Entre el trabajo y la vida: ¿es posible conciliar?

Imagen: Shutterstock
Tiempo de lectura: 16 min

Jaime y su mujer tuvieron un hijo en junio de 1984. En su empresa le dieron “un día por el nacimiento del bebé”: “Como tenía vacaciones en verano, pedí una semana para estar en casa los primeros días”, cuenta. Ahora, su hijo, Marcos, será padre en unas semanas y podrá disfrutar de un permiso de paternidad de 12 semanas. 

Publicidad

Marcos fue padre ya antes, en 2016, cuando su permiso solo alcanzó las dos semanas. Su hija, de cuatro años, vuelve a la escuela en septiembre y está planteándose pedir una reducción de jornada: “Entre que el bebé va a llegar y que la escuela de mi hija puede que la cierren en cualquier momento si hay rebrote, me planteo ser yo ahora quien pida la reducción de jornada, ya que con nuestra primera hija fue mi mujer quien se la cogió. El problema es que económicamente es un palo reducirme el sueldo: mi mujer gana algo más que yo, pero tampoco mucho más”, explica Marcos a Newtral.es.

Susana y su marido tienen un hijo de seis años y, ahora, una persona más en casa: la madre de Susana, cuyo marido falleció por COVID-19: “La residencia era una opción que mis hermanos y yo nos habíamos planteado en el caso de que uno de nuestros padres falleciese, pero ahora, visto lo visto, no queremos que estén en un lugar así”, señala Susana a Newtral.es.

Ella también está pensando reducirse la jornada a causa de la pandemia: “Los primeros meses van a ser complicados: entre la adaptación de mi madre y la posibilidad de que mi hijo tenga que estar en cuarentena o que cierren los colegios… Vamos a ir un poco apretados, pero yo cobro menos que mi marido, así que tiene sentido que sea yo la que coja reducción de jornada”, añade.

[Cuando los cuidados fallaron]

¿Cómo están regulados los permisos para cuidar en España?

A partir del 1 de enero de 2020, los padres y las madres no gestantes pueden disfrutar de 12 semanas de permiso —cuatro más que las ocho que entraron en vigor en abril de 2019 tras la publicación del Real Decreto-ley 6/2019—, mientras que las madres gestantes pueden disfrutar de 16 semanas.

Publicidad

Sin embargo, esto cambiará también en enero de 2021. Si bien las madres mantienen sus 16 semanas (es decir, su permiso no se amplía), hasta ahora podían transferir 10 semanas al otro progenitor; pero, a partir del próximo año, el permiso de paternidad (o de maternidad también, en caso de ser madre no gestante) se amplía a las 16 semanas, siendo este un permiso no transferible (un progenitor no puede ceder semanas al otro) y, además, las primeras 6 semanas son obligatorias: es decir, ambos progenitores han de cogerse, a la vez, esas 6 semanas nada más nazca el bebé. Las 10 semanas restantes han de consumirse en el primer año de vida del menor como las familias dispongan. 

La abogada Emilia de Sousa, especializada en maternidad y desigualdad de género, explica a Newtral.es que estos permisos están pensados desde una óptica del trabajo productivo: “El decreto que regula estos permisos es el ‘Real Decreto-ley 6/2019 de medidas urgentes para garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación’. El nombre lo dice todo. Se obvian otras realidades como el valor de los cuidados o la necesidad de recuperación física tras un parto”.

En este sentido, De Sousa apunta que “una verdadera modificación de la ley” habría pasado por “ampliar a 6 meses mínimo para ambos progenitores, si hay dos, y permitir que las familias monoparentales cuenten con una persona de apoyo que pueda disfrutar del permiso del progenitor que no ha gestado y parido”. Un permiso “ampliable voluntariamente hasta el año para el caso de la madre que ha dado a luz”, añade la abogada.

[La conciliación, asignatura pendiente en los planes para la vuelta al cole]

Desde su punto de vista, los permisos iguales e intransferibles (y de tan solo 4 meses) obvian la “dimensión biológica de una gestación, parto y posparto”: “No se han tenido en cuenta propuestas tan interesantes como una incapacidad temporal tras el parto cuyo fundamento es la recuperación física de quien ha parido: por ejemplo, 15 días si es un parto y un mes si se trata de una cesárea. Es incomprensible que en España puedas coger una baja laboral por una intervención menor, pero no puedas cogerla por una cirugía mayor [cesárea]. Y el permiso debería empezar justo al acabar esta baja porque sus fundamentos y sus destinos son bien distintos”. 

