García-Sastre: “Mi impresión es que la pandemia ha acabado y nos quedan los coletazos”

Adolfo García-Sastre | M.V., Mount Sinai
Adolfo García-Sastre | M.V., Mount Sinai
Tiempo de lectura: 12 min

El 20 de junio de 2021, el virólogo Adolfo García-Sastre se dirigió hacia el Madison Square Garden de su ciudad, Nueva York. Hacía semanas que llevaba puestas sus vacunas y una especie de tablero de ajedrez cubista, en su bolsillo, daba fe de ello: el QR del certificado covid se confudía con las entradas para ver a los Foo Fighters, que esa noche flirtearon con la música de Radiohead y tocaron ‘Creep’. “Aquel día se podía, por primera vez, ir a un gran concierto sin mascarilla”, recuerda el veterano investigador.

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What the hell am I doin’ here?‘, debió de corear y pensar para sí más de un asistente entre aquella multitud (palabra tabú durante año y medio), la primera de una Nueva York que despertaba a los macroeventos sin mascarilla y con aforo completo: 15.000 rockeros juntos después de 466 días. La música del fin de la pandemia.

García-Sastre (Burgos, 1964), uno de los mayores expertos mundiales en gripe y otras enfermedades virales, sintió aquella noche que “la vibración era la una pandemia que se había acabado. El poder estar bailando rock’n’roll fue una sensación muy agradable”. Pero la fiesta se acabó apenas cuatro semanas después. “Claro, luego llegaron delta y ómicron y las cosas cambiaron. Pero fue un paréntesis muy emocionante”, cuenta a Newtral.es en una efímera visita a Madrid, que coincide con el segundo aniversario de la declaración oficial de la pandemia. Le llama la atención cómo España sigue siendo fiel a la mascarilla, mientras nos interrogamos si este descenso truncado de la ómicron patria es también un paréntesis o unos puntos suspensivos.

  • PREGUNTA. En EE.UU. se decretó en julio el fin de la epidemia con un espectáculo de fuegos artificiales. Luego llegaron las olas delta y ómicron. ¿Cómo se sale, simbólicamente, de una pandemia?
  • RESPUESTA. Nunca se sabe con seguridad hasta que pasa tiempo y se sabe que no va a dar problemas, y eso hace muy difícil poderlo celebrar. Mi impresión es que la pandemia ha acabado ya. Lo que tenemos son coletazos, casos que no van a ocasionar colapsos o problemas económicos. Pero no podemos excluir del todo que tengamos algún otro en el futuro una situación similar a la que nos colocó ómicron. Pero cuando queramos estar seguros tendremos la impresión de que ya ha pasado mucho tiempo. Por otro lado, una pandemia ‘se acaba’ cuando decae el interés y deja de cubrirse por los medios. El virus será noticia sólo cuando haga algo raro. Es normal que se relegue, más aún con una guerra que no es algo precisamente trivial.
  • P. ¿Hay gente para la que, a título individual, la pandemia se acabó y puede estar tranquila?
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  • R. Sí, esto se celebra un poco a modo individual. Si has pasado dos infecciones o te has vacunado y has tenido una infección prácticamente a ti no te va a pasar nada. Es verdad que es posible que haya que poner en algún momento algún tipo de restricciones para la población, pero en lo particular… Recuerdo que cuando me vacuné, para mí ese fue el mejor momento de la pandemia. Saber que no iba a enfermar severamente, con una vacuna de una eficacia [frente a lo que circulaba entonces] del 92%.
  • P. Sabemos que con vacuna es difícil que vayamos al hospital, pero ¿no habrá un riesgo a que, si sigue habiendo olas, sumemos casos de covid persistente o secuelas como la pérdida de olfato?
  • R. No sabemos muy bien qué secuelas podría causar, como el reciente estudio sobre efectos en el cerebro en casos de covid no severo, que puede parecer algo preocupante. Es demasiado pronto para pensar que pueda tener muchas consecuencias de manera generalizada, no conozco ninguna epidemia en la historia de la humanidad que haya derivado en secuelas generalizadas permanentes en la población. Las más conocidas son las evidentes de la polio y ni siquiera las tenía todo el mundo. Pero, efectivamente, es algo a lo que quizás tengamos que enfrentarnos en el futuro. Al final nos vamos a infectar todos, porque va a seguir circulando y nos vamos a encontrar alguna vez en nuestra vida con el virus.
  • P. En lo que a mascarillas se refiere, usted viene ‘del futuro’, de EE.UU. ¿Cómo es la vida sin cubrebocas en los interiores?
  • R. Hay gente que todavía la lleva por miedo y ahora empiezan a decirles que qué hacen con la mascarilla puesta, cuando antes el reproche era al revés. El que la lleva comienza a ser el raro. Para mí no ha sido algo que me haya supuesto mucho, quizás porque cuando era joven estaba acostumbrado a usarla cuando iba en bici en primavera, con una alergia espantosa. La experiencia del concierto fue muy agradable.
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España afronta la decisión de retirar la mascarilla en interiores justo cuando el descenso de la sexta ola se ha truncado. Lo que parecía el adiós a los contagios masivos con ómicron se estanca en más de 20.000 casos diarios. Esa tendencia al alza, tras una caída continuada en los casos durante febrero, se observa en otros países de nuestro entorno. Sin embargo, este repunte no es está traduciendo en nuevas restricciones o en frenos a la ‘desescalada’ de las escasas medidas de control en vigor. ¿Nos dan igual ya los contagios? ¿Era esto ‘gripalizar‘ la covid?

