Del código de barras al ‘afrancesamiento’ del verano, los gráficos de la emergencia climática

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En 2018, el meteorólogo británico Ed Hawkins inició una campaña que convirtió la emergencia climática en cultura pop gracias a un código de barras. A diferencia del monocromo que vemos a diario en el supermercado, estas líneas responden a un tipo de gráfico en colores azul y rojo. Más rojo cuanto más a la derecha. Más rojo cuanto más caliente de lo normal ha sido un año. Una representación de cómo se van haciendo cada vez más cálidos. Y cada vez más rápido.

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Físicos atmosféricos y presentadores del tiempo empezaron a llevar camisetas estampadas con esas barras que “alertan de que cada vez hace más calor, aunque apenas nos demos cuenta”, explica la física Núria Seró. Junto al equipo del tiempo de RTVE, dirigido por Albert Barniol, han publicado El Desafío del clima, que recoge algunos de los gráficos más llamativos de la emergencia climática a modo de golpe de realidad para negacionistas.

Gráfico de barras del clima de Ed Hawkings, Univ. Reading | Showyourstrips

“La gente que no quiere creer en el cambio climático o no quiere cambiar sus estilos de vida pueden excusarse en cualquier idea peregrina”, explica Barniol en el stream Newtrinos, en el canal de Twitch de Newtral. “La realidad es contundente. La comunidad científica es contundente y los datos son reveladores”. Incluso aunque la evidencia “cambie con el tiempo, porque es la manera en que se hace ciencia, todo sigue apuntando a que debemos actuar ya para corregirlo y los cambios más evidentes los van a sufrir las áreas más vulnerables del planeta”.

Las barras rojas se apelotonan en la última década. Eso nos lleva a que constantemente estemos hablando de “es el año más cálido desde que hay registros”. Acaba de ocurrir, con los datos presentados esta semana por AEMET, que confirma que 2020 fue el año más cálido jamás registrado en la península ibérica. ¿Significa eso que nunca antes ha hecho este calor? No.

Este gráfico dice que ya hizo más calor antes. Y no quieres que vuelva

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La realidad es que el clima ha cambiado antes. Pero nunca tan rápido y con humanos dentro. Hace 4.600 millones de años, la Tierra era una pelota caliente recién salida del horno que cocía los planetas del sistema solar. Aunque sea recurrente el argumento del negacionismo de que ya antes ha hecho más calor, tirando de gráficas de estimación histórica de temperaturas, “no querrías vivir ahí”.

Las temperaturas e índices de CO2 atmosférico (de récord, ahora), han sido superiores antes, “pero por razones naturales –explica Seró–, ahora tenemos pruebas de que está ligada a la actividad humana respecto al la emisión intensiva de carbono”. O sea, se dispara desde la era industrial, esto es el último minuto en la historia de la Tierra. El momento en que quemamos combustibles fósiles (carbón primero, petróleo y gas después) para mover el mundo.

Así que, es más ilustrativo hacer zoom en las últimas décadas para entender mejor qué está pasando con el CO2 del planeta. En perspectiva y en tiempo real, porque ahora podemos medirlo:

El CO2 ni se ve ni es tóxico. Por eso calienta la Tierra de manera silenciosa, pero muy rápida. Este gas y el metano son los principales causantes del efecto invernadero. Crean una suerte de manto atmosférico, de tapadera por la que entra el calor de los rayos del Sol, pero impide su salida. No tiene que ver con otros contaminantes, como los óxidos de nitrógeno o azufre, de coches y fábricas, visibles y dañinos más a corto plazo en la salud de las personas y animales.

En este vídeo te contamos cómo en las ciudades, por ejemplo, es estupendo contar con vegetación para absorber el dióxido de carbono, pero no es útil contra su otra emergencia, la de los óxidos de azufre o nitrógeno:

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El gráfico climático se desdibuja la bandera francesa

Aunque el verano astronómico es de 93 días, el climático se extiende en España entre el 11 de junio y el 22 de septiembre. Según el estudio de atribución a la emergencia climática realizado por AEMET en 2018, la canícula ha sumado cinco semanas más en los últimos 40 años. Básicamente, la sensación veraniega empieza antes, cuando en los años 70 había que esperar a julio.

La acumulación de días en que cada año hace más calor del normal es más gráfica que la percepción cotidiana, explica Seró. De ahí que haya un tipo de gráfico muy ilustrativo. Una distribución de los grados de más y de menos que cada jornada se registran en un año o una década.

Nos da como resultado una campana de Gauss a mediados del siglo pasado, si lo tomamos como referencia. Es decir, la mayoría de días de verano son ‘normales’ (0 grados de más, en rojo, o de menos, en azul). Una especie de bandera francesa. Pero si ponemos en marcha la máquina del tiempo, y avanzamos década a década, veremos cómo el azul de esa bandera va desapareciendo. El gráfico se desplaza al rojo, al punto de que cada vez hay más días anormalmente cálidos. El clima se ‘desafrancesa’.

A la derecha, en rojo, los grados centígrados de más en verano (fuera de lo normal) para una década, tomando como referencia los años 50 | NASA
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En general, las principales responsables de este cambio en España son “las olas de calor”, explican Seró y Barniol, definidas como tres días en que se superan los umbrales en una de cada 10 estaciones de medición de la AEMET. Claro, que esos parámetros son diferentes en Sevilla que en Teruel, lugar este último donde 38ºC no son precisamente normales, al contrario que en la capital andaluza.

El mensaje es que estamos a tiempo de actuar. Y está en manos de los países más industrializados, los mismos que seguramente cuenten con más recursos para poder mitigar los efectos del calentamiento global, que no son necesariamente que haga más calor. Huracanes y temporales costeros más destructivos, olas de frío intenso o cambios en los patrones de los vientos también aparecen en los modelos de proyección climática del Panel Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

“Los cambios más evidentes se van a sufrir en las áreas más vulnerables del planeta –explica el jefe de meteorología de TVE–. En el primer mundo, como siempre, vamos a tener recursos que nos van a ayudar a salvarnos porque, si en Madrid de aquí a 50 años estamos como en Las Vegas, con temperaturas diurnas de 45 o 47 grados y nocturnas de 30 grados, pues construirán una Gran Vía cubierta con aire acondicionado y será fantástica –ejemplifica Barniol– pero la verdad es que eso no es vida”. Ni seguramente el pronóstico del tiempo que le gustaría dar nunca.

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