Silvia Arderíus, la profesora que encontró reconocimiento en el balonmano

Silvia Arderius, durante un partido amistoso contra Eslovaquia. | FOTO: EFE/ Pedro Puente Hoyos
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La dedicación profesional al balonmano no deja espacio a Silvia Arderíus (Madrid, 1990) para desarrollar su otra gran pasión. Profesora de Educación Infantil durante los dos años posteriores a su licenciatura, la central de las guerreras lleva cuatro temporadas lejos de las aulas que tanto anhela. «Era más feliz», dice a Newtral.es mientras prepara el viaje a Dinamarca, donde España disputa el Europeo de balonmano un año después de colgarse la plata en el Mundial y antes de pelear una plaza en los Juegos Olímpicos de Tokio. 

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Tras licenciarse, Silvia compaginó su etapa educativa con un club en Valladolid. «Sentí mucha más ilusión cuando cobré mi primer sueldo de profesora que con el balonmano, pero creo que los profesores no estamos suficientemente reconocidos en todos los ámbitos y como deportista sí siento que damos pasos hacia ello», explica. Al fichar por el Bera Bera (San Sebastián), uno de los mejores equipos de España, la falta de tiempo decidió: ganó el balonmano. «Ahora es imposible ser profesora, pero algún día me gustaría retomarlo».

Dedicar las mañanas a la Educación suponía un cansancio físico pero un respiro mental. «Era agotador, pero después de un mal partido ocupabas la cabeza. Es lo que más echo de menos de ese trabajo, dedicar los fines de semana a preparar las clases y relativizar el deporte. Y después el balonmano también me ayudaba a desconectar de las clases». Un equilibrio al que aspira especialmente en los momentos de debilidad, los instantes en los que se plantea si el esfuerzo merece la pena. 

Tras los focos de un gran evento como el Europeo, de la ilusión de tres semanas, la cotidianeidad le abruma. «Tienes solo tres días con tu gente y vuelta a la realidad. Son 24 horas de dedicación, Navidad fuera de casa…» Una vida de renuncias e incluso dolor físico. «Llega un momento en el que jugar sin nada de dolor es un milagro. Quieres ser una persona normal y no puedes, y cuando quieres desconectar y no saber nada del balonmano, solo te preguntan por balonmano. A veces te replanteas tu vida». 

La herencia de una generación histórica 

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En los Juegos Olímpicos de Londres 2012, la mayoría de las jugadoras presentes en la actual convocatoria de la Selección iniciaban su carrera profesional en el balonmano. Pero entonces, la crisis económica azotó a un deporte que vio cómo su liga se deshacía dejando escapar a las grandes figuras del país por falta de recursos. En el Club Balonmano Alcobendas (Madrid), una joven Silvia que vivía este deporte como un hobby, vio cómo la mejor generación se colgaba la medalla de bronce en un épico final. 

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La repercusión de este grupo cambió su perspectiva y supuso un punto de inflexión. «Nos sentíamos desanimadas y ese éxito dio un impulso a toda una generación. De repente era posible. Nos hicieron creer y tener objetivos», recuerda. «Cuando era pequeña desconocía este mundo, no crecimos con un grupo o una jugadora referente en la que fijarnos. En mi caso era ya muy mayor cuando empecé a fijarme en Macarena Aguilar, mi referente. Ahora las niñas pueden soñar con ser guerreras«. 

La transición entre la generación que se colgó el bronce olímpico y la actual estuvo llena de decepciones. Pero cuando las expectativas disminuyeron, llegó la recompensa. En 2019, este grupo logró una histórica plata en el Mundial de Japón. «Había calma porque éramos conscientes de que necesitábamos paciencia. Nosotras sabemos que la diferencia entre una medalla y un décimo puesto es muy pequeña, son partidos que se deciden por detalles, un error te penaliza mucho. Necesitábamos tiempo, y ahora lo hemos tenido». 

