A través de redes sociales circulan una serie de publicaciones que aseguran que la farmacéutica Pfizer ha anunciado una “actualización” de su vacuna contra la COVID-19 que incluiría “un chip de Microsoft para reducir los síntomas”. Es falso.
Pfizer no ha anunciado que su vacuna se vaya a actualizar para incluir un microchip
La afirmación se ha vertido en una publicación satírica llamada The Stonk Market y ha sido traducida al español por otras páginas web. En la misma se aseguraba que Pfizer ha emitido un comunicado en el que anunciaba haber “cerrado un acuerdo con Microsoft para integrar su chip de procesamiento Pluton para reducir los síntomas asociados con la vacuna”.
La empresa farmacéutica no ha anunciado una asociación con Microsoft, ni tampoco la inoculación de microchips a través de sus vacunas, pero varias cuentas han compartido el artículo en redes sociales, como si estuviera basado en declaraciones reales. En el pie de página se advierte que The StonkMarket “es una web satírica sobre finanzas”. Ninguna de las dos compañías, Pfizer o Microsoft, ha emitido comunicado alguno al respecto.
Ninguna vacuna aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) contiene microchips
Los bulos sobre las vacunas no han cesado desde que se anunció que podrían estar listas tan solo unos meses después de que comenzase la pandemia. Algunos fakes se asemejaban a los habituales mensajes antivacunas sobre presuntos efectos secundarios o muertes que no tenían que ver con la inoculación hasta un supuesto plan de dominación mundial que buscaría reducir la población a través de las vacunas.
Es en este grupo en el que se enmarcaría el bulo de los chips y Bill Gates. El cofundador de Microsoft es el protagonista de varias de las acusaciones de los contrarios a las vacunas como la de Pfizer que aseguran que Gates está detrás de las vacunas ya sea para introducir “microchips” en el organismo para controlar a la población, o porque él mismo es el creador de la COVID-19.
Sin embargo, ninguna de las vacunas aprobadas por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) contiene microchips, ni ningún otro elemento que permita rastrear al individuo al que se le ha inoculado, como aclaran desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estadounidenses (CDC).
[No, las vacunas no contienen “metales pesados” capaces de atraer a los imanes]
No hay ningún fundamento detrás del bulo. Este tiene su origen en una contestación a una pregunta en Reddit del cocreador de Microsoft que se malinterpretó, como ya explicamos en junio de 2020.
Gates en ningún caso expuso en esa red, ni después, como explicó en un artículo en su blog ‘Gates Notes’, que se puedan introducir microchips en las vacunas, sino que “eventualmente”, y hasta que existiera una solución, sería probable que tuviéramos “certificados digitales para mostrar quién se recuperó o se hizo la prueba recientemente”, incluso tras el desarrollo con éxito de una vacuna para “saber quién la recibió”.
Es decir, el magnate ponía sobre la mesa algo que finalmente va a suceder en Europa: la utilización de pasaportes COVID.
Por qué se sitúa a Bill Gates en el centro del bulo
La teoría que asocia a Gates con la eugenesia se extendió a raíz de una charla TED que el cofundador de Microsoft dio en 2010 y en la que, según una teoría conspirativa, supuestamente dijo que quería reducir la población mundial mediante vacunas. Sin embargo, se trata de una tergiversación de sus palabras.
En dicha TED Talk, Gates comentaba que, de reducir la población mundial en un 10 o un 15%, se reduciría la cantidad de CO2 que expulsamos a la atmósfera. Gates no estaba defendiendo un genocidio, sino que asegura que la reducción del crecimiento demográfico sería posible disminuyendo la mortalidad infantil, mediante un mejor y mayor acceso a medicinas y vacunas. El magnate tampoco ha dicho que la vacuna contra la COVID-19 podría matar a 700.000 personas, como ya explicamos en Newtral.es.
Las vacunas aprobadas contra la COVID-19 son seguras. Al igual que el resto de medicamentos y tratamientos, estas vacunas pueden desencadenar reacciones adversas leves o, con menor frecuencia, otras más graves, pero se ha comprobado rigurosamente que sus beneficios son muchos mayores a cualquier posible efecto secundario y no hay evidencias científicas que avalen los numerosos bulos que circulan sobre las mismas.
