Tos persistente, aparición de alergias, enfermedad pulmonar obstructiva crónica… las ciudades con más contaminación terminan pasando factura a la salud sus habitantes. Hasta 7 de cada 100 muertes son evitables en una ciudad como Madrid. Bastaría con reducir notablemente las emisiones de óxidos de nitrógeno procedentes, sobre todo, de los tubos de escape de los vehículos. Ahora, un nuevo estudio, ahonda en cuánto sería deseable reducir esos niveles de esas y otras emisiones. Y con los umbrales legales actuales no sería suficiente.
En un trabajo publicado en The British Medical Journal, investigadores de la Universidad de Utrech (Países Bajos) analizaron datos sobre ocho grupos de personas en seis países europeos: Suecia, Dinamarca, Francia, Países Bajos, Alemania y Austria. Un total de 325.367 adultos en conjunto, a quienes se hizo un seguimiento de su salud durante 20 años, hasta 2010.
El equipo investigador observó tasas de mortalidad más altas entre las personas que habían estado expuestas a una mayor contaminación del aire, a pesar de que los niveles estaban permitidos según los estándares oficiales actuales y de entonces.
Estudios anteriores han encontrado una asociación entre la exposición a largo plazo a la contaminación del aire exterior, como las que se encuentran en forma de partículas finas en el aire (conocidas como material particulado o PM 2.5 y PM10) y dióxido de nitrógeno (NO2 ) y una peor salud respiratoria, circulatoria o la muerte.
Los autores vienen a confirmar que los contaminantes PM 2.5 son los que tienen un mayor impacto en el riesgo de mortalidad. Su diámetro es 100 veces más delgado que un cabello humano. Pueden atravesar los alveolos pulmonares y pasar al torrente sanguíneo, “de ahí que se relacionen especialmente con enfermedades cardiovasculares”, recuerda a Newtral el profesor Aurelio Tobías, epidemiólogo ambiental del IDAEA-CSIC, que participó en otro estudio del aire y la mortalidad en 652 ciudades del mundo, entre 1986 y 2015.
Tus pulmones, un colador
En este vídeo de El Objetivo te contamos cómo en las ciudades existe una especie de doble emergencia: las emisiones de CO2 derivadas del tráfico rodado y, sobre todo, la de otros gases que, a diferencia del dióxido de carbono, sí son tóxicos. ¿De qué manera afectan a nuestros pulmones y a nuestro sistema circulatorio? Te lo explicamos con garbanzos, harina y un colador.
Por cada 10µg/m3 de más la contaminación, suben las muertes un 9,9%, aunque estén en el límite legal
En las dos décadas de seguimiento, alrededor del 14,5% (47.131 personas) fallecieron por todas las causas. El análisis de los resultados mostró que las personas que tenían una mayor exposición a partículas (PM2.5 ), dióxido de nitrógeno y hollín tenían más probabilidades de morir.
Un aumento de 5 µg/m3 en PM2.5 se asoció con un aumento del 13% en las muertes naturales, mientras que la cifra correspondiente para un aumento de 10 µg/m3 en el dióxido de nitrógeno fue del 8,6%. Las asociaciones con PM2.5 y dióxido de nitrógeno fueron en gran medida independientes entre sí.
Para las personas que estuvieron expuestas a niveles de contaminación en partículas por debajo del límite estadounidense de 12 µg/m3, cada aumento de 5 µg de PM2.5 se asoció con un aumento del 29,6% en las muertes naturales.
Respecto al dióxido de nitrógeno (otro gas típico de los tubos de escape) a menos de la mitad del estándar actual de la UE de 40 µg/m3, cada aumento de 10 µg/m3 se asoció con un aumento del 9,9% en las muertes naturales. Similar resultado se obtuvo respecto a respecto a las PM10 (partículas de hollín de calderas, neumáticos o calderas y motores diésel o que provienen de otros óxidos o elementos naturales).
Los límites en los distintos contaminantes típicos de las ciudades están definidos en una directiva europea que data de 2008. En ese documento se estableció, también, que desde 2010 no se pueden rebasar los 125 µg/m3
de dióxido de azufre más de tres veces por año.
Estar bajo el umbral legal de contaminación no equivale a preservar la salud
Como tal, los autores concluyen: “Nuestro estudio contribuye a la evidencia de que la contaminación del aire exterior está asociada con la mortalidad incluso en niveles por debajo de los estándares europeos y estadounidenses actuales y los valores de las guías de la OMS”.
El estudio también tiene algunas limitaciones, reconocen los autores, como el hecho de que se centró en la exposición en 2010, que fue hacia el final del período de seguimiento para la mayoría de los participantes. Dada la tendencia a la baja en la contaminación del aire, esta medida podría no reflejar exactamente las concentraciones experimentadas durante el seguimiento.
Sin embargo, este es uno de los pocos estudios de múltiples grupos europeos de personas con información detallada de seguimiento durante décadas.
La Comisión Europea tiene a España y otros países en el punto de mira por no “proteger a sus ciudadanos de la contaminación” y en consecuencia observar por su salud. Europa está especialmente preocupada por los óxidos de nitrógeno, pero el profesor Tobías recordaba ya en 2019 que “el tráfico de las ciudades el la principal fuente de PM”.
Se tiende a pensar que si estamos por debajo de los umbrales estamos protegidos, y no es cierto
Aurelio Tobías, IDAEA-CSIC
El tema de los umbrales admisibles es delicado. “La OMS es la que tiene las guías más estrictas y está ahora revisando sus valores. Se tiende a pensar que si estamos por debajo de los umbrales estamos protegidos, y no es cierto. Incluso a niveles bajos también es nociva”, concluia el profesor.
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