Se reanudan los ensayos de la vacuna de Oxford en Reino Unido

Extracción de una vacuna inyectable | Shutterstock
Extracción de una vacuna inyectable | Shutterstock
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La Autoridad Reguladora de la Salud de Medicamentos (MHRA) de Reino Unido ha asegurado que es seguro retomar los ensayos. El pasado domingo, AstraZeneca pausó sus ensayos, que están en fase 2-3 y fase 3, sin confirmar oficialmente el tipo de dolencia que aquejó a una de sus personas voluntarias tras recibir una dosis de su vacuna experimental.

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¿Qué le ha ocurrido a la participante en el estudio?

Según el comunicado inicial remitido el martes por la farmacéutica AstraZeneca, se trataría de una «enfermedad potencialmente de origen no conocido». Aparentemente, no relacionada con la sintomatología de COVID-19.

En este caso, y según informa el portal Stat –que dio la primicia– fue una paciente que requirió ingreso hospitalario. Oficialmente, no se ha comunicado la dolencia. El New York Times cita a una fuente cercana que apunta a una mielitis transversa después (aunque no necesariamente por) la inyección.

Se trata de un síndrome inflamatorio de la médula que puede estar desencadenado por infecciones virales o bacterianas. Según ha explicado otra fuente cercana a estos ensayos a Stat, los médicos esperan que la persona que ha enfermado se recupere.

¿Ha habido otras reacciones adversas de esta candidata a vacuna?

Sí. El estudio de la fase 1-2 (con pocos voluntarios) publicado en The Lancet en julio concluía que aproximadamente el 60% de los 1.000 participantes experimentaron efectos secundarios. Seguramente este paciente, del que no han trascendido más detalles, se inscribió en la siguiente fase, donde 240 personas mayores de 64 años participan, junto a niños y, sobre todo, población de entre 18 y 64 años.

covid
vacuna oxfordAsí es la primera respuesta inmune medida en la candidata a vacuna de Oxford

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Todos los efectos adversos hasta ahora, que incluían fiebre, dolores de cabeza, dolores musculares y reacciones en el lugar de la inyección, se consideraron leves o moderados. También disminuyeron durante el curso del estudio.

Aunque no trascendió, el ensayo también se hubo de parar en julio momentáneamente. Según el CEO de AstraZeneca, otra persona tuvo sintomatología «neurológica» que terminó siendo esclerosis múltiple no provocada por la candidata a vacuna, de acuerdo con lo explicado por privado a un grupo de inversores, tres de los cuales así se lo contaron a Stat.

¿Qué se hace en estos casos?

En su comunicado, AstraZeneca señaló que trabaja en una revisión de seguridad. Seguramente, atar cabos en el historial del paciente que permita confirmar o descartar que pueda haber relación entre la administración de la dosis (en esta vacuna, por el momento, se espera trabajar con una sola) y su enfermedad actual. También mirar con lupa cualquier otro posible efecto adverso que podría estar dándose o no en otros pacientes.

Según Mercedes Jiménez Sarmiento, bioquímica de Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC), «la aparición de enfermedad en uno solo de los voluntarios es suficiente motivo para paralizar el ensayo hasta que se analicen las causas y se discrimine si es debida a la administración de la vacuna o por antecedentes previos del voluntario. Ante todo, debe primar la seguridad y transparencia», destaca en declaraciones a Sinc.

La compañía ha descrito la suspensión del ensayo como una «acción rutinaria que tiene que suceder siempre que haya una enfermedad potencialmente inexplicable en uno de los ensayos (…) para mantener su integridad».

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En un ensayo de ‘doble ciego’ el voluntario y administrador desconocen si se inyecta la candidata u otra sustancia de control. Si enferma en el segundo caso rápidamente se descarta la reacción adversa.

En ensayos grandes como los que está llevando a cabo AstraZeneca los participantes a veces enferman por casualidad, pero tales enfermedades «deben revisarse de forma independiente para verificar esto con cuidado». Esto afecta a otros desarrollos de vacuna.

La cuestión es que el ensayo se hace mediante el sistema de ‘doble ciego’. Es decir, ni quien la administra ni quien la recibe sabe a priori si su dosis contiene la candidata vacunal o un placebo (así es en la fase 2. En la fase 3 uno de los grupos de control recibió una vacuna de meningitis clásica).

Podría este paciente haber recibido el segundo, en cuyo caso quedaría rápidamente probada la inexistente relación entre la candidata a vacuna y esta reacción de su organismo.

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¿Es habitual suspender un ensayo clínico?

Relativamente, sí. Según explica la propia redactora que dio la noticia, este tipo de pausas no son infrecuentes en los ensayos clínicos, dado que lo normal es que la más mínima duda sobre la seguridad del producto tiene que ser revisada, aunque sea sólo un caso entre miles.

Según adelantaba a Newtral.es el investigador Carlos Martín Montañés, (Universidad de Zaragoza), desarrollador de vacunas desde hace décadas, «la seguridad es algo determinante en el éxito de una vacuna«, y suele «costar muchos meses probarla».

No hay que olvidar «que estamos administrando un producto a personas sanas, la seguridad tiene que ser fuera de serie», piensa el vacunólogo, que trabaja con una posible candidata de vacuna a partir de la de tuberculosis.

