Los países «frugales» de la UE: quiénes son y qué quieren

Ursula von der Leyen y Mark Rutte en la cumbre de reconstrucción de la UE
Web de la Unión Europea
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La Unión Europea ha llegado finalmente a un acuerdo sobre las ayudas del fondo de reconstrucción por el coronavirus y sus presupuestos. Sin embargo, la cumbre celebrada el 17 y 18 de julio —que se alargó varios días por falta de consenso— ha evidenciado la división de distintos puntos de vista en la UE.

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[Las condiciones de las ayudas del fondo de reconstrucción europeo]

En este sentido, los últimos días han estado en el foco los conocidos como países «frugales». Un grupo de cuatro o cinco países que han apostado por políticas más austeras y unas menores ayudas para el conjunto de la Unión.

¿Quiénes son los países «frugales»?

Capitaneados por Holanda y su primer ministro, Mark Rutte, el término de países frugales engloba a cuatro: Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca. No obstante, en algunas ocasiones también se ha incluido a uno más: Finlandia.

«Una cosa curiosa es que esta denominación en realidad es autoimpuesta, son ellos los que se han autodenominado así», explica a Newtral.es Augusto Delkader, profesor de Relaciones Internacionales en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

El objetivo que tienen con esta denominación, cuenta Delkader, es «marcar ciertas diferencias respecto a otros países y, por supuesto, establecer un posicionamiento político«. «Lo que tienen en común estos países es su bajo nivel de endeudamiento de deuda pública. Concretamente tienen en torno a un 60% del PIB, y eso es lo que podría justificar un poco esa denominación, a diferencia de otros países como pueden ser Francia o España, cuyos niveles de deuda pública se sitúan en torno al 100%», explica el politólogo.

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Por su parte, Josep Lladós, experto en economía internacional y profesor en la UOC, recuerda que los «frugales» son «economías de menor dimensión pero con cuentas públicas más saneadas«. «Tienen menor dependencia de las ayudas que llegan del BCE, con mejor reconocimiento en los mercados financieros y, por tanto, con menor necesidad de endeudamiento», alega.

«A esto se une que tienen un nivel muy alto de renta por habitante y son economías muy competitivas, muy especializadas, muy orientadas a los mercados internacionales y que han hecho las cosas economómicamente bastante bien en el pasado», añade Lladós, que señala que también hay un «elemento político» detrás: «En algunas de estas economías han crecido mucho los partidos de extrema derecha con un discurso muy nacionalista y entonces los gobiernos también gestionan como pueden la presión interna que generan».

¿Cuándo han surgido?

«La alianza ha aparecido como resultado de la crisis del COVID y empezó en el seno del Eurogrupo cuando se empezó a hablar de utilizar el MEDE para ayudar a los países», afirma Lladós, que incluso establece una fecha anterior para su creación: «Previamente también se aliaron con el marco presupuestario de la UE, que termina en 2020 y estos países querían que fuera más pequeño el nuevo presupuesto».

«Yo no tenía conocimiento previo de esa alianza específica», explica Delkader, que cuenta que «es sorprendente» porque se trata incluso de una alianza interpartidista. «En Suecia y en Dinamarca hay gobiernos socialdemócratas, mientras que en Austria y Holanda hay gobiernos liberal conservadores», analiza.

Además, territorialmente, también es una alianza «un poco extraña», según el politólogo: «Tampoco son vecinos que hagan un bloque geográfico clásico. En 2008 esta alianza no existía, eso está claro, porque ese año en el fondo había un consenso muy claro y era más de los países del norte respecto a los países del sur». 

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Para él, esta alianza de países parte de un hecho común de poco endeudamiento y de disciplina presupuestaria. «Si hay algo que les une es que piden a los demás países de la UE políticas de austeridad y reducción del gasto público».

¿Qué peso tienen en la UE?

Lladós explica que los «frugales» son países que, como tienen un nivel de renta por encima de la Unión Europea, son contribuyentes netos al presupuesto comunitario, es decir, dan más al presupuesto comunitario que lo que reciben en forma de las ayudas que vienen de las políticas de la UE.

Sin embargo, esto no quiere decir que «salgan perdiendo» en la UE: «Es la gran mentira del Brexit. Primero, porque el presupuesto de la UE es muy pequeño, entonces aunque tú tengas un saldo negativo, lo que pagas es muy poco en porcentaje de tu PIB. Y segundo, porque la gran ventaja que ellos obtienen de la UE es el mercado común, y se obtiene por la vía del comercio internacional y por la vía de la inversión directa exterior. Eso más que compensa», sentenciá Lladós.

Así, según los datos de la Comisión Europea, se trata de algunos de los países más beneficiados por el mercado único —por encima de la media de la UE— y en comparación con las contribuciones que aportan.

«Un tema importante es que la correlación de fuerzas que está habiendo en la UE respecto a estos países realmente no se corresponde con el peso económico que tienen tanto en la Eurozona como en la Unión. Son países que efectivamente son contribuyentes netos, importantes, pero en absoluto son los mayores contribuyentes a la UE, esos serían países como Francia o Alemania. A pesar de eso, vemos cómo el peso, la influencia y el ejercicio de poder que están teniendo en el contexto de esta cumbre es muy superior a esa influencia económica real», desgrana por su parte Delkader. 

Sobre la idea de que «contribuyen más a la UE de lo que la UE les da», el politólogo señala que es un discurso que está bastante presente, sobre todo en el caso de Austria y Holanda. «No es cierto que aporten más de lo que reciben porque la UE tiene un mecanismo de compensación. Es un sistema de devoluciones, lo que se conoció en su día como el cheque británico, que consiguió Margaret Thatcher en los años 80, donde los países que aportaban más, luego recibían un importe de devolución para hacer esas compensaciones», comenta. 

De hecho, uno de los acuerdos de esta cumbre implica un mecanismo de devolución. «Y más allá de eso yo creo que hay un tema más de fondo, que tiene que ver con la construcción del proyecto político europeo, es decir, la solidaridad interna entre los estados miembros para hacer frente a los problemas que surgen como es este, que además es un problema no atribuible a la mala gestión de los estados, sino que es una contingencia sobrevenida, como es el coronavirus», analiza Delkader.

¿Qué pedían durante la cumbre?

Durante la cumbre los países frugales han pedido que se den menos ayudas y más condiciones unidas a las mismas. «En parte es comprensible que busquen un control más estricto de los fondos, porque a España le han dado mucho dinero en el pasado y no a las inversiones donde más hay rentabilidad económica y social», recuerda Lladós.

Así, España tendrá que realizar reformas como las del sistema de pensiones, el mercado laboral, así como tratar de recaudar más dinero en la arcas públicas.

Para el profesor de la UOC, Josep Lladós, en el acuerdo final los países frugales han conseguido contrapartidas, entre ellas el cheque por el que parte de lo que den a la UE se lo van a devolver y que se cree un mecanismo de vigilancia. «En definitiva, han ganado poder de negociación«, alega.

¿Hay más países que les apoyen?

Para Augusto Delkader, los cuatro -o cinco- países frugales «se han quedado bastante aislados». «Al no poderse atribuir esta crisis a una mala gestión, no se puede culpabilizar o responsabilizar a los países golpeados por el COVID-19, precisamente ese es el hecho que ha llevado a países como Francia o Alemania a alinearse con los principales afectados, es decir, España e Italia», argumenta el profesor.

De hecho, incluso dentro de los propios países «frugales» ha habido divisiones. «Austria y Holanda han estado desmarcados de Suecia y Dinamarca, que en las últimas horas de la negociación han sido más flexibles», comenta Delkader, que cree que la formación de este grupo «tiene sus riesgos por generar divisiones internas».

«Sobre todo puede ser un freno para avanzar hacia un mayor nivel de europeización de las políticas o de respuestas conjuntas ante crisis sanitarias, económicas, sociales… Es un paro hacia la gobernanza supranacional, que es algo muy importante que, por ejemplo, se ha conseguido con este acuerdo. Puede suponer un lastre para la propia credibilidad de la UE y del funcionamiento interno», lamenta el politólogo.

Aún así, cree que es «poco probable» que los países frugales vayan a lograr una alianza y un apoyo a esta causa con los gobiernos actuales. «Mientras Macron esté en Francia y Merkel en Alemania, que son los países claves, no creo que ocurra», afirma.

¿Son países eurófobos o tienen riesgo de serlo?

«Por el momento no son fuerzas eurófobas, sobre todo en el caso de Suecia y Dinamarca porque son fuerzas socialdemócratas y europeístas convencidos», aclara Delkader, que añade que, en el caso de Holanda tampoco se da esta eurofobia. «Aunque hay que tener cuidado porque es cierto que Rutte, de cara a las elecciones del año que viene, sin abrazar de forma abierta la eurofobia, ha integrado parte de su discurso», advierte.

«Lo hemos visto en muchos países. Lo mismo en el caso de Austria, que su primer gobierno el canciller lo formó pactando con la extrema derecha. Aún así, estos gobiernos actuales, al menos, no creo que formen un riesgo en el sentido de hacer una crítica a la totalidad del proyecto europeo, ahora bien, hay otras fuerzas conservadoras dentro de estos países que por supuesto si lo hacen», explica el politólogo.