Pacientes crónicos con tratamiento hospitalario: “Hay disparidades tremendas entre un hospital y otro porque no hay un protocolo común”

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Un Hospital de Día es un lugar donde la vida se alarga. En estas estancias sanitarias se da, entre otras cosas, asistencia a pacientes, muchos de ellos crónicos, que necesitan tratamientos que no pueden hacerse en la consulta externa, pero que no justifican un ingreso en el hospital. Hablamos, por ejemplo, de quimioterapia o radioterapia en personas con afecciones oncológicas, o de medicamentos intravenosos para pacientes con enfermedades reumatológicas o digestivas. Lugares donde la medicina trata de ganarle tiempo a la enfermedad. 

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A pesar de que la pandemia ha puesto la propia vida en un paréntesis, las enfermedades que no son COVID-19 han seguido su curso. Por lo que, aunque los hospitales se convirtieron en zonas de riesgo de contagio, muchos pacientes han tenido y tienen que seguir acudiendo a ellos para recibir —cada día, cada semana, cada mes— su tratamiento. 

Sin embargo, no existe un protocolo nacional ni un plan común para asegurar la permanencia del tratamiento a estos pacientes, minimizando el riesgo de contagio —teniendo en cuenta que muchos de ellos son población de riesgo al estar inmunodeprimidos—.

De hecho, según explica a Newtral.es Fernando Gomollón, médico del Servicio de Digestivo del Hospital Clínico de Zaragoza y miembro del Grupo Español de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (GETECCU), “los protocolos han dependido de cada hospital, pero las gerencias, en muchos casos, han llegado tarde”: “En el caso de enfermedades inflamatorias intestinales (EII), desde GETECCU tenemos constancia de que la norma general ha sido la de mantener los tratamientos. Pero esto se ha hecho porque los médicos nos hemos autoorganizado. Salvo algunas excepciones, los directivos y autoridades sanitarias se han limitado a enviar documentos larguísimos y reiterativos que no eran de gran utilidad”.

Gomollón señala que desde su unidad implementaron “la consulta telefónica antes de que llegara la orden”: “Y así con muchas cosas. Nosotros comenzábamos a cambiar protocolos, como por ejemplo con las endoscopias, y aunque la dirección era reticente, al final no les quedaba más remedio que decir que sí”.

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“No hay circuitos claramente diferenciados”

Desde el Ministerio de Sanidad, el único documento técnico publicado es uno elaborado por la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), en el que se indica que los pacientes, si es posible, deben acudir sin acompañante, y que deben minimizar el tiempo en sala de espera, es decir, evitar llegar pronto a la cita. Además, señala el documento, debe haber carteles informativos sobre higiene de manos, higiene respiratoria y manejo de la tos, así como dispensadores con preparados de base alcohólica para la higiene de manos, pañuelos desechables para la higiene respiratoria y contenedores de residuos con bolsa plástica y tapa de apertura con pedal para su eliminación. 

Desde su punto de vista, lo ideal habría sido diseñar un plan general que cada centro sanitario pudiera adaptar a su hospital

En otro apartado, este protocolo indica, además de las medidas de higiene genéricas, trabajar desde casa si es posible, salir solamente para acudir al servicio de oncología radioterápica y hacerlo en transporte particular. 

Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), explica a Newtral.es que “durante los meses más duros de la pandemia, los tratamientos oncológicos, en principio, se han mantenido”. “Sí nos han llegado testimonios de pacientes que han ido a su sesión de quimio y como los sillones del Hospital de Día estaban ocupados, han tenido que irse a su casa y volver otro día”, añade. Y es que, como señala el médico Fernando Gomollón, la saturación en hospitales hizo que en algunos de ellos “se utilizasen los sillones del Hospital de Día como camas para pacientes que ingresaban por COVID-19”.

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Barragán reconoce que “cada hospital es un mundo”: “No conocemos los protocolos internos. El COVID-19 está ocupando toda la atención sanitaria, y estamos observando que en algunos centros no hay circuitos claramente  diferenciados para pacientes con cáncer”. 