Publicidad

Es habitual que, en el imaginario colectivo, hablar de conciliación o cuidados remita a padres con hijos menores de edad, especialmente cuando son bebés. Sin embargo, Sara Moreno, socióloga e investigadora en la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB) y especializada en políticas de conciliación y desigualdad en el mercado de trabajo, apunta a Newtral.es que sería conveniente hablar de “ciclos vitales” y no solo de “maternidad o paternidad”: “Ciclo vital hace referencia a si hay o no responsabilidad de cuidados, tanto de menores como de adultos dependientes. Por ejemplo, hay evidencia empírica de que determinadas políticas funcionan bien con el cuidado de niños y niñas, porque van creciendo y ganando autonomía, pero no tanto con el cuidado de personas con alzhéimer, que en vez de ganar autonomía, se van deteriorando”.

[La casa como una fábrica industrial: este es el valor económico de los cuidados]

Reducción de jornada y excedencia

Respecto a la responsabilidad de cuidar, la abogada Emilia de Sousa señala que la reducción de jornada también está prevista en nuestra legislación: “Hasta que el menor tenga 12 años o por tener a cargo una persona con discapacidad”. Sin embargo, señala De Sousa, “no es más que una forma de renunciar a tu salario y, por tanto, a tu independencia”: “Es algo que no todas las familias pueden permitirse, pensemos en aquellas que son monoparentales”, añade. 

Según datos del INE de 2019, el 14% de las mujeres con un empleo a tiempo parcial lo tienen por el “cuidado de niños o de adultos enfermos, incapacitados o mayores”, frente a un 3,9% en el caso de los hombres. La misma encuesta señala que un 7,1% de las mujeres motivan tener “otras obligaciones familiares o personales” frente a un 2,7% de los hombres. 

También esta abogada especializada en maternidad y desigualdad señala que hay una tercera opción: “La excedencia por cuidado de un menor hasta que este tenga 3 años, que suele ser la mujer quien se la coja porque hay más probabilidad de que cobre menos o de que su empleo sea menos estable”.

Publicidad

“Las mujeres han entrado masivamente al mercado de trabajo sin renunciar a las responsabilidades en el ámbito doméstico”, expone la investigadora Sara Moreno

Según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2019, el 28% de los trabajadores dejó su empleo por el cuidado de los hijos. De ese 28%, el INE no especifica cuántas son mujeres y cuántos hombres, pero sí señala que el 87% de los hombres que interrumpieron su carrera laboral lo hicieron por el periodo más corto (6 meses o menos), mientras que en las mujeres este porcentaje es de un 50%; así, el 21% de las mujeres realizó un parón de entre 6 meses y un año, y un 9%, de entre un año y dos. El porcentaje de mujeres que interrumpieron su trabajo más de dos años fue del 17,7%, frente al 2,8% de los hombres.

“En las últimas décadas, hemos avanzado mucho pero porque las mujeres han cambiado mucho: ellas han entrado masivamente al mercado de trabajo sin renunciar a las responsabilidades en el ámbito doméstico”, expone la investigadora de la UAB Sara Moreno. 

En este sentido, Moreno señala que “los permisos iguales e intransferibles se han mostrado más efectivos”: “Lo que hacen es que, en el momento en que aparece la carga de cuidados, se fomenta la responsabilidad de ambas personas adultas pero de forma individual. Con estos permisos se favorece que se puedan establecer hábitos que condicionan la futura organización familiar. Y cuanto más se puedan alargar, mejor para romper los roles de género en el hogar”.

[La conciliación no existe: “Necesito que los niños vayan al colegio ya”]

El tiempo que dedican hombres y mujeres al hogar

La politóloga Sílvia Claveria, investigadora en la Universidad Carlos III de Madrid y especializada en desigualdad de género, señala a Newtral.es que la evidencia indica que “ambos progenitores gocen de este permiso desde el inicio —y de forma individual— ayuda a crear rutinas desde el principio y que no se conviertan solo en ‘ayudantes’”. 

