Cuidado con las afirmaciones sin evidencias o fuera de contexto de la imagen que dice que las vacunas llevan arsénico o uranio

Las vacunas contienen sustancias como arsénico o uranio según estudios científicos
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Nos habéis preguntado a través de nuestro servicio de verificación de Whatsapp (+34 627 28 08 15) por una imagen titulada “¿tienes pensado vacunarte?” en la que se habla de los supuestos componentes de las vacunas.

En concreto, en el contenido se dice que las sales de aluminio, el acero inoxidable, el plomo, el tungsteno, el cloro, el níquel, el cromo, el titanio, el glifosato, los oxihidróxidos de aluminio, el arsénico, el mercurio, el uranio, el ADN fetal, los retrovirus k endógenos, el bromuro de cetiltrimetilamonio, formaldehído y el polisorbato 80 son “solo unas pocas de las sustancias encontradas en numerosos análisis de laboratorios independientes, que no cobran de farmacéuticas”.

En la imagen se incluye una serie de códigos QR que dirigen a las plataformas web con los supuestos “análisis de laboratorios independientes” que demostrarían que las vacunas llevan esos componentes.

No obstante, no hay evidencias científicas que indiquen que las vacunas lleven algunas de esas sustancias, como el uranio. Otros elementos, como las sales de aluminio, sí se emplean en la fabricación de tratamientos, pero son inocuas. Te explicamos lo que sabemos.

¿Cuáles son las fuentes de los códigos QR?

Para apoyar sus afirmaciones sobre las supuestas sustancias de las vacunas, en el contenido que hemos recibido se dice que “existen más de mil estudios científicos al respecto”. 

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[Del ‘preprint’ al artículo científico: ¿Cómo leer ciencia en tiempos de infodemia?] 

“Te presentamos una selección de algunas de las cuestiones más relevantes que puedes ampliar yendo a los enlaces que facilitamos y podrás verificar su autenticidad”, se dice en el contenido que circula por redes, en el que aparecen siete códigos QR. 

No obstante, las publicaciones enlazadas no cuentan con aval científico o no demuestran la presencia de esas sustancias en vacunas. Dos de los códigos llevan al blog de la asociación Moms Across America, que no publica artículos científicos sino textos firmados por “una coalición de mamás imparables”, según su página web. Otro de los códigos QR conduce al portal antivacunas Ciencia y Salud Natural, que contiene textos falsos como los supuestos daños de la tecnología 5G en la salud.

En el cartel también se enlaza a la página IMPFKRITK.de, una web que no recoge investigaciones científicas, sino textos sobre las vacunas sin evidencias sólidas. Asimismo, uno de los códigos QR lleva a la web CraveMed, un grupo editorial de repositorios y revistas tanto de ‘preprints’ (textos científicos que no han sido validados por investigadores ajenos al estudio en un proceso de revisión por pares) como de estudios que supuestamente sí han sido sometidos a una revisión por pares.

Hay que destacar que este grupo editorial aparece en algunas listas de internet sobre revistas científicas conocidas en inglés como ‘predatory journals’ (aunque no hay un equivalente, en español se suele hablar de revistas predatorias o depredadoras).

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Como se explica en un texto publicado en la revista científica Nature, los ‘predatory journals’ son revistas científicas de dudosa fiabilidad que “aceptan artículos para su publicación sin realizar controles de calidad para evitar cuestiones como el plagio o revisar la ética de los textos”.

El investigador y editor de la revista científica española Neurocirugía Pedro David-Delgado López, quien ha publicado artículos sobre los ‘predatory journals’, explica a Newtral.es que “hoy en día cualquiera puede montar su propia revista y decir que hace revisión por pares de los artículos que recibe”.

No obstante, “no todas las revistas tienen el mismo prestigio y hacen los mismos controles de calidad. En este sentido, aunque las listas online sobre ‘predatory journals’ no son oficiales, sí que sirven como guía para los científicos que quieren saber más sobre el prestigio de la revista que se ha puesto en contacto con ellos para publicar sus artículos (y cobrarles las tasas que conlleva este proceso)”.

