Conseguir la igualdad de género en la Unión Europea costará más de 60 años y la pandemia amenaza lo ya logrado

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La igualdad entre hombres y mujeres en la Unión Europea ha aumentado solo 4 puntos en la última década y apenas 0.5 desde 2017. Son datos que arroja el último Índice de Igualdad de Género elaborado por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género, organismo dependiente de la Unión Europea.

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Según este informe de 2020 que se publica este jueves, la puntuación media de la UE se sitúa en el 67.9 sobre 100, con 10 Estados miembro cuya puntuación estaría por encima (entre ellos España con 72 puntos sobre 100) y 18 por debajo.

Suecia encabeza la lista (83.8) y Grecia ocupa el último lugar (52.2). Los cálculos realizados por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género indican que harán falta más de 60 años para erradicar la brecha de género en el conjunto europeo.

Este informe anual analiza y puntúa seis principales áreas de desigualdad —trabajo, dinero, conocimiento, tiempo, poder y salud— y suma otras dos —violencia y desigualdades interseccionales— en las que no hay una nota numérica como tal, sino una valoración de la situación actual. Así, los ámbitos que más alto puntúan, es decir, donde la brecha de género sería menor, son salud, dinero y trabajo (88, 80.6 y 72.2, respectivamente). Y aquellos con puntuaciones más bajas, poder, conocimiento y tiempo (53.5, 63.6 y 65.7).

No obstante, las puntuaciones, dentro de cada uno de estos ámbitos, varían en función de a qué variable se atienda. Una de las diferencias más notables es en el ámbito del trabajo, donde la puntuación media es de 72.2 pero disminuye si hablamos específicamente de segregación en el mercado de trabajo y calidad del empleo. Aquí, la desigualdad de género sería mayor, ya que la nota que recibe es de 64 puntos sobre 100.

¿Y cuál sería la puntuación de España en estas áreas? Según el documento, España está muy a la par con la puntuación media de la Unión Europea. La desigualdad sería algo menor en cuatro de los seis ámbitos analizados: trabajo, conocimiento, poder y salud. Y la brecha sería algo mayor en tiempo y dinero.

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La pandemia y la desigualdad

Este índice de 2020, aunque sus datos han sido recogidos con anterioridad, no es ajeno al impacto de la pandemia provocada por el coronavirus. Por eso, señala el documento, las consecuencias del COVID-19 suponen “una seria amenaza para los frágiles logros alcanzados en la última década”. 

Algunas de estas áreas detectadas en peor situación son las que corresponden al mercado laboral y a las tareas de cuidados. En concreto, en el ámbito del trabajo se apunta a la segregación ocupacional, es decir, a aquellos empleos que siguen altamente feminizados (y peor remunerados o más precarizados) frente a los que son empleos típicamente masculinos (y, por lo general, mejor remunerados y con mejores condiciones). 

En cuanto a los cuidados, también conocido como trabajo reproductivo, el informe señala que respecto al “cuidado de hijos, nietos, personas mayores o personas con alguna discapacidad”, las mujeres “dedican una hora o más al día en comparación con los hombres”. “La pandemia del COVID-19 ha incrementado la presión en las familias, especialmente en mujeres y madres solteras”, especifica el documento del Instituto Europeo para la Igualdad de Género.

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Según datos del INE de 2019, en España, el 14% de las mujeres con un empleo a tiempo parcial lo tienen por el “cuidado de niños o de adultos enfermos, incapacitados o mayores”, frente a un 3,9% en el caso de los hombres. La misma encuesta señala que un 7,1% de las mujeres motivan tener “otras obligaciones familiares o personales” frente a un 2,7% de los hombres.

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Y si atendemos a la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (INE, 2015), se observa que ellas dedican más tiempo a las tareas del hogar y de cuidados: cuando se trata de hogares en los que se convive en pareja, con un trabajo remunerado pero sin hijos, ellas dedican, de media, 16,4 horas semanales y ellos, la mitad (8,7 horas semanales). Cuando además sí hay menores a cargo, ellas dedican 37,5 horas semanales de media y los hombres, 20,8.

El informe también arroja algo de luz sobre aquellos ámbitos donde más se ha reducido la brecha: en términos generales, hay menos desigualdad en el acceso a empleos a tiempo completo, pasando del 39% hace una década al 42%. Eso sí, el documento señala que las expectativas de posibles mejoras en un futuro cercano se tambalean por la crisis del coronavirus. También en cuanto a representación política habría habido un incremento: en 2014, un 37% de los miembros del Parlamento Europeo eran mujeres; en 2019, aumentó hasta el 41%.

Violencia machista e interseccionalidad

El informe reconoce que no hay nuevos datos sobre violencia en el ámbito europeo desde 2017, y señala que que el Eurostat está trabajando en una encuesta cuyos resultados se esperan para 2023. El Instituto Europeo para la Igualdad de Género espera lanzar para 2022 una recolección de datos sobre violencia en pareja, violencia sexual y feminicidios. El dato que hay hasta el momento, recogido por Eurostat en 2017, apunta que ese año se produjeron 854 feminicidios. Sin embargo, estos son datos aportados por tan solo 16 Estados miembros (de un total de 28).

Aunque no aporta cifras como tal, el informe indica que “durante los confinamientos por el COVID-19, las mujeres en relaciones de violencia estuvieron atrapadas en casa y expuestas a su agresor por largos periodos de tiempo, poniéndolas en un mayor riesgo de violencia”.

El Instituto Europeo para la Igualdad de Género recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió al comienzo de la crisis sanitaria de que “la violencia contras las mujeres aumenta durante cualquier tipo de emergencia, incluidas las pandemias”. “En Francia, por ejemplo, durante las tres primeras semanas de confinamiento, el número registrado de casos de violencia doméstica [violencia de género, según la legislación española] aumentó más de un 30%”, añade el informe. 

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Este informe también incluye un apartado específico en relación a la desigualdad interseccional, es decir, aquella que se experimenta por el género en connivencia con otros factores de discriminación tales como la orientación sexual, la identidad o expresión de género, la edad o tener algún tipo de discapacidad. 

Así, expone este documento europeo, según una encuesta de 2012 de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA por sus siglas en inglés) “aquellos individuos cuya expresión de género no coincide con el género asignado al nacer [personas trans] tenían el doble de posibilidades de experimentar violencia que aquellas que encajaban en las expectativas de la sociedad”. 

De acuerdo a este informe, “la discapacidad incrementa sustancialmente la vulnerabilidad de las mujeres frente a la violencia”. “La FRA encontró que las mujeres con discapacidad tenían más probabilidades de ser víctimas de violencia en cualquiera de sus formas (física, sexual, psicológica…)”, añade el documento, según el cual, un 34% de las mujeres con discapacidad ha sufrido violencia en pareja frente al 19% de mujeres sin discapacidad.

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