Ni la detención de la corriente del Golfo. Ni un meteorito que nuble nuestros cielos. El cine de catástrofes apenas nos ha dado pinceladas de algo que ya está ocurriendo en Europa. Temporales de nieve y frío que se asocian, paradójicamente, al calentamiento ártico.
Hay cierto debate científico sobre el papel que tiene el calentamiento de las zonas polares, el deshielo en el Ártico en la alteración de las corrientes de aire en altura y su derivada en nevadas y hielos masivos en el continente europeo.
Ahora, un nuevo estudio pone cifras: una disminución del 50 % del hielo ártico es capaz de alimentar borrascas con potencial de nieve cada vez más al sur de Europa. Publicado en Nature Geosciencie, refrenda la idea de que el calentamiento global también puede traer episodios más fríos en nuestras latitudes.
Eso sí, no compensarían el efecto del calor y la sequía en la época estival. En la cuenca mediterránea, por ejemplo, los modelos climáticos proyectan y dan fe ya de más noches ‘tropicales’ y olas de calor más prolongadas. También se ha constatado en España un alargamiento del verano, que algunos científicos creen que puede extenderse hasta los seis meses en 2100.
“Hemos quitado la tapa al Ártico”
La autora principal del estudio, Hanna Bailey (Universidad de Oulu, Finlandia) explica que “el hielo marino es una tapa en el océano. Y con su reducción a largo plazo en el Ártico, estamos viendo cantidades crecientes de humedad que entran en la atmósfera durante el invierno. Esto impacta directamente nuestro clima provocando fuertes nevadas extremas más al sur”.
Puede parecer contrario a la intuición, pero “la naturaleza es compleja y lo que sucede en el Ártico no se queda en el Ártico”, dice Bailey. Es la pérdida del hielo marino debido al calentamiento global lo que, paradójicamente, ha implicado episodios de inviernos fríos y nevados en las latitudes medias.

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Emergencia climática:
De los veranos de 6 meses al fin de las estaciones, ¿ciencia o apocalipsis?
Al analizar las tendencias a largo plazo desde 1979, los investigadores descubrieron que por cada metro cuadrado de hielo marino invernal perdido en el mar de Barents, había un aumento correspondiente de 70 kg en la evaporación, la humedad y la nieve que caían sobre Europa.
Sus hallazgos indican que en los próximos 60 años, un mar de Barents sin hielo se convertirá probablemente en una fuente importante de aumento de las precipitaciones invernales, ya sea lluvia o nieve, para Europa.
“Este estudio ilustra que los cambios abruptos que se están presenciando en el Ártico ahora, realmente están afectando a todo el planeta”, añade el profesor Alun Hubbard (Universidad del Ártico de Noruega).
Ni el calentamiento compensa el frío, ni lo contrario
Un estudio de científico de China sugirió el pasado marzo que, conforme a sus modelos, hacia 2100 tendríamos veranos de hasta seis meses de duración en nuestras latitudes. Es decir, temperaturas más cálidas antes y después del verano propiamente astronómico actual.
¿Compensa el frío que proyectan, también, los modelos ese calentamiento? investigador en dinámica atmosférica y cambio climático de la UCM Juan Jesús González Alemán ya explicó en Newtral.es que no es que se espere un “agosto de seis meses” en el futuro. Eso para empezar.

“Los extremos fríos se van a hacer cada vez más débiles porque tenemos un calentamiento de fondo del planeta”, explica. “Cuando tenemos un evento así en España es porque nos está llegando aire de zonas polares –precisa por videoconferencia–, si ese aire es también más cálido, aunque sea más frío que el que tenemos aquí, no podrán compensar ese calentamiento que tenemos en todas las regiones”.
Distinto es que se prevean fenómenos extremos más frecuentes y fuera de temporada, como tormentas violentas, gotas frías o huracanes en la cuenca mediterránea o el Atlántico norte. Estos últimos también tienen que ver con un calentamiento de las capas más superficiales del océano.
Para la oceanógrafa y física del clima Anna Cabré, que trabaja para la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), ya hemos alterado irremediablemente algunas de las piezas de este equilibrio térmico, como Groenlandia.
Ajena a este estudio nórdico, ella claramente vincula ciertos episodios de frío a cambios en corrientes que mantienen el aire frío retenido en zona polar y al derretimiento de hielo y la alteración oceánica. Pero “es un desequilibrio, no una compensación (…) La realidad es que estas dinámicas son supercomplejas”.
“De vez en cuando ese frío se escapa –como ocurrió cuando se juntó con la borrasca Filomena–. Pero ahora se escapa con más facilidad hacia Europa. Y esto es debido al cambio climático (…) Al final también es por calentamiento”, sentencia la doctora Cabré.
El día de mañana, pero no así
En 2004, Roland Emmerich imaginó un mundo colapsando por la emergencia climática ignorada por los gobernantes. En El día de mañana hay desprendimientos de bloques gigantes helados, huracanes masivos e interrupción de las corrientes oceánicas, como la del Golfo. Todo termina en una nueva glaciación.
Desde 2004, casi esto ha pasado de un modo u otro. Pero no en cuestión de semanas, como en la película. La mayoría de expertos consultados por Newtral.es coinciden en que semejante sucesión de acontecimientos se queda en la ficción, pero no deja de ser una visión del presente y futuro climático de la Tierra a cámara rápida, con matices.
Es un hecho que la Corriente del Golfo se está frenando. Esta gran cinta transportadora de agua nos acerca el calor de las inmediaciones de las costas caribeñas y de Florida hasta el Atlántico Norte, suavizando nuestro clima en costa y tierra firme. Shenfu Dong y otros colegas demostraron que entre 1993 y 2016 se ha desplazado hacia el sur y ha perdido velocidad.
Nada de glaciación instantánea, pero ya hace diez años, se registró una elevación de hasta 10 centímetros del nivel del mar en las costas norteamericanas por una ligera desaceleración de la corriente. Y, a este lado del océano, puede que algo menos de calor, pero a largo plazo.
«Es cierto que uno de los puntos que pueden ir a más frío, en los modelos de proyección del clima futuro, es el Atlántico norte», precisa Cabré. De ahí a una glaciación dista mucho. «Sí puede bajar la temperatura, pero eso afectaría a más al clima de Reino Unido o Escandinavia». Y no compensaría para bien el calentamiento derivado del carbono.
▶️❄️ VÍDEO | #Filomena, por sí misma, no hubiera provocado semejante nevada si no hubiera sido, curiosamente, por aire ‘cálido’ y húmedo.
— Newtral (@Newtral) January 10, 2021
Te lo explicamos con gafas, vaho y mascarilla. ?https://t.co/JPoTQ4vNik pic.twitter.com/9i0uB87E9Y
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