FOMO: significado, origen y cómo identificarlo

FOMO o Fear of missing out
Fuente: Shutterstock
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Está en las redes sociales, en Whatsapp, en los memes, etc. El uso de la palabra FOMO se ha extendido mayoritariamente entre los jóvenes. Pero ¿cuál es el significado de la expresión FOMO (FoMO, Fear of missing out)? ¿Lo padecen solo los jóvenes y adolescentes? ¿Qué supone este fenómeno?

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FOMO es el acrónimo para la expresión original en inglés Fear of missing out, cuya traducción al castellano es ‘miedo a perderse algo’. Pero este término va un poco más allá de su significado literal. Así lo define el Cambridge Dictionary

  • Sentimiento de preocupación por poder perderse eventos o acciones emocionantes que están haciendo otras personas, especialmente debido al uso de las redes sociales.

El FOMO es un fenómeno que se observa en las redes sociales y que implica dos procesos; el primero, consiste en tener la percepción de que te estás perdiendo algo; después, este sentimiento puede ir seguido de un comportamiento compulsivo para mantener las conexiones sociales a través de las redes, según describe la National Library of Medicine en un resumen de los estudios científicos realizados acerca del tema.

La Real Academia de la Lengua Española (RAE), sin embargo, no incluye esta expresión en el diccionario, ni encuentra un equivalente a este acrónimo. “No hemos encontrado nada al respecto. Lo sentimos”, así lo reconocía la Fundéu cuando una usuaria de Twitter les preguntaba si  se podía utilizar alguna palabra en castellano, en vez de tener que explicar el significado completo del término. 

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La expresión más cercana que hay actualmente en nuestra lengua, según la academia, es el neologismo nomofobia, que sirve para referirse al miedo a estar incomunicado, sin teléfono móvil. Un sentimiento que puede ser similar al FOMO pero que no describe esa ansiedad por perderse algo que está ocurriendo y que percibimos a través de las redes sociales. 

Para Inmaculada Báez, profesora titular de lengua española de la Universidad de Vigo, la adopción de este término por parte de los jóvenes responde a la necesidad de sentirse identificados y expresar nuevas situaciones: “Se dice que los jóvenes hablan mal y que deterioran la lengua pero no se deteriora, se adapta a nuevas necesidades. La lengua no serviría si no se adaptara a estas nuevas realidades”. 

¿De dónde viene la palabra FOMO?

La palabra FOMO forma parte de lo que la lingüista Donna Gibbs definió como ‘ciberlenguaje’, palabras que tienen “su propia marca de lógica peculiar”, que evolucionan con una velocidad y variedades sin precedentes y que dependen, dice Gibbs, del ingenio y del humor. 

Para la lingüista Inmaculada Báez, aunque la innovación haya sido individual, es difícil “encontrar solo una procedencia” para este acrónimo. No obstante, en el Urban Dictionary, que incluye palabras cuyo uso se está popularizando, FOMO aparece por primera vez en 2006 y el Oxford Dictionary la incluye en la lengua inglesa en 2014, aunque remontando su nacimiento a principios del siglo XXI

Ya en 2004 el diario Harvard Business School utilizó esta palabra en una de sus publicaciones para referirse a la ansiedad absoluta que estaban sufriendo los estudiantes universitarios de esta escuela de negocios al intentar compaginar -y no poder- la cantidad ingente de eventos sociales que la experiencia universitaria les ofrecía. 

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La extensión del uso de la palabra crece, sin duda, paralelamente a la popularización de las redes sociales. La red social Facebook nació en 2004. Aunque en cierta medida, el FOMO, tiene muchos más años. La expresión se relaciona con el dicho inglés Keep up with the Joneses, que se usaba en el pasado para referirse a aquella persona que siempre quiere tener o hacer lo mismo que sus amigos o vecinos, por miedo a parecer menos importante socialmente que ellos si no lo hace. 

En español, la psicóloga de la Universidad de Buenos Aires, Valeria Bedrossian, lo traduce con el refrán ‘Estar en misa y repicando’: “Es una denominación que se utiliza históricamente, lo que sucede es que con las redes, todo lo que nos aparece como oportunidades, estímulos, fiestas, recursos, actividades o reuniones va en aumento y se convierte en un fenómeno.”

Cuáles son los síntomas del FOMO

La tendencia al FOMO siempre ha existido pero las redes sociales hacen que sean más evidentes todas las cosas que se podrían estar haciendo. Es lo que en psicología identifican como el ‘efecto sincronía’, desde siempre muchas cosas han ocurrido al mismo tiempo pero ahora somos conscientes de que están ahí en un solo vistazo. 

El grupo de personas que tiene más tendencia al perfeccionismo o a la autoexigencia, o las que parten con una sensación interna de insatisfacción, tienen una mayor tendencia a sentir ese FOMO, explica Bedrossian: “Siempre, hagan lo que hagan, van a tener la sensación de que les falta algo”.

