¿Cómo concienciar sobre la emergencia climática a una persona que ya vive el miedo y la incertidumbre de la pandemia? Durante el estado de alarma, Ainhara García y sus compañeros del grupo ecologista juvenil Fridays For Future (FFF) España se hicieron esta pregunta una y otra vez.
“Decidimos trasladar el activismo a las redes sociales y dejamos nuestras demandas en un segundo plano porque la emergencia sanitaria era lo prioritario”, cuenta esta estudiante.
Más de seis meses después del estallido de la pandemia en España, los jóvenes de FFF volverán a salir a las calles a protestar por “el futuro de todos” este 25 de septiembre. Y no serán los únicos. Colectivos ecologistas de todo el mundo han convocado una huelga global por el clima para demandar “justicia social para salir de todas las crisis: la sanitaria, la económica y la climática”.
“La situación de la pandemia es aún grave, por lo que las protestas presenciales se harán con responsabilidad y manteniendo las medidas sanitarias”, precisa Alejandro Martínez, miembro de FFF Madrid. “En estos meses hemos visto manifestaciones por todo tipo de causas. Pero la crisis climática no solo afecta a unos pocos. Se trata del futuro y la supervivencia de todos, por eso no podemos esperar más”, añade.
Las acciones globales de este viernes se desarrollarán de forma física o virtual en función de la situación y las restricciones sanitarias de cada país. En España, las protestas —lideradas por FFF España y la plataforma Alianza por el Clima— se celebrarán en más de 20 ciudades de todo el territorio. En algunas como Madrid, Barcelona, San Sebastián o Granada se han convocado sentadas en las calles.
Medidas para “garantizar la seguridad de los asistentes”
“Como la convocatoria es abierta y puede unirse quien quiera, hemos diseñado un protocolo de actuación para garantizar la seguridad de los asistentes”, informa Martínez, quien explica que en Madrid, por ejemplo, “habrá entre treinta y cuarenta activistas, encargados de informar de las medidas de seguridad, que además velarán para que se cumpla la distancia social y la obligación de llevar mascarillas”.
Mantener una separación de 1,5 metros, no fumar, evitar acudir a la manifestación en transporte público y llevar gel desinfectante son algunas de las recomendaciones que contiene el documento que ha difundido FFF entre los miembros de su colectivo. “No podemos controlar quién viene a las marchas, pero queremos que las personas de las zonas confinadas respeten las restricciones y se queden en sus casas”, subraya Martínez.
El pasado 28 de agosto, FFF Madrid organizó una protesta frente a la Embajada de Brasil en España en contra de la destrucción de la Amazonia que sirvió como “prueba piloto” para poner en práctica el protocolo de seguridad que han diseñado.

“Fue una manifestación pequeña, de unos veinte asistentes, pero comprobamos que las sentadas, en las que cada persona ocupa una posición de la que no tiene que moverse, funcionan como fórmula para mantener la distancia social”, señala el activista.
En lugares como Alicante, las reivindicaciones se realizarán a través de las redes sociales. Otros municipios más pequeños como Tomelloso (Ciudad Real) también se han unido a la iniciativa. Allí se hará una recogida de carteles en institutos y puntos determinados de la ciudad para colocarlos en la plaza de la ciudad como protesta.
La pandemia y la crisis ambiental
Hace justo un año, la huelga por el clima logró movilizar a millones de personas en 150 países distintos. Pero la imagen de las protestas de este viernes será muy distinta. No solo por la marea de mascarillas, también por el menor número de asistentes que acudirá y por el ánimo con el que estos encaran la huelga.
“Después del éxito en visibilidad que tuvo la acción climática el año pasado, el 2020 estaba marcado como un momento decisivo para materializar los compromisos medioambientales en leyes climáticas. Con la pandemia cambió todo”, explica Nacho García, coordinador de movilizaciones climáticas de Greenpeace, una de las ONG que participan en las manifestaciones como parte de la plataforma Alianza por el Clima.
El coronavirus y sus efectos en todo el mundo no solo desterraron el medioambiente de lo alto de la agenda política, también obligaron a suspender las citas más importantes por el clima, como la Cumbre del Clima de Glasgow (COP 26), pospuesta para el 2021, donde se esperaba llegar a un compromiso formal de reducción de emisiones conjunto del 55%.
En España, la huelga se celebra tan solo ocho meses después de que el Gobierno de España anunciase el estado de emergencia climática, una declaración con la que se comprometió a ejecutar “30 líneas de acción prioritarias” para combatir el cambio climático con políticas transversales.
“Hasta ahora, la declaración no se ha traducido en medidas contundentes”, sentencia García, quien matiza, sin embargo, que la situación actual abre una ventana de oportunidad porque “hemos visto que cuando hay verdadera voluntad política y social se pueden adoptar cambios a todos los niveles como ha ocurrido durante la crisis del coronavirus”.
Reducir los viajes, el turismo y el consumo masivo. Para que eso pase de ser una respuesta puntual a algo cotidiano es “necesario insistir en que tras la emergencia sanitaria, el cambio climático es urgente porque también repercute en la salud y en otros asuntos sociales como las migraciones o el empleo, que nos afectan directamente”, defiende.
Por eso, el manifiesto de la huelga de este año, además de hablar de la relación entre la pandemia y la emergencia climática, demanda “cambios sistémicos” en el trabajo, el modelo industrial, el sector primario, el turismo y el sector público. “Es momento de impulsar el cambio que queremos, un cambio que ponga en el centro a las personas, los cuerpos, los territorios y la Tierra”, dice el documento.
Del activismo a los cuidados
“No recuerdo la última vez que tuve un día libre. ¡Pero va a ser tan genial cuando todo esto del clima se haya arreglado! Creo que me iré de vacaciones entonces. Sólo tengo que aguantar unas cuantas décadas más”. Con este mensaje publicado en Twitter el 16 de agosto, la activista sueca Greta Thunberg resumía el estilo de vida que comparten muchos activistas.
En la lucha por el planeta no hay descansos. Y lejos de darles un respiro, la pandemia les ha puesto las cosas más difíciles.
“Mantener los hábitos que teníamos antes ha sido casi imposible en un mundo de mascarillas, guantes y dosis desechables”, cuenta Sara Valentín, de la asociación juvenil por el medioambiente Esporánea.
“El activismo también tiene que ver mucho con la comunidad, con crear una red de apoyo y compartir tiempo y espacio con personas que creen y trabajan en lo mismo que tú”, señala García. Así, el confinamiento, la distancia, la imposibilidad de mantener algunos hábitos y la crisis social, laboral y sanitaria, han provocado “mucha frustración en unos jóvenes que ya de por sí vivían una situación incierta”, añade.
Según cuenta esta joven, para hacer frente a esto “intentamos dar mayor relevancia a la parte de los cuidados, a estar ahí para otros, aunque fuese de forma virtual.
Uno de los puntos principales de la huelga de este año será precisamente poner en valor el sentimiento de comunidad que ha aflorado durante los últimos meses, según recoge el manifiesto de las protestas. “Al fin y al cabo, cuidar del planeta supone cuidarnos los unos a los otros”, comenta García.
Acciones fuera de España
Según anunció Thunberg en Twitter, este 25 de septiembre habrá más de 2.500 acciones climáticas en todo el mundo, coincidiendo con la celebración de la 75º Asamblea General de Naciones Unidas, que cada año reúne a los líderes mundiales para debatir sobre cuestiones de interés global. Un total de 20 países de Europa participarán en las manifestaciones, como indica la plataforma ClimateCareUprising.
El joven burgalés Alejandro Quecedo, que estudia actualmente en Noruega, se unirá a la manifestación que organiza su instituto este viernes. “La protesta constará de la lectura de varios discursos, manifiestos y otras piezas literarias relacionadas con la acción climática. Dadas las circunstancias, solo contará con estudiantes y será algo simbólico”, cuenta.
En septiembre de 2019 Quecedo representó a España en la cumbre de jóvenes activistas contra el cambio climático celebrada en Nueva York. Para él, el éxito de la huelga de este 2020 no depende del número de personas que acuda a la convocatoria.
“Lo verdaderamente importante es que no se deje morir el activismo climático con las protestas cuando estas pierdan la atención y el interés de la gente. Las manifestaciones nos dieron voz. Ahora es el momento de aprovechar ese espacio para impulsar soluciones y para que los políticos tiendan puentes con los científicos porque no hay salida de las crisis sin la ciencia. Cada día queda más claro”, concluye el joven.