La calamidad es, muchas veces, fuente de inspiración artística. Pero estamos viviendo tiempos en que la distopía imaginaria se torna demasiadas veces en realidad. Algo así ha ocurrido con Ronem Ram, Mar Menor al revés, obra de teatro que da la vuelta a la catástrofe ambiental que vive la Tierra y parte de cuyo guion se confunde con los contaminados acontecimientos de la laguna murciana.
Este rincón de la Costa Cálida lleva siendo epicentro de la emergencia climática desde hace no menos de una década. A la amenazante subida del nivel del mar Mediterráneo en La Manga se suman las recurrentes e intensas ‘gotas frías‘. Las DANA de 2019 y 2020 han dejado al descubierto las vulnerabilidades de un territorio tan bello como depredado.
Pero, sin duda, en el imaginario colectivo las más impactantes imágenes llegaron en el verano de hace tres años. Toneladas de peces y marisco aparecieron flotando muertas tras un nuevo episodio de anoxia. Es decir, la asfixia por ausencia de oxígeno en unas aguas contaminadas y colonizadas por algas que enturbiaron el Mar Menor y acapararon todos los recursos. La llamada ‘sopa verde‘ ha ocurrido en no menos de dos ocasiones. “Y este verano esperamos lo peor, coincidiendo con la temporada alta turística”.
Quien así habla es un científico. Julio Mas, el exdirector del Instituto Español de Oceanografía en Murcia, hoy jubilado y dedicado al activismo climático y también a colaborar con la creación artística. Ronem Ram es una obra intimista e inmersiva para el espectador, que tan pronto se sumerge en un agua figurada, como se convierte en científico de bata blanca. Teatro contra el nitrato del Mar Menor.
Nitrato, fertilizante y veneno del Mar Menor
El pasado 17 de mayo los peces muertos volvieron a aflorar en las orillas del Mar Menor, a la altura de Santiago de la Ribera. En menor cantidad que en ocasiones anteriores, como el ‘piscicausto’ de 2019, en que los nutritivos nitratos se vieron arrastrados por las abundantes lluvias del final del verano.
Como solución de urgencia, se ha optado por inyectar oxígeno en el agua de forma artificial. Un parche, para Mas. Las soluciones pasan “por que se cumpla la ley”. La plataforma Pacto por el Mar Menor calcula que una cuarta parte de las explotaciones de regadío realizan prácticas irregulares. Esto deriva en vertidos sin control de aguas cargadas de nutrientes, nitratos que se filtran por el subsuelo o uso de desaladoras ilegales.
La otra pata es la concienciación. Aquí es donde entra la compañía teatral Onírica Mecánica. Su director, Jesús Nieto, es el creador de Bio Drama. Una iniciativa de distintas piezas de teatro que, en palabras de la compañía, “pretende expandir la experiencia teatral a cualquier espacio público o privado sin que los creadores tengan que viajar para representarlas”. Cartagena acaba de acoger una de estas piezas en el festival Mucho Más Mayo.
Escena para tiempos de confinamiento y emergencia climática. Experiencias que rozan el microteatro orgánico a las que se puede asistir desde cualquier lugar, con la sola existencia de un móvil inteligente. “Queremos explorar también esa idea de sostenibilidad en la escena”, dice Nieto a Newtral.es. Pero este teatro expandido llegará a orillas del mismísimo Mar Menor de la mano de la última versión de Ronem Ram del 1 al 17 de julio (Teatro Apolo de Cartagena).
También se acaba de estrenar Sofía volverá, una película entre lo documental y la ficción dirigida por Joaquín Lisón. Su protagonista es una ‘refugiada climática‘ de 12 años: Sofía tiene que dejar el Mar Menor junto a su familia. La catástrofe ambiental y del clima extremo obliga a su padre a vender su embarcación de pesca y partir hacia Norteamérica.
El rodaje del filme comenzó tras la muerte masiva de peces de 2019. Por aquel entonces Lisón estaba rodando otra película, que paró para poder crear algo a partir de la agonía del Mar Menor. Clima y medio ambiente como inspiración y agitación de conciencias.
Teatro contra la memoria contaminada del Mar Menor
Hay una parte de la obra que incluye imágenes rodadas en súper 8. Películas domésticas antiguas de veraneantes, que son memoria de un Mar Menor que ya no existe. “Cuando vamos con el espectáculo a otros sitios –afirma Nieto– todo el mundo se ve reflejado igualmente, porque en todos los sitios hay un ecosistema degradado. Ha pasado lo mismo”.
La memoria de esta zona empieza a desdibujarse. Pocos quedan que recuerden la lengua de arena de La Manga como un territorio virgen. Julio Mas es una de esas personas. “Yo recuerdo La Manga solamente con dunas. Una auténtica maravilla. Y luego, la fauna y la flora que había, la transparencia de las aguas…”.
Nieto ve esta pieza de teatro también como un catalizador de memorias. “La gente recuerda sobre todo bañarse con los caballitos de mar en el Mar Menor”, asegura. Esa es la conexión potente con un público que tiene memoria de un paraíso perdido pero recuperable.
“A poquito que se le ayude, el Mar Menor tiene bastante capacidad de recuperación. Ya lo hemos visto antes”
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Hay paisajes que ya no volverán, en efecto. A la sepultura de ladrillo que se inició en los años sesenta, se suman 300.000 toneladas de nitratos que permanecen confinados en el subsuelo de la zona, tras décadas de regadíos intensivos.
Solo clausurando instalaciones ilegales el biólogo cree que se recuperaría buena parte del ecosistema, como pasó en 2016. “Se actuó sobre los pozos ilegales. Hubo una serie de actuaciones que se notaron realmente en el medio. Si se repitiesen y se hicieran de una forma generalizada y rápida, creo que en un tiempo relativamente razonable veríamos el Mar Menor de otra forma”.
El doctor Mas lo resume en la idea de que teatro y ciencia “tienen que ver con el patrimonio sentimental de las personas que en algún momento de sus vidas pasaron los veranos o vivieron aquí”. Que el nitrato no diluya la memoria.