«Lo normal es perder» 

2020, el año redondo de Silvia Arderius—campeona de liga y copa con el Bera Bera y de la Supercopa en Málaga—, contrasta con el contexto que provoca la pandemia. Las expectativas desaparecen y cada partido cobra importancia en un momento en el que reina la incertidumbre. «Llegamos al Europeo sin ritmo, con gente que ha estado confinada, con la baja de Shandy’ Barbosa, sin saber el estado de las rivales… Es un año muy raro donde tenemos poco descanso. Es una incógnita saber cómo vamos a responder».  

Se trata del cuarto campeonato internacional en el que participa, y es consciente de que es el momento de asumir la presión que supone. «Entre nosotras hablamos de los nervios que sentimos porque nuestro rol es diferente al que tenemos en los clubes, donde somos más protagonistas. Aquí hay más inseguridad pero tratamos de dejarla atrás. Se tiene que notar que nos conocemos y que sabemos jugar contra los mejores equipos de Europa ahora y tener la plaza olímpica en un contexto favorable, disputando el preolímpico en casa». 

El estado de excitación de los grandes retos es lo que mantiene el hambre de la central. «Soy muy competitiva, necesito partidos reñidos, el vínculo con el equipo, la garra de este deporte, el contacto. El cuerpo te lleva a una emoción que engancha. Y cuando lo pierdo, busco otro reto. Cuando los partidos se complican, quiero la pelota. Lo extraordinario es ganar y lo normal es perder siempre. La línea entre el fracaso y la victoria es muy fina. Lo maravilloso de la madurez es que he aprendido a relativizar cualquier derrota». 

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Arderius y Silvia Navarro posan con la plata del Mundial 2019. | FOTO: JAVIER LÓPEZ/EFE

Cómo ganar espacio al fútbol 

Las reflexiones sobre la viabilidad del deporte y su estado mental marcan su futuro. Si no acaba «muy frustrada», recalca, espera ligar su faceta educativa como entrenadora de niñas, a las que espera alejar del desengaño. «En fútbol ves a niños que quieren ser Messi, y en balonmano no ves futuro. Quiero que las niñas vean ese camino, aunque con un entorno más sano que evite la frustración. Me gusta enseñarles a disfrutar el camino, porque cuando dejen de hacerlo, llegarán los dolores de cabeza». 

Para abrir esas puertas, Silvia destaca el papel de los medios y la respuesta de la sociedad. «Tenemos una herramienta muy potente y me gustaría que deportistas con peso tuvieran iniciativa para reivindicar cosas necesarias. Nosotras tenemos mucha atención cada vez que tenemos un torneo internacional, pero la semana siguiente desaparecemos».

En esta visibilidad entiende que el papel del fútbol es determinante, un deporte que ama pero limita el espacio para crecer. «Vende más hablar del vídeo que ha subido un futbolista con su novia. Necesitamos conciencia moral y un mayor abanico de deportes. Me encanta el fútbol pero cada vez es más lento y táctico. El balonmano es tan emocionante que estoy segura de que con un mínimo de visibilidad atraeremos a la gente». 

En ese sentido, Silvia reivindica políticas de igualdad que ayuden a cortar el círculo. «No cuentan lo que haces porque no generas, pero no generas porque no lo cuentan… Todavía no he conocido a nadie que no disfrute viendo un partido nuestro. Solo necesitamos visibilizar lo que hacemos como está pasando con el fútbol femenino, por ejemplo. Hay que marcar unos mínimos, unas pautas, lograr que al menos en los medios públicos tengamos la misma presencia para que cada vez nos quiera ver más gente». 

Trayectoria de Silvia Arderíus:

Club Balonmano Alcobendas (2008-15). 

Club Deportivo Balonmano Aula Cultural (2015-17). 

Balonmano Bera Bera (2017-20).  Dos ligas, una Copa y una Supercopa.

Club Balonmano Rincón Fertilidad de Málaga  (2020). MVP de la final de la Supercopa.

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