Aunque en psicología el FOMO no está considerado un trastorno, sí que se pueden identificar un conjunto de síntomas asociados a este fenómeno como el aumento del estrés, de la ansiedad, la frustración o la dificultad para concentrarse en las tareas que sí se están realizando. 

“Lo que ocurre en las redes sociales está idealizado y”, explica Bedrossian, “producto de esa idealización aumenta la sensación de insatisfacción. Eso no causa la ansiedad o la depresión pero sí puede potenciarlo. Además, desanima a seguir haciendo cosas que sí se podrían estar haciendo”

FOMO en datos

Actualmente en España hay 40,7 millones de usuarios registrados en redes sociales -de una población de 46 millones- y en 2022 hay 3,3 millones de usuarios más que el año anterior, aunque no es posible saber cuántos de estos usuarios responden a personas reales. La gran mayoría de las personas acceden a estas redes sociales a través del teléfono móvil, al alcance de la mano de cualquiera 24 horas al día. 

“Además, los usuarios españoles dedican una media de 1 hora y 53 minutos al día a estas plataformas, siendo las más utilizadas WhatsApp y Facebook, con un 91% y un 73,% respectivamente, seguido de Instagram, con un 71,7%”, según indica el informe Digital 2021 España, elaborado por Hootsuite y We Are Social. 

De todas estas personas que hacen uso de las redes, el Ministerio de Sanidad calcula que más de un millón (1.139.000) de ellas hacen un uso compulsivo de internet. Dentro de este grupo son los jóvenes los más propensos a desarrollar una adicción. 

Los jóvenes y el FOMO

La necesidad de pertenencia a un grupo es innata al ser humano, no es nueva, “lo que ha cambiado es que el sentimiento de pertenencia se realiza en el entorno digital y las nuevas generas no dividen entre la vida digital y la vida real”, explica a Newtral.es Marian Blanco Ruiz, doctora e investigadora de medios de comunicación y violencia de género en la Universidad Rey Juan Carlos.

La vida online y la offline se han fusionado. Salirse del entorno digital implica que estás excluido y al mismo tiempo estar en internet significa recibir constantemente una enorme cantidad de información acerca de acontecimientos y actividades en los que no estás participando. 

“La lógica adulta ha construido su sentimiento de pertenencia en torno a ambientes como el barrio, el pueblo, el colegio, el trabajo o el campo de fútbol, mientras que las nuevas generaciones construyen estas redes en el entorno digital. El dispositivo de socialización es más complicado”, sentencia Blanco, que compara la desconexión digital con lo que hace 40 años significaría que no te dejasen salir de casa. 

El crecimiento exponencial de estas tecnologías, prosigue, implica que la socialización se pueda producir 24 horas al día, 7 días a la semana: “Primero nos volvemos adictos y luego se ven todas las patologías derivadas de ello.” 

El FOMO no es solo para los  jóvenes

Hace más de 20 años Manuel Castells afirmó que la red era el tejido de nuestras vidas. Puede parecer que el FOMO y los problemas derivados del uso abusivo de las redes son solo cosas de jóvenes pero “es algo transversal a la sociedad hiperconectada en la que vivimos”, dice Blanco. 

“El miedo a perderse algo (significado de FOMO) no solo afecta a la gente más joven en sus ámbitos sociales si no también a los adultos, por ejemplo, en el ambiente laboral”, añade esta experta en medios de comunicación. Así, pueden aparecer problemas psicológicos, como la ansiedad, derivados de toda esa cantidad de mensajes que llegan desde distintas plataformas y que necesitamos leer y responder para mantenernos al día. 

Blanco identifica un toque de edadismo en el enfoque mediático que se le da al FOMO: “El problema se construye mediáticamente en torno a la gente joven, como si ellos no tuviesen suficientes herramientas para gestionarlo, mientras que a una persona adulta le cuesta mucho más identificar que tiene un problema relacionado con las pantallas.”

Cómo evitar el miedo a perderse algo

Han surgido términos hermanos del FOMO. Por ejemplo, el FOBO (Fear of better option, o miedo a una mejor opción), que define la prolongación en la toma de decisiones por el miedo a que elegir una opción implique perder otra que podría ser más beneficiosa. 

En el lado opuesto al FOMO se encuentra el JOMO (Joy of missing out, o alegría de perderse algo), que es la respuesta a esa ansiedad y promueve el hecho de reducir el contacto con las redes sociales, a modo de desintoxicación.

Sin embargo, desconectarse o reducir el uso no tiene por qué implicar que el FOMO desaparezca. La psicóloga Bedrossian explica que no se trata de demonizar las redes sociales, sino de aprender a regular su uso: “A medida que se aumenta la posibilidad de manejo y regulación, la persona va identificando qué es lo que realmente necesita.” “La cuestión es cualitativa”, explica, “no se trata de disminuir el uso, sino de hacerlo más enfocado”.

Fuentes