Desde el inicio de la pandemia hemos verificado diferentes afirmaciones falsas o sin evidencias que rechazan la existencia del coronavirus o que vinculan su aparición a la de la tecnología 5G. Los negacionistas del covid también aseguran que las vacunas contra la COVID-19 responden a un plan de dominación mundial. Hemos recopilado sus teorías y los desmentidos que hemos ido haciendo desde entonces.
1. El origen del coronavirus
Enmarcada bajo distintos reclamos – “de dónde sale el virus”, “queremos ver el virus”, “no es algo natural” – se deja entrever un posible origen “artificial” del SARS-CoV-2: pero no hay pruebas de ello. Aún no se ha encontrado un origen concreto del virus (aunque se han estudiado varias posibilidades), pero hay numerosos estudios e investigadores que indican que el virus nació “en la vida silvestre”. Ya en febrero, la revista The Lancet emitía un comunicado en el que condenaban “las teorías de la conspiración que sugieren que la COVID-19 no es natural”.
En declaraciones a Newtral.es, James Leduc, director del laboratorio nacional de Galveston de la Universidad de Texas, explicaba que “hasta ahora [toda la información] es consistente con un virus que sale de la naturaleza e infecta a humanos y así empezó la transmisión”.
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2. “Lo que mata es el 5G”
Algunas teorías de la conspiración de los negacionistas del covid advierten de que las redes 5G de telefonía móvil son, en realidad, un transmisor de la COVID-19 o que las zonas en las que se encuentran “antenas 5G” aumentan significativamente la mortalidad. Tal y como ha indicado la Organización Mundial de la Salud (OMS), ninguna red de telefonía ni ondas electromagnéticas pueden propagar el virus. En el caso del COVID-19, este se transmite a través de gotas minúsculas o aerosoles que las personas emiten al hablar, toser o estornudar. Además, muchos de los países afectados por la pandemia no disponen de redes 5G.
También hay quien asegura que el polisorbato 80 de la vacuna contra la gripe puede ser mortal al “dejar sin escudo protector” contra la radiación electromagnética del 5G. Pero es falso: no hay evidencias de ello.
Como explicó a Newtral.es Jaime Pérez, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Vacunología, “es totalmente absurdo”. Hasta el momento no hay ninguna evidencia científica de que el 5G pueda provocar ningún efecto adverso sobre las personas.
El polisorbato 80, por otra parte, es una sustancia adyuvante, es decir, se trata de un componente que potencia el efecto de las vacunas para producir la respuesta inmunológica y generar anticuerpos.
3. “La vacuna de Bill Gates”
El cofundador de Microsoft es el protagonista de varias de las acusaciones de los antivacunas que aseguran que Bill Gates está detrás de las vacunas ya sea para introducir “microchips” en el organismo a través del cual controla a la población, o porque él mismo es el creador de la COVID-19.
En el primer caso, se trata de un bulo que nace a partir de un artículo del propio Gates sobre los “dos nuevos enfoques [ARN y ADN]” de las vacunas en las que diversos centros están trabajando. Bill Gates explicaba la diferencia entre estas “nuevas vacunas”, que se basan en la idea de “introducir el código genético necesario para producir un antígeno” del COVID-19 y las tradicionales, que introducen el virus ya muerto o atenuado en el sistema.
En un post de Reddit, el magnate y filántropo explicó hablando sobre las vacunas que se están desarrollando que “tendremos algunos certificados digitales para mostrar quién se recuperó o se hizo la prueba recientemente”, no que se fuera a introducir ningún chip. Tampoco advirtió de que la vacuna fuera a cambiar “permanentemente” tu ADN.
“El ARN mensajero es una molécula de una vida media muy corta, que va a durar en las células unos días como mucho”, explicaba el experto en genética Cristian Smerdou a Newtral.es “Los virus que se usan modificados también son de vida muy corta, lo que va a quedar es la respuesta inmune. No va a haber ningún tipo de modificación genética en la persona que se vacuna”.
En el segundo caso, algunas personas en redes sociales destacaban que, en 2015, el instituto inglés Pirbright patentó el virus “ahora convertido en pandemia” después de una donación emitida desde la Fundación Bill y Melinda Gates. Tanto el instituto mencionado como la fundación desmintieron el hecho: Pirbright registró una patente, número 10130701, que tenía como objetivo “prevenir enfermedades respiratorias en aves y otros animales”, no en humanos.
4. “Hay un lobby eugenésico detrás de las vacunas de la COVID-19”
Hay quien asegura entre los negacionistas del covid que hay un “Nuevo Orden Mundial” que habría organizado esta “plandemia” para acabar con la sobrepoblación del planeta, a través de las vacunas. Algunos de estos antivacunas aseguran que las vacunas acabarán con la población y se basan para ello en unos estudios previos a la aparición del SARS-CoV-2. Sin embargo, las afirmaciones son falsas.
Las vacunas aprobadas contra la COVID-19 son seguras. Al igual que el resto de medicamentos y tratamientos, estas vacunas pueden desencadenar reacciones adversas leves o, con menor frecuencia, otras más graves, pero se ha comprobado rigurosamente que sus beneficios son muchos mayores a cualquier posible efecto secundario y no hay evidencias científicas que avalen los numerosos bulos que circulan sobre las mismas.
