Vuelta al cole, vuelta al ‘bullying’: “Hay menores acosados en el mismo grupo burbuja que sus acosadores”

Imagen: Fundación ANAR
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Una semana antes del confinamiento, a Lucas, de 11 años, le escondieron la mochila durante horas. Y unos días antes, en el patio, jugando al pilla pilla, unos compañeros gritaron: “No le toques, que tiene COVID y SIDA”. Lo cuenta una de sus madres, Mariam, quien señala que “el acoso escolar comenzó a principio de curso, en el nuevo colegio”: “Mi novia y yo tuvimos que mudarnos por trabajo. En el otro centro no había tenido problemas nunca, pero en este comenzaron a reírse por llevar ropa de color rosa y por tener dos madres en vez de padre y madre”. 

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Mariam y su pareja hablaron con la dirección del colegio pero “dijeron que eran cosas de críos, que a veces juegan a esconderse cosas o a hacer bromas”: “Nos dijeron que en su colegio nunca había habido problemas de acoso escolar, y que Lucas era un niño al que le costaba integrarse. Como si la culpa fuese suya. Pedimos que se iniciara el protocolo por bullying pero justo llegó la pandemia”. 

“El día que cerraron el cole, Manuela sintió alivio”

Durante los meses de confinamiento, Mariam asegura que nadie del centro educativo contactó con ellas para evaluar la situación: “Es como si al pararse las clases presenciales, se hubiese parado también la atención a los alumnos. Ahora, al retomar las clases, hemos preguntado si se va a reiniciar el protocolo que pedimos y nos han dicho que no porque el acoso tiene que ser reiterado. Al haber pasado tantos meses consideran que el caso como tal tuvo su punto y final. Solo lo retomarán si se vuelve a producir”. 

También Manuela, de ocho años, es víctima del acoso escolar. Su madre, Jennifer, cuenta que en su caso recibe sobre todo “insultos por ser negra”: “Su padre, que no forma parte de su vida ya, es senegalés. Le dicen que huele mal, que su color de piel es feo, e incluso le metieron una hoja entre los libros dibujando su cara en una caca. También le dicen que su pelo parece vello púbico”. 

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“El día que cerraron el cole, Manuela sintió alivio”, afirma Jennifer. “Cada vez le costaba más ir porque no son solo insultos, es que eso va acompañado de que la dejen sola en el patio o que en Educación Física se reían de ella y la excluyan de los grupos”, sentencia. 

[Hablamos con niños y niñas: ¿cómo ven la vuelta al cole?]

‘Bullying’: acoso ligado a la discriminación 

Ade Martín López es profesore en el colegio Lope de Vega, en Carabanchel (Madrid). Aquí lleva a cabo un programa contra el acoso escolar llamado Proyecto Fénix. Nadie se ríe de nadie, que diseñó en 2017 a modo de guía para que el profesorado pueda detectar casos de bullying y tenga herramientas para ayudar a la víctima.

Este curso, habría que tener cuidado con la serofobia: por ejemplo, alumnado que tenga o haya tenido COVID-19

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Como docente, Martín López apunta a Newtral.es que “el acoso escolar es una traslación de los prejuicios del mundo adulto a la infancia”: “Es una forma de agresión basada en el elemento diferenciador que el agresor encuentra en sus víctimas. Es decir, el acoso escolar siempre suele tener un componente de racismo, xenofobia, machismo, homofobia, transfobia, clasismo, aporofobia… Y, este curso, habría que tener cuidado con la serofobia: por ejemplo, alumnado que tenga o haya tenido COVID-19 y no lo quiera contar o sufra acoso escolar por ello. Es un obstáculo más que se suma a todo aquello con lo que ya hay que lidiar”.

Desde su punto de vista, los protocolos actuales están demasiado enfocados en el concepto de la tolerancia: “Habría que dejar de hacer hincapié en que hay que tolerar a las personas que consideramos diferentes a la norma porque la existencia de un menor no es algo que haya que permitir o tolerar. Sería más adecuado pensar en una convivencia en el aula que cada individuo pueda tolerar, es decir, que no haga la vida imposible a nadie”. 

En este sentido, Martín López propone darle una vuelta también al concepto de empatía: “No se trata tanto de no hacer al otro lo que no quieres que te hagan a ti, sino de pensar por qué alguien siente tristeza, miedo o indefensión cuando le insultan por su color de piel. A lo mejor a un alumno blanco no le parece que haya nada de malo, pero no sabemos cómo lo vive la otra persona. Y eso solo se consigue permitiendo que el alumnado se conozca a sí mismo porque el bullying daña la autoestima y la autopercepción de la identidad: hay una ruptura, no saber quiénes somos y por qué no nos queremos o no nos quieren. Y para eso primero tienen que saber quiénes son realmente”.

Confinamiento: fin del acoso presencial

María José Fernández, presidenta de la Asociación Madrileña contra el Acoso Escolar (AMACAE), apunta a Newtral.es que “no es una vuelta segura para quienes sufren acoso”: “Ya hay menores acosados en el mismo grupo burbuja que sus acosadores. Sus madres y padres nos han contactado porque han ido a hablar con la dirección del colegio y les han dicho que los grupos ya estaban hechos y no se iban a cambiar”.

