Hace dos años, Patricia Cervera inició una petición en Change.org para exigir a la Junta de Andalucía que crease unidades especializadas para el tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Lo hizo porque su hija Aleixandra, que tiene ahora 23 años, padece anorexia nerviosa desde los 13. Cuando la joven requería un ingreso, este tenía que ser en otra comunidad autónoma, como en la de Castilla-La Mancha. Allí, en el Hospital General Universitario de Ciudad Real, permanecía la hija de Patricia en 2019 cuando decidió comenzar su campaña.
Tras recabar 380.000 firmas, la Junta de Andalucía se comprometió a crear dos unidades, en Granada y Málaga, que “no están funcionando como deberían”, según considera Patricia. “La primera que se abrió fue la de Málaga, que fue reconvertida en planta COVID-19 cuando estalló la pandemia. Allí estaba ingresada mi hija y nos tocó volver a casa, interrumpiendo su tratamiento”, cuenta a Newtral.es.
“Cuando reabrieron la unidad, la lista de espera era enorme. La mayoría eran casos previos pero que se habían agravado durante la pandemia y requerían ingreso. La asistencia ha sido totalmente deficiente y todo ha recaído sobre las familias”, prosigue Patricia.
Para exigir la apertura de estas unidades especializadas con los recursos suficientes y necesarios, Patricia ha creado la Asociación TCA Andalucía. “A raíz de esto y de la campaña en Change.org, me escriben muchísimas personas que están en una situación parecida. Es una asociación a nivel local, pero lo que estamos viendo es que, con la pandemia, aquellas jóvenes que tenían algo más controlada la enfermedad han empeorado. Pero también venimos observando la aparición de muchos casos nuevos”, apunta.
Por una parte, explica Patricia, “al pasar más tiempo progenitores e hijas, han detectado indicios de TCA” pero, por otro, “la saturación sanitaria ha provocado que estos casos no puedan ser atendidos a tiempo y en esta enfermedad, la atención temprana lo es todo”.

TCA y pandemia: El confinamiento y la pérdida de control
El especialista en psicología clínica Fernando Fernández-Aranda es el coordinador de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital de Bellvitge (Barcelona), jefe de grupo del CIBER de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN-ISCIII) y presidente de la Sociedad Mundial de Investigación en Trastornos de la Alimentación (Eating Disorders Research Society). En la última investigación que ha liderado, sobre el impacto de la pandemia en los TCA y publicada en la revista European Eating Disorders Review, él y otros expertos del ámbito internacional han creado una escala para medir cómo habría afectado el confinamiento estricto en la primera etapa de la pandemia a las personas que tienen una de estas afecciones.
Los resultados globales muestran que la respuesta al tratamiento durante el confinamiento dependió del tipo de TCA: los pacientes con anorexia nerviosa y con trastorno por atracón mostraron la mejor respuesta terapéutica (leve mejoría), mientras que los pacientes con bulimia nerviosa apenas evidenciaron cambios y los pacientes con trastorno subclínico o no especificado incrementaron la severidad de la sintomatología alimentaria.
En conversación con Newtral.es, Fernández-Aranda señala que las personas con uno de estos problemas de salud mental —anorexia nerviosa, bulimia, trastorno por atracón…— constituyen un “grupo de vulnerabilidad en tiempos de pandemia”, una patología que afecta a entre el 1% y el 4% de la población, principalmente mujeres: “Ha habido pacientes que han visto interrumpido su tratamiento. El confinamiento, además, era perjudicial en tanto que no podían hacer ejercicio físico ni socializar. Si habían alcanzado cierto control, con esta situación lo han perdido”.
Carlos Moratilla, psicólogo sanitario en Movêre Psicología, apunta que “personas que en un principio no presentaban de forma marcada comportamientos relacionados con la comida han empezado a desarrollarlos de forma más significativa”. ¿La explicación? “El malestar emocional generado por el estrés vivido durante este último año y la falta de estimulación propia del aislamiento han tendido a dirigirse y regularse a través de aspectos relacionados con la alimentación o con el cuerpo”, detalla Moratilla a Newtral.es.
Por ello, este psicólogo sanitario especializado en el tratamiento terapéutico de los TCA incide en que “los mensajes que hacen referencia constantemente al peso que se ha podido ganar en época de confinamiento pueden generar inseguridad, malestar emocional y hasta un rechazo al propio cuerpo que tanto en personas vulnerables como en personas que ya están pasando por un TCA aumenta la vulnerabilidad y el mantenimiento de estos problemas”.

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Un incremento que se observa en las unidades de TCA
Para Moratilla, aún es pronto para afirmar si ha habido un aumento de casos de TCA, ya que “a nivel epidemiológico no es posible afirmarlo porque la investigación en este sentido es bastante limitada”: “Por poner un ejemplo, para poder diagnosticar a alguien de anorexia nerviosa tiene que haber cursado con un peso significativamente bajo. Eso significa que alguien puede estar debutando inicialmente en el problema sin haber perdido aún suficiente peso y no ser diagnosticado como tal, algo que quedaría fuera de los estudios de prevalencia”, añade.