De hecho, según recogen los medios, en 2017 un investigador anónimo “coló” una publicación sobre los midiclorianos, las formas de vida que confieren “la fuerza” a los jedis en la saga Star Wars, en una de las revistas de MedCrave, la International Journal of Molecular Biology: Open Access, que más tarde retiró la publicación.

El último código QR lleva a un artículo periodístico de Infosalus en el que se habla de aditivos alimentarios y no de vacunas. 

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Sin evidencias de que las vacunas tengan sustancias como arsénico y uranio

En el cartel por el que nos habéis preguntado se dice que las vacunas contienen “arsénico, níquel y uranio”. Jaime Pérez, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Vacunología (AEV), desmiente esta información y señala a Newtral.es que “no hay evidencias hasta ahora de que las vacunas tengan esos componentes”.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos el arsénico es un elemento natural que “está ampliamente distribuido en la corteza terrestre”.

“Normalmente se ingieren pequeñas cantidades de arsénico del aire que se respira, del agua que se bebe y de los alimentos que se comen”, señalan los CDC en un informe sobre el perfil toxicológico del arsénico.

En este documento, en el que abordan los efectos de esta sustancia en la salud, se dedica todo un capítulo a “cómo estamos expuestos los humanos al arsénico”, en el que no se hace ninguna referencia a las vacunas.

Ahora bien, sí que hay otros fármacos destinados a tratar el cáncer en el que se utiliza trióxido de arsénico, que no es exactamente lo mismo que el arsénico. “Mientras que el arsénico es el elemento químico, el trióxido de arsénico es un compuesto (un óxido) de este elemento”, explica a Newtral.es Fernando Gomollón Bel, químico orgánico y comunicador científico en la Universidad de Cambridge.

Como explica la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), los fármacos con trióxido de arsénico “se utilizan en pacientes adultos con leucemia promielocítica aguda (LPA) de riesgo bajo a intermedio de nuevo diagnóstico, y en pacientes adultos cuya enfermedad no ha respondido a otros tratamientos. LPA es un tipo único de leucemia mieloide, una enfermedad que produce leucocitos, hemorragias y moratones anormales”.

La Agencia Europea de los Medicamentos (EMA) también recoge que el trióxido de arsénico está destinado a los pacientes con ese tipo específico de leucemia.No obstante, no hemos encontrado evidencias de que el trióxido de arsénico se use en vacunas. 

Tampoco hemos encontrado estudios con aval científico que muestren que las vacunas contienen níquel o uranio. Es más, el código QR del cartel vinculado a estos supuestos elementos conduce a un blog de la asociación Moms Across America y no a una investigación científica.

El timerosal, un componente que se utiliza en pequeñas cantidades

No hay registro de que en las vacunas se utilice mercurio como tal, como se dice en el cartel que estamos verificando. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), algunas vacunas pueden contener tiomersal, “un compuesto que tiene etilmercurio y se utiliza para evitar el crecimiento de bacterias y hongos en algunas vacunas inactivadas (con virus muertos) que se suministran en viales multidosis”.

Asimismo, este compuesto sirve “para inactivar determinados microorganismos y toxinas y para contribuir a mantener la esterilidad de la cadena de producción”. No obstante, “no hay evidencias científicas de que la cantidad de tiomersal utilizada en las vacunas suponga un riesgo para la salud”, destaca la OMS.

Según explica a Newtral.es el presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), Amós García Rojas en un artículo sobre bulos contra las vacunas, este elemento ya no se utiliza en las inyecciones en España y, aunque así fuera, no ha ocasionado problemas. 

Asimismo, los CDC de EEUU indican que es seguro usar etilmercurio en vacunas porque el cuerpo lo procesa de manera diferente que al mercurio tóxico (metilmercurio) y es menos probable que se acumule en el cuerpo porque se usa en pequeñas cantidades”.

¿Qué sabemos sobre el ADN fetal y los retrovirus k endógenos?

Según el contenido que hemos recibido, las vacunas contienen ADN fetal. Primero en lugares como Estados Unidos y después en España, se ha abierto cierta polémica al asociarse el desarrollo de nuevas vacunas con el uso de supuestos fetos abortados. 