“Se ha demostrado [Claveria cita este estudio] que incluso en parejas que son igualitarias, una vez llega un nuevo miembro a la familia, se descompensan los tiempos de dedicación a estas responsabilidades”, apunta la politóloga. De esta manera, los roles se asentarían, produciéndose una especialización del trabajo doméstico: “Para las mujeres, como han tenido el permiso de maternidad desde el inicio y con una duración más larga, se asume de manera natural la responsabilidad de hacer las nuevas tareas. Además, como ellas las han hecho desde el principio, son más eficientes realizándolas”. 

“Incluso en parejas que son igualitarias, una vez llega un nuevo miembro a la familia, se descompensan los tiempos de dedicación a estas responsabilidades”, apunta la politóloga Sílvia Claveria

Si miramos la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (INE, 2015), se observa que ellas dedican más tiempo a las tareas del hogar y de cuidados: cuando se trata de hogares en los que se convive en pareja, con un trabajo remunerado pero sin hijos, ellas dedican, de media, 16,4 horas semanales y ellos, la mitad (8,7 horas semanales). Cuando además sí hay menores a cargo, ellas dedican 37,5 horas semanales de media y los hombres, 20,8.

En cuanto al tipo de actividad doméstica diaria, entre las mujeres con empleo un 47,4% realiza tareas de cuidados de los hijos cada día, frente a un 31,5% de los hombres; cuando se trata de actividades domésticas como cocinar, el 77,5% de las mujeres las realizan a diario, frente a un 32.9% de los hombres.

“Esta desigualdad en la asunción de responsabilidad tiene un impacto claro en el mercado laboral (salario, tipo de trabajo desempeñado, promociones…), pero también en el tiempo de ocio para informarse o participar políticamente”, añade la politóloga Sílvia Claveria. 

Es por esto que Emilia de Sousa critica el plan Me Cuida, implementado por el Gobierno durante la pandemia: “Es básicamente un plan que permite adaptar y/o reducir la jornada de forma exprés dadas las circunstancias excepcionales del momento. De hecho, la reducción puede ser de hasta el 100% de tu jornada, con la evidente rebaja del 100% de salario, algo inasumible para la mayoría de las familias españolas, y teniendo en cuenta que son las mujeres quienes se suelen reducir la jornada”. 

Posturas feministas: PETRA y PPiiNA

Actualmente hay dos grandes plataformas, adscritas al movimiento feminista, que defienden diferentes permisos para la crianza. Así, la Asociación PETRA Maternidades Feministas está en contra de los permisos iguales e intransferibles, y promueve permisos más amplios y transferibles (y remunerados), partiendo de una visión que pone la biología en el centro y que considera que un bebé requiere unas necesidades diferentes de la madre gestante (como, por ejemplo, la lactancia). 

“La madre es la que pasa por una serie de procesos como el puerperio, la gestación, el parto… Es la que necesita más tiempo”, explica Julia Cañero, de la plataforma PETRA, a Newtral.es. 

Desde la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPiiNA), en cambio, el empleo está en el centro y desde ahí se articulan sus demandas. A pesar de haber exigido permisos iguales e intransferibles durante años, no están de acuerdo en que sea obligatorio que los padres tengan que gastar sus primeras 6 semanas a la vez que la madre: “Entendemos que la simultaneidad no puede ser obligatoria, sino decidida por las parejas. No puede haber esa injerencia en las familias. Nosotras proponemos que sean obligatoriamente simultáneos las dos primeras semanas, un tiempo que consideramos útil para que diseñen su modelo organizativo”, explica a Newtral. es Virginia Carrera, una de las fundadoras de PPiiNA. 

Desde PETRA, Cañero señala que “se reivindican más derechos para la crianza”: “Muchas mujeres no queremos reincorporarnos a las 16 semanas, pero tampoco es justo que reduzcamos la jornada o cojamos excedencia para poder hacerlo porque implica una disminución salarial. Por eso creemos que nuestros permisos, los de las mujeres, deberían ser más amplios y remunerados”. “Se pone la mirada solo en el empleo, y no en las necesidades de la criatura”, añade esta portavoz.

Carrera, por su parte, indica que “el sistema capitalista busca producir”: “Nosotras somos etiquetadas de menos disponibles y menos productivas. Por eso consideramos que hay que focalizar esta política pública en reducir la desigualdad en el mercado laboral”. 

