Lo primero que preguntamos a la doctora María Salgado (Salamanca, 1982) es cómo dar una noticia sobre un nuevo paciente curado del VIH y no dejar la sensación de que hemos vencido al virus y a su forma letal, el sida. “Este tipo de cosas las acogemos con alegría, pero con mucha moderación… hablamos de pacientes muy excepcionales y con cáncer en la cura del VIH”, asegura en conversación con Newtral.es desde Barcelona.
A lo largo de este texto hablaremos, simplificadamente, de ‘curación del VIH’. Pero quien trabaja con estos casos usa el término ‘curación funcional’. “Pueden quedar restos de virus en tejidos, pero el paciente no necesita tratamiento”. Y, definitivamente, una cura del VIH no tiene nada que ver con la erradicación del sida, donde se han hecho progresos increíbles… en la parte rica del mundo. Con todo, su optimismo bebe de su experiencia: “cuando ves a una persona curarse del VIH sabes que el VIH se puede curar”.
Su equipo, en IrsiCaixa, participa en la investigación internacional que acaba de publicar los detalles de la recuperación de un nuevo hombre que se infectó de VIH, el bautizado como ‘paciente Düsseldorf’. Y, pese a la enorme cautela en lo particular, las contadas personas que vencen al retrovirus suponen pasos de gigante en la investigación contra el sida. ¿Por qué ellos sí y la mayoría de pacientes no terminan curados del virus de la inmunodeficiencia humana, VIH?
Este retrovirus destruye el sistema inmune, se ancla en las células y muta con velocidad. Salgado recuerda que hay dos tipos de pacientes que pueden con el VIH y ninguno que se ‘cura’ del sida, el síndrome que supone la etapa final de la infección. Por un lado están estos tres (y unos cuantos más, en seguimiento), que prácticamente eliminan el virus tras recibir un trasplante de células madre por haber padecido un cáncer, típicamente de sangre o linfoma. Por otro lado, y sin necesidad de trasplante, hay pacientes que controlan el VIH, de manera que no afecte a sus células. Y luego están los llamados ‘controladores de élite’ o los controladores naturales de la infección.
En este último grupo hay personas que, por lo que sea, mantienen al VIH a raya en sus organismos, sin necesidad de tomar fármacos antirretrovirales. “Son menos de un 1% y eran un enigma, yo hice mi tesis sobre eso”, explica. Al parecer, tienen una genética única. De igual manera, hay pacientes que apenas se tratan, dejan de hacerlo tras pocos meses y parece que alcanzan la cura del VIH. El último caso, el de la de la llamada ‘paciente Barcelona‘, que lleva 15 años libre de virus y en seguimiento en el IDIBAPS-Hospital Clínic.
Respecto a los que se han curado tras un trasplante, el paciente Düsseldorf se suma a los pacientes Timothy Brown (de Berlín, dado por curado en 2008) y a Adam Castillejo (de Londres, curado en 2019). Para el mundo, hasta hace poco tenían sólo nombre de ciudad, cual personajes de La casa de papel. Pero Berlín, Londres y Düsseldorf fueron, primero que todo, unos supervivientes –no precisamente de sida– cuyos tratamientos se jugaban estadísticamente a cara o cruz. De hecho, el de Brown sólo resultó al principio. En 2020 sufrió una recaída de su cáncer y falleció.
Existe otro caso de una paciente de Nueva York, diagnosticada de VIH en junio de 2013 y de leucemia mieloidea aguda en 2017. En agosto de ese año recibió un trasplante con un método más peligroso. La mutación estaba en la sangre de un cordón umbilical. Ella, si no ‘técnicamente curada’, sí está en clara remisión y se podría considerar la cuarta paciente que supera el VIH gracias un donante de células mutantes. Hay otros dos, en Estados Unidos, camino de alcanzar ese exclusivo estatus.
Pacientes curados de VIH, no de sida
En todos los casos, habían desarrollado y recaído de un cáncer para el que no había más alternativa que un arriesgado trasplante de médula con células madre. Una terapia que funciona sólo alrededor de la mitad de las veces. “La mortalidad es alta. Siempre se busca a un donante que sea portador de una mutación, llamada CCR5-Δ32, que confiere resistencia a la infección al VIH”, explica Salgado. Es decir, la clave está en ese ‘error’ genético de serie que sólo tienen algunas personas de manera natural. Y que los protege frente al virus de la inmunodeficiencia.
La idea es que una mutación natural pueda proteger a su portadora y salvar a otra persona, infectada.
La idea es que el infectado pueda incorporar esas células mutadas de un donante de médula mutada de manera natural. Que una rareza de la naturaleza proteja del VHI no a una, sino a dos personas. El donante, que difícilmente se infectará, y el receptor.
Pero Salgado advierte: es cierto que las personas con la mutación no se infectan, pero sólo de la versión del VIH que “usa la puerta del CCR5 (la que está mutada y, por tanto, cerrada). A veces, en vez de usar esa puerta, utiliza otra llamada CXCR4”.
‘Düsseldorf’ permanece por ahora en el anonimato. “Estuvimos hablando la semana pasada con el paciente Londres, comentando el caso de Düsseldorf”, explica Salgado. Brown, ya fallecido, asesoró y acompañó a Castillejo en su camino para hacer pública su curación. “Pero es un tema íntimo, delicado”.
Es una pequeña gran carrera de fondo, a cuya meta no todos llegan. “Siguen siendo pacientes que han tenido un cáncer –además de VIH– del que se van recuperando. A veces los tratamos como curados pero siguen teniendo sus cosas, por así decirlo”.
Pero este grupo de supervivientes va sumando miembros a nivel mundial. “Se sienten muy especiales como tocados con una varita mágica. Los pacientes Berlín y Londres empezaron a ser activos representantes de la comunidad VIH+. El de Londres viene a reuniones científicas e intentan ver cómo va la investigación para trasladarlo al resto”.
El sida ya es residual, excepto entre desfavorecidos y ‘negacionistas’
Salgado ha publicado 27 artículos en revistas científicas de primer nivel, como este último que narra cómo se ha curado el paciente Düsseldorf de su VIH. Recogido en Nature Medicine, la investigadora ha trabajado con los pacientes del consorcio internacional IciStem, liderado por la Universidad de Utrech (Países Bajos) e IrsiCaixa.
Con los neerlandeses, ella ha demostrado, junto a su colega de centro Javier Martínez-Picado, que el VIH tiene cura en perfiles muy concretos pero, ¿y el sida? A su modo de ver “en realidad ya prácticamente no tenemos sida en el llamado ‘primer mundo’, entre quienes toman antirretrovirales”. La “revolución ha sido en los tratamientos ha sido fundamental” pero recuerda que hay lugares del mundo a los que no llega, como “países de África donde no se testa lo suficiente”. Y los precios de estos fármacos son muy elevados.
También entre los países ricos hay “quienes no quieren tomar el tratamiento”. Ese negacionismo del virus o de los medicamentos sí sigue siendo territorio abierto al sida. “Pero, en general, aquí se detecta cada vez antes, los centros se acercan a los colectivos más expuestos para diagnosticar muy rápido, cuando el sistema inmune está más conservado”.
¿Un último reto? “Eliminar el estigma”. Salgado recuerda que tomar unas pastillas a diario puede suponer un reto para algunas personas. En este sentido, “la gran esperanza es conseguir un tratamiento inyectable cada seis meses o sólo una vez al año. No curaría, pero social y psicológicamente apartaría parte de ese estigma”. Que, al abrir el pastillero, una persona con VIH no tenga miedo. Y que nadie tenga miedo de ella.