A Fernando siempre le ha gustado montar en bici. Tanto que a su empleo anterior como administrativo contable, iba en bicicleta. Ahora su trabajo consiste, precisamente, en ir de un lado a otro en ella. “A mí me encanta lo que hago, mucho mejor que trabajar en una oficina como he hecho durante años”, aclara este rider de Zaragoza residente en Madrid. Sin embargo, el oficio que tanto le gusta, cuenta, es precario. “Y con el coronavirus se ha precarizado aún más”, critica.
Fernando trabaja como mensajero para Glovo y Uber Eats, pero sus compañeros también lo hacen para Deliveroo, Just Eat o Stuart. Es habitual que este tipo de trabajadores estén dados de alta en distintas plataformas: “Vamos de una a otra, donde conseguimos cuenta, horas, pedidos…”. Con la declaración del estado de alarma y el confinamiento el 14 de marzo, los riders vieron cómo la incertidumbre se apoderó de su función. Por un lado, la mayor parte de los restaurantes cerraron, con lo que su empleo perdió al cliente principal. Por otro, con la gente encerrada en sus casas sin poder salir, aumentaron los pedidos.

“Se redujo lo habitual de hostelería y aumentaron los pedidos de productos de farmacia, los envíos entre particulares…cambió el tipo de pedido”, recuerda Fernando, que explica que esto vino con una consecuencia negativa: mayor peso a la espalda. “Crecieron los pedidos de supermercado, que son muy pesados. Para nosotros ha sido bastante negativo”, explica.
Pese a que el trabajo ha sido más duro por la pandemia, los riders aseguran que no han visto recompensados sus ingresos. De hecho, algunas plataformas decidieron bajar el fijo que los repartidores cobran por pedido. “Glovo bajó la tarifa base de 2,50 euros que era en Madrid, a 1,20 euros”, explica Fernando, que añade que han creado el modelo de “tarifas dinámicas” con más peso en las variables. “Tienes un extra si llueve, si hay muchos pedidos, por peso, por kilómetros recorridos…”.
Pero estas tarifas basadas en las variables, según el rider, no les mejoran los ingresos. Ni el mayor peso de los pedidos al ser ahora compras de supermercados, ni el gran número de kilómetros que hacen, como las “1.51 vueltas a la luna” que podría haber dado Fernando al sumar todos los que hizo en 2019, según le congratuló Glovo a final de año. Aún así, su dinero se reduce: “Ahora tenemos más incertidumbre que antes sobre lo que vamos a ganar, los parámetros están pensados solo en función de lo que necesita la plataforma”. El rider explica que “ha habido mucho descontento” e incluso huelga.

Por su parte, Sacha Michaud, cofundador de Glovo, explica a Newtral.es que con el cambio de tarifas “el promedio de España es que los riders están ganando más que antes de la crisis”. “En los últimos 30 días, los ingresos medios por hora se han incrementado una media de un 17%. A modo de ejemplo, en Madrid se ha pasado de 8,23 euros a 9,35 euros, incrementándose un 28% y en Barcelona de 7,73 euros a 9,04 euros, un 13% más”, comentan. Además, defienden que se trata de un cambio de tarificación que empezó en 2019 y que “lo solicitaron los repartidores”.
No obstante, el rider Fernando crítica su situación durante la pandemia: “Estamos trabajando más duro, cargando más peso, haciendo más kilómetros y arriesgando nuestras vidas. Y todo ello por menos salario a cambio”. “Yo entiendo que el coronavirus es un problema que nos ha desbordado a todo el mundo, pero claro, cuando estás ya en una situación de precariedad total, el desborde ya te destroza”, lamenta.
Una vida dominada por la aplicación
Si hay algo que no ha cambiado en el día a día de un rider durante la pandemia, es que viven constantemente supeditados al teléfono. “Nuestra vida la domina la aplicación: dónde vas, qué haces, cuándo puedes ir a casa y cuando no… todo lo puntúa, evalúa y controla la aplicación, el control que sufrimos es exhaustivo”, comenta Fernando.

Así, antes de la pandemia, tenían que “pescar horas”. Es decir, apuntarse para trabajar ciertas horas días concretos. A veces se hace incluso con una semana de antelación, y según la puntuación del rider, pueden acceder a ellas o no. Con el coronavirus, sin embargo, algunas aplicaciones han abierto todas las horas. “Una vez que tienes horas tu trabajo es ir corriendo de un lado a otro, para que la comida llegue caliente y que ni el restaurante ni el cliente te califiquen en negativo, que luego es lo que te deja coger horas o no”, explica Fernando, que a sus 41 años, lleva desde 2016 trabajando como rider.
Esta apertura de horas y la falta de ingresos por el COVID-19, ha llevado a algunos ex riders a volver a darse de alta en la aplicación. Es el caso de Juan Carlos, que llevaba tiempo sin trabajar de rider, pero que durante el estado de alarma ha vuelto a activar su cuenta. “Yo llevaba ya desde diciembre desactivado, porque me parecía una estafa, pero con el problema del coronavirus, tuve que volver”, lamenta.