En el terreno de los candidatos a medicamentos contra la COVID-19, la OMS ya suspendió temporalmente una vez los ensayos con hidroxicloroquina ante evidencias (que luego se mostraron erróneas) de que su uso podía aumentar la mortalidad de pacientes graves. El ensayo decayó definitivamente semanas después ante la escasez de voluntarios y evidencia sobre su beneficio.

¿Qué hace exactamente la candidata a vacuna de Oxford?

La vacuna de Oxford se basa en una tecnología de vector viral no replicante. En concreto, se inyecta un virus de catarro común de monos sin capacidad de reproducirse. En su interior, se ha insertado previamente código genético del SARS-CoV-2, el justo y necesario para que se produzcan algunas partes del nuevo coronavirus, no el virus entero.

Eso permite desarrollar una respuesta de las defensas de la persona a la que se le inyecta. Su eficacia depende de que esa respuesta sea la justa (y no desmesurada, cosa que se tendrá que investigar respecto al caso de detectado, de haber relación) y necesaria (por ejemplo, que el organismo no destruya al adenovirus inyectado antes de que se ponga en marcha la factoría de trocitos de SARS-CoV-2).

Y que se genere «memoria» en forma de anticuerpos neutralizantes, que no desaparezcan en corto plazo, y en forma de células T específicas que vayan a por el virus en cuanto aparezca en el organismo de verdad.

¿Alterará esto el calendario previsto para tener a punto la vacuna?

Los estudios en fase 3 (donde además de participar miles de personas, se incluye a población de riesgo) de la vacuna de Oxford se iniciaron el 17 de agosto e involucraron a 30.000 voluntarios en EE.UU., Reino Unido y Sudáfrca. Se esperaba que los datos sobre eficacia y seguridad de los últimos participantes estuvieran listos para principios de diciembre.

El ministro de Sanidad Salvador Illa señaló el lunes que, de darse estas dos condiciones, España recibiría los primeros 3 millones de dosis listas ese mismo mes de diciembre.

¿Qué hace caer a una candidata a vacuna?

Como explicaba a Newtral.es la inmunóloga y viróloga del CSIC Margarita del Val, una vacuna «tiene que generar confianza en la población» para que sea efectiva. Y eso se sustenta en su «seguridad y eficacia».

Lo primero es lo que evalúan ahora en AstraZeneca y equipos independientes. Lo segundo se empezará a ver según pasen los meses y los voluntarios se vayan exponiendo de manera natural al virus, en plena pandemia.

No se está inoculando el SARS-CoV-2 a esos voluntarios para ver si funciona la dosis («aunque hay quien lo ha planteado, creo que no es necesario hacer atajos y mentenerse siempre bajo parámetros éticos», apunta Montañés). Pero sí se ha hecho en macacos, en las fases preclínicas de los ensayos.

De la vacuna de Oxford sabemos que los monos se infectaron de SARS-CoV-2 y el virus se replicó en sus vías respiratorias superiores, pese a haber sido ‘vacunados’. Ninguno desarrolló neumonía ni, aparentemente, otra afecciones graves. La cuestión es si eran contagiosos.

«La conclusión fue que la vacuna parece segura, sin efectos adversos, pero no evitó la proliferación del virus en los animales (se infectaron y podían transmitirlo), aunque redujo significativamente la enfermedad», señalan tres investigadoras españolas en The Conversation.

Dependiendo de las circunstancias, que proteja de manera temporal o a un grupo limitado de la población ya puede ser un avance suficiente como para mantener la vacuna, mientras sea segura. Aunque no garantice una inmunidad total ni amplia, a la espera de desarrollos más complejos, lentos pero presumiblemente más sólidos, como sostienen desde el laboratorio de coronavirus del CNB-CSIC, donde desarrollan una de estas vacunas.

¿Han saltado las alertas a tiempo?

Para el investigador en vacunas del CIB Margarita Salas-CSIC Vicente Larraga, lo ocurrido «muestra, sin lugar a dudas, que los sistemas de regulación de las agencias del medicamento que cuidan de la seguridad de los mismos funcionan y lo hacen adecuadamente. Hay que tener confianza en que las vacunas que lleguen al mercado lo harán en unas condiciones de seguridad óptimas«.

Ya en marzo, este investigador contaba a Newtral.es que «hay que trabajar con lo que sea más rápido«. Pero en investigación los tiempos, los protocolos y los procesos suelen ser largos para que sean seguros. «La ciencia básica es fundamental para momentos como este».

Hay que tener confianza en que las vacunas que lleguen al mercado lo harán en unas condiciones de seguridad óptimas.

Vicente Larraga, CIB Margarita Salas-CSIC

La carrera de las vacunas se inició al finalizar el pasado invierno, con una fuerte competencia entre las candidatas chinas y la estadounidense del laboratorio Moderna. Sin embargo, la candidata de Oxford dio la vuelta al tablero al anunciar que fabricaría dosis incluso antes de tener los resultados de fase 3 de su vacuna. Así quedaron estos tres países, con sus laboratorios asociados, como escapados en esta carrera, antes del verano:

Hay nueve proyectos de vacuna en fase 3. La Comisión Europea tiene acuerdos preliminares para comprar 1.105 millones de dosis de cinco candidatas vacunales contra el SARS-CoV-2: 300 millones de la de Oxford; 300 millones de la francesa Sanofi y la británica GSK; 225 millones de la alemana Curevac; 200 millones de la estadounidense Johnson & Johnson; y 80 millones de dosis de la de Moderna, parte de la cual se envasará en España.

Fuentes: