A Macarena Sánchez su abuela siempre le hablaba de la nieve, del frío y de las gentes de la provincia de Teruel, un lugar donde, paradójicamente, nunca había estado. Impulsada por aquellas historias de su niñez, la joven se montó un día en el coche, recorrió los kilómetros que separan Andalucía de Aragón y llegó a esa tierra tan diferente a la suya. Aquel singular paraje la conquistó y allí se instaló con su familia. Primero en Foz Calanda. Después en Pancrudo, el municipio al que se mudó antes de la pandemia para hacerse cargo del bar.
Esther Zafón hace ya unos años que se hartó de la ciudad. Del elevado precio del alquiler de su piso de pocos metros cuadrados, de los sueldos que no permiten llegar a fin de mes con dignidad, de la contaminación, del estrés y del tráfico. Hizo una búsqueda en Google: ‘pueblos baratos para vivir en España’. Entre los resultados apareció Alcorisa. Al poco tiempo, se trasladó junto a su marido y sus cuatros hijas. Allí regenta un restaurante.
La idea de Macarena y de Esther de cambiar el bullicio de grandes metrópolis por la tranquilidad de los pueblos de la provincia de Teruel tiene cada vez más seguidores, en especial tras la irrupción de la pandemia, una época que ha demostrado que en los pueblos se vive “mucho mejor”, destaca Sánchez. Una idea que se sustenta en tres pilares: menos estrés, aire puro y alimentos directos de la huerta. “Antes se decía que lo central era el dinero, ahora lo central es la salud”, explica Manuel Campo Vidal, periodista, doctor en Sociología y presidente de Next Educación. “Y en los pueblos se ofrece mucha más salud de la que puede ofrecer una ciudad”, agrega.
Los números confirman esa percepción. Según los datos del Instituto Aragonés de Estadística, cuyos números proceden del avance que publicó a finales de abril el Instituto Nacional de Estadística (INE), Teruel ganó 322 habitantes en 2020 respecto al año anterior. En total, la provincia tiene 134.498 vecinos.
2019, el punto de inflexión en Teruel
Este último dato publicado por el INE afianza la tendencia demográfica al alza del territorio que comenzó el año anterior. En 2019, por primera en una década, Teruel ganaba habitantes al pasar de 134.137 empadronados a 134.176. La suma de 39 vecinos puede parecer un dato nimio, pero en esta zona de ‘la España despoblada’ es todo un logro.
De los 236 municipios que conforman la provincia, según los datos del INE relativos a 2019, 91 municipios cuentan con nuevos vecinos, esto significa que casi uno de cada tres tiene nuevos vecinos.“Todo el mundo que lo prueba se queda. Yo animo a la gente a vivir esta experiencia, pero si vienen, esto perderá el encanto”, dice Esther Zafón. De momento, las predicciones de Esther están lejos de cumplirse: en 14 municipios el número de residentes se mantuvo igual, mientras que 131 perdieron habitantes.
“No debemos confundir despoblación, que es la falta de población, con despoblamiento, que se refiere a la desaparición de los pueblos. La una no significa la otra. Es posible que muchos pueblos se mantengan, porque tienen población vinculada, personas que no viven allí, pero a los que les unen ciertos lazos y hace que vayan un par de veces al año”, dice, José Antonio Guillén, José Antonio Guillén, representante de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa (SSPA). El reto, por tanto, es evitar la pérdida de población en los entornos rurales antes de que los efectos de la despoblación sean irreversibles y las áreas metropolitanas estén rodeadas de desiertos.
La población de Teruel tras la pandemia: Los pueblos siguen bajo mínimos
“En estos municipios, en cuanto llega una familia o incluso una sola persona el crecimiento en valores relativos es altísimo”, explica José Listo Simón, alcalde de Miravete de la Sierra, el pueblo donde nació el grito de Teruel Existe hace más de 40 años, y el segundo que más creció en el último año en valores porcentuales: de 31 a 38 vecinos, un aumento del 22%. El primero, Crivillén, pasó de 62 a 86 vecinos. “Por desgracia, a pesar de estas variaciones, siempre estamos bajo mínimos”, agrega.
Aunque algunos de estos datos son alentadores, hay que “interpretarlos con cautela”, matiza Guillén. Todavía no se conoce a ciencia cierta el efecto de esta crisis sanitaria en el problema de la despoblación, porque el último año ha sido anómalo. Teruel experimentó un repunte demográfico durante el boom inmobiliario de principios de siglo. “Entonces, la administración pensó que el problema se resolvería solo”, comenta Guillén. Pero cuando explotó la crisis económica, entre 2008 y 2009, las personas que habían llegado para trabajar se fueron, y la provincia perdía cientos de vecinos en cada ejercicio.

Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Hace exactamente un siglo, la provincia de Teruel contaba con 252.096 habitantes, según consta en el INE. Sin embargo, con el éxodo rural de finales del siglo XIX comenzó un proceso despoblador que no mermó tras la autarquía franquista, pese a los esfuerzos del Instituto Nacional de Colonización, y que continuó después de la Transición.
El empleo, la clave para evitar la despoblación
La historia y las cifras demuestran que la clave para atraer habitantes y generar arraigo en la tierra siempre es la misma: generar empleo de calidad. “Sincronizado con el siglo XXI”, matiza Guillén. Por eso, proyectos como Dinópolis, el Consorcio del Aeropuerto de Teruel o Apadrina un olivo, una empresa que permite adoptar un olivo centenario para ayudar a los agricultores de la zona a subsistir, han sido muy bien acogidos.
Para que proyectos similares se establezcan en la provincia hay que solucionar otras cuestiones urgentes, empezando por acabar con la brecha digital y promover la implantación del 5G y de la digitalización de la economía y de la sociedad. “Reclamamos desde hace años que la ley de comunicación cambie y se digitalice por territorio y no por población”, señala Guillén. También urge mejorar los servicios e infraestructuras de estos territorios: “Aquí, por ejemplo, tenemos médico 24 horas, pero el problema son los autobuses, que tienen una frecuencia muy baja”, explica Macarena Sánchez.

El otro cambio que apremia responde más a cuestiones sociológicas que económicas: desarrollar el orgullo rural. “Ningún pueblo se va a salvar si no quiere ser salvado”, destaca Guillén. “Y para eso hay que desterrar la idea de que las personas que se quedan en el pueblo son unos fracasados”, agrega.
España despoblada: solución o revuelta
Olvido. Esa fue la palabra más repetida por los miles de asistentes que el 31 de marzo de 2019 recorrieron las calles principales de la capital durante la primera ‘revuelta’ de una España invisible para los poderes públicos, de la tierra donde faltan médicos, cajeros, trenes y carreteras y que nunca sale en las noticias porque no se sabe situar en un mapa. “La impresión que tuvimos es que aquello podría marcar un antes y un después”, explica el periodista Manuel Campo Vidal, quien junto a Paloma Zuriaga, exdirectora de RNE, redactó y leyó el manifiesto. “Lo que más me impresionó de la manifestación es que había muchísimos jóvenes, y que esos jóvenes querían seguir viviendo en la zona rural”, rememora.
Aquella protesta sirvió para que la cuestión de la despoblación apareciera por primera vez en mucho tiempo en la agenda política. “Ahora estamos en un momento único, porque contamos con el apoyo de la opinión pública –según el CIS, el 88% de los españoles consideraban la despoblación como un problema grave o muy grave– hay un plan y dinero”, señala José Antonio Guillén. “No podemos desaprovecharlo, porque nunca más se van a alinear todos los astros”, asegura el representante de SSPA.
La irrupción política de Teruel Existe en 2019, la plataforma creada para visibilizar el drama de la despoblación, con un diputado y dos senadores, también ha supuesto un fuerte empuje a la causa, especialmente en los terrenos mediático y político. A raíz de la llegada de Tomás Guitarte al Congreso, decisivo para sacar la investidura de Sánchez, los partidos se han dado cuenta de que tienen que ocuparse del problema.
El futuro, en manos de Europa
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció en marzo el Plan de Medidas ante el Reto Demográfico. El proyecto cuenta con 10.000 millones de euros procedentes de los fondos de recuperación de la Unión Europea para el desarrollo de 130 medidas que impulsen la España Despoblada y reducir así la brecha entre lo rural y lo urbano. Entre ellas, el desarrollo de turismo sostenible, el apoyo a librerías, al relevo generacional en la actividad agraria o la incorporación de la perspectiva demográfica en el proceso de toma de decisiones del Gobierno.
“Se trata de que sean proyectos perdurables”, avisa Campo Vidal. “Toca dejar las batallas partidistas y las diferencias en la puerta y trabajar, porque no vamos a tener otra ocasión como esta”, agrega Guillén. Ante las discrepancias, están los datos que incansables recuerdan la urgencia: en 2011, la población era de 144.607 habitantes. Para volver a alcanzar esa cifra se necesitan más historias felices como las de Macarena y Esther. “Y que los medios de comunicación las cuenten”, matiza José Listo, alcalde de Miravete de la Sierra. Como dice Manuel Campo Vidal: “No hay tiempo que perder. Estamos jugando contrarreloj”.
Fuentes
- Datos del Instituto Aragonés de Estadística
- Datos INE provincia de Teruel
- Ley 7/1985, del 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local
- Plan de Recuperación: 130 medidas ante el Reto Demográfico
- Barómetro de febrero de 2019 del Centro Superior de Investigaciones Sociológicas
- José Antonio Guillén, representante de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa
- Manuel Campo Vidal, periodista, doctor en Sociología y presidente de Next Educación.
- José Listo Simón, alcalde de Miravete de la Sierra
- Esther Zafón, vecina de Alcorisa
- Macarena Sánchez, vecina de Pancrudo