Ni tienen grafeno ni metales magnéticos ni arsénico: los bulos sobre los componentes de las vacunas contra la COVID-19

Luc Montagnier
Imagen del momento de una vacunación | Panyastudio | Shutterstock
Tiempo de lectura: 6 min

Durante la campaña de vacunación contra el coronavirus se han difundido numerosos mensajes en los que se habla de los componentes de las vacunas contra la covid autorizadas hasta ahora en España (de Pfizer/BioNtech, de Moderna, de AstraZeneca/Oxford y de Janssen).

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Pero algunos de estos contenidos virales atribuyen a las vacunas ingredientes que en realidad no llevan, como grafeno, metales capaces de atraer imanes o sustancias “tóxicas”.

Aquí recopilamos los ‘fakes’ más difundidos sobre los supuestos componentes de las vacunas y explicamos qué contienen realmente sus viales. 

No, las vacunas no contienen “metales pesados” capaces de atraer a los imanes

En las últimas semanas se han compartido por redes sociales diversos vídeos en los que se ve a personas colocándose un imán en el brazo. Según aseguran, estos objetos se quedan pegados a la piel por la atracción de los supuestos metales pesados de las vacunas. Pero es falso que tengan esos supuestos componentes las vacunas contra la COVID-19.

El presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), Amós García Rojas, explica a Newtral.es que no se utilizan metales pesados magnéticos (níquel, cobalto y hierro) para la elaboración de las vacunas. 

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos también subrayan en su página web que “vacunarse contra el COVID-19 no lo magnetiza, ni siquiera en la zona de la vacunación, que suele ser el brazo”. 

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“Las vacunas contra la COVID-19 no contienen metales como hierro, níquel, litio ni aleaciones de tierras raras, así como tampoco productos manufacturados como artículos de microelectrónica, electrodos, nanotubos de carbono ni semiconductores de nanocableado. Además, la dosis habitual de una vacuna contra el COVID-19 es de menos de un mililitro, que no es suficiente para atraer imanes a la zona en que recibió la vacuna incluso si tuviera un metal magnético”, recalcan los CDC.

bulo iman vacuna

El grafeno no atrae metales ni está en la vacuna del coronavirus

En otros vídeos virales también se culpa al grafeno del supuesto “magnetismo” que causan las inyecciones administradas contra la COVID-19. Pero las vacunas no tienen esta sustancia. Es más, el grafeno ni siquiera posee estas presuntas propiedades magnéticas.

Diego Peña, que es catedrático de Química Orgánica en la Universidad de Santiago de Compostela e investigador del Centro Singular de Investigación en Química Biológica y Materiales Moleculares (CIQUS), también aclara a Newtral.es que el grafeno no es una sustancia soluble, por lo que sería difícil inocularlo en una vacuna.

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“Las inyecciones serían turbias porque el grafeno es como carbonilla, la composición es carbono”. En caso de que se administrara, apunta el químico, “no se podría pegar una cuchara porque nunca tendría ese efecto”, concluye Peña.

La imagen que dice que las vacunas contienen arsénico o uranio

También nos habéis preguntado a través de nuestro servicio de verificación de Whatsapp (+34 627 28 08 15) por una imagen en la que se dice que el uranio, el arsénico o las sales de aluminio son “solo unas pocas de las sustancias encontradas en numerosos análisis de laboratorios independientes”.

No obstante, no hay evidencias científicas que indiquen que las vacunas lleven uranio o arsénico. Otros elementos, como las sales de aluminio, sí se emplean en la fabricación de algunas vacunas, pero son inocuas.

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Como ya explicamos en Newtral.es, antes de salir al mercado todas las vacunas tienen que pasar numerosos controles que garantizan su seguridad y eficacia en personas.

Vuelven los bulos de las vacunas y los microchips

Algunas teorías de la conspiración arguyen en redes sociales que las vacunas contra la COVID-19 son un medio para que la compañía Microsoft, de Bill Gates, nos introduzca “un microchip”.

Pero estos mensajes, virales desde el inicio de la pandemia, tergiversan declaraciones del propio Gates o sacan de contexto publicaciones satíricas. Y no, las vacunas no contienen microchips.

Los mensajes engañosos sobre las vacunas contra la COVID-19 y las células de fetos

Primero en Estados Unidos y después en España se generó cierta polémica al asociarse el desarrollo de nuevas vacunas contra el coronavirus con el uso de supuestos fetos abortados. 

En uno de los contenidos por el que nos habéis preguntado se asegura que las vacunas contienen ADN fetal. La realidad es que los fabricantes de vacunas no toman fetos recién abortados (o su ADN) para elaborar vacunas.

Como ya explicamos en Newtral.es, lo que sí se usan son líneas celulares derivadas de fetos muy concretos de hace décadas de abortos legales realizados por razones médicas.

Es el caso de las vacunas de AstraZeneca/Oxford que emplean células fetales conocidas como HEK-293.

Pero esto no quiere decir que se hayan abortado fetos para hacer la vacuna: HEK-293 es un producto derivado de un feto concreto de un aborto legal que se produjo en 1972 en Alemania.

¿De qué están hechas realmente las vacunas contra la COVID-19?

Los componentes de las vacunas covid disponibles en este momento en España son de dos tipos. Por un lado, están las de vector vírico no replicativo, de adenovirus, que son las de Janssen y AstraZeneca/Oxford. Estas vacunas contienen un virus inofensivo diferente al coronavirus. 

A esta versión atenuada y desactivada del virus se le retira su capacidad para replicarse y se le inserta un trozo de ARN del SARS-CoV-2 con las instrucciones necesarias para fabricar no el coronavirus completo, sino una proteína suelta. Lo explicamos en detalle en este artículo

Por el contrario, las vacunas de Pfizer/BioNtech y de Moderna se basan en la tecnología de ARNm. Es decir, contienen ARN mensajero que incluye las instrucciones para que nuestras propias células fabriquen las proteínas S del coronavirus. Estas proteínas S son iguales a las que usa el SARS-CoV-2 para unirse a las células humanas. 

Nuestro sistema inmune reconoce que esta proteína no debería estar en nuestro cuerpo y genera defensas. Así, ante un posible contagio por el SARS-CoV-2, el sistema inmunitario ya sabría cómo actuar porque conoce el tipo de proteínas que este virus genera.

El prospecto de todas estas vacunas es público y se puede consultar en la web creada por el Ministerio de Sanidad. Por ejemplo, en la ficha técnica de la vacuna de Pfizer/BioNtech, a la que muchos vídeos acusan de llevar grafeno, se puede comprobar que está compuesta a base de cloruro de potasio, dihidrogenofosfato de potasio, cloruro de sodio, fosfato de disodio dihidrato, sacarosa, agua para preparaciones inyectables y otras sustancias que no son magnéticas ni tóxicas.