Esta es una teoría muy extendida debido a una charla TED que el cofundador de Microsoft dio en 2010 y en la que, según una teoría conspirativa, supuestamente dijo que quería reducir la población mundial mediante vacunas. Sin embargo, se trata de una tergiversación de sus palabras.
En dicha TED Talk, Gates comentaba que, de reducir la población mundial en un 10 o un 15%, se reduciría la cantidad de CO2 que expulsamos a la atmósfera. Gates no estaba defendiendo un genocidio, sino que asegura que la reducción del crecimiento demográfico sería posible disminuyendo la mortalidad infantil, mediante un mejor y mayor acceso a medicinas y vacunas. El magnate tampoco ha dicho que la vacuna contra la COVID-19 podría matar a 700.000 personas, como ya explicamos en Newtral.es.
5. Las vacunas provocarán esterilidad en la población
En relación con el bulo anterior, negacionistas como los que pertenecen al lobby Médicos por la verdad afirman que las vacunas causarán esterilidad en la población general. Para ello, utilizan un falso rumor surgido en 2014 según el cual la vacuna del tétanos causó infertilidad en las mujeres de Kenia que se la inocularon. El falso rumor, surgido de una acusación de los obispos keniatas, fue rebatido por el Ministerio de Sanidad del país y en un comunicado conjunto de la OMS y Unicef.
Los rumores habrían sido iniciados por grupos provida y llevarían circulando desde hace dos décadas en países como México, Tanzania, Nicaragua, o Filipinas; lugares en los que la OMS y Unicef realizan campañas de vacunación contra el tétanos, tratamiento que ha logrado reducir los fallecimientos mundiales por esta enfermedad en niños de 787.000 en 1988 a 25.000 en 2018.
Los negacionistas relacionan estos argumentos falaces con una teoría según la cual el SARS-CoV-2 podría atacar los órganos reproductores y producir esterilidad. Para ello, se fundamentan en que la mayoría de los receptores ACE2 del coronavirus se encuentran en los testículos, los ovarios, el endometrio y en los tejidos embrionarios.
El catedrático de Biología Celular del Departamento de Biomedicina y Biotecnología de la Universidad de Alcalá de Henares, Benito Fraile negó este escenario a Newtral.es: “Científicamente se ha descrito que la proteína ACE2 (enzima convertidora de angiotensina 2), que es una molécula relacionada con la presión sanguínea, se encuentra en el pulmón, en el tracto respiratorio, en el endotelio de vaso sanguíneo y en el riñón. ¿Qué papel tiene eso en el sistema reproductor? Ninguno”.
6. “No hay justificación para llevar mascarilla”
Es una de las grandes reivindicaciones de los negacionistas del covid. Según ellos, “no hay ninguna justificación científica” que avale llevarlas o, incluso, que su uso prolongado puede provocar enfermedades a largo plazo. Ambas afirmaciones son mentira.
Es cierto que, según la OMS, la mascarilla, por sí sola, “no basta para lograr un grado suficiente de protección”, sino que hay que complementarla con otras “medidas de prevención y control” como la distancia de seguridad o la higiene. Pero hay varios estudios que indican que el uso de cubrebocas, según el tipo y el modelo, pueden llegar a ser “un 79% efectivas” para evitar la transmisión.
Respecto a los “efectos secundarios de la mascarilla”, son todos falsos. Ni aumenta el riesgo de sufrir cáncer, ni produce hipoxia, ni provoca pleuresía, ni dermatitis o riesgo de infarto. “El uso prolongado de mascarillas quirúrgicas, cuando se llevan puestas correctamente, no provocan efectos adversos ni hipoxia”, recoge la OMS.
7. La fiabilidad de las PCR
Las pruebas PCR (siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa) también han sido objeto de numerosos bulos desde que comenzó la pandemia. En la marcha negacionista promovida por Miguel Bosé, el 16 de agosto de 2020 se podía leer carteles de manifestantes que denunciaban que son “falsos test, falsos positivos” o que desconocían la “efectividad” de este tipo de análisis, pero, como en todos los casos anteriores, se trata de bulos.
Este tipo de test es uno de los tres que se pueden realizar para detectar coronavirus (PCR, test rápidos de antígenos y test de anticuerpos). En el caso de los PCR, son pruebas de diagnóstico que detectan material genético de un patógeno, en este caso, del SARS-CoV-2. Aún más concretamente, se tratan de pruebas rtq-PCR: “Los primers o cebadores utilizados son los que determinan la especificidad y desde el principio se diseñaron para detectar el SARS-CoV-2 de manera inequívoca”, explicó a Newtral.es Víctor Jimenez Cid, catedrático de microbiología de la Universidad Complutense de Madrid.
8. “El dióxido de cloro cura la COVID-19”
Un bulo habitual de los negacionistas del covid invita a automedicarse con dióxido de cloro —también suele aparecer escrito como MMS o clorito de sodio— Su consumo puede ser peligroso y utilizarlo como medicamento es ilegal en España.
Se trata de compuestos que pueden ser tóxicos para las personas y que, tal y como indicó la FDA (Food and Drugs Administration) estadounidense, es prácticamente como “estar bebiendo lejía”.