Muertes por calor, menos cosechas y extinciones: los riesgos climáticos de España según la ONU

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Antes que nada, todo lo que vas a leer a continuación es un compendio de ‘malas noticias’ futuras. Por fortuna, no son hechos consumados, sino mayoritariamente evitables. España se enfrenta a una serie de riesgos climáticos proyectados por la ciencia. Pero para cada una de estas proyecciones descorazonadoras podemos añadir la coletilla: “si no cambiamos nada” o “en el peor de los escenarios”, según han recalcado los expertos de Naciones Unidas (IPCC-ONU).

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La región mediterránea es unos de los puntos calientes del planeta respecto a la emergencia climática. A cierta distancia de las amenazas para ciertas zonas de África o de Pacífico, es un punto vulnerable que se está calentando a un mayor ritmo que la media planetaria. España y otros países de la cuenca del Mediterráneo han consumido su ‘crédito’ de temperatura antes de entrar en el terreno peligroso de riesgos climáticos al subir el mercurio 1,5ºC de media.

El Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC) de la ONU ha presentado algunos datos destaca la cantidad de personas expuestas a olas de calor y sequías. Fenómenos que ya estaban ahí antes, pero que se ven alimentados por el calentamiento global.

“Hay muchos más impactos de fenómenos extremos afectan a la naturaleza y sociedades, más allá de los que esperaríamos sin cambio climático”, explica a Newtral.es uno de los autores del informe del IPCC, el ecólogo Jofre Carnicer (CREAB y UB). Esto se traslada en pérdidas económicas y humanas, así como en desaparición de ecosistemas y especies.

8.000 personas en riesgo de muerte al año por calor en España

España es uno de los países más amenazados por esta consecuencia del calentamiento global, según pone de manifiesto una serie de estudios incluidos en el documento que el grupo de expertos. El número de personas que morirán anualmente por el calor extremo en España pasará de unas 1.500 a hasta 8.000 en 2050 si las emisiones se mantienen en niveles altos.

Explica el experto en modelos de olas de calor Marcos Quijal (ISGlobal) que “temperaturas que ahora nunca hemos visto en el futuro pueden ser cotidianas. El riesgo en las temperaturas cálidas es mucho más alto que en las frías”, aunque el frío mate más que el calor, por regla general.

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“En los escenarios más pesimistas de cambio climático (una media de +4,5ºC en Europa) la mortalidad se disparará. En el más optimista, la mortalidad se mantendría constante”, señala Quijal con su reciente estudio en la mano. Los débiles compromisos de Glasgow parece que nos alejan de la senda de no subir por encima de los 1,5ºC o 2ºC, así que podemos empezar a echar cuentas.

Si las emisiones siguen siendo elevadas, olas de calor tan inusuales que ahora solo se producen una vez cada 50 años se producirán todos los años en España, según un estudio citado en el informe del IPCC. Las necesidades de energía para climatizar edificios podrían duplicarse en 2035 y multiplicarse por casi 3,5 en 2065 si no se reducen las emisiones de carbono.

Menos cosechas, entre los riesgos climáticos de España

“Sabemos que, por el cambio climático, se ha reducido ya un 5% la productividad de los tres principales cultivos en el mundo: maíz, trigo y arroz”, apunta Marta Guadalupe Rivera-Ferre, coautora del capítulo sobre pobreza y desarrollo sostebible. Según esta investigadora en Ingenio (CSIC-UPV), “habrá menos capacidad de cultivar alimentos y se estima que en torno al 10% de la superficie agrícola útil actual no podrá ser usada si se da el escenario [peor], con más emisiones”.

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Con el calentamiento continuado, las zonas agrícolas adecuadas en Europa se desplazarán hacia el norte, reduciendo la tierra disponible para agricultura en España.

La agricultura deberá afrontar sequías más prolongadas y severas, además de olas de calor extremo. Estos fenómenos ya han triplicado la pérdida de cosechas en Europa en los últimos 50 años. Se calcula que continuarán rebajando el rendimiento agrícola. En la región mediterránea, el IPCC avisa de que se podrá perder un 17 % de la productividad para 2050 si las emisiones continúan en niveles altos. Los daños relacionados con la sequía en España aumentarán un 250% si las emisiones siguen aumentando.

