Durante los últimos días se ha hecho viral a través de redes sociales un vídeo en el que un supuesto doctor y una presunta viróloga conversan con un abogado y con el lobbista antivacunas Robert Kennedy Jr. acerca de las vacunas contra la COVID-19, asegurando que estas no son realmente vacunas por el hecho de utilizar tecnología ARN-m. Los interlocutores, además, afirman que la vacuna causa esclerosis múltiple o que convertirá a las personas en transhumanos. Pero otro bulo relacionado con las vacunas de ARN mensajero.
Es un bulo que las vacunas de ARN mensajero no sean vacunas
Los creadores del bulo aseguran que las farmacéuticas y los gobiernos utilizan el término vacuna en el tratamiento contra la COVID-19 “para colar esta cosa bajo las exenciones de salud pública”. Según las personas que aparecen en el vídeo, el término vacuna está definido en la ley de salud pública estadounidense “bajo las normas del CDC y la FDA”.
Los interlocutores afirman que este precepto no se cumple en el caso de la vacuna contra la COVID-19 porque la técnica de ARN mensajero está “diseñada para estimular a la célula humana para que se convierta en creadora de patógenos”.
Sin embargo, el ARN es una molécula intermediaria, presente en el cuerpo humano, que el organismo utiliza para “leer el ADN y llevar las instrucciones a las fábricas de proteínas”, tal y como explicó a Newtral.es hace unos meses Mercedes Jiménez, bioquímica del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC).
Las vacunas contra la COVID-19 que utilizan esta técnica (Pfizer-BioNTech y Moderna) inyectan directamente en el cuerpo el ARN-m del virus para que envíe a las células el mensaje de que produzcan proteínas similares a las del virus. De esta manera, ante un posible contagio por el SARS-CoV-2, el sistema inmunitario ya sabrá cómo actuar porque conoce el tipo de proteínas que este virus genera.
La definición de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) a la que aludían los autores del bulo explica que las vacunas son “productos que estimulan el sistema inmunitario de una persona, produciendo inmunidad ante una enfermedad específica” y protegiéndola de la misma.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos oficiales de salud como la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ofrecen definiciones similares. Es decir, que, independientemente de la técnica utilizada, las vacunas contra la COVID-19 son eso, vacunas. Los CDC explican, además, que las vacunas de ARN-m “son nuevas, pero no desconocidas”, ya que la comunidad científica lleva décadas trabajando en las vacunas de ARN-m, estudiando versiones de las mismas para el virus de la gripe, el del zika o el de la rabia.
Las vacunas de ARN-m no modificarán nuestro ADN
Los autores del vídeo aseguran que las vacunas de ARN-m son un dispositivo que puede “programar el ADN” o fabricar enfermedades al “activar la célula”, pero esto también es falso. Por un lado, no hay más probabilidades de enfermar por la vacuna contra el coronavirus que por la propia COVID-19, como ya explicamos en Newtral.es
Por otro, las instrucciones que se inyectan a través de la vacuna para generar las proteínas no entran en el núcleo de las células humanas, donde está el ADN. El genetista Lluis Montoliu del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), que trabaja en técnicas de CRISPR para combatir el coronavirus, señala que este proceso de replicación “ocurre fuera del núcleo, en el citoplasma de la célula” humana.
La edición del propio genoma humano (del ADN) solo podría hacerse mediante técnicas de transgenia o corta-pega de letras de los genes, es decir, el CRISPR, como señala Montoliu. Luis Ignacio Martínez Alcorta, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Vacunología, también afirma en este artículo que en el caso de las vacunas basadas en tecnología de ARN-m “es nula la capacidad de integración en el genoma humano”.
No hay un “Nuevo Orden Mundial” que vaya a introducirnos microchips con las vacunas
Los autores del vídeo también aseguran que hay un supuesto “Nuevo Orden Mundial” que quiere descargar “algún tipo de software de Microsoft en tu cuerpo y cerebro”, para que los gobiernos puedan tener acceso a nuestra cabeza.
En primer lugar, las vacunas no van a introducirnos ningún microchip. Este bulo surge de la malinterpretación de una respuesta en Reddit de Bill Gates en la que este mencionaba la posibilidad de utilizar ‘certificados digitales’ que muestren quién se ha recuperado de la enfermedad o quién ha recibido la vacuna. Una idea similar a la cartilla COVID que propuso Isabel Díaz Ayuso, en el caso de la primera opción, o al pasaporte de vacunación que recientemente ha mencionado la Unión Europea.
