Llegan las primeras noches tropicales o, más precisamente, ‘noches tórridas’, cuya frecuencia se ha multiplicado en los últimos 40 años en España, según AEMET. Ahora sabemos que no sólo son incómodas: las noches calurosas cuestan vidas.
Un reciente trabajo, publicado en Nature Climate Change, demuestra por primera vez evidencias claras de que el calentamiento global ha sido el responsable de una de cada tres muertes por calor entre 1991-2018. Pero en paralelo, un estudio específico ha correlacionado las noches calurosas con mayor mortalidad. En concreto, con más impacto en Portugal y particular aumento de la mortalidad en la ciudad de Madrid de un 12% debido a la duración de estas noches, cada vez más frecuentes, en que el termómetro no baja de los 20 grados.
[? PUBLICACIÓN] ¿Cómo el exceso y la duración de calor de las noches calurosas aumentan la mortalidad en el sur de Europa? Este nuevo estudio internacional publicado en @EpidemiologyLWW coordinado por mí mismo en @mccstudy responde a esta interesante cuestión.
— Dominic Royé (@dr_xeo) June 8, 2021
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Los escenarios de altas emisiones de CO2, en los que no existen estrategias de mitigación, predicen un aumento promedio de la temperatura de la superficie de entre 2,6℃ y 4,8℃ para fines de este siglo. Eso son incrementos medios. Para que se den esas cuentas, en nuestras latitudes, tiene que haber picos muy importantes, impulsados por olas y noches de calor.
Esas noches calurosas «dormimos peor, lo cual ya tiene un impacto en la salud», explica el epidemiólogo ambiental Aurelio Tobías (IDAEA-CSIC), coautor de los estudios. Pero el mayor impacto en la mortalidad «se produce por afecciones cardiovasculares o, si hay condiciones previas, enfermedades respiratorias», precisa el profesor en el stream #Newtrinos.
Estudios previos indican un aumento neto en el exceso de mortalidad de entre un 3 % y un 12,7% relacionado con la temperatura en escenarios de altas emisiones. Pero ningún estudio había evaluado hasta ahora si este impacto ya se ha producido en las últimas décadas y en qué medida.
Vulnerabilidad de las ciudades a las noches calurosas
En Madrid el riesgo de mortalidad aumenta un 60% para un temperatura de 31℃ con respecto a una temperatura de confort de 22℃, en la que el riesgo es mínimo. Eso, de día y de noche.


Los resultados muestran que un 37% de las muertes relacionadas con el calor se deben a la emergencia climática inducido por el ser humano. Aunque el impacto varía sustancialmente entre regiones geográficas. Las más afectadas, con una proporción de mortalidad por calor atribuida a la emergencia climática por encima del 70 %, se ubican en países de Centro y Sudamérica y por encima del 60 % en el sudeste y oeste de Asia.
Asimismo, las poblaciones que viven en países de ingresos bajos y medianos, que son responsables de una pequeña parte de las emisiones antropogénicas en el pasado, son las más afectadas.
En España, el 30% del total de muertes por calor se pueden atribuir a la emergencia climática. A partir de los resultados del estudio, “calculamos a posteriori que se producen 704 fallecimientos anuales en las capitales de provincia españolas durante el período de verano (junio-septiembre). Entre ellos destacan 177 fallecimientos por año en Madrid, 94 en Barcelona, 39 en Sevilla y 38 en Valencia”, señalan los autores en el estudio.
Las noches calurosas, escenario de discriminación y racismo climático
En Estados Unidos se ha popularizado el término ‘racismo climático’, para evidenciar cómo poblaciones afroamericanas e hispanas sufren de manera más acusada los efectos del calentamiento global. “Es lo que aquí llamamos pobreza energética”, asegura Tobías. La clave está en la capacidad para evitar muertes por frío o calor gracias al acceso a tecnologías de climatización.
En España, la herramienta de monitorización de la mortalidad MoMo se creó pensando en evaluar y paliar el impacto de las olas de calor en los cada vez más calurosos veranos. Desde 2003 las muertes por ‘golpe de calor’ han descendido. La clave, según Tobías: “el mayor uso del aire acondicionado”. Aunque eso sólo explica un 14% de la reducción de muertes experimentadas, según aclara otro estudio con la participación de Ana Vicedo-Cabrera.
El uso del aire acondicionado lleva aparejados dos problemas: “consumimos más electricidad, que proviene de fuentes no renovables [incrementando las fuentes de calentamiento global] y la expulsión directa de calor a las ciudades por parte de los aparatos de aire”.
? Las olas de calor y frío se han convertido en un nuevo racismo en EEUU y discriminación en España. Barrios de menor renta son los peor adaptados a la emergencia climática y las noches tórridas
— Newtral (@Newtral) June 10, 2021
En #Newtrinos lo analizamos con @atobias69
Vídeo completo: https://t.co/6lDnjZPLhZ pic.twitter.com/ws623qfxFe
Además, no toda la población se puede permitir la instalación de estos equipos ni el pago de la factura de la luz asociada a su uso. Y aquí vuelven las noches calurosas. Quien peor las viven son las personas con menos recursos. “En Barcelona tenemos estudios del efecto de isla de calor, que sucede sobre todo en los barrios depravados , donde el calor se concentra más sobre todo durante las noches, donde las viviendas están menos adaptadas“, explica Tobías.
Un 25,6% de la población española indica que su vivienda no es suficientemente fresca durante el verano. La cifra se eleva al 33,1% si la personas encuestada tiene pocos ingresos, de acuerdo con el estudio de las noches calurosas.

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