España, en concreto, donde la sequía ya cuesta cada año 1.500 millones de euros, podrá experimentar una disminución del rendimiento del maíz de hasta un 80%, pérdidas que se podrían limitar en un 11% si se recurre al riego. Pero Rivera-Ferre matiza que ciertas experiencias en País Vasco han demostrado que desarrollar infraestructuras de irrigación favorece a grandes productores y perjudica a los pequeños.

Por otro lado, tanto Rivera-Ferre como Carnicer coinciden en lo poco sostenible que resulta a la larga mantener o ampliar regadíos en zonas con escasa precipitación y reservas hídricas, como el sureste peninsular. Incluso aunque se implanten tecnologías más eficientes para el riego, “por el posible efecto llamada” a aumentar el cultivo de regadío.

Extinciones y migraciones por la España desecada

Por cada grado de media que suba la temperatura, el Mediterráneo tendría un 4% de descenso en las precipitaciones. “En el peor escenario, podría llevarnos a perder hasta un 20% de las lluvias en una zona ya de por sí expuesta a las sequías estivales», apunta Carnicer.

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Además de las amenazas directas para la salud de las personas, la comunidad científica internacional advierte de otros impactos para la biodiversidad española y, por ende, para actividades económicas como la agricultura, la pesca o el turismo. “Son más vulnerables especies endémicas, con poca capacidad de dispersión”, que pueden verse en peligro de extinción.

Uno de los 34.000 estudios citados en el informe del IPCC refleja que si esas emisiones (que provoca sobre todo la quema de combustibles fósiles) no se reducen con la velocidad necesaria para frenar el calentamiento a tiempo, las praderas de posidonia -endémicas del mar Mediterráneo-, por ejemplo, podrían extinguirse en 2050 debido a las olas de calor marinas, que serán más frecuentes e intensas.

El aumento sostenido de temperaturas tendrá también un efecto para el sector energético, tanto por la producción hidroeléctrica (dada la menor de disponibilidad de agua), como por el del consumo: el suministro necesario para climatizar edificios en un contexto de calor extremo podrá duplicarse en 2035 y multiplicarse por 3,5 en 2065 si no se toman medidas drásticas de mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero.

Otro de estos análisis tomado como referencia calcula que la superficie quemada en la región mediterránea aumentará un 87 % si las emisiones se reducen más rápidamente de lo esperado, pero advierte de que esta cifra puede ascender al 187 % si la reducción se demora más de lo previsto.

Riesgo de inundación y subida del nivel del mar en España

Entre los riesgos climáticos que destaca el capítulo europeo del informe destacan las inundaciones. Aunque la evidencia científica es aún limitada, el panel llama la atención sobre la enorme cantidad de personas que viven en zonas potencialmente inundables. Los daños en Europa pueden multiplicarse por diez para 2100. Esto, en España, se pone de manifiesto en zonas de la costa que recurrentemente viven fenómenos extremos, como la llamada ‘gota fría’.

Esta amenaza de temporales fuertes se combina con la subida del nivel del mar proyectada. Según el IPCC, el Mediterráneo podría elevarse entre 20 centímetros y un metro. Eso dependerá del nivel de emisiones globales de gases de efecto invernadero de aquí a 2100.

Además de las zonas construidas en ‘primera línea de playa’, este fenómeno podría impactar negativamente unos 42 millones de personas que habitan en zonas de costa. En España, destacan el Delta del Ebro, el del Llobregat y el Golfo de Roses.

Viaje a la España de 2090 (con una máquina del tiempo cargada de carbono)

Esta máquina del tiempo de ‘El Objetivo’ nos llevó a 2090 en 2019. Pero, es más bien una máquina del clima. Porque funciona con carbono. Cuanto más le ponemos, más lejos nos lleva en las proyecciones climáticas que advierten de futuros bosques convertidos en estepa, inundaciones en la costa, salinización de acuíferos y radicales cambios en la economía agraria. Lo bueno: estamos a tiempo de no echarle tanto carbono como carburante a esta máquina del clima. Y todas esas imágenes catastróficas se pueden quedar en eso, en meros ‘rénders artísticos’.

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