Como ya explicamos en Newtral.es, Gates ha dicho en varias ocasiones que su sugerencia nunca ha tenido nada que ver con un microchip y que “repetirlo tantas veces casi parece que le otorga credibilidad”.
Por otro lado, la vacunación contra la COVID-19 no es obligatoria en muchos países del mundo, entre ellos España. El hecho de que la mayoría de la población decida de manera voluntaria si ponerse o no la vacuna, debería ser suficiente para invalidar la teoría de la dominación mundial a través de la administración de la misma.
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Las vacunas no producen efectos adversos al 80% de las personas
Los ponentes también afirman que están tratando de enfermarnos, ya que el 80% de las personas a las que se le inyecta la vacuna desarrolla “eventos clínicos adversos”. Una situación que no se corresponde con la realidad.
Las vacunas son seguras. Por ese motivo recibieron la aprobación de los distintos organismos reguladores. “Los criterios —establecidos por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) y por la EMA— no se cambian por sacar la vacuna más rápido, son los mismos que siempre”, explicaba a Newtral.es el doctor en Biomedicina, Pablo Barrecheguren.
Tras la realización del ensayo clínico de la vacuna de Pfizer-BioNtech, la FDA emitió un informe en el que concluía que el 4,6% de los voluntarios menores de 55 años experimentó fatiga severa tras la segunda dosis de la vacuna. Según la clasificación de la agencia estadounidense esto significa que la fatiga les “impidió la actividad diaria”.
Otros efectos secundarios frecuentes que fueron notificados por los voluntarios menores de 55 años que recibieron la segunda dosis fueron dolor de cabeza (el 3,2%), dolor muscular (2,2%) y resfriado (2,1%). La FDA explica que estos efectos secundarios aparecen uno o dos días después de la administración de la dosis y que tienen normalmente una duración de un día.
En cuanto a la vacuna de Moderna, la FDA reporta que un 1% de los participantes que recibieron la vacuna sufrieron efectos adversos, así como otro 1% de los participantes que recibieron placebo.
La agencia describe dos casos severos en los que se produjo hinchazón facial, aunque considera que están potencialmente relacionados con inyecciones faciales recibidas previamente por estos participantes.
La FDA también señala un caso en el que se reportó parálisis de Bell, pero cree que la información disponible actualmente es insuficiente para vincularlo a la administración de la vacuna.
Los CDC listan los efectos secundarios frecuentes que pueden aparecer tras la aplicación, como dolor o hinchazón en el brazo, y fiebre, cansancio, escalofríos o dolor de cabeza. Tanto en el caso de Pfizer-BioNTech, como en el de Moderna.
En España, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) publicó el 25 de enero el primer informe de farmacoviligancia sobre vacunas COVID-19. El mismo concluye sin haber identificado en España “ninguna posible reacción adversa hasta ahora desconocida que pueda ser motivo de preocupación”.
La AEMPS detectó 374 notificaciones de acontecimientos adversos sobre un total de 494.799 vacunaciones, ninguno de gravedad. Además, como ya hemos verificado previamente, las vacunas contra la COVID-19 tampoco provocan encefalitis de forma general, infertilidad, daños vasculares o convulsiones, ni destruyen el sistema inmunológico.
Los autores del vídeo son conocidos difusores de bulos antivacunas
Robert Kennedy Jr. no es médico. Según el verificador estadounidense PolitiFact —que, como Newtral.es, forma parte del International Fact-Checking Network (IFCN)—, el sobrino del expresidente John F. Kennedy es uno de los mayores lobbistas antivacunas de EE.UU.
Por su parte, Judy Mikovits, que se identifica como viróloga, ha hecho circular varios vídeos antivacunas en la red desde que comenzó la pandemia. Como ya explicamos en Newtral.es, fue despedida como investigadora del Instituto Whittemore Peterson para Enfermedades Neuroinmunes en la ciudad estadounidense de Reno después de que su investigación sobre el síndrome de fatiga crónica fuera desacreditada. Desde entonces, su peso dentro de grupos de teorías conspirativas y antivacunas ha ido creciendo.
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Otros miembros del IFCN como AFP, PolitiFact, Reuters o Usa Today han desmentido en varias ocasiones los bulos lanzados por el supuesto doctor David E. Martin, que ya participó junto a Mikovits en un vídeo que consideraba que había una conspiración detrás de la pandemia.