Con la crisis sanitaria, Fernández advierte del riesgo de que el acoso escolar quede sepultado: “Si antes de la pandemia los protocolos funcionaban a medias, ahora van a quedar aún más en un segundo plano”. Para la presidenta de AMACAE, “los coles no son un sitio seguro para muchos niños y niñas. A la asociación nos llegan casos de bullying que en el colegio disfrazan de conflicto entre iguales o problemas de convivencia”. 

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De hecho, Fernández recuerda que durante los meses en los que los centros educativos han permanecido cerrados, ha habido familias que han notado una mejoría en aquellos menores que sufrían acoso: “Cuando nos confinaron, me llamaban padres para contarme que desde que su hijo no iba al colegio, parecía otro: comía normal, no tenía miedo, estaba más tranquilo… Es tremendo que un padre te diga que su hijo está mucho mejor porque no tiene que ir a clase”.

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‘Ciberbullying’

Sin embargo, la psicóloga infantil Irene López Aguilera, que trabaja con menores en el colegio Agustiniano de Madrid y en el centro Betania Psicología, explica a Newtral.es que “el ciberacoso podría haber continuado”: “Es cierto que algunos niños pueden haber experimentado alivio al no tener que ir al colegio. Pero al desaparecer el colegio, las barreras que imposibilitan el acoso también desaparecen. Es decir, ya no es un ‘cuando salgo del colegio estoy tranquilo’, sino que, al menos en Secundaria y Bachillerato, los estudiantes tienen un dispositivo y redes sociales, por lo que el acoso se puede producir en cualquier momento del día”. 

Según López Aguilera, “muchos alumnos no están educados para usar correctamente las redes sociales”: “Tienen que saber bien a qué se exponen y cuáles son las consecuencias de, por ejemplo, subir la foto de alguien. Ellos lo normalizan pero muchas veces están incurriendo en comportamientos punibles”. 

Según el II Estudio sobre acoso escolar: la opinión de los estudiantes, realizado por la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), al menos uno de cada tres adolescentes a los que se les ha preguntado (35,5%) conoce algún caso de acoso entre sus compañeros de clase. El estudio, elaborado a partir de 12.388 cuestionarios a alumnos y 387 a profesores (tanto de centros públicos como concertados), manifiesta, además, que el acoso físico es más frecuente en Primaria y el psicológico, en Secundaria.

Así, los tipos de agresión más habituales serían los insultos y motes (79,8%), seguidos de empujones, collejas y escupitajos (38,8%) o golpes y patadas (29,5%).

¿Y por qué acosan a una determinada persona? Siempre según la percepción de los compañeros, aclara el documento de ANAR, los principales motivos para la agresión serían la forma de ser de la víctima (55,3%), su aspecto físico (49,8%) y las cosas que hace o dice (48,5%).

Graciela Sánchez, portavoz de Educación en la Fundación ANAR, apunta en conversación con Newtral.es que durante los últimos meses no han recibido llamadas por acoso escolar, “pero sí pero sí por ciberbullying: un 3% en los meses del confinamiento”: “Hemos detectado que se seguía produciendo el acoso. Por ejemplo, criticando fotos en Instagram o a través de WhatsApp”.

Desde su punto de vista, una de las figuras más importantes es la del observador o testigo. Según la encuesta, el 95,1% del alumnado reconoce el acoso escolar como una forma de maltrato: “El gran problema es que los agresores, sobre todo los más mayores, al saber que está mal, evitan hacerlo en lugares donde hay un adulto: lo hacen en el vestuario, en el recreo, en el cambio de clase, en los baños… Ahí sí suele haber otros alumnos que no participan de la agresión pero que la presencian. Como la víctima suele tener mucho miedo a denunciar o si lo hacen creen que les van a decir que son cosas de niños, estos testigos son fundamentales para atajar el problema”.

Consecuencias del acoso escolar

El estudio de la Fundación ANAR también analiza las consecuencias para las víctimas: más del 90% asegura sentir miedo, en torno al 60% sufre una bajada de las notas y cerca del 45% refiere tener dolores de cabeza o estómago.

La psicóloga Irene López Aguilera apunta que el acoso escolar “conlleva un coste tremendo”: “Cuando llega a la clínica un caso de un menor que ha sufrido acoso escolar, observas que están siempre alerta e hipervigilantes. Además, suelen tener una autoestima muy baja y sesgos sobre cómo les ven los demás”.

María José Fernández, presidenta de AMACAE, considera que hay que estar alerta a este curso escolar: “Ya estamos recibiendo casos de niños preocupados o ansiosos por la vuelta. Algunos, incluso, cuando ya se comenzaba a hablar de la pandemia fueron excluidos por sus compañeros con la excusa de que era contagioso por tener el virus”.

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3 Comentarios

  • Buenas tardes, me gustaría saber cual es el Centro educativo del primer caso. Estamos realizando un estudio en la Facultad de Profesorado de la Universidad Autónoma de Madrid y nos ha interesado mucho este caso.

  • Algunos menores son llevados a recibir su tortura diaria a colegios y sobretodo Institutos que más bien son casi reformatorios de adolescentes delincuentes y psicópatas. La víctima es doble víctima. Se debería poder NO llevar al hijo y multar a los centros mientras no se resuelva el grave delito.