Este psicólogo reconoce que “en las consultas de psicología parece estar habiendo un aumento de demanda de ayuda relacionada con los TCA”: “Esto puede deberse a que la pandemia, efectivamente, está favoreciendo la aparición de estos problemas, pero también a que cada vez con más frecuencia está aumentando la visibilización de estas dificultades y a que la gente cada vez pide ayuda psicológica con mayor facilidad”.
Por tanto, no es posible afirmar de momento que haya habido un aumento como tampoco se puede atribuir este aumento exclusivamente a la pandemia. Los primeros datos que manejan los expertos son los de las propias unidades.
Así, Fernando Fernández Aranda, en su unidad en el Hospital de Bellvitge, ha detectado “casos incipientes en estudiantes que previamente no tenían ningún TCA pero que debido a la situación de confinamiento han empezado a preocuparse algo más de lo normal por su peso”: “Hay mucha preocupación por la incertidumbre, el futuro, los estudios, la pérdida de empleo o las preocupaciones en el propio entorno familiar. Ante la sensación de descontrol, hay un deseo de controlar el cuerpo y no poder”.
Este especialista en psicología clínica apunta que “se observa un incremento en la mayoría de unidades de Cataluña”: “Estamos recibiendo más casos, parece que hay un repunte importante si comparamos este año de pandemia con el mismo periodo del año anterior. Vemos un mayor volumen y mayor severidad en los casos, pero todavía hay que tener datos concluyentes al respecto”.
También Montserrat Graell, jefa del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid), apunta en conversación con Newtral.es que “todavía es difícil de cuantificar, pero en nuestra unidad ha habido un incremento de entre el 20 y el 25% de hospitalizaciones por TCA”.
Y respecto a la demanda de consulta por la aparición de un TCA, también habría aumentado en esta unidad: “A día de calculamos que es un incremento de un 40%. Vemos, también, que ha aumentado la complejidad y la gravedad”. Según otro estudio dirigido por Fernando Fernández-Aranda, “una cuarta parte de los pacientes con TCA mostraron un deterioro en la sintomatología” durante el confinamiento.
Motivos por los que podrían haber aumentado los TCA
Graell aclara que “todos los trastornos de salud mental están aumentando”: “No es exclusivo de los alimentarios. Estamos frente a una ola de problemas de salud mental. Es cierto que los TCA a veces son más obvios o aparentes porque tienen consecuencias físicas más inmediatas, pero podemos ver que el empeoramiento psíquico es un efecto en la población general”.
Una de las razones que apunta esta psiquiatra es la saturación de la atención primaria, que constituye una de las primeras vías en las que detectar un posible TCA: “Esto impide que el diagnóstico precoz pueda hacerse, o que se haga con más dificultad, por lo que el problema se agrava”.
Pero también, explica Graell, “ante una situación de incertidumbre y miedo, hay gente que se ha vuelto vigilante o ha exacerbado la vigilancia sobre su estado físico o sobre su cuerpo”: “Aparecen mecanismos de control de la salud física que al principio parecen pautas sanas pero que cada vez son más restrictivas. Otras personas hacen lo contrario: no regulan bien su ansiedad y tratan de modularla a través de la comida, con grandes ingestas”.
Si la pandemia ha puesto algo sobre la mesa es la importancia de estar sano. Carlos Moratilla explica que el contexto pandémica “ha conllevado en algunas personas un aumento de la valoración del concepto de salud y sus prácticas, algo que sin duda puede ser más que deseable”: “Sin embargo, a veces se hacen lecturas arriesgadas en torno a qué es eso de cuidarse como, por ejemplo, empezar a restringir comida con el fin de perder peso, bien a través de la realización de dietas mal planificadas o bien de forma autónoma y no reglada. Y es que uno de los factores precipitantes más importantes de los TCA es, precisamente, la realización de dietas cuando estas son muy restrictivas”.
Este psicólogo sanitario añade que el confinamiento también ha implicado, en muchos casos, un mayor uso de las redes sociales “donde buena parte del contenido gira en torno a la promoción de determinados cánones o formas del cuerpo de una manera a veces poco representativa”.
Fuentes consultadas
- Patricia Cervera, madre de una paciente con anorexia e impulsora de una campaña en Change.org para la apertura de unidades de TCA en Andalucía
- Fernando Fernández-Aranda, coordinador de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital de Bellvitge (Barcelona)
- Montserrat Graell, jefa del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid)
- Carlos Moratilla, psicólogo sanitario en Movêre Psicología
- COVID‐19 and eating disorders during confinement: Analysis of factors associated with resilience and aggravation of symptoms
- COVID Isolation Eating Scale (CIES): Analysis of the impact of confinement in eating disorders and obesity—A collaborative international study