La socióloga Marta Domínguez, investigadora en el Instituto de Estudios Políticos de París Sciences Po, señala a Newtral.es que “hay que hacer hincapié en que los permisos sean remunerados, no solo el tiempo que se disfrutan”: “Sabemos que los hombres solicitan más el permiso si este es intransferible y pagado. En España, ahora mismo, se puede salir del mercado laboral para cuidar a una criatura hasta tres años completos sin perder el puesto de trabajo. Pero de esos tres años, solo unos meses son remunerados”. 

Según Domínguez, diferentes países europeos han empleado fórmulas diversas para incentivar la corresponsabilidad en las parejas y que los hombres cuiden: “Francia tiene un modelo muy parecido al español, aunque el permiso de paternidad es más corto. En el Reino Unido han optado por un permiso muy largo para la madre, en gran parte transferible, pero retribuido de manera degresiva. Los países nórdicos suelen tener permisos individuales y otro permiso que los padres se pueden repartir. En general, en estos países, las familias disponen de más tiempo de permiso pagado y de mayor flexibilidad en su uso”. 

“Estos permisos deben ir acompañados de otras medidas como la reducción de la jornada laboral sin reducción del salario”, explica la socióloga Teresa Jurado

La socióloga Teresa Jurado, investigadora y profesora en la UNED y especializada en relaciones familiares desde una perspectiva de género, defiende las demandas de PPiiNA (es miembro de esta plataforma) en tanto que “parten de la base de que se busca igualdad de oportunidades y la no discriminación en el mercado laboral”.

Jurado reconoce que el empleo, por tanto, focaliza las propuestas: “La gente necesita trabajar, esa es la realidad, por eso el trabajo está en el centro”. Pero añade que no es incompatible con incorporar una mirada feminista que pretende revalorizar el trabajo reproductivo: “Estos permisos deben ir acompañados de otras medidas como la reducción de la jornada laboral sin reducción del salario (35 horas a la semana, por ejemplo). Y ahora que estamos en pandemia, reivindicamos la necesidad de bajas laborales para el cuidado de un menor que tiene que estar en cuarentena”.

Los cuidados y el sistema laboral

“El permiso más amplio para las mujeres y, además, transferible desafía la idea de la centralidad del trabajo pagado en la sociedad y reivindica el valor social del cuidado, pero lo hace solo en el caso de las mujeres, que serían titulares de ese derecho”, matiza la investigadora Marta Domínguez sobre las propuestas de PETRA y PPiiNA.

Y añade, en relación a los cuidados como un derecho, en tanto que todos seremos dependientes en uno o varios momentos de nuestra vida, que “para llevar a cabo políticas que den más importancia a los cuidados es importante que no haya después penalizaciones en el mercado laboral”: “Sería necesario un diálogo abierto sobre la importancia que queremos darle al cuidado en nuestra sociedad, y sobre si cuidar/recibir cuidados es un derecho, sobre si el cuidado genera un valor social y, por lo tanto, puede ser remunerado por el estado. Todos hemos recibido cuidados y todos los vamos a volver a necesitar”.

La socióloga e investigadora Sara Moreno reconoce que el problema de las políticas de conciliación es que se diseñan y se planifican desde una lógica productiva: “La centralidad recae en el trabajo remunerado. La conciliación, como planteamiento, estaba muy bien, pero su implementación ha dejado mucho que desear porque el sujeto político ha sido solo la mujer y solo desde una lógica productiva. En cierto modo, se prioriza solo el trabajo remunerado para mantener el statu quo [mantener las cosas tal y como están]”.

Desde su punto de vista, sería necesario un enfoque multidisciplinar, es decir, la creación de políticas públicas que aboguen, por ejemplo, “por una revisión de la organización social del tiempo, que se conoce como ‘políticas del tiempo’”: “Se podría empezar por reducir la jornada, cuya lógica es la de trabajemos todos un poco menos para trabajar todos y todas. Es decir, trabajemos un poco menos fuera de casa para dar espacio al trabajo de cuidados”.

La socióloga Marta Domínguez critica, además, la ausencia de diversidad en el diseño de las políticas públicas, dirigidas a las familias tradicionalmente heteronormativas: “Las familias monomarentales tienen unas necesidades específicas. Parece lógico que los permisos para ellas deberían ser más largos —como lo son en algunos países para los nacimientos multiples—, y su remuneración debería repensarse porque son familias de un solo ingreso”.

0 Comentarios

Ya no se pueden publicar comentarios en este artículo.