Juan Carlos trabajó por primera vez como rider en 2015. Durante esos años en la bici, ha tenido un accidente laboral, ha ido a juicio —que terminó en un acuerdo monetario en el que la empresa le compensaba a él—, ha cambiado de plataforma y ha activado y desactivado su cuenta en varias ocasiones. Ahora, a raíz de las condiciones soportadas en la bici durante el estado de alarma, ha decidido dejar de ser rider para siempre.
“Es el trabajo más indigno que hay”, asegura Juan Carlos en varias ocasiones con un tono firme. Cuenta que trabajando medio mes de marzo y medio de abril ganó 650 euros “pero tengo que pagar 900, del piso, internet para poder tener datos que funcionen con la aplicación fuera de casa, la comida, las deudas… A nadie le salen las cuentas, y el que diga que sí, miente”, afirma este venezolano de ascendencia española que trabaja en Madrid.
El control que tiene la aplicación sobre ellos, se muestra también en lo mucho que están dispuestos a arriesgar su salud para no recibir una mala puntuación. “Estamos en la calle, con el riesgo del contagio y las empresas nos han dicho que el cliente tiene que bajar al portal, o nosotros dejar el pedido en el ascensor y darle al botón, pero hay gente que no baja, y tienes que subir y dejárselo en la puerta, porque ellos son los que te puntúan, y los puntos son los que determinan si trabajas o no”, explica Juan Carlos.
Durante la pandemia le ha tocado llevar botellas de alcohol y hielos a pisos en los que se estaban haciendo fiestas cuando aún no estaban permitidas las reuniones en viviendas e incluso unos clientes le pidieron que les bajara la basura tras repartirles el pedido, pese a que existe riesgo de contagio. “Tocas barandillas, telefonillos, las puertas, el ascensor… Estás totalmente expuesto y a veces no notas ni empatía”, lamenta.
Sin embargo, la poca empatía con la que lamenta haberse encontrado Juan Carlos durante el estado de alarma no tiene nada que ver con la experiencia de Badr, rider en Barcelona, que trabaja para Deliveroo y Uber Eats. “De todos los trabajos que he hecho a lo largo de mi vida, el que más me gusta es este y quiero conservarlo porque es un trabajo digno, honrado y declarado por el Gobierno como esencial y yo me siento muy bien cuando llevo comida a una señora mayor que no puede bajar a la calle y me da las gracias a través de la puerta. “Eso me llena, aunque no esté conforme con lo que me hayan pagado”, afirma, aunque lamenta que “muchas plataformas han abusado de la situación sanitaria”.
Badr, de 42 años, es un padre de familia que lleva de rider desde el 2016 y en Barcelona desde el año 1999, ciudad a la que llegó desde Marruecos. “En 2008 era empresario de construcción, pero con la crisis perdí a mis empleados, mi casa, el coche, el material de la empresa y aún así debía dinero al banco”, recuerda. En 2016, Badr vendía coches cuando vio un anuncio de Glovo, en el que decía que podía ser su propio jefe. “Y me apunté”, cuenta. Sin embargo, denuncia que las condiciones han empeorado durante el estado de alarma: “Yo ahora estoy facturando entre 150 y 200 euros a la semana, en vez de los 800 que facturaba antes” explica, y es rápido en añadir: “pero porque trabajaba muchas horas”.
Miedo a la exposición
El Gobierno estableció en marzo una medida para contener el coronavirus: quedarse en casa y teletrabajar. Pero no todos los empleos se prestan a ello. El de los riders es uno de ellos, sin embargo, denuncian que se han encontrado con falta de material de protección por parte de algunas empresas.

“Las empresas no nos han dado ninguna forma de protección más allá que alguna mascarilla cuando todo estaba muy avanzado. Eso sí, nos han mandado muchos mails diciendo que tengamos cuidado”, bromea Fernando, que recuerda que los riders están “en continua exposición”. “Hemos pasado miedo por nosotros y por nuestras familias. Vamos de puerta en puerta y luego nos vamos a casa con los nuestros”.
Fernando ha reducido las horas que trabaja durante la pandemia para evitar el contagio, porque se lo podía “más o menos permitir”. Los días que sí trabaja pulsa los timbres y los botones del ascensor con sus llaves de casa. “Es una paranoia continua pero que responde a un riesgo real. Además los primeros días no teníamos ninguna información ni epis y no dejamos de trabajar en ningún momento”, denuncia.
Lo mismo cuenta Juan Carlos, que asegura que cuando comenzó la pandemia la mayoría de los riders no sabían qué estaba ocurriendo. “El 90% son extranjeros, por lo que yo veía que al principio la gente no tenía muy claro lo que estaba pasado cuando comenzó la pandemia. Varios repartidores se han enfermado y otros han muerto”, relata el rider venezolano.
Según su experiencia llevar mascarilla mientras te cruzas Madrid en bici con los pedidos a la espalda “es horrible”, pero dice, “casi nadie la llevaba”. “Yo me cuidaba lo más que podía, pero a veces se te olvida con las prisas y ha habido momentos en los que ha sido complicado conseguirlas”, confiesa.
