Somos glicina, como somos polvo de estrellas. Esta molécula está en carne, pescado y leche. Lo saben bien deportistas que toman suplementos nutricionales. Sirve para sintetizar proteínas. Y las proteínas son la base de la vida cuando empiezan a plegarse. Seguramente, también fuera de nuestro planeta, si la hay. Incluso sin estrellas.
Los resultados de un estudio publicado en Nature Astronomy sugieren que la glicina, y muy probablemente otros aminoácidos, se forman en densas nubes interestelares mucho antes de que se transformen en nuevas estrellas y planetas. La fábrica de ladrillos de vida no necesita del ‘calor’ o luz de las estrellas.
Esto lo hemos podido saber viajando a cometas como Churyomov Gerasimenko (Chury). La misión Rosetta, capturó en 2016 sustancias de la coma –polvo alrededor del núcleo– del cometa . En estas muestras, sumadas a la de la misión Stardust, encontraron glicina. Nada tendría de especial, si no fuera porque, hasta ahora, se pensaba que estos aminoácidos necesitan de mucha radiación. Y esta viene de las estrellas.
Sergio Ioppolo, de la Universidad Queen Mary de Londres aclara que «la química oscura se refiere a la química sin la necesidad de radiación energética (sin luz de estrellas, por ejemplo)». Ioppolo tiene una fábrica de cosmos con la que puede recrear oscuras nubes interestelares.
«Las partículas de polvo frío están cubiertas por capas delgadas de hielo y posteriormente procesadas por átomos que impactan y hacen que las especies precursoras se fragmenten y los intermedios reactivos se recombinen». Traducido: incluso en la completa oscuridad sin estrellas, hay reacciones químicas que producen ladrillos de la vida.
Ladrillos de vida, en cualquier parte con condiciones ideales aun sin ‘luz’
Los científicos demostraron por primera vez que se podía formar metilamina, la especie precursora de la glicina que se detectó en el coma del cometa Chury. Luego, utilizando herramientas de diagnóstico precisas, pudieron confirmar que también se podía formar glicina y que la presencia de hielo de agua era esencial en este proceso.
Una investigación adicional utilizando modelos astroquímicos confirmó los resultados experimentales. Digamos que el ordenador se encargó de trasladar estas reacciones, que en laboratorio ocurren en un día, a las escalas interestelares: millones de años.
«A partir de esto, encontramos que se pueden formar cantidades bajas pero sustanciales de glicina en el espacio, con el tiempo», añade la profesora Herma Cuppen de la Universidad de Radboud (Países Bajos), responsable de algunos de los estudios de modelado dentro del documento.
«La conclusión importante de este trabajo es que las moléculas que se consideran ladrillos básicos de la vida ya se forman en una etapa mucho antes del inicio de la formación de estrellas y planetas», sentencia Harold Linnartz, director del Laboratorio de Astrofísica del Observatorio de Leiden.
«Una formación tan temprana de glicina en la evolución de las regiones de formación de estrellas implica que este aminoácido se puede formar de manera más ubicua en el espacio y se conserva en la mayor parte del hielo antes de su inclusión en los cometas y el material del que finalmente los planetas se hacen.»
Una vez formada, la glicina también puede convertirse en precursor de moléculas orgánicas complejas
Una vez formada, la glicina también puede convertirse en un precursor de otras moléculas orgánicas complejas. «Siguiendo el mismo mecanismo, en principio, se pueden agregar otros grupos funcionales a la columna vertebral de glicina, dando como resultado la formación de otros aminoácidos, como alanina y serina en nubes sin estrellas en el espacio.
Al final, este inventario molecular orgánico enriquecido es incluidos en cuerpos celestes, como cometas, y entregados a planetas jóvenes, como sucedió con nuestra Tierra y muchos otros planetas.
Hacia una sopa primigenia más oscura
La teoría de la sopa primigenia o caldo primordial postula que en la joven Tierra se dieron varias reacciones químicas que, ayudadas por descargas eléctricas, terminaron por formar moléculas orgánicas, ladrillos para la vida, que se unieron para dar lugar a las posteriores cadenas de ARN y ADN con instrucciones para replicarse.

Hay laboratorios que tratan hoy de replicar aquellas condiciones primigenias de la Tierra. Han conseguido tener moléculas orgánicas y protoformas que podrían evolucionar a estructuras replicantes. Uno de los más conocidos experimentos es el de Miller-Urey: demostró que se podían formar moléculas orgánicas a partir de química ajena por completo a la vida. Ahora sabemos que las proteínas (química orgánoca) se pueden formar en condiciones muy alejadas a las de la Tierra y sin necesidad de la radiación de las estrellas.
La cuestión es que si rebobinásemos la película de la historia de la vida, podríamos ver las condiciones del pasado terrestre. Y con ello, intentar fielmente recrearlas. El problemas es que, al dar otra vez al play, la película sería seguramente distinta. Creemos que puede haber muchas maneras diferentes de que se formase la vida. En cada sitio, y desde condiciones iniciales diferentes, la historia orgánica sería diferente.
Buenas tardes,
He leído el artículo y me gustaría mandarles la imagen de una pieza rocosa muy peculiar encontrada en un pantano. Dicha roca, estaba junto a varias piedras fundidas de distintas tonalidades e incluso cristalizadas. Todas ellas formaban un círculo de unos 2 m de diámetro.
Me gustaría saber el origen de dicha pieza.
Saludos