Dentro de 30 años habrá un 60% menos de nieve en los Pirineos, en el mejor de los casos, y la presencia de glaciares como el Monte Perdido, el Aneto o el Maladeta será residual o nula. Este es el escenario que los investigadores del Observatorio del Cambio Climático en los Pirineos (OPCC) proyectan en 2050 para la cordillera pirenaica, uno de los últimos reductos de glaciares del sur de Europa.
En la actualidad, el grosor de la capa de nieve en los Pirineos que se baraja es de siete centímetros de media anual, pero alcanza los dos metros en las zonas de mayor altitud y donde se encuentran los glaciares, según los datos del OPCC.
Este verano, las continuas e intensas olas de calor han sido de gran impacto para la cordillera. “Con las inspecciones visuales que hemos hecho, está claro que es muy probable que sea el peor año de los últimos diez que venimos midiendo. Ahora mismo es cuando estamos recabando este tipo de datos”, explica a Newtral Nacho López, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC.
A pesar de la variabilidad anual, en el conjunto de los Pirineos se ha producido un descenso significativo del espesor de nieve, y se prevé que vaya a más, tal y como destaca la investigación transfronteriza Hacia una cordillera sin hielo, en la que ha participado Nacho López.
El descenso del manto también lo certifica Juan Terrádez, investigador medioambiental del OPCC: “es un poco pronto para dar datos exactos, pero el retroceso ha sido descomunal”. Terrádez afirma que los Pirineos “están cambiando a una velocidad increíble que no tiene comparación con cambios que ha habido anteriormente a escala temporal geológica”.
El manto de nieve se reducirá al 60% en el mejor de los casos
De seguir con el ritmo actual de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero –el llamado escenario RCP 4,5 por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC)-, en 2050 el descenso del manto de nieve será del 60% respecto a la media de 1981-2010, según los indicadores del observatorio. En 2090, la reducción podría ser del 72%.
En el peor de los escenarios (RCP 8,5, un escenario donde el ritmo de emisiones sigue aumentando durante todo el siglo XXI), en 2050 la capa de nieve podría haberse reducido un 75%, y en 2090 los valores serían de más del 90% de reducción, dejando poco rastro de nieve.
“Está claro que con el aumento paulatino y progresivo de las temperaturas, si seguimos emitiendo lo mismo o dejando de emitir al poco ritmo que lo estamos haciendo, es probable que en 2050, a 2.000 metros de altitud el espesor de la capa de nieve sea la mitad”, declara Terrádez.
Para el experto, el principal origen de la reducción del manto de nieve es el cambio climático, “sin ninguna duda”. Terrádez sostiene como primera y principal causa “el aumento de las temperaturas debido a la alteración radical de la composición de la atmósfera a causa de las emisiones de CO2, provocadas principalmente por los combustibles fósiles”.
Por otro lado, los científicos del CSIC también han constatado un descenso significativo del manto de nieve pirenaico entre 1950 y 2000, confirmado para el periodo 1950-2010. La principal causa, señalan, es la falta de precipitaciones en los meses invernales. “El periodo de permanencia de la nieve en el suelo se reduciría en más de un mes, compartido entre el otoño y la primavera a lo largo de la estación fría”, apuntan en la publicación.

Los glaciares pirenaicos agonizan: un 23% menos de superficie en diez años
Un glaciar es una masa de hielo que se forma en alta montaña y que desciende lentamente por una ladera en forma de lengua. En los últimos 35 años, el 50% de los glaciares pirenaicos han desaparecido, según el OPCC. En la actualidad tan solo quedan 21, cuatro de ellos de gran extensión: el Aneto, el Ossoue, el Maladeta y el Monte Perdido, que juntos representan el 60% de la extensión de todos los glaciares de la cordillera.
En el año 2020 se registró el mínimo de superficie de glaciares desde que se empezaron a monitorear en los años noventa. De 2011 a 2020, la superficie glaciar se ha reducido un 23,2%, pasando de 293,9 hectáreas a 229,2, según los investigadores del CSIC. Los datos del estudio de Nacho López Moreno muestran una reducción de la superficie de los más extensos.
Este verano, destaca Juan Terrádez, “se ha acelerado de manera vertiginosa el ritmo de deshielo, y es muy visible sobre todo en el glaciar de Monte Perdido, que se ha desmoronado literalmente en estos últimos meses”. Además, el hielo fósil ha aparecido mucho antes que otros años en los Pirineos, destaca el experto: “ha sido un paso de gigante en un proceso que ya venía de por sí muy acelerado del cambio climático inducido por la acción del hombre.”
