La variante británica B.1.1.7 se ha hecho fuerte en prácticamente toda Europa en pleno despegue de las vacunas. Detectada su transmisión el pasado otoño en el condado de Kent, hizo saltar las alarmas en Londres en diciembre. Con las infecciones en subida descontrolada, se atribuyó a su contagiosidad la ola más grave vivida en Reino Unido.
Con las muertes también disparadas, modelos matemáticos determinaron que la variante británica también provocaba mayor número de ingresos y muertes por COVID-19. Dos motivos había en esa hipótesis: los pacientes presentan más carga viral que con la variante anterior. Y el colapso sanitario, que redundó en peor calidad asistencial.

Pero dos nuevos estudios, publicados en The Lancet Infectious Diseases y The Lancet Public Health, matizan significativamente ese planteamiento. La clave es que se hicieron los estudios antes del colapso sanitario.
No han encontrado evidencias de que con la variante británica las personas infectadas tengan síntomas más graves o riesgo de covid persistente. Eso sí, suman evidencia de que es más contagiosa. Y probablemente, también, sea capaz de propiciar una replicación más rápida del virus en el organismo, dando lugar a cargas virales más altas.
Pacientes más jóvenes, menos graves pero con más carga viral
El artículo de la revista The Lancet Infectious Diseases es un estudio de seguimiento de pacientes y secuenciación del genoma completo en el que participaron ingresados moderados y graves en el University College London Hospital y el North Middlesex.
Las muestras son de entre el 9 de noviembre y el 20 de diciembre de 2020. Este fue un momento crítico, cuando la variante británica B.1.1.7 empezaba a imponerse allí. Coexistía con la llamada ‘variante española’, la mayoritaria hasta entonces en Londres.

Entre 341 pacientes a los que se les secuenciaron las muestras respiratorias, el 58 % tenía B.1.1.7 y el 42 % mostraba otra variante. Un 36% dele grupo con B.1.1.7 enfermó de manera grave o murió. Un 38 % entre aquellos con una variante no británica.
Eso sí, los pacientes con la B.1.1.7 tendían a ser más jóvenes, con un 55 % de infecciones en personas menores de 60 años frente a un 40 % del resto. En todos ellos se tuvo en cuenta el hospital, el sexo, la edad, la etnia y las condiciones subyacentes.
Variante británica mucho más contagiosa
Para comprender mejor la transmisibilidad de la variante británica, los autores utilizaron datos de tests PCR para predecir su carga viral, es decir, la cantidad de virus en la nariz y la garganta de una persona.
Desde Singapulr, los doctores Sean Wei Xiang Ong, Barnaby Edward Young y David Chien Lye han analizado este estudio, en el que no han participado. Llegan a la conclusión de que la contagiosidad de la variante británica tiene que ver con la alta carga viral que llevan los pacientes.
En sus palabras, “corrobora los hallazgos de otros dos estudios y proporciona una hipótesis de que el aumento de la transmisibilidad se debe a un aumento de la diseminación respiratoria –hay más gotitas cargadas de virus en estos pacientes–”.
El elemento clave para que una variante sea más contagiosa parece estar en, al menos, una mutación: la N501Y, aunque seguramente haya otras más asociadas. Está presente en la B.1.1.7 y en las P.1 y P.2 de Brasil.

El segundo de los estudios demuestra que con la variante británica aumentó el número R0 de reproducción total (a cuántas personas contagia un infectado) en 1,35 veces en comparación con la cepa original.
Esta estimación es similar a las de otros estudios que investigan la transmisibilidad de la variante (se manejan cifras entre el 45 % y el 90 % de mayor capacidad de contagio). A pesar de este aumento, el análisis indica que el número Rt en el periodo estuvo por debajo de 1, lo que indica la efectividad de las restricciones locales y nacionales.
La gravedad de la enfermedad y los resultados clínicos entre pacientes con B.1.1.7 y no B.1.1.7 fueron similares. Tanto en síntomas como duración de los mismos. “Este hallazgo contrasta con tres estudios que informaron una mayor mortalidad asociada con el linaje B.1.1.7”, aseguran los expertos.
Para ellos, las muertes tuvieron más que ver con el colapso asistencial y perfiles de los contagiados que con el virus en sí, como se vio en el cataclismo vivido en Londres en las semanas posteriores al estudio.
Las vacunas funcionan con la variante británica
El hecho de que se empezase a vacunar en aquel momento no tiene un reflejo en estos datos. Sin embargo, los posteriores son bastante concluyentes respecto a la efectividad de las vacunas en Reino Unido, tanto para recortar los ingresos y muertes, como para frenar la transmisión.

Estudios de laboratorio y vida real también han confirmado que las dos principales vacunas que se inyectan en Reino Unido, AstraZeneca y Pfizer, apenas ven recortada su eficacia ante la B.1.1.7. Reino Unido hoy acaricia la inmunidad de grupo, aunque se parcial.
Y que incluso un escape de los anticuerpos in vitro y en personas no implica desprotección (se demostró en este The Lancet con AstraZeneca), ya que el sistema inmunitario vacunado es mucho más completo. Los datos son similares a los recabados en el país grande que más vacuna: Israel.
Las vacunas evitan hospitalizaciones y muertes pese a la presencia de la variante británica. Eso sí, puede que no sean tan efectivas frente a la covid leve a moderada, como se desprende de datos preliminares observados en Israel. Pero estos destacan que la doble pauta de Pfizer, junto al resto de medidas, permite el control de la epidemia en presencia de variantes como la británica o sudafricana.
Según la doctora Eleni Nastouli, del University College, “el análisis de la variante antes del pico de ingresos y cualquier tensión asociada en el servicio de salud nos brindó una ventana de tiempo crucial para obtener conocimientos sobre las diferencias de B.1.1.7 en gravedad o muerte por la cepa de la primera ola”, concluye.
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