Consumir información en la era del algoritmo: cómo combatir los sesgos cognitivos y las cámaras de eco

Una mujer trabaja con su ordenador | Foto: Shutterstock
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La calidad democrática de un país está directamente ligada a cuestiones tan fundamentales como la libertad de expresión, el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz e independiente sin sesgos, o el papel de la prensa como contrapoder. Una sociedad que no esté informada no será auténticamente libre. Esto era, es y seguirá siendo así. Sin embargo, la manera en que los ciudadanos nos informamos ha cambiado radicalmente en los últimos años.

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El mundo digital ha hecho más fácil acceder a todo tipo de información, pero curiosamente, también ha dificultado la selección y digestión de nuestra dieta informativa. En primer lugar, la llamada “infoxicación” es uno de los fenómenos más destacables de este primer cuarto del siglo XXI. Los profesores de Educación Manuel Area-Moreira y Teresa Pessoa lo definen como “la sobreabundancia de información generada por el incremento exponencial de la misma, que es amplificada y difundida a gran escala por los múltiples y variados medios y tecnologías”. Se trata, como señalan los expertos en alfabetización mediática Eva Herrero y Leonardo La Rosa, de un fenómeno que también afecta a los adultos, pero en el que sin duda los adolescentes son más vulnerables, no solo por cuestiones de desarrollo madurativo, sino por ausencia de referentes en distintos ámbitos.

No resulta sencillo procesar esa enorme cantidad de información que recibimos. Existen varios factores que nos pueden afectar y que debemos, por tanto, tener presentes.

Sesgos cognitivos: cómo afectan al consumo de información

En primer lugar, hay que acudir a la psicología social y tener en cuenta los llamados sesgos cognitivos. Se trata de distintas predisposiciones que todos tenemos y que nos conducen, aunque sea de manera inconsciente, a alcanzar un determinado tipo de conclusiones de manera rápida e incluso automática. Estos sesgos nos influyen a la hora de tomar decisiones, formar ideas, confirmar hipótesis y, en general, para analizar la realidad.

Sesgos de arrastre o efecto bandwagon también condicionan la información

A la hora de seleccionar una u otra información, también pueden afectarnos los sesgos de arrastre, también conocidos como efecto bandwagon. Estos se refieren al hecho de que tendemos a buscar y creer aquellos contenidos que confirman lo que es creído por una mayoría. Un ejemplo sería lo que ocurrió durante las primeras semanas del estado de alarma en 2020, cuando numerosos ciudadanos acudieron al supermercado a comprar mucho más de lo que en realidad necesitaban. Movidos por el miedo a quedarse sin determinados productos y ante el pánico de algunas personas, se produjo ese efecto “arrastre” al imitarse el comportamiento de una buena parte de la población.

Filtros burbuja: también condicionan la información que recibimos

Pero no solo los propios sesgos aplicados por nuestro cerebro nos afectan a la hora de seleccionar y creer una u otra información. También los algoritmos de los buscadores, plataformas, etc., nos seleccionan y ofrecen unos u otros contenidos dependiendo de la información que tengan sobre nosotros (edad, sexo, ingresos, ideología, intereses…). Es lo que se conoce como filtros burbuja, porque nos aíslan en gran medida de todos aquellos contenidos situados “fuera” de nuestra burbuja. De esta forma, solo accederemos a información que confirme nuestras creencias, y será difícil que nos lleguen contenidos con un punto de vista diferente.

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Cámaras de eco

Estas “burbujas” se convierten así en cámaras de resonancia o cámaras de eco, ya que nuestras ideas y creencias son amplificadas por el ambiente que nos rodea (familiares, amigos, medios afines a nuestra ideología…) y cualquier visión diferente se queda fuera. Estas “cámaras” con frecuencia generan grupos de usuarios que no tienen acceso a información contraria (o simplemente distinta) a sus creencias, lo que puede fomentar la polarización e incluso los discursos del odio. Al perder la perspectiva que ofrece una diversidad de planteamientos, podemos tender a radicalizar los nuestros.

Por todo lo anterior, a la hora de informarnos, el catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid Carlos Elías (2021) recomienda:

  • Seguir en redes sociales a personas que piensan lo contrario que nosotros, para evitar las cámaras de resonancia.
  • No consumir noticias que procedan de cuentas no conocidas de redes sociales, sino acudir a aquellos medios de comunicación que nos merezcan credibilidad (también están presentes en las redes). Es conveniente leer tanto medios cuya línea editorial respalde nuestra ideología (sesgo de confirmación) como aquellos que la refutan.
  • No compartir contenidos de cuya veracidad no estemos seguros para no contribuir a la viralización de bulos.
  • No compartir información que proceda directamente de fuentes interesadas porque no es información, sino publicidad y propaganda.
Fuentes
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