Playas, ríos, piscinas y coronavirus

Día de calor en la playa de la Malvarrosa a finales de enero de 2020 | Ana Escobar, Efe
Día de calor en la playa de la Malvarrosa a finales de enero de 2020 | Ana Escobar, Efe
Tiempo de lectura: 5 min

Con playas y piscinas abiertas, no hay demasiada evidencia publicada sobre infectividad del virus SARS-CoV-2 en situaciones de la vida real, más allá de que es muy contagioso entre personas, por gotitas de la respiración.

Publicidad

Preguntado por la Secretaría de Estado de Turismo, el CSIC ha recopilado algunos trabajos científicos que nos dan pistas sobre cómo el virus podría comportarse en entornos reales asociados al ocio acuático: nadar, jugar con la arena, darse un paseo por la orilla… Esta es la postal de COVID-19. Toca en cada uno de los triángulos para saber más:

Loading…

El virólogo Javier Cantón, experto en el coronavirus MERS, explica que los coronavirus tienen una envoltura o cascarón de grasa. Al entrar en el agua salada, tienden a deshidratarse por la diferencia en salinidad en un proceso denominado plasmólisis, «algo que podría inactivarlo», en palabras recogidas por Efe.

Agua salada, junto con la radiación ultravioleta y las altas temperaturas en la superficie son siempre desinfectante natural de aguas y de arena de las playas. Aunque no comparable a la radiación que se usa en plantas de tratamientos de agua.

Justamente, los vertidos de residuos sin tratar sí pueden ser un peligro mayor. Pero no sólo por coronavirus, sino de otros patógenos. Cada año conocemos cómo terminan en las playas aguas cargadas de bacterias como la E. coli, obligando a cierres temporales.

En general, el riesgo en estos entornos se genera por la proximidad física entre personas, como en cualquier otro sitio. Bajar la guardia y relajarse, advierten desde el CSIC, es el inconveniente que pueden plantear sitios como la playa y la piscina. Más complicado es el tema en lugares con aguas que no circulan tanto o se desinfectan.

Publicidad

Ojo a pozas, lagos y pequeños cauces

Estudios centrados en otros coronavirus, con características similares al SARS-CoV2, han demostrado que los virus siguen siendo temporalmente infecciosos en ambientes naturales de agua dulce, incluidos lagos y arroyos.

El CSIC desaconseja bañarse en pozas o remansos de agua por la posible acumulación de bañistas y virus.

A 23ºC pueden aguantar hasta 10 días. Pero depende mucho de otros factores, como cuántas bacterias tenga ese agua que puedan competir con los virus. «Muchos investigadores defienden que la dilución del virus en el agua sería capaz de mantener el riesgo bajo», dice el informe del CSIC.

«Se debe de prestar especial atención a las pequeñas pozas de agua dulce remansada que pueden ser frecuentadas por un elevado número de bañistas que puede dar lugar a una posible acumulación del virus. Estos medios acuáticos son los más desaconsejables para uso recreativo frente a otras alternativas», concluyen.

Publicidad

Piscinas y SPA, como con otros virus

Las piscinas y balnearios suelen tener un control estricto de la calidad de las aguas. De lo contrario, serían ideales focos de cultivo y propagación de virus y bacterias. El cloro o el bromo suelen ser los agentes que acaban con ellos.

En el caso de las aguas termales y saunas, «los estudios experimentales muestran una relación entre temperaturas más altas y niveles de humedad y una supervivencia reducida del SARS-CoV-2 en el laboratorio», dice el informe.

Sin embargo, existen otros factores en el «mundo real». Aseguran que «cabe pensar que las concentraciones de cloro libre recomendadas en el agua de piscinas (1-3 mg/l) serían suficientes para la inactivación del virus, y por lo tanto, suficientes para evitar los riesgos de contaminación durante el baño». Otra cosa es lo que ocurra alrededor del baño.

En cualquier caso, los autores del informe, encabezados por Ana Allende (CEBAS-CSIC) recalcan para todos los supuestos que «sería deseable disponer de una mayor información de la supervivencia e infectividad
del SARS-CoV-2 en aguas marinas y dulces, así como en los aerosoles formados en estos sistemas y en las arenas». Y proponen tanto estudios de laboratorio como de campo.

Los vertidos de todos los años

(Actualización de julio de 2020) Aunque el riesgo de contagio del nuevo coronavirus es escaso en el agua, decenas de tipos de bacterias y parásitos se esconden tras vertidos incontrolados en playas y parajes del litoral.

Publicidad

Ecologistas en Acción ha otorgado este martes sus anuales banderas negras a las playas y las costas españolas más contaminadas o peor gestionadas ambientalmente. 48 en este 2020, de las cuales el 40% tienen vertidos de aguas sin depurar. La acumulación de basuras –este año, con la novedad del deshecho de mascarillas– ha tenido mucho peso.

Loading…

Según el informe Banderas Negras 2020 presentado este miércoles, de los casi 8.000 kilómetros de costas españolas que se analizan en el mismo, el mayor problema, al igual que en 2019, han sido esos vertidos por su mala depuración. Eso ha llevado a la asignación de 19 de estas insignias.

0 Comentarios

Ya no se pueden publicar comentarios en este artículo.