Juan Carlos ha pasado miedo por el COVID mientras trabajaba. Cuenta que ha tenido miedo en Moncloa, Atocha, Gran Vía… donde se arremolinan los riders como él esperando los pedidos. “Es terrible la gente que se puede acumular en esos lugares, son focos de infección en Madrid. En ocasiones ni los que atienden en los sitios donde vas a recoger la comida la llevaban, y te hablo de cuando había 400 muertos al día”, asegura.
Badr, por su parte, resalta que su labor durante la pandemia “es imprescindible”. “Nosotros hemos estado al pie del cañón: si alguien ha necesitado agua, le hemos llevado, si han querido comprar medicinas, también. Pon que como mensajero hago 20 pedidos al día, es mejor y más controlable para la pandemia que un mensajero haga esos 20 recados a que 20 personas distintas salgan a la calle para hacerlo”, argumenta.
Él asegura que no ha temido por su salud: “Más miedo tengo si no puedo llegar a fin de mes y tengo a la casera detrás. El miedo a perder el trabajo es más fuerte que al COVID”. Y cuenta que empresas como Deliveroo le proporcionaron mascarillas y gel desinfectante. De hecho, Deliveroo ha asegurado a Newtral.es que al inicio de la pandemia, al haber escasez de materiales, lo que hacían era reembolsar hasta un máximo de 25 euros por rider si ellos adquirían su propio material de protección. Más adelante, comentan que les han enviado packs con “decenas de mascarillas” y con geles desinfectantes. “Lo hacemos periódicamente, para que estén protegidos en el corto medio plazo”, aseguran fuentes de Deliveroo.
Él asegura que no ha temido por su salud: “Más miedo tengo si no puedo llegar a fin de mes y tengo a la casera detrás. El miedo a perder el trabajo es más fuerte que al COVID”. Y cuenta que empresas como Deliveroo le proporcionaron mascarillas y gel desinfectante. De hecho, Deliveroo ha asegurado a Newtral.es que al inicio de la pandemia, al haber escasez de materiales, lo que hacían era reembolsar hasta un máximo de 25 euros por rider si ellos adquirían su propio material de protección. Más adelante, comentan que les han enviado packs con “decenas de mascarillas” y con geles desinfectantes. “Lo hacemos periódicamente, para que estén protegidos en el corto medio plazo”, aseguran fuentes de Deliveroo.
Por su parte, Glovo explica que en España “hubo falta de material las primeras 3 o 4 semanas de la pandemia”, pero que hicieron un pedido “masivo”. En total, calculan que en general, entre los 22 países en los que operan han repartido “más 190.000 máscaras y 130.000 guantes”, así como gel desinfectante. “Además, hemos dado instrucciones y protocolos de seguridad a los restaurantes y a los repartidores”, explica Michaud.
La lucha de los falsos autónomos
Los riders tienen una relación de trabajadores autónomos con las plataformas de reparto, pero reclaman que estas aplicaciones controlan toda su actividad, por lo que se consideran falsos autónomos. RidersxDerechos, sindicato del que forma parte Fernando, se reunió recientemente con el Ministerio de Trabajo para explicarles que en realidad son trabajadores asalariados y aseguran que el Ejecutivo quiere “legislar en ese sentido”.
Para las plataformas de envío de comida a domicilio supone un menor gasto que los riders sean autónomos —ya que en ese caso son los trabajadores los que pagan a la Seguridad Social— y defienden que no son empleados asalariados porque cuentan con flexibilidad, como decidir cuándo se conectan a la plataforma. La Asociación autónoma de Riders, que preside Badr y cuenta con 800 miembros, pide precisamente ser autónomos “pero con mejores leyes”, y no asalariados como reclaman los sindicatos. “Queremos seguridad jurídica para que las plataformas no hagan lo que les da la gana”, demanda.
De momento, el futuro de los riders y su relación laboral con empresas como Deliveroo, Glovo o Uber Eats sigue siendo incierto, y los repartidores esperan que la situación mejore una vez se termine la pandemia. De hecho, Fernando cree que es un buen momento para el oficio, ya que confía en que se esté a punto de legislar para que sean considerados asalariados.
Menos optimista es Juan Carlos, que tras su decisión de dejar de ser rider definitivamente asegura que tiene “incertidumbre total” de qué va a ser su vida. “Nunca me he sentido así“, confiesa y asegura que estas empresas “tienen los días contados”. “No por nada, sino por que nadie va a poder hacerlo, por la precariedad. O cambian las condiciones, o nada”, sentencia”.
“Antes ser rider era mejor, te hacías autónomo pero te daban un fijo por hora y te garantizaban dos pedidos mínimos, pero todo se ha ido precarizando muy rápido. Cuando pase todo lo del COVID-19, te dirán: “Páganos tú por trabajar y nosotros te garantizamos que pedalearás como un cabrón”, bromea.