Fact Fiction

‘Múnich en vísperas de guerra’: una ficción de espías sobre el intento de frenar un conflicto inevitable

Newtral I Fotograma de 'Múnich en vísperas de guerra'
Tiempo de lectura: 7 min

Hubo un momento en el que parecía que la Segunda Guerra Mundial se había evitado. La firma de los Acuerdos de Múnich en 1938 sació a esa parte de la sociedad que pedía paz a toda costa, un hecho histórico que sólo logró retrasar el conflicto y que Christian Schwochow retrata en Múnich en vísperas de guerra (Netflix), basada en la novela de espías “Munich”, escrita por Robert Harris.

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El filme narra el momento en el que Adolf Hitler amenaza con invadir la zona conocida como los Sudetes, en la frontera de la entonces Checoslovaquia. Ante la amenaza de que esta acción pudiera desatar una nueva guerra, los Aliados, encabezados por Gran Bretaña y Francia, decidieron “permitir” a Hitler la anexión, guiándose por una política de “apaciguamiento” que finalmente se mostró inefectiva. 

Así pues, Múnich en vísperas de guerra toma como escenario un marco espaciotemporal que sí se corresponde con los sucesos históricos, pero conduce la acción a través de dos personajes principales −Hugh Legat (interpretado por George MacKay) y Paul von Hartmann (Jannis Niewöhner)− que no existieron. ¿Dónde está entonces el límite entre historia y ficción

La política expansionista de Hitler y la invasión de los Sudetes

Una de las obsesiones de Adolf Hitler fue recuperar el “espacio vital” alemán o lebensraum, es decir, los territorios que él consideraba que debían estar bajo mando de Alemania para garantizar la supervivencia del país. 

Sin embargo, la mayoría de estos territorios habían sido desmembrados del Imperio Alemán tras la I Guerra Mundial con los Tratados de Versalles (1919), explica Jorge Luengo, experto en Historia Contemporánea y coordinador del Máster en Historia del Mundo de la Universitat Pompeu Fabra.

“El nacionalsocialismo quiere resarcirse de las condiciones de la derrota de Alemania en la Gran Guerra. Los Tratados de Versalles les impedían estar rearmados, crear un ejército, les habían quitado territorio e impuesto sanciones económicas”, señala Luengo. Así, “con la introducción del servicio militar en Alemania, Hitler empieza a tumbar los pilares sentados por estos acuerdos”, apostilla el profesor y doctor en Historia de la Universitat de València, Toni Morant.

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El siguiente paso fue recuperar aquellos territorios separados del Imperio Alemán con su desmembramiento. En marzo de 1938, Austria se fusionó con Alemania tras las presiones del país germano, pero Checoslovaquia se resistía a hacerlo. Esto provocó que Hitler amenazara con invadir el país, escudándose en el argumento de que en esa zona habitaba una importante población de raíces alemanas, relata Luengo. Sin embargo, el tiempo demostró que la intención real del Führer era expandirse por Europa. 

El “documento secreto” de Hitler: el Protocolo Hossbach

Según el filme de Schwochow, las intenciones expansionistas de los nazis están plasmadas en un “documento secreto” que los protagonistas intentan hacer llegar al primer ministro británico, Neville Chamberlain (Jeremy Irons), para que no se deje engañar por Hitler.

Morant destaca que este documento existió de verdad y podría estar basado en el Protocolo Hossbach, salido de la reunión que Hitler mantuvo con el Estado Mayor del ejército alemán en 1937. “En esta reunión se deja claro que el objetivo último de Hitler es la guerra”, subraya Morant. “Hitler no sale de Múnich como un triunfador, si no molesto porque le han robado la ocasión de lanzar la guerra”, asegura.

La Conferencia de Múnich y la importancia de las alianzas en la Europa de entreguerras

La Conferencia de Múnich reunió en septiembre de 1938 a cuatro de las grandes potencias europeas del momento (Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña) para decidir el futuro del territorio checoslovaco. 

A esta reunión, como el personaje de Paul von Hartmann resalta en varias ocasiones, no fue invitada Checoslovaquia. Pero ¿por qué los británicos y los franceses tenían tanto interés en parar los pies a Hitler?

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La razón de la importancia de la invasión de los Sudetes para los Aliados era un acuerdo firmado entre Francia y Checoslovaquia tras la Gran Guerra, según el cual los franceses estaban obligados a ayudar a los checos en caso de agresión. 

Sobre esto, Morant recuerda que la película transcurre en el periodo de entreguerras, marcado por una pugna entre los que estaban a favor de mantener las fronteras salidas de Versalles (Aliados) y los que han salido perjudicados y demandan una revisión (el Eje)”.

Neville Chamberlaine y la política de apaciguamiento

Tanto Luengo como Morant coinciden en una cosa: Múnich en vísperas de guerra intenta rescatar y resarcir el papel de Neville Chamberlain, que junto a Adolf Hitler es uno de los personajes del filme que sí existió en la vida real. 

“La película intenta hacer que se deje de denostar a Chamberlain. Quiere presentarlo como una persona realista y utópica, en el sentido de que está dispuesto a todo por evitar la guerra”, opina Luengo. 

Para Morant, Múnich en vísperas de guerra acierta al presentar al exprimer ministro británico “no como alguien que hace lo que hace porque quiere, si no porque es el máximo representante de la política de apaciguamiento”. Para entender esta corriente, el historiador remarca varios hechos que deben tenerse en cuenta. 

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Por un lado, apunta que Gran Bretaña y Francia sufrieron más las consecuencias de la I Guerra Mundial que Alemania e Italia. “El trauma causado por la Gran Guerra fue muy grande porque tuvieron muchas más muertes que en la segunda”, explica Morant, quien remarca que la I Guerra Mundial se luchó con la idea de no permitir nunca más una guerra.

Por otro, el experto destaca que existe una “especie de mala conciencia”, sobre todo en los británicos, por “haber tratado con demasiada dureza a Alemania”. Además, Francia es consciente de su debilidad militar y de que no tiene oportunidad de ganar si no se apoya en Gran Bretaña, concreta.

La consecuencia de todo esto fue, como muestra el filme, la conocida como “política de apaciguamiento”. Esta se basaba en la idea de “calmar las ansias expansionistas de Hitler”, en palabras de Luengo. 

¿Ecos de Múnich en Kiev?

La amenaza de invasión de un país a otro Estado soberano es una historia que a día de hoy no nos resulta lejana. Tampoco los intentos de mediación para que dicha amenaza se convierta en realidad.

Desde que el pasado diciembre el Pentágono detectara movimientos militares de Rusia en la frontera con Ucrania (a quien reclama determinados territorios por ser hogar de población de origen ruso), tanto Estados Unidos como la Unión Europea y la OTAN han intentado mediar para evitar un nuevo conflicto armado en el Viejo Continente.

El historiador y profesor de Princeton Harold James alertó de las similitudes de ambos momentos históricos el pasado enero en un artículo. “Con Estados Unidos y sus aliados de la OTAN negociando para evitar que Rusia invada Ucrania, muchos se apresuran a invocar el apaciguamiento de Hitler en 1938”, señala James en su artículo.

“Si se extraen las lecciones correctas de ese episodio, otro conflicto violento no tiene por qué ser inevitable”, apostilla el historiador. Esta advertencia, sin embargo, parece que no ha sido escuchada.

Fuentes:

  • Enciclopedia del Holocausto
  • Jorge Luengo, experto en Historia Contemporánea y coordinador del Máster en Historia del Mundo de la Universitat Pompeu Fabra
  • Toni Morant, profesor y doctor en Historia de la Universitat de València
  • Artículo de Harold James