia, la asertividad, la independencia o el individualismo.
Kulich, en conversación con Newtral.es, explica que el glass cliff, además, es un fenómeno que no tiene solo una lectura de género: “Los grupos minorizados también tienen más probabilidades de llegar a un puesto de poder en determinados contextos de crisis. Por ejemplo, un estudio realizado en Estados Unidos que mostraba que en algunas crisis se buscaban líderes sacrificados, que pensasen más en los demás que en sí mismos, y eso allí se asocia, por estereotipos, con personas asiáticas”.
Esta psicóloga señala que la evidencia parece indicar que convergen “estereotipos negativos y positivos a la vez”: “Por un lado, la creencia de que las mujeres son menos capaces de liderar o gestionar, confirmando el prejuicio cuando fracasan tras haber asumido un cargo en contexto de crisis. Por otro lado, también se asume que tienen cualidades como el mejor manejo de los conflictos”. En ese sentido, apunta Kulich, los partidos optan por mujeres “porque es una forma de evidenciar que son conscientes de que tienen una crisis y que esta es una forma de hacer las cosas de otra manera”: “Simbolizan el cambio”, añade.
La psicóloga e investigadora también ha analizado contextos concretos como el de Estados Unidos con los republicanos y los demócratas, destacando que en ambos casos se ha observado un efecto glass cliff pero que “los republicanos suelen dar menos financiación y menos apoyo cuando la líder es una mujer”: “Las ponen ahí para fallar”, concluye.
Fuentes consultadas
- The glass cliff: Evidence that women are over‐represented in precarious leadership positions (British Journal of Management, 2005)
- The road to the glass cliff: Differences in the perceived suitability of men and women for leadership positions in succeeding and failing organizations (The Leadership Quarterly, 2008)
- Contextualizing the think crisis-think female stereotype in explaining the glass cliff: Gendered traits, gender, and type of crisis (Plos One, 2021)
- Michelle K. Ryan, psicóloga e investigadora en la Universidad de Exeter (Reino Unido) y la científica que acuñó el término glass cliff
- Tània Verge, politóloga, investigadora y catedrática de Ciencias Políticas de la Universitat Pompeu Fabra
- Sílvia Claveria, politóloga, profesora en la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora sobre la representación política de las mujeres en los gobiernos
- Clara Kulich, profesora de Psicología Social en la Universidad de Ginebra (Suiza) e investigadora especializada en liderazgo, género y glass cliff
Profusión de uso del futuro histórico y del condicional histórico que embarullan la lectura. Muy mala presentación de las fuentes y repetición de afirmaciones sin ton ni son.
Creo que hay un error: Mónica García era la número 10 en la lista de Errejón a la Asamblea de Madrid. Para estar la número 1 el 4M se ha saltado a mujeres y hombres, y lo han hecho así porque ella ha querido, ni glasscliff ni nada. Tenemos que creer en nosotras.