El primer confinamiento sirvió para medir quién se exponía más y quién menos al SARS-CoV-2. Los profesionales esenciales –sanitarios, sobre todo– se contagiaron en mayor proporción que el resto, en buena lógica. Pero un estudio posterior ha podido observar que no sólo tuvieron más covid, sino peor.
En concreto, en Reino Unido acaban de publicar que los trabajadores de la salud han tenido hasta siete veces más probabilidades de tener una infección grave por COVID-19 que aquellos con otros tipos de trabajos ‘no esenciales’. Los datos se ha recopilado en la revista Occupational & Environmental Medicine (British Medical Journal).

Las personas empleadas en los sectores de la atención social y el transporte tienen, por su parte, el doble de probabilidades de hacerlo, «lo que enfatiza la necesidad de garantizar que los trabajadores esenciales estén adecuadamente protegidos contra la infección», afirman los autores del trabajo, liderados por Evangelia Demou (Universidad de Glasgow, Reino Unido) que monitorizaron nada menos a que 120.075 personas.
Este estudio observacional no puede por sí mismo explicar por qué ocurre esto. Pero refuerza una tesis barajada desde el comienzo de la pandemia: la COVID-19 es más grave en algunas personas sin precondiciones no sólo porque estén condicionadas genéticamente, sino también porque se exponen a altas cargas virales, de una o de muchas personas contagiadas al cabo del día.El factor de riesgo laboral se suma al biológico.

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Gravedad y precondiciones:
Hombre mayor de 70, el perfil con más riesgo de muerte por COVID-19, pero no el único
Otro análisis global de más de tres millones de casos de COVID-19 confirma que los pacientes masculinos tienen casi tres veces más probabilidades de requerir ingreso en cuidados intensivos que las mujeres. La edad avanzada y condiciones de salud como la hipertensión, EPOC, diabetes u obesidad incrementan el riesgo de muerte al contraer en SARS-CoV-2.
Los auxiliares, con 9 veces más probabilidades de COVID-19 grave
Pocos estudios han analizado las diferencias en el riesgo de desarrollar una infección grave por COVID-19 entre diferentes grupos profesionales. Si bien se sabe que quienes trabajan en funciones de atención médica corren un mayor riesgo, no está claro cuáles podrían ser los riesgos para quienes trabajan en otros sectores.
Se basaron en datos vinculados al Biobanco del Reino Unido, más los resultados de la prueba de COVID-19 del Public Health England y las muertes registradas en el período del 16 de marzo al 26 de julio de 2020.
El estudio incluyó a 120.075 empleados de entre 49 y 64 años. De estos, 35.127 (29%) fueron clasificados como trabajadores esenciales. En concreto: en salud (9%); atención social y educación (11%); policía, conductores y transportistas y preparadores de alimentos (9%).
En total, 271 empleados tuvieron una infección grave por COVID-19. Médicos y farmacéuticos; personal de apoyo (hasta 9 veces más probabilidades de tener covid grave); enfermeras y paramédicos; y los trabajadores de la asistencia social y el transporte tenían tasas más altas de COVID-19 grave que los trabajadores no esenciales.
Agrupados, quienes trabajaban en asistencia social-sanitaria y la educación tenían un 84% de probabilidades de hacerlo; mientras que «otros» trabajadores esenciales tenían un 60% más de riesgo de desarrollar COVID-19 grave.
El factor extra de las condiciones sociales y étnicas
La población negra y asiática (casi el 3% en cada grupo) tendía a encontrarse con más probabilidades entre los grupos más expuestos, al igual que las mujeres.
Y cuando los investigadores observaron el impacto étnico, encontraron que los riesgos de infección grave para los trabajadores no esenciales negros y asiáticos eran similares a los de los trabajadores sí esenciales blancos, lo que sugiere que es un factor clave. Pero no en sí biológico, sino socioeconómico.
Los trabajadores no esenciales de origen negro y asiático también tenían tres veces más probabilidades de desarrollar una infección grave por COVID-19 que los trabajadores blancos no esenciales, mientras que los trabajadores esenciales no blancos tenían más de 8 veces más probabilidades de hacerlo.
En los trabajadores del transporte encontraron claramente un mayor riesgo de infección grave relacionado con el estatus socioeconómico. Pero los hallazgos se mantuvieron incluso después de tener en cuenta los factores de riesgo potencialmente influyentes, como el estilo de vida más o menos saludable, los problemas de salud coexistentes y los patrones de trabajo.
Este es un estudio observacional y, por lo tanto, no puede establecer la causa. Y los autores reconocen que lo datos de antecedentes del biobanco se recopilaron hace más de una década, por lo que no pudieron dar cuenta de ningún cambio en la salud, el estilo de vida, los ingresos y la situación laboral.
Así, el Biobanco del Reino Unido es sólo parcialmente representativo de la población en general, pero una de las mayores muestras de seguimiento de personas para poder hacer estudios.
Concluyen: «Nuestros hallazgos refuerzan la necesidad de contar con medidas adecuaas de salud y seguridad, y la provisión de EPI para los trabajadores esenciales, especialmente en los sectores de la salud y la atención social. La salud y el bienestar de los trabajadores esenciales es fundamental para limitar la propagación y manejar la carga de las pandemias».
La mascarilla, una barrera para los contagios graves
Este trabajo observacional pone de manifiesto la importancia de los equipos de protección personal (EPI) en personas con altas probabilidades de encontrarse cara a cara con alguien infectado. Pero también el que toda persona lleve puesta mascarilla para evitar exponer a los demás.
La guía (definitiva) de cómo usar la mascarilla en estos tiempos de #Covid_19
— Newtral (@Newtral) July 18, 2020
¡Toma nota, @_jesusespinosa_ te lo cuenta! ? pic.twitter.com/l3AMZnrFgE
La Organización Mundial de la Salud actualizó el pasado 2 de diciembre sus recomendaciones sobre el uso de mascarillas. «En áreas con transmisión comunitaria de COVID-19 las mascarillas no médicas deben ser utilizadas siempre por el público en general en lugares cerrados como tiendas, lugares de trabajo y escuelas si no se cuenta con una ventilación que haya sido evaluada como adecuada o si no se puede mantener una distancia física de al menos un metro», explican en su documento.
También recuerda la necesidad de que las mascarillas estén homologadas. Las higiénicas de tela deben tener tres capas, al menos. De lo contrario, tendremos una sensación de seguridad falsa.
La OMS recomienda el uso de mascarilla en el interior de tiendas, lugares de trabajo y escuelas sin buena ventilación.
Como contamos en Newtral.es, medidas como la mascarilla pudieron ser determinantes en China para frenar en seco los contagios graves. Incluso puede que facilite que esos contagios, de producirse, sean asintomáticos o muy leves.
Según la profesora de Medicina de Enfermedades Infecciosas y Global Monica Gandhi (Universidad de California en San Francisco) «es posible que uno de los pilares del control de la pandemia, la mascarilla facial universal, pueda estar ayudando a reducir la gravedad de la enfermedad».
También «garantizar que una mayor proporción de nuevas infecciones sean asintomáticas», conforme señala en un artículo publicado en la revista científica New England Journal of Medicine (efecto variolización).
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