Primero ocurrió en China. Después, en Italia. Ahora lo podemos observar en medio mundo contaminados. Los satélites muestran cómo el aire se ha limpiado de polución primaria, derivada fundamentalmente del tráfico rodado.
En concreto, según datos monitorizados y visualizados por Lobelia Earth, Madrid ya refleja un descenso en sus índices de dióxido de nitrógeno (NO₂) de hasta el 40% respecto a un día normal.
El efecto se nota, especialmente, entre las 20:00 y las 21:00 de los días laborables, cuando se acumula este contaminante procedente de los tubos de escape, sobre todo, en el cinturón de la M-30 (en el mapa, en las zonas amarillentas).
En Barcelona, este efecto es similar. Sin embargo, como apuntan desde Lobelia, «se esperaba una fuerte disminución de la contaminación de todos modos durante los primeros días del cierre debido a condiciones meteorológicas favorables (es decir, lluvia, velocidad y dirección del viento)».
En el caso de la capital catalana, se necesitan más datos para hacer una evaluación precisa de la influencia del bloqueo en la disminución general de la concentración de NO₂. El descenso es parecido al de Madrid, alrededor del 40%.
Las medidas de confinamiento se parecen a los registros de fondo de las estaciones, es decir, lo que marcan cuando no hay tráfico. «Esto se puede ver claramente en la estación del Eixample en Barcelona», explican desde Lobelia.
Antes del período de confinamiento, el tráfico cercano contribuye con alrededor de 20 µg/m³ (40%) a las concentraciones locales de NO₂. Esta contribución casi desaparece después del 14 de marzo cuando se imponen las regulaciones.
En consonancia con el resto de datos del satélite europeo
Este cese de la actividad se ha visto reflejado en una reducción significativa de contaminantes en toda Europa. Sobre todo en grandes ciudades y polos industriales.
Coincidiendo con la adopción de medidas de cuarentena, el satélite europeo Sentinel-5P del programa Copernicus empezó a cartografiar la polución en Europa y China. También ahí, es descenso es acusado en las concentraciones de NO2.

El Real Instituto Meteorológico de los Países Bajos (KNMI) viene monitorizando tanto el estado del tiempo como la contaminación en Europa. Destacan las ciudades europeas de Madrid, Barcelona, Milán y París.
El pasado 12 de marzo, el consultor de calidad del aire José Manuel Vellón, de Labaqua, explicaba a Newtral.es que «la serie todavía no es tan larga como para poder hacer comparaciones y los efectos de la contaminación no son tan a corto plazo, pero si disminuimos las fuentes de emisión y se reduce la contaminación se puede esperar que la calidad del aire mejore», advierte.
Un respiro temporal
No es una buena noticia que la contaminación haya tenido que reducirse por el cerrojazo impuesto tras una epidemia. Aunque si afinamos la mirada más allá del NO2, los mapas de calidad de aire muestran zonas con índices no tan buenos para la salud, pero indicativos de que se mantiene la actividad.
En los polos industriales de Galicia, Asturias y País Vasco hay estaciones que muestran un Índice de Calidad del Aire (AQI) moderado. Fundamentalmente por la presencia de material particulado PM 2,5. O sea partículas en suspensión muy pequeñas, procedentes de industrias.

Las PM10, más grandes, son algo menos peligrosas para la salud, al tener menos capacidad para penetrar en nuestro torrente sanguíneo a través de los pulmones. No obstante, son responsables de problemas respiratorios y pueden ser las partículas a cuyos lomos cabalguen otros contaminantes, bacterias o incluso virus, como se detecta en los episodios de calima.
En todo caso, la calidad general del aire en España es buena o muy buena, en contraste con el mapa de China, donde la progresiva reapertura de la actividad ha devuelto al país a índices poco a poco parecidos a los normales.
El experto en contaminación atmosférica Xavier Querol, del CSIC, ya explicó también en Newtral.es que el efecto en la calidad del aire no durará más allá del tiempo que el la pandemia, por lo que a largo plazo “no es muy relevante”, aunque supone un pequeño experimento para demostrar los efectos inmediatos de detener las emisiones más contaminantes, como la industria y tráfico.
“Es interesante ver que si las fábricas no funcionan y los coches están parados, hay poca contaminación, pero el impacto de esto en la salud de las personas y en el cambio climático no es muy relevante porque es poco tiempo. En el cambio climático se necesitan efectos de décadas y siglos, unos meses no son muy significativos. Cuando se dé margen a poder volver a trabajar se recuperarán emisiones», explicó.
En España, la contaminación atmosférica está detrás de 16.000 muertes al año, según la página de Calidad del Aire autonómica. Los problemas coronarios asociados a ella se considera un factor de riesgo en caso de padecer COVID-19.