La realidad es que los fabricantes de vacunas no toman fetos recién abortados (o su ADN) para elaborar vacunas. Como ya explicamos en Newtral.es, lo que sí se usan son líneas celulares derivadas de fetos muy concretos de hace décadas.

Es el caso de algunas de las inyecciones contra el coronavirus, que emplean células fetales conocidas como HEK-293. Esto no quiere decir que se hayan abortado fetos para hacer la vacuna: HEK-293 es un producto derivado de un feto concreto de un aborto legal que se produjo en 1972 en Alemania.

En la imagen también se dice que las vacunas contienen retrovirus k endógenos humanos. El biólogo computacional y científico del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia Koldo García Etxebarría, quien hizo su tesis doctoral sobre los retrovirus k endógenos, explica a Newtral.es que “cerca del 8% del genoma humano consiste en antiguos retrovirus, un tipo de agentes infecciosos que integran su ADN en el genoma de su ‘víctima’ como parte de su ciclo de reproducción y generación de nuevas partículas virales”.

“En concreto, se les conoce como retrovirus endógenos y perdieron su capacidad infecciosa hace millones de años, durante la evolución de nuestros ancestros. La familia ‘k’ de los retrovirus fue la última que colonizó el genoma humano hace miles de años y que dejó su huella en nosotros. Pero no son funcionales y no infectan”, explica García.

El investigador aclara que no hay evidencias sobre la supuesta presencia de los retrovirus k endógenos en vacunas. De hecho, en la imagen que estamos verificando se incluye un código QR que enlaza a una página web de una asociación antivacunas que se basa en artículos científicos. “Pero en esas investigaciones no se afirma que las vacunas contienen retrovirus k endógenos, son textos especulativos (basados en hipótesis no demostradas) que no indican tal cosa”, destaca García.

Sin evidencias de vacunas con sustancias como el plomo o el acero inoxidable

En la imagen por la que nos habéis preguntado también se dice que las vacunas contienen “acero inoxidable, plomo, tungsteno, cloro, níquel, cromo y titanio”.

Junto a esta afirmación, en el contenido se incluye un código QR que enlaza a la página web de MedCrave.com. Hemos buscado en ella si hay algún documento sobre acero inoxidable, plomo, tungsteno, cloro, níquel, cromo y titanio en vacunas, pero no hemos encontrado estudios revisados por pares y fiables sobre el tema. Además, como explicamos al principio del artículo, se trata de una editorial incluida en listas sobre ‘predatory journals’.

¿Qué sabemos del glifosato en las vacunas?

En el contenido que estamos verificando también se dice que el glifosato, un pesticida que se usa en las hierbas y los pastos, es una de las “sustancias que contienen las vacunas”.

Uno de los códigos QR que aparecen en el cartel nos lleva a una publicación de la asociación Moms Across America, en la que se dice que “las madres y los científicos estadounidenses solicitan pruebas de vacunas de la FDA y los CDC para el glifosato”.

Desde Newtral.es nos hemos puesto en contacto con Robin Mesnage, toxicólogo en el departamento de Genética Médica y Molecular del King’s College London y experto en este pesticida. En el currículo de Mesnage, indizado en la página web del Parlamento Europeo, se destaca que el investigador fue “co-autor del único estudio existente sobre la toxicidad a largo plazo de una completa formulación del herbicida glifosato”.

Mesnage explica que “algunas vacunas fueron testadas hace algunos años por grupos activistas para detectar la presencia de glifosato. Encontraron rastros del herbicida. Sin embargo, estos rastros eran minúsculos. Eran cantidades de glifosato en concentraciones millones de veces más bajas que las que causan efectos tóxicos”.

“Es posible encontrar rastros de glifosato porque la tecnología para la detección de este herbicida se ha vuelto tan eficiente que se pueden detectar rastros muy pequeños de glifosato en todas partes”, señala el toxicólogo.

“La controversia que rodea la presencia de glifosato en las vacunas es una operación de comunicación orquestada por grupos de defensa, no hay base científica para esta preocupación”, concluye.

