Fred Hampton fue un revolucionario. Uno de los líderes espirituales del Partido de los Panteras Negras, una organización marxista que luchaba contra la segregación racial en Estados Unidos y que estaba en la mira del FBI. Los motivos que condujeron a su asesinato, atribuido a la agencia gubernamental, son el punto central de Judas y el mesías negro.
Pero si Fred Hampton es el mesías negro, los romanos de esta historia se buscaron su propio Judas afroamericano: el FBI infiltraría a William «Bill» O’Neal, un timador adolescente, en la división de los Panteras Negras que Hampton dirigía en Chicago para obtener información y acabar con la banda desde dentro.
La película de Warner Bros. está nominada a seis Premios Óscar, incluyendo mejor película, guion original y mejor actor de reparto, con sus dos actores principales compitiendo en la misma categoría. En España puede verse en modalidad de alquiler en algunas plataformas de vídeo bajo demanda.
El film entra de lleno en la historia, dando por supuesto que el espectador conoce quiénes eran los Panteras Negras, el propio Fred Hampton o J. Edgar Hoover, director del FBI. Sin embargo, alguien ajeno a este periodo de la historia estadounidense puede que se pierda y no consiga disfrutar de la película. Te contamos la historia real de Fred Hampton y de Bill O’Neal.
Los Panteras Negras nacieron como un grupo de autodefensa contra la brutalidad policial
El Partido de los Panteras Negras se creó en 1966 como una patrulla ciudadana que buscaba defenderse de la brutalidad exhibida por el Cuerpo de Policía de Oakland (California) contra la población negra. Formado por los estudiantes universitarios Bobby Seale y Huey P. Newton, el partido terminó por convertirse en una organización política de ideología marxista-leninista.
Los Panteras Negras consideraban que, dado que la policía porta armas, las personas negras jamás podrían liberarse de “las cadenas de sus opresores”, motivo por el que sus miembros comenzaron a armarse. Influenciados por los discursos de Malcolm X, líder de la Nación del Islam, creían que el asesinato de Martin Luther King era una prueba de que la no violencia no funcionaba para hacer avanzar la lucha por los derechos civiles. Pero la película de Shaka King va más allá del estereotipo, presentando a esta organización como algo más que un grupo de revolucionarios marxistas.
El film busca un enfoque más intimista y personal de la vida de Hampton y sus allegados y muestra como una de sus principales labores eran participar en el Programa de desayuno gratis para niños y promover un movimiento multicultural de izquierdas a través de la Coalición Arcoíris: la unión entre los Panteras Negras con los Young Lords puertorriqueños y con la Organización de Jóvenes Patriotas, un grupo de izquierda predominantemente blanco.

El FBI, sin embargo, consideraba que estos desayunos buscaban el adoctrinamiento de los niños y creía que la Coalición Arcoiris era una banda armada. Pero Fred Hampton no era ningún terrorista: era anticapitalista.
A pesar de que el actor que le interpreta, Daniel Kaluuya, tiene 32 años, Hampton contaba con tan solo 21 en el tiempo que se relata en la película. Comenzó su camino como activista en la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), pero fue seducido por los ideales socialistas del Partido de los Panteras Negras, donde ascendió rápidamente gracias a sus dotes como orador, convirtiéndose en uno de sus líderes en Chicago.
Judas vendió al mesías negro por 300 dólares al mes
William O’Neal tenía solo 17 años cuando se convirtió en informante del FBI (su intérprete, Lakeith Stanfield, tiene 29). De acuerdo al propio O’Neal, el agente del FBI, Roy Mitchell (Jesse Plemons) le reclutó cuatro meses después de que decidiera robar un coche junto a un amigo con el que se encontraba en estado de embriaguez. Como en el film, Mitchell le habría ofrecido ser informante a cambio de retirar los cargos contra él.
Bill no vendió a Hampton por 30 monedas de plata, lo hizo por 300 dólares al mes. Se unió a los Panteras Negras en noviembre de 1968, convirtiéndose en el jefe local de seguridad y actuando como el guardaespaldas de Hampton

Dos de los guionistas de la película, los hermanos Kenny y Keith Lucas explicaron en Decider que se tomaron libertades al desarrollar la relación que se establece entre Mitchell y O’Neal, ya que la única fuente con la que contaron para elaborar esta parte del guion fue la transcripción completa de la entrevista que O’Neal concedió a la cadena PBS en 1989 para el programa documental Eyes on the Prize, del que la película muestra algún fragmento.
Durante la entrevista, O’Neal considera que