La época más restrictiva de la cuarentena coincidió con el segundo trimestre de 2020. Un periodo en el que, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE publicados este martes, se destruyeron 1.074.000 empleos y el paro aumentó en 55.000 personas.
Se trata de la primera EPA que recoge completamente el impacto de la crisis, ya que en el anterior trimestre, de enero a marzo, solo las dos últimas semanas del tercer mes —a partir del día 14 que comenzó el estado de alarma— se reflejaba la situación del parón producido por el confinamiento.
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La gravedad de la cifra de destrucción de empleo
Así, de abril a junio de 2020 el número de ocupados disminuyó hasta los 18.607.200, el 5,46% menos que el trimestre anterior y un 6,05% menos que el mismo periodo del año anterior. La pérdida de esta cantidad de empleos en el segundo trimestre es un dato que no tiene precedentes en la serie estadística española, ni siquiera en los peores momentos de la crisis anterior.
De hecho, tradicionalmente el segundo trimestre suele ser el mejor para el empleo, ya que comienza la temporada turística —en ocasiones coincide además con la Semana Santa—, y las campañas agrícolas. «Normalmente en este trimestre los datos son buenos por contratación en servicios y hostelería, que ahora son los sectores más afectados», explica a Newtral.es Marcel Jansen, profesor de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid y colaborador de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
«En esta EPA se recoge la contracción que hemos visto en los datos de empleo de la Seguridad Social ya desde marzo. Se contrajo el empleo en 1 millón de personas prácticamente en las primeras 3 semanas del confinamiento y luego se congeló la contratación«, recuerda Jansen que asegura que a partir de abril «lo que se ve es que mantenemos el empleo con respiración asistida por los ERTEs, pero en comparación con el año pasado la contratación es mucho menor».
De hecho, la cifra es mucho mayor de lo que parece, ya que hay que tener en cuenta que los datos de destrucción de empleo y paro no incluyen a los afectados por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo con suspensión de empleo. Es decir, mientras se es parte de un ERTE, no se da de baja de la Seguridad Social.
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Por lo tanto, según la metodología de la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que se aplica en la EPA, los empleados afectados por un ERTE se consideran ocupados cuando existe una garantía de reincorporación al puesto de trabajo, una vez finalizado el periodo de suspensión.
«Una manera de aproximar la reducción completa de la actividad es observar las horas efectivas trabajadas que cayeron el 22,6% trimestral, o el número de ocupados que efectivamente trabajaron en el trimestre que se recorta en 4.706.000 ocupados», explican desde Comisiones Obreras.
Es por ello por lo que, para reflejar mejor la realidad, el INE hace un cálculo de «trabajadores de manera efectiva», es decir, aquellas personas que además de estar ocupadas y mantener su puesto de trabajo, trabajaron durante la pandemia. En este caso, son 13.901.000 personas.
Es decir, de los 18.607.200 ocupados, solo han trabajado 13.901.000 personas, lo que supone 4,7 millones de personas menos que el total de ocupados.
Reducción de horas
Otra forma de hacer más clara la realidad del mercado laboral durante la pandemia, es teniendo en cuenta las horas trabajadas. Además de ERTEs de suspensión de empleo, durante el confinamiento también se dieron ERTEs de reducción de jornada.
Según los datos que recoge la EPA, el número total de horas efectivas trabajadas en el segundo trimestre de 2020 ha experimentado «un descenso sin precedentes» debido al periodo en el que ha sido necesario limitar la actividad económica. El volumen de horas de trabajo ha descendido un 22,59% respecto del tiempo trabajado en el trimestre anterior.
También ha variado la manera de trabajar. De hecho, el 16,20% de los ocupados —unos 3 millones— trabajaron desde su propio domicilio más de la mitad de los días, frente al 4,81% en el mismo trimestre de 2019.
Efecto en el empleo público
Por su parte, Comisiones Obreras denuncia que durante la crisis del COVID-19 «el empleo público ha experimentado su mayor caída desde hace cuatro años«. Según las cifras de la EPA, en el segundo trimestre de 2020 se han perdido 22.100 empleos públicos respecto al trimestre anterior, hasta los 3,22 millones de personas.
No obstante, en términos interanuales, el empleo en las administraciones públicas ha aumentado en 31.400 personas, es decir, ha crecido el 1%.
«Se crea algo de empleo en el sector público que absorbe el recorte en el sector privado», analiza el área de empleo de CCOO, que añaden que «pese a este crecimiento interanual, todavía faltan por recuperar 80.700 empleos perdidos de los 397.200 que el Gobierno destruyó durante los años de la crisis anterior».
Sube menos el paro
Pese a la gran destrucción de empleo que muestran las cifras por la caída de la ocupación en el segundo trimestre, por su parte los datos de paro no son tan escandalosos. De abril a junio de 2020 se registraron 55.000 personas más en desempleo, hasta los 3.368.000 parados.
Con esto, la tasa de paro se sitúa en el 15,33%. «Los datos están distorsionados por los ERTEs por cese de actividad y el hecho de que las personas que pierden el empleo saben que apenas hay contratación y en vez de buscar estarán aguantando ahora y esperando a que se reactive el empleo, y por lo tanto apenas hay aumento del paro», explica Jansen.
Así, la diferencia entre quienes perdieron su empleo, 1,074 millones, y los que pasaron a engrosar la lista de paro, 55.000, se esconde entre los inactivos, que llegan hasta los 17,6 millones de personas. Esto supone un desplome en la población activa —en edad de trabajar y en búsqueda activa de empleo— de los 22,9 millones a los 21,9 millones.
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«Ahora mismo, el concepto de tasa de desempleo es casi un concepto irreal en el sentido en el que tenemos a millones de personas que formalmente figuran como ocupados pero que no están trabajando, y las personas que han perdido su empleo tampoco han ido al paro porque no están buscando. Por lo tanto, el aumento en el paro de 55.000 personas no es una cifra que realmente mida el impacto del COVID-19 en el mercado laboral», aclara Jansen.
Aún así, el gran amortiguador de las cifras ha sido el ERTE. «Hasta ahora han amortiguado muy bien la caída de empleo. Si no los hubiéramos tenido, probablemente el número de personas que estarían ahora en paro incluiría gran parte de los 1,8 millones de personas que actualmente están en ERTE», calcula Marcel Jansen.
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Para el experto, amortiguar a través del ERTE «es fácil», ya que «simplemente hay que activar el mecanismo y garantizar que cualquier empresa mínimamente afectada por el COVID puede acogerse». «Lo difícil es calibrar cuánto tiempo tienes que mantenerlo y, sobretodo, aceptar que estás manteniendo artificialmente empleos insostenibles en empresas que van a tener que efectuar despidos en el futuro», lamenta Jansen.
Jansen cree que a partir de ahora «vamos a ver es un mercado bastante atípico, con flujos de contratación que son la mitad prácticamente del año pasado y con muchas personas recibiendo prestaciones». «A finales de septiembre acaban los ERTEs como están configurados actualmente y con la incertidumbre que tenemos en el sector del turismo, si nos cargamos la temporada como parecen indicar las decisiones en Inglaterra, por ejemplo, la factura puede ser más alta», comenta.
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El profesor de la Universidad Autónoma de Madrid se muestra pesimista ante el futuro del empleo: «no creo que vayamos a ver buenos datos ahora cuando solo con un par de semanas de desconfinamiento estamos viendo que en España tenemos un aumento de contagios en zonas costeras que complican mucho el panorama. Creo que nos hemos equivocado como país y como continente en poner tanta énfasis en la recuperación del sector de turismo», alega.