Menos metano y más bosques contra el CO2 en pactos no vinculantes

Imagen de vacas en una granja | Shutterstock
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Un centenar de países se han unido a un pacto para recortar un 30% las emisiones de gas metano, impulsado por EE.UU. y la UE. Según la ciencia evaluada en el informe de IPCC, es el responsable de una cuarta parte del incremento de las temperaturas desde el inicio del siglo pasado. El metano que viene de la actividad humana tiene que ver tanto con las explotaciones petroleras y gasísticas (el metano es el llamado ‘gas natural’) y la ganadería intensiva.

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La administración de John Biden llevaba el tema del metano en su agenda para la presente Cumbre de Glasgow COP26, después de que su antecesor tuviera una política pro gasística en EE.UU. Por primera vez, la Agencia de Protección Ambiental norteamericana tiene la intención de limitar el metano proveniente de aproximadamente un millón de plataformas de petróleo y gas. Donald Trump acabó con las reglas federales para evitar fugas de esas plantas. Ahora, Biden quiere restaurarlas, así que tampoco se trata de una apuesta por abandonar esos fósiles.

Un recorte del 30% en las emisiones de metano (gas natural) nos ahorraría 0,3ºC. Pero China, Rusia e India no están por la labor.

Pero los expertos consideran que pese la importancia de las metas marcadas por EE.UU., es imprescindible que se sumen los otros grandes contaminadores globales como China e India, que no alcanzarán la neutralidad de carbono hasta 2060. Robert Howarthm (Universidad de Cornell), especializado en el tema, cree que “el Compromiso Global sobre el Metano es un gran paso en la dirección correcta, pero se queda corto en cuanto a la reducción de emisiones que la ciencia nos dice que es necesaria”.

A su juicio, es posible reducir las emisiones de metano procedentes de la agricultura de forma significativa y rentable, al igual que otras fuentes, pero falta concretar herramientas; eso “incluye el fomento de un cambio hacia dietas más saludables con menos carne y productos lácteos y de mejor calidad”.

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Metano, más allá de los eructos de vaca

Tendemos a ver al metano como un gas asociado a los gases de la digestión del ganado bovino. Y es verdad, sobre todo en forma de eructos (fermentación entérica). Según datos de la FAO, por disparatado que pudiera parecer, las más de 1.500 millones de vacas que criamos intensivamente en granjas constituyen más de un 5% de las emisiones de efecto invernadero. Y hay que sumar el metano que desprende el estiércol. La agricultura industrial ya es responsable del 44% de las emisiones mundiales de metano.

Según Reyes Tirado, investigadora senior del Laboratorio de Investigación Internacional de Greenpeace en la Universidad de Exeter (Reino Unido), sería necesario ”estimular una reducción global del consumo de carne en un 50% para 2050 y apostar por una agricultura y ganadería realmente sostenibles”. Las emisiones de metano del ganado y el estiércol han aumentado drásticamente en un 70% desde 1961.

La Evaluación Global sobre el Metano, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) destaca la necesidad de reducir las emisiones de metano para limitar el cambio climático. Al hilo de esto, Greenpeace señala que lo que conocemos como ‘gas natural’ llega a componerse en más del 80% de metano y, por tanto, “no puede tratarse como una alternativa al carbón o el petróleo”.  

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Para Nusa Urbancic (Fundación Changing Markets), “es decepcionante que ignoren a los mayores contaminantes: la industria cárnica y láctea. No se trata de agricultores individuales, sino de regular una industria dominada por un puñado de empresas multimillonarias”.

El metano ha sido bandera del enviado especial de Biden para el cambio climático, John Kerry. El exvcepresidente viajó a China para tratar de recabar el respaldo de Pekín, pero las tensiones geopolíticas y económicas entre los dos grandes poderes mundiales han impedido un acercamiento significativo.

1.000 millones en árboles y un pacto contra la deforestación de los bosques con Bolsonaro

Además del metano, la Alianza contra la Deforestación ya suma el compromiso de 100 países y una treintena de empresas, que básicamente prometen –aunque no es vinculante– dejar de poner dinero en la destrucción de los bosques, a partir de 2025. La sorpresa es que dos grandes contaminadores/emisores como el Brasil de Jair Bolsonario y la Rusia de Vladimir Putin se han adherido.

Los dos tienen buenas razones de índole económica: les puede ser rentable proteger a sus enormes superficies boscosas. Sólo Rusia alberga el 20% de los bosques del planeta. Y los árboles son, junto al océano, grandes sumideros de CO2. Gracias a ellos, pueden compensar parte de sus emisiones industriales, como las del gas metano, justamente.

Área deforestada | M. Cruppe
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Rusia tiene un problema añadido: el deshielo que libera gases de efecto invernadero. “Ocurre a través del permafrost, suelo congelado”, señala el oceanógrafo de la Universidad Rey Abdalá Carlos Duarte. “Cuando este se deshiela, hay descomposición microbiana de la materia orgánica almacenada allí durante miles de años y puede dar lugar a emisiones de CO2 pero, sobre todo de metano”.

En el Ártico, además, hay grandes depósitos de hidratos de metano, “relativamente inestables, y cuya fusión puede llevar a grandes libreaciones de este gas; por ahora no hay evidencias de que haya empezado [a liberarse], pero es un riesgo ante el aumento de las temperaturas”, señala este experto internacional a Newtral.es, destacando el papel de los océanos como primer sumidero de carbono, más que los bosques incluso.

La Alianza contra la Deforestación no es vinculante, pero países con gran superficie boscosa pueden beneficiarse del potencial de los árboles para equilibrar sus cuentas de carbono.

Para la directora ejecutiva de Greenpeace Brasil, Carolina Pasquali, ni siquiera hay una motivación comercial de carbono. En una nota ha explicado que si un negacionista climático como Bolsonario “se sintió cómodo firmando este nuevo acuerdo [es porque] permite otra década de destrucción de bosques y no es vinculante. Mientras tanto, la Amazonia ya está al límite y no puede sobrevivir a más años de deforestación”.

La Unión Europea, por su parte, contribuirá con 1.000 millones de euros a la iniciativa global para frenar la deforestación antes de 2030. Bruselas destinará 250 millones específicamente para proteger la cuenca del Congo. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen explicó también presentará antes de final de año una iniciativa para garantizar que los bienes y productos que se vendan en el mercado europeo no entrañe deforestación en origen.

El compromiso para frenar la deforestación está suscrito, por ahora, por algunos de los grandes países con reservas de la biosfera: Colombia, Indonesia, Brasil, China, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Guatemala, Perú, Rusia, Uruguay o EE.UU. Si cumplen, irá acompañada del desembolso conjunto de 12.000 millones de dólares de inversión pública (unos 10.340 millones de euros) y 7.200 millones de dólares de inversión privada (unos 6.200 millones de euros) para 2030. 

1 Comentarios

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  • ¿Estas son las medidas para frenar el cambio climático? Pues no servirán de nada... La única solución es decrecer, consumir menos de todo, comprar menos, viajar menos, gastar menos... Y esta en nuestra mano, como consumidores tenemos todo el poder. ¿Lo haremos? No lo creo.