En el caso del Aneto, según el OPCC, en treinta años la superficie del glaciar se ha reducido a la mitad, de 100 a 47 hectáreas. Además, ha acabado dividiéndose en dos cuerpos de hielo separados. El Maladeta y el Ossoue siguen un ritmo similar de reducción. “Las tasas que muestran de retroceso y degradación son muy preocupantes”, añade López.
La temperatura media en los Pirineos ha incrementado un 1,6 grados desde 1959
En 2020, la temperatura media en el área del Pirineo fue de 11,4ºC, el año más cálido desde 1959. Además, el número de días de helada (el termómetro se sitúa por debajo de los 0ºC) se ha reducido en más de 15 días respecto a la media histórica, según el boletín del OPCC. “A no ser que pongamos un freno ya a las emisiones de gases de efecto invernadero, los inviernos serán cada vez más variables, como vienen siendo los últimos inviernos de extremos”, destaca Terrádez.
La temperatura media anual de la cordillera pirenaica ha incrementado a un ritmo de 0,2 ºC cada década, señalan los datos del observatorio, y con pocas diferencias entre ambas vertientes de la cordillera. El aumento es muy claro a partir de los años ochenta, siendo la última década la más cálida desde que existen registros.
Sin embargo, el incremento de la temperatura no es uniforme a lo largo del año. El verano es la estación que registra un mayor aumento de la temperatura, 2,3 grados, mientras que el invierno se registra un aumento de 1,1 grados. Por otro lado, el número de días de verano se ha incrementado en 24 desde los años sesenta, a un ritmo de 4,3 días de más por década.
“La tendencia al calentamiento parece que se mantendrá a lo largo del siglo XXI y a escala temporal anual podría oscilar entre los 2,8 y 4 ºC, según los peores escenarios”, apunta el estudio de López. Además, señalan que “los efectos del cambio climático serán más pronunciados en la vertiente meridional de la cordillera y en las zonas costeras”, aunque precisan que se basan en predicciones futuras no exactas.
Menos días de esquí e iconos del paisaje desaparecidos
Las consecuencias de un aumento de las temperaturas en los Pirineos son muy diversas, según un estudio del OPCC: desde cambios en la vegetación y la fauna hasta incendios, pasando por varios sectores económicos y sociales, entre ellos la práctica del esquí alpino.
El turismo de invierno es la principal fuente de ingresos en muchas zonas de los Pirineos, tal y como señala el observatorio. Un sector que en los últimos años se ha identificado como "extremadamente vulnerable” a los efectos del cambio climático. La investigación señala que cada vez es más difícil encontrar grosores por encima de los 30 cm o 100 cm en todas las estaciones de esta práctica deportiva.
Además, se ha ido posponiendo la fecha de inicio de temporada de esquí “con retrasos de entre cinco y 55 días en las estaciones a baja cota y entre cinco y 30 días en las estaciones a cotas medias”. Asimismo, el estudio expone que la demanda de agua para producir nieve también podría desencadenar en un conflicto “entre sectores hidro exigentes, especialmente en algunas subcuencas de los Pirineos”.
Por otro lado, la desaparición de los glaciares no supone un gran impacto hidrológico, pero sí a nivel social y económico. “Son un elemento icónico del paisaje pirenaico” señala Juan Terrádez, que también resalta su importancia a nivel de biodiversidad: “los glaciares son un registro fósil perfecto de los cambios climáticos que ha habido en el pasado”. López coincide en que “la pérdida de los glaciares es la desaparición de un paisaje icónico” y “la desaparición de un archivo ambiental que ha día de hoy se puede estudiar pero pronto será imposible.”
Dentro de 30 años, los Pirineos serán diferentes. “En 2050, seguramente no serán como los conocemos hoy en día, ni mucho menos, como tampoco lo son los Pirineos de hoy iguales a los que vivieron nuestros abuelos”, concluye Juan Terrádez.
- Nacho López Moreno, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología/Pyrenean Institute of Ecology (CSIC)
- Juan Terrádez Mas, investigador de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (Observatorio Pirenaico del Cambio Climático)
- Observatorio del Cambio Climático en los Pirineos (OPCC)
- Hacia una cordillera sin hielo: desaparición de los glaciares pirenaicos durante 2011-2020
- Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC)
- El Cambio climático en los Pirineos: impactos, vulnerabilidades y adaptación, OPCC