No existe una penicilina de los virus. De la misma manera que multitud de bacterias caen rendidas ante los medicamentos que inspiró Alexander Fleming, no hay antivirales de amplio espectro tan eficaces. Con el SARS-CoV-2, y pese a las menciones a la capacidad antiviral de Aplidin, no está ocurriendo una excepción, hasta ahora.
Este enero se han presentado resultados prometedores de, al menos, tres medicamentos en cuyo desarrollo y ensayo están participando equipos españoles, plitidepsna (Aplidin), colchicina y ivermectina. Los tres, con anuncios de resultados muy preliminares.
La carrera por tener un medicamento específico contra el SARS-CoV-2 tiene una gran diferencia respecto a la de las vacunas. No se parte de cero, sino que las empresas farmacéuticas han apostado por rescatar viejos medicamentos para otras patologías. Como ocurrió con la infortunada hidroxicloroquina (que toman desde enfermos de lupus a artritis) o el remdesivir (para el ébola).
Aplidin antiviral, la plitidepsina que emergió del mar
La revista Science acaba de presentar los resultados en células cultivadas y en ratones de la plitidepsna, desarrollada por el laboratorio español PharmaMar. El Aplidin, que nació como un antitumoral aprobado fuera de la Unión Europea, pero con dudosa eficacia, ahora demuestra su acción liquidando coronavirus.
Los experimentos in vitro y con roedores con células similares a humanas han mostrado una eficacia y un perfil de toxicidad prometedores. Los autores han concluido que la «plitidepsina es con diferencia» el compuesto más potente descubierto hasta ahora y han planteado por ello que debería probarse en ensayos clínicos ampliados para el tratamiento de la covid.
El pasado marzo, se iniciaron los primeros experimentos con Aplidin en el Laboratorio de Coronavirus de Enjuanes-Sola, con los que contactó el fabricante PharmaMar para probar su canditato antiviral:
El trabajo ha sido fruto de la colaboración entre la española PharmaMar y los laboratorios de los investigadores Kris White, Adolfo García-Sastre y Thomas Zwaka (Monte Sinai de Nueva York); también participan la Universidad de California San Francisco y el Instituto Pasteur de París.
En dos modelos animales diferentes de infección, el ensayo demostró la reducción de la replicación viral, y se comprobó una disminución del 99 % de las cargas de virus en el pulmón de los animales tratados con plitidepsina.
Los investigadores han observado en la publicación que aunque la toxicidad es una preocupación en cualquier antiviral dirigido a una proteína de la célula humana, “el perfil de seguridad de Aplidin está bien establecido en humanos” y que las dosis bien toleradas de este medicamento que se han utilizado en el ensayo clínico contra la COVID-19 son incluso más bajas que las utilizadas en estos experimentos.
Este, el de la toxicidad, es un tema delicado. En los primeros estudios, en abril, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) dijo que “el uso de plitidepsina en combinación con dexametasona (antiinflamatorio) está asociado con una toxicidad elevada, en particular considerando la alta proporción de pacientes que experimentan eventos adversos graves”.
Es decir, toca ver qué dosis son óptimas en cada tipo de paciente, incluso por debajo de su uso como antitumoral. Importante, porque administrado con fines anticáncer reportaron “tasas superiores al 20 % de anemia, trombocitopenia, neutropenia y aumento de los niveles de creatinfosfo-kinasa, además de otros menos frecuentes, como cansancio, mialgias, náuseas, vómitos y diarrea”, recuerdan los profesores de farmacología Francisco López Muñoz (UCJC) y José Antonio Guerra (UCM),
En España, en los próximos días se esperan conocer resultados preliminares de ensayos con inyecciones de plitidepsna en pacientes no graves, con reducciones de carga viral que impiden que la covid vaya más allá antes de cuatro días.
Los doctores López y Guerra opinan en The Conversation que “hasta el momento, y a falta de nuevos estudios, no hay evidencia científica para poder extrapolar al humano los datos obtenidos en este estudio para la indicación propuesta”.
El equipo de García-Sastre acaba de publicar un segundo estudio preliminar en que se prueba y compara la eficacia de candidatos como la plitidepsina, el ralimetinib (otro antitumoral) y el remdesivir, frente a la variante británica del coronavirus.
Colchicina, de luchar contra la gota a evitar que la covid se descontrole
El origen de la colchicina está en las plantas de azafrán silvestre o de otoño (Colchicum). Su bulbo se usa desde hace siglos para tratar inflamaciones, pero es tóxico. Por eso la colchicina que contiene se aisló en 1884 y se produce en laboratorio industrialmente.
El medicamento, denominado en español colchicina o colquicina, es un fármaco que, además de para combatir la gota, puede ser utilizado contra la artritis y la cirrosis. Ha demostrado su capacidad para reducir los niveles de citoquinas y la activación de macrófagos, neutrófilos e inflamasoma. O sea, que se descontrolen las defensas, que es lo que más mata en los casos graves.

Según investigadores del Instituto Cardíaco de Montreal de Canadá (MHI), su estudio clínico «ha demostrado que el uso de colchicina estuvo asociado con reducciones estadísticamente significantes en el riesgo de muerte y hospitalización comparado con el placebo».
«En aquellos pacientes con un diagnóstico probado de la covid-19, colchicina redujo las hospitalizaciones un 25 %, la necesidad de ventilación mecánica en un 50 % y las muerte en un 44 %. Puede ser utilizado para tratar pacientes no hospitalizados con COVID-19», añadieron los autores. Se trata de evitar la llamada maldición del octavo día.
El doctor Jean-Claude Tardif, director del Centro de Investigación de MHI y principal investigador del estudio, declaró en un comunicado que «nuestro estudio muestra la eficacia del tratamiento de la colchicina en prevenir el fenómeno de ‘tormenta citoquinas’ y reducir las complicaciones asociadas con covid-19″.
Los investigadores añadieron que es el estudio más grande del mundo en el que se ha probado un fármaco administrado oralmente a pacientes de covid que no han sido hospitalizados. Una vez más, el anuncio está pendiente de ser publicado en una revista revisada por pares. Ahí se evaluará si los resultados preliminares son significativos.
El estudio, denominado Colcorona, se realizó con 4.488 pacientes de todo Canadá, Estados Unidos, Europa, Suramérica y Suráfrica, y utilizó un sistema sin contacto, aleatorio, doble ciego, con placebo controlado y diseñado para determinar si la colchicina «podría reducir el riesgo de graves complicaciones asociadas con COVID-19″.
En España, han estado coordinados por El Servicio de Farmacología Clínica y la Unidad Central de Investigación Clínica y Ensayos Clínicos (UCICEC) del Hospital La Paz de Madrid.
Ivermectina, de sospechoso medicamento milagro, a esperanza fundada
¿Y qué pasa con quien tiene una covid tan leve que la sigue propagando cuando ni se entera? ¿O quien la pasa con bastante malestar en casa, con riesgo de tener secuelas?
Un fármaco antiparasitario, la ivermectina, reduce la carga viral y la duración de los síntomas en pacientes con COVID-19 leve. Eso se desprende del último ensayo clínico que ha proporcionado resultados alentadores para mitigar la propagación de la enfermedad.
Early administration of #ivermectin can curb viral loads and symptom duration in mild #COVID19 patients, concludes a study led by @carlos_chaccour.
— ISGlobal (@ISGLOBALorg) January 26, 2021
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Según un pequeño estudio piloto, dentro del proyecto SAINT (CUN e ISGlobal), la ivermectina funciona, pese a la sombra de duda que sobrevoló alrededor de este fármaco, presentado como cura milagrosa en varios países de América Latina.

En este estudio piloto, hecho con pacientes de la Clínica y en instalaciones de la Universidad de Navarra, el equipo de Carlos Chaccour, (ISGlobal) quiso evaluar si la dosis máxima de ivermectina aprobada en Europa puede tener un impacto sobre la transmisión del virus si se administra rápidamente tras la aparición de síntomas.
Las dudas sobre la ivermectina venía del mismo sitio que otros antivirales: había demostrado in vitro, en líneas celulares cultivadas, que puede reducir la mutiplicación del SARS-CoV-2. Pero, además, lo hacía a concentraciones mucho más elevadas que las recomendadas para uso humano.
Esto, junto con los resultados de un estudio preliminar en humanos, que usó datos de origen dudoso y que nunca se publicó en una revista científica, hizo que la ivermectina comenzara a usarse en muchos países sin sustentarse en nada sobre su eficacia para prevenir o tratar la infección.
El equipo investigador administró una sola dosis de ivermectina o placebo a 24 pacientes con infección confirmada y síntomas moderados, en las 72 horas tras los primeros síntomas. Tomaron muestras nasofaríngeas y de sangre antes, una, dos y tres semanas tras empezar el tratamiento.
La carga viral media en el grupo tratado con ivermectina fue unas 3 veces menor transcurridos cuatro días y hasta 18 veces menor a los 7 días del tratamiento. Eso sí, seguían dando positivo en PCR, pero seguramente ya no eran contagiosos.
Los pacientes en el grupo tratado también mostraron una reducción en la duración de algunos síntomas. Una disminución del 50 % en la pérdida del olfato y el gusto y del 30 % en la tos.
Pero un nuevo estudio desarrollado en Colombia, donde se ha hecho popular este fármaco, ha contradicho estas tesis. Publicado en JAMA, su estudio se realizó en cerca de 500 voluntarios con síntomas leves.
La duración de estos no fue significativamente diferente para los pacientes que recibieron un ciclo de 5cinco días de ivermectina en comparación con el placebo.
Los que se quedaron por el camino, según la OMS
El macroensayo clínico Solidarity llegó a la conclusión de que los tratamientos con antivirales en hospital tienen escaso o ningún efecto sobre la mortalidad. Cosa distinta es la conclusión alcanzada con los antiinflamatorios, para casos graves, donde la dexametasona y tocilizumab han presentado resultados positivos.
En el estudio se tuvo en cuenta más de 11.000 pacientes de 405 hospitales en 30 países. Sus conclusiones se dieron a conocer en The New England Journal of Medicine. Estos fueron los medicamentos que probaron; los tres primeros no han podido demostrar su beneficio reduciendo muertes, según la OMS:
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