“En EE.UU., quien lleva puesta la mascarilla en interior empieza a considerarse el raro, cuando antes era al revés”

Adolfo García-Sastre es uno de los mayores expertos internacionales en gripe. La enfermedad pandémica que “más calamidades ha producido en los últimos siglos”. Para él, no son comparables SARS-CoV-2 e influenza, aunque la idea de gripalización parece referirse más a cómo se gestione y monitorice la covid a partir de ahora. El virólogo pone el foco, sin embargo, en la enorme eficacia de las vacunas contra el coronavirus, para evitar la muerte y hospitalización.

A su modo de ver, la covid es una enfermedad más incómoda que mortal entre las personas inumunizadas. Y tener el SARS-CoV-2 no equivale a tener covid. A su modo de ver, un asintomático no es un enfermo de covid. “Y sin embargo, las vacunas tienen un tope”. No sólo para frenar la transmisión, sino para evitar la enfermedad grave entre inmunodeprimidos. Esta sexta ola, con un 92% de los mayores de 12 años vacunados, deja más de 11.000 muertes. “En este punto, los antivirales pueden ayudar mucho”. Al menos mientras en virus siga circulando mucho, como es el caso.

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  • P. Estábamos asistiendo a un descenso muy rápido de la ola que se ha frenado. ¿Vamos hacia una séptima ola de quienes todavía no han pillado ómicron?
  • R. Imagino que llegaremos a una especie de meseta, donde habrá ligeros baches arriba y abajo hasta que se estabilice y la mayor parte de la población haya tenido contacto con ómicron. Esa meseta puede ser un poquito larga, pero es difícil que suban los casos del modo que subieron en el pasado. Al final, si has pasado la covid [con otra variante], tienes protección durante un tiempo y la gente lo ha pasado a lo largo de un periodo bastante grande, de al menos tres meses.

Puede que entremos en una meseta de contagios pero no una nueva gran ola. No bajarán hasta que la mayoría se haya contagiado con ómicron.

  • Eso hace que no todo el mundo sea igualmente susceptible. Ahora mismo hay menos gente susceptible de contagiarse que cuando vino ómicron. Por eso es difícil que agarremos una ola como antes y estemos hablando de meseta. En realidad, es lo que pensaba que iba a ocurrir cuando los casos empezaron a subir lentamente durante semanas antes de la explosión de ómicron. Pero imagino que será lo que ocurrirá ahora.
  • P. Nuestras proyecciones de la era ‘post-delta’ se fueron al garete con ómicron. ¿Hay margen para que llegue a medio plazo la variante ‘pi’ rompiendo los esquemas?
  • R. No se puede excluir completamente. Es difícil, la verdad. Pero también era difícil que llegase ómicron. Está también el problema de un resurgimiento de delta. Tendríamos a las dos circulando a la vez. Pero una ola como la de ómicron es muy improbable, aunque no imposible.
  • R. Está en una zona ‘muy gris’. Antigénicamente sí que son suficientemente distintas como para que le pongamos una letra griega. Pero es una cuestión semántica.
  • P. ¿Le queda margen biológico al coronavirus para seguir mutando y volverse aún más contagioso?
  • R. Es verdad que puede haber llegado a un cierto tope para mejorar la transmisión básica en humanos. Pero lo que no podemos excluir es la evasión de la inmunidad que tenemos y recontagiar. De todas formas, esa evasión [de vacunas o infección previa] no va a ser completa. Es muy difícil para el virus escapar del todo, entre las células T, que son muy difíciles de esquivar (para el virus) y muchos anticuerpos contra muchos epítopos neutralizantes (partes del virus donde se puede agarrar un anticuerpo para bloquearlo). Mucho tiene que cambiar el coronavirus para poder evadir completamente la respuesta defensiva. Somos nosotros los que hemos reducido su capacidad de transmisión al estar más inmunizados. Al virus sólo le queda ‘decir’: ¿cuánto puedo cambiar para poder contagiar a la gente que tiene cierta inmunidad, como ocurre con la gripe?

  • R. Tiene que pasar bastante tiempo para que sea un problema. Los virus que están quedándose en reservorios animales son los que hemos tenido los humanos ya. Para que vuelvan a infectarnos tienen que cambiar lo suficiente en el animal para poder comenzar infecciones humanas nuevas. Es lo que pasó en 2009 con la pandemia de gripe. Fue un virus que entró en el reservorio de los cerdos en 1918 y tardó más de 90 años en saltar, es decir, tuvo que pasar ese tiempo como para que hubiera suficientes diferencias evolutivas entre aquel y el del 2009 y que volviera a humanos como algo distinto, que pudiera infectarnos, facilitando el salto. Los reservorios serán más preocupantes con el tiempo.
  • R. El salto zoonótico un mes antes de que se detectase en Wuhán sigue siendo la hipótesis más plausible. Es más difícil el pensar que sea de otro modo, pero no se puede excluir. Seguimos sin saber si ha habido un reservorio intermedio. Imaginémoslo desde la perspectiva de un ciervo. Piensa que eres un ciervo de cola blanca, de los que se contagian del SARS-CoV-2. Te preguntarías ¿dónde me he contagiado de este virus, de dónde ha salido? Podrías pensar que te lo ha pegado un humano, porque resulta ser un coronavirus muy parecido al que ahora tenemos los ciervos. Pero yo, que soy un ciervo salvaje, no suelo estar en contacto con humanos. Pero sí, quizás, con gatos. No podemos excluir que me lo haya contagiado un gato al que se lo ha transmitido un humano. Porque lo cierto es que es difícil de explicar que, con los pocos contactos que hay entre humanos y ciervos de cola blanca, haya comunidades de ciervos con un 20% de seropositivos en distintos sitios. En nuestro caso, lo más probable sigue siendo que haya saltado de murciélagos a humanos. El virus no estaba completamente adaptado y la prueba es que ha tenido que ir produciendo distintas mutaciones y variantes [para ‘acomodarse’ entre los humanos].

García-Sastre cree que la pandemia, si no ha acabado ya, lo hará antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo decrete. “Queda relegada a las páginas interiores de los periódicos, aunque siga habiendo contagios”. Pasó con la gripe de 1918. Pese a la ola de 1920, la gente se cansó y dejó de prestarle atención. El mundo salía de la Gran Guerra hace 100 años y ahora sale de una pandemia para meterse en otro conflicto armado.

“En las guerras, tradicionalmente han muerto más soldados por neumonía y otras bacterias que por heridas de armas”

¿De qué estaremos hablando dentro de un año? “El 11 de marzo de 2023 lo mismo estamos hablando ruso”, dice con una amarga ironía, parafraseando las proclamas que casi no escuchábamos desde la Guerra Fría, mientras recuerda cómo la historia se repite tristemente. Sin embargo cambia el tono y prefiere pensar en una nueva vuelta a la ‘vida prepandémica’. Con conciertos y otros macroeventos ya normalizados por completo, lanzando un deseo: “En marzo de 2023 estaremos todavía hablando de cómo España es campeona del Mundial de Fútbol [que se celebra el próximo invierno]“. 

  • P. Guerra y pandemia. ¿Vuelve el binomio, como ocurrió en 1918 cuando nos cayó el sambenito de la  gripe ‘española’?
  • R. A los países que estaban en guerra no les interesaba que se supiese que había una epidemia que estaba matando a sus soldados en el frente. Eso se censuró. Hubo más gente que murió de gripe que por heridas de guerra. Y era lo habitual. Incluso sin necesidad de una pandemia. La mayor parte de los soldados morían de neumonía o gangrena, antes de la existencia de antibióticos e higiene. En sitios confinados es muy fácil que se propaguen las bacterias. Ahora es curioso que estemos saliendo de una pandemia y entrando en una tragedia como esta. Así somos los humanos.

1 Comentarios

  • Se habla de la supuesta inocuidad de la variante ómicron BA.1 y BA.2 y la protección que tenemos los vacunados co tres dosis, pero, yo me pregunto ¿si tenemos tanta protección como es que ha fallecido 2.719 personas en el mes de Julio? Hay algo en el relato que no cuadra ?