Sales de aluminio e hidróxido de aluminio, adyuvantes para potenciar las vacunas

En la imagen, difundida por redes sociales, también se hace mención a las sales de aluminio y los oxihidróxidos de aluminio de las vacunas. Según informa la OMS en muchas vacunas se añaden adyuvantes, que son sustancias que potencian el efecto de los tratamientos para producir la respuesta inmune en el organismo y generar anticuerpos contra el virus.

“Se han utilizado mucho como adyuvantes las sales de aluminio y se consideran generalmente inocuas”, señala en su web la OMS, que añade que la seguridad de las sales de aluminio y su posible relación con los efectos secundarios de algunas vacunas se ha debatido con anterioridad.

Desde los CDC de Estados Unidos precisan que “las investigaciones científicas han demostrado que la cantidad de exposición al aluminio en las personas que siguen el programa de vacunación recomendado es baja y el cuerpo no absorbe fácilmente [esta sustancia]”.

La FDA también destaca que “las vacunas que contienen adyuvantes de aluminio tienen un perfil de seguridad demostrado durante más de seis décadas de uso y sólo en raras ocasiones se han asociado con reacciones locales graves”.

“Las sales de aluminio de algunas vacunas autorizadas en los Estados Unidos son el hidróxido de aluminio, el fosfato de aluminio, el alumbre (sulfato de aluminio y potasio) o las sales de aluminio mixtas. Por ejemplo: las sales de aluminio se usan en algunas vacunas contra la hepatitis B”, añaden desde la agencia estadounidense de los medicamentos.

Los CDC precisan que en el caso de las vacunas “se añaden pequeñas cantidades de aluminio para ayudar al cuerpo a construir una inmunidad más fuerte contra el germen de la vacuna”.

Según el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, la cantidad de aluminio en las vacunas es muy poco (inferior al 1%), menos de la que contienen de forma natural algunos alimentos que consumimos de manera habitual.

El polisorbato 80 y formaldehído, presentes en vacunas seguras para las personas

Otra de las sustancias que se mencionan en el cartel, difundido por redes sociales, es el polisorbato 80, “un aditivo alimentario habitual utilizado en varias vacunas como emulsionante (para mantener unidos los ingredientes). En comparación con su uso en los alimentos, hay muy poco polisorbato 80 en las vacunas”, informan desde la Universidad de Oxford (Reino Unido).

En Newtral.es ya verificamos otros contenidos falsos que vinculan la presencia del polisorbato 80 en las vacunas con un mayor riesgo de muerte en los pacientes vacunados al entrar en contacto con el 5G.

En el contenido que estamos verificando también se habla del formaldehído, un compuesto que se emplea para inactivar ciertos virus, por ejemplo, el de la polio. Aunque está diluido en la fórmula completa de la vacuna, es cierto que se pueden encontrar residuos en el producto final, pero en cantidades tan escasas que resultan incluso menores a las que se encuentran naturalmente en el cuerpo, según señalan desde la FDA.

¿Qué sabemos del bromuro de cetiltrimetilamonio?

Hemos comprobado que algunas vacunas pueden contener trazas de bromuro de cetiltrimetilamonio, pero son tratamientos aprobados por la AEMPS en España. A este respecto, Jaime Pérez, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Vacunología (AEV), recuerda que antes de salir al mercado “las vacunas pasan por numerosos controles y ensayos en los que se comprueba su eficacia y seguridad en humanos”.

Las vacunas son seguras. Todas las vacunas aprobadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las diferentes fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas regularmente una vez comercializadas”, destacan desde la OMS.

Resumen:

La imagen contiene información falsa, engañosa o fuera de contexto. Por ejemplo, no hemos encontrado evidencias de que las vacunas tengan componentes como el uranio, como se dice en el contenido. 

En el caso de sustancias como las sales de aluminio, es cierto que están presentes en algunas vacunas como adyuvantes, pero son generalmente inocuas. Además, el cartel se basa en publicaciones sin aval científico para apoyar sus afirmaciones.

Fuentes

Esta es nuestra metodología de trabajo. Después del proceso de verificación, y en función de los datos, otorgamos una de estas categorías:

Valoración
Engañoso

El contenido contiene datos correctos, pero ignora elementos muy importantes o se mezcla con datos incorrectos dando una impresión diferente, imprecisa o falsa

Valoración
Falso

El contenido es falso