«En nuestro caso, hicimos un macrogrupo de WhatsApp a nivel nacional con los médicos de mi especialidad para compartir impresiones y aprendizajes”

Desde su punto de vista, lo ideal habría sido diseñar un plan general que cada centro sanitario pudiera adaptar a su hospital: “Tenemos 17 sistemas sanitarios diferentes, y más de 800 hospitales de la red pública, cada uno con sus características. Estamos viendo que hay disparidades tremendas entre un hospital y otro porque no hay un protocolo común: desde algunos que funcionan muy bien hasta otros en los que hay retrasos importantes tanto en los tratamientos como en los diagnósticos”.

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En definitiva, según la presidenta de GEPAC, “no hay unas directrices claras que seguir”: “Cada hospital intenta solventarlo como puede, y es gracias a los sanitarios, que están haciendo todo lo que pueden y más”. 

Optimizar los tratamientos y acortar tiempo en el hospital

Paula Peleteiro, oncóloga radioterápica en el Hospital Clínico de Santiago de Compostela y miembro de la SEOR, cuenta a Newtral.es que “un protocolo común quizá sería complicado de adaptar en todos los hospitales”: “Es verdad que al final nos ha tocado improvisar y hacer lo que podíamos. En nuestro caso, hicimos un macrogrupo de WhatsApp a nivel nacional con los médicos de mi especialidad para compartir impresiones y aprendizajes”.

Peleteiro señala que, además de las medidas básicas como el uso de equipos de protección individual o la limpieza escrupulosa de superficies, en su hospital optaron por “optimizar el tratamiento y acortar tiempo en el hospital”: “No se puede hacer con todos los enfermos tumorales, pero con algunos sí: modificas el tratamiento aumentando la dosis y así puedes disminuir los días. Es decir, en vez de 38 sesiones (que son 38 días), lo podías reducir a 15”. 

En su unidad, además, se dividieron por patologías: “Éramos dos personas por patología. Lo que hacíamos era que una semana una trabajaba en el hospital y la otra en casa. La que estaba en casa hacía teleconsulta. Así, si una se contagiaba en el hospital y tenía que aislarse, esa patología quedaba igualmente ‘cubierta’ porque yo al haber estado en casa a la semana siguiente podía ir al hospital”. 

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Fernando Gomollón, del Servicio de Digestivo del Hospital Clínico de Zaragoza, declara que en su centro “se han establecido circuitos seguros para los pacientes crónicos, donde no coinciden espacialmente con las zonas donde hay positivos de COVID-19”.

Esta es una de las claves que apunta en conversación con Newtral.es Pedro Gullón, médico especialista en Medicina Preventiva y doctor en Epidemiología y Salud Pública: “A nivel hospitalario, es importante tener profesionales suficientes y espacios de atención adecuados. Y en esto de los espacios es importante que los hospitales actúen con dos circuitos: un circuito ‘sucio’ donde se haga toda la atención COVID, y un circuito ‘limpio’ donde se realice toda la actividad no-COVID, de tal forma que no exista contacto físico (o el mínimo posible) entre ambas zonas”. 

Según Gullón, esto se puede complementar externalizando físicamente alguna de estas atenciones: “Por ejemplo, habilitar lugares en centros de especialidades extra-hospitalarias para algunos tratamientos oncológicos como ‘zona limpia’ o poniendo carpas fuera de lo que es el edificio del hospital para hacer las PCR como ‘zona sucia’”. 

Esto, según Begoña Barragán, de GEPAC, “permitiría que algunos pacientes vayan acompañados”: “Entendemos que hay que limitar el tráfico de personas, pero hay mayores dependientes que no pueden llevar acompañante y lo pasan muy mal. Y eso se suma al estrés psicológico: muchos pacientes están lidiando con un cáncer y, además, tienen que enfrentarse al riesgo de contagio en el hospital”.

Aumento de las listas de espera

Tanto Gomollón como Peleteiro coinciden en que los tratamientos se han mantenido en la gran mayoría de los casos. “Quizá algún paciente lo ha suspendido por miedo a ir al hospital y contagiarse, pero por regla general no se ha recomendado la interrupción”, señala Gomollón, quien destaca la eficacia de las farmacias hospitalarias “organizándose para, en muchos casos, llevar la medicación a los pacientes a casa”.

Sin embargo, este médico se muestra preocupado por el retraso o interrupción no tanto de los tratamientos, sino de los diagnósticos: “Ya vemos algunas previsiones de que en algunos sitios el cáncer de colon especialmente va a ser un problema porque se han interrumpido programas de detección. Cuando se diagnostiquen, habrá que sumarlos al sistema de golpe, teniendo en cuenta que muchos estarán agravados por no haber sido detectados antes”. 

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“Como norma general, se está viendo que los retrasos en tratamientos están teniendo consecuencias graves, especialmente en patologías en las que las consecuencias de la evolución de la enfermedad son muy graves”, apunta el médico y epidemiólogo Pedro Gullón. 

¿Y si volvemos a un escenario como el de marzo pero, además, hay que sumar los tratamientos hospitalarios de estos nuevos pacientes que se diagnostiquen de golpe? Sobre esto, Gullón señala que “muchos hospitales han ganado en flexibilidad a la hora de convertir espacios”: “En marzo y abril, estas reconversiones se hicieron de forma muy rápida por el ritmo de crecimiento, y sin precedentes de realizar nada similar. Si se llegara a una situación de demanda tan alta, sería muy difícil mantener la atención normal, tanto por espacios como por profesionales. Como decía antes, es probable que sea necesario incrementar los espacios fuera del hospital”.

Según Gullón, hay otra diferencia respecto a los primeros meses de pandemia: “Aunque se produzca la misma saturación hospitalaria, se estará produciendo a una velocidad mucho menor, lo cual facilitará la adaptación. Por otro lado, los profesionales la soportarán mucho peor porque están al borde del colapso”. 

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2 Comentarios

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  • Es curioso que no se mencione a los tratamientos de hemodiálisis (en los que sí se han establecido y compartido protocolos de actuación a través de las asociaciones científicas y de pacientes). Y que la primera imagen del artículo sea de una unidad de hemodiálisis.
    Sirva este comentario (de un especialista en Nefrologia) para defender que no todo se ha hecho sin previsión. Con buena voluntad y con conocimiento es posible estar al tanto de la seguridad de nuestros pacientes renales crónicos.

  • Los médicos, que no son políticos, solicitan un protocolo común para todos los hospitales. Como se dice en este artículo, existen 17 sanidades en este país, y por lo tanto cada comunidad autónoma hace y deshace a su gusto y según sus criterios porque para eso tienen transferidas estas competencias. No nos quejemos luego de que en unas comunidades se actué de una manera y en otras de otra forma. No estoy en contra de las autonomías, pero determinadas competencias deberían estar en manos del estado para que todos tuviésemos igualdad. Los que estén de acuerdo con las autonomías como están actualmente que no se quejen si en la suya no los atienden como en otras. Es lo que tiene querer ser diferentes y gestionar las cosas como ellos, los políticos, creen que es lo mejor. Y si la justicia estuviera en manos de cada comunidad seríamos mas desiguales entre comunidades. Porque ¿como puede actuar el gobierno central en determinados temas cuando no tiene las competencias de ello?. Y algunos opinan que el gobierno central lo que debe es dar los recursos, siempre en metálico, para que sean las comunidades las que los dirijan a paliar las necesidades de sus ciudadanos autónomos. Pero quien asegura que muchos de esos recursos no son usados para otras cosas que interesan menos a las personas/enfermos/usuarios/etc...
    Tenemos los gobernantes, nacionales/autonómicos/locales que nos merecemos así que aguantar y que cada autonomía aguante su vela.
    Gracias al artículo podemos conocer las opiniones de los profesionales, que son quienes lo sufren, y de los pacientes, que son quienes lo padecen.