El brote del virus del Nilo en Andalucía y Extremadura en 2020 se dio por cerrado y controlado en noviembre de ese año con un saldo de 76 casos, de los que 40 estaban confirmados y 36 eran probables. Así lo comunicó el consejero de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre, el 5 de noviembre en el Parlamento de Andalucía.
Los casos de afectados por el virus del Nilo en Andalucía llegaron a 71, de los que 57 correspondieron a la provincia de Sevilla en el brote del verano de 2020 y 14 a la de Cádiz. En el caso extremeño, los cinco contagios se identificaron en Badajoz. En ese brote, fallecieron siete personas, cuatro en Sevilla y tres en Cádiz.
La Junta puso en marcha en marzo de 2021 un plan contra enfermedades transmitidas por mosquitos y garrapatas, entre ellas el programa de control de la fiebre del Nilo. Sin embargo, según informó Europa Press, la Consejería de Salud y Familias elevó el primer caso grave de virus del Nilo en Sevilla al Sistema de Vigilancia Epidemiológica andaluz el 17 de junio.
¿Qué es y qué enfermedad provoca?
Es un virus del género flavivirus, transmitido por insectos. El del Nilo Occidental (WNV, por sus siglas en inglés) puede causar una enfermedad del sistema nervioso, potencialmente mortal. Pero en 8 de cada 10 casos es leve o asintomática en humanos.
Aproximadamente un 20% de las personas infectadas por este agente patógeno presentan la llamada fiebre del Nilo Occidental, que se caracteriza por, justamente, fiebre, dolores de cabeza, cansancio, dolores corporales, náuseas, vómitos y, a veces, erupción cutánea y agrandamiento de ganglios linfáticos.
Puede provocar una encefalitis o meningitis, como en los casos ingresado en Sevilla. Pueden derivar en rigidez de nuca, desorientación, y, de manera más grave, temblores, convulsiones, parálisis y coma.
Según la OMS, 1 de cada 150 personas infectadas llegan a padecer una afección más grave. Esta puede presentarse en personas de cualquier edad, si bien los mayores de 50 años y las personas con inmunodeficiencia (por ejemplo, pacientes que han recibido trasplantes) tienen el mayor riesgo al respecto.
El periodo de incubación suele durar entre 3 y 14 días.
¿Cómo se transmite?
No entre humanos por contacto entre ellos. Sí a través de artrópodos. Suele ser el resultado de las picaduras de mosquitos que toman sangre cuando pican a aves en cuya sangre circula el virus durante algunos días. Puede infectar a los seres humanos, los caballos y otros mamíferos.
El virus pasa a las glándulas de la saliva del mosquito. Cuando pica a una persona puede inyectarlo. Ya en el organismo, se multiplica y puede causar enfermedad.
Hay varias especies y géneros de mosquitos que suelen transmitirlo. Según explica Frederic Bartumeus, investigador del CREAF y responsable del proyecto MosquitoAlert, lo más plausible es, en el caso del brote detectado este verano en Sevilla, el vector haya sido un Culex pipiens, o sea, un mosquito común.

El sistema de detección MosquitoAlert, que parte de la colaboración ciudadana no ha encontrado ejemplares del Aedes japonicus, otro de los transmisores que sí se han asentado recientemente en Asturias y Cantabria.
Aunque lo habitual es que este tipo de virus se transmitan por la picadura del insecto, también puede una persona infectarse si está en contacto con la sangre de un animal portador del virus.
Humanos y caballos pueden contraerlo, pero son hospedadores ‘finales’. Es decir, un mosquito que picar a una persona o équido infectado. Pero ese mosquito ya no llevará el virus a otros como para que pueda reproducirse en su organismo.
Los mosquitos propagan patógenos que enferman a 100 millones de personas cada año. Hay aproximadamente 3.500 especies de mosquitos en todo el mundo la gran mayoría son generalistas «Apenas media docena de especies de tres géneros (Aedes, Anopheles y Culex) han evolucionado para seleccionarnos específicamente gracias al dióxido de carbono que emitimos y a nuestros efluvios corporales«, precisa el catedrático de Biología de la UAH Manuel Peinado, en The Conversation.
¿Dónde es común que esté presente?
Se encuentra por lo común en África, Europa, el Oriente Medio, América del Norte y Asia occidental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero sólo se mantiene en la naturaleza normalmente mediante un ciclo que incluye la transmisión entre aves y mosquitos.
Según explican Nuria López-Ruiz (Departamento de Vigilancia Epidemiológica de la Junta de Andalucía) y otros investigadores, hay dos linajes genéticos principales del WNV. El linaje 1 es responsable de la mayoría de los brotes en caballos y humanos en Europa, África, Oriente Medio, India, Australia y América del Norte.
Se cree que el linaje 2 del WNV (WNV2) entró en Europa dos años antes del primer aislamiento en Hungría en 2004. Después de esto, alrededor de 2007, el WNV2 se extendió al oeste hacia Austria y al este hacia Grecia con sugerencias de un período de circulación en Europa que implicaba reservorios y vectores antes de la participación humana. Ambos linajes nos pueden hacer enfermar.
¿Lleva tiempo en España el virus del Nilo Occidental?
Sí. En España, la circulación del WNV en las aves se confirmó en 2004. Un caso humano se diagnosticó retrospectivamente en ese año. En septiembre de 2010, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía notificó la detección del WNV en varios caballos de Sevilla, Huelva y Cádiz.
Aquel año, hubo dos casos humanos confirmados, considerado el primer brote en la zona. La vigilancia durante el período de vectores activos (de abril a noviembre de 2011-2015) también detectó virus en caballos y aves silvestres.
Según Bartumeus, «es relativamente normal en Doñana, donde hay ganado puede haber ciruclación de WNV. Pero la probabilidad de pasar a personas es baja». Para evitar que vaya a más cada año, «hay equipos de epidemiología buscando reservorios del virus».
¿Hay más presencia de mosquitos este año?
El confinamiento provocado por la pandemia de coronavirus y unas abundantes lluvias primaverales han provocado un aumento inusual de mosquitos, señala el especialista en WNV Jordi Figuerola, investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC).
Hasta ahora no se había registrado un brote de este tipo con tantos afectados, según el investigador, que lleva desde 2003 analizando el virus del Nilo por picadura de mosquitos.
El brote de este año, con 18 afectados hasta el momento, lo atribuye a que ha sido una primavera muy lluviosa y a que la población «no estaba en el campo» porque estaba confinada por COVID-19, ha señalado a Efe.
Esto ha provocado que «se acumulara agua en muchos lugares donde no se acumularía o que se vaciaría muy rápidamente», como en depósitos destapados o contenedores del campo.
Ese agua acumulada ha generado «criaderos de mosquitos» y que en el actual verano se detecten «muchos más mosquitos que el año pasado por estas fechas», apunta el investigador.
¿Puede llegar a las ciudades?
El virus del Nilo Occidental el «típico de entornos rurales». Pero «en un mundo globalizado e interconectado, puede llegar a ciudades si los mosquitos portadores entran en un medio de transporte», señala el responsable de Mosquito Alert.
De hecho, su equipo ha detectado una importante presencia de mosquitos potencialmente vectores de este y otros virus en vehículos en Cataluña, por ejemplo. No obstante, los servicios autonómicos y el propio CCAES se encargan de una labor de vigilancia de este tipo de insectos, su expansión o densidad.
¿Desaparece con el otoño e invierno?
Sabemos que muchos mosquitos desaparecen en el otoño para reaparecer en primavera. Pero se ha demostrado que el WNV está presente de forma endémica en las aves ibéricas no migratorias.
«Las futuras generaciones de mosquitos seguirán picando a las aves infectadas y transmitiendo el virus a otros animales», recuerdan desde la Universidad Complutense de Madrid las catedráticas de Salud Animal Esperanza Gómez-Lucía d y María del Mar Blanco Gutiérrez.
«Podemos tener la falsa sensación de que la enfermedad desaparece. Pero no nos engañemos, los brotes pueden repetirse anualmente si no ponemos las medidas adecuadas. Aunque las condiciones para esta enfermedad, por razones de humedad y temperatura adecuadas para los mosquitos, son óptimas en las cuencas del Guadiana y del Guadalquivir, así como en el litoral murciano, el ejemplo de Estados Unidos nos muestra que la enfermedad puede ocurrir en cualquier sitio. Seamos, pues, precavidos y mantengamos los mosquitos a raya», añaden en The Conversation.
¿Qué hacer para evitarlo?
La forma más efectiva es que no te pique el mosquito. Esta obviedad implica acciones a las que están acostumbrados en países de regiones tropicales o subtropicales. Por ejemplo, en África, como explicaba a Newtral.es la investigadora y experta en malaria Elena Gómez-Díaz.
En este caso, la Junta recomienda en la zona emplear mosquiteras, sobre todo en las marismas. Mantener la luz apagada cuando no sea necesaria, usar repelentes de mosquitos y evitar perfumes intensos.
El agua estancada es otro elemento que favorece la cría de los mosquitos. «Es difícil de encontrar en esos ambientes extremadamente áridos, pero abunda alrededor de las poblaciones humanas que acopian agua para subsistir, lo que durante todo el año proporciona a los mosquitos una incubadora hídrica para el desarrollo de sus larvas», precisa Manuel Peinado. Eso los ha «especializado» a la hora de picarnos a los humanos.
La medida más eficaz es evitar que se acumule agua cerca de zonas habitadas.
Como medidas preventivas, Jordi Figuerola considera la más eficaz evitar que se acumule agua cerca de «nuestras casas». Los Culex pipiens no vuelan grandes distancias, apenas unos cientos de metros.
Los mosquitos no nos eligen por tener la sangre dulce. De hecho, sólo nos pican las hembras, como señalaba a Newtral.es Óscar Soriano (MNCN-CSIC). Se guían muchas veces hasta humanos y animales por las secreciones (sudor, por ejemplo), bacterias que habitan en la piel, etc.
«Puede haber un cierto componente genético”, pero no por la sangre. Es más, indica que muchas veces, aunque “creamos que no nos pican, sí lo hacen” y que ello se debe también a la alimentación de las personas y a la temperatura corporal.
Se sabe que buscan a sus víctimas siguiendo el rastro de CO2 que exhalamos al respirar. Cuanto más agitada o concentrada, más posibilidades de que nos localicen. También influyen elementos externos, como el color de la ropa.
Fuentes:
- Organización Mundial de la Salud. Documentos sobre transmisión por vectores y sobre virus del Nilo Occidental.
- Frederic Bartumeus, biólogo investigador del CREAF y responsable del proyecto MosquitoAlert.
- Óscar Soriano, investigador en Biología Evolutiva y Biodiversidad (Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC).
- Jordi Figuerola, investigación en WNV de la Estación Biológica de Doñana-CSIC, en Efe.
- Manuel Peinado, catedrático de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos, Universidad de Alcalá (UAH), en The Conversation
- Esperanza Gómez-Lucía y Mar Blanco, catedráticas de Salud Animal UCM, Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI)
- Nuria López Ruiz et al, Brote de virus del Nilo Occidental en humanos y vigilancia epidemiológica, Andalucía Occidental, Eurosurveillance, 2016.
- Noha H. Rose, et al., Clima y urbanización en la preferencia del mosquito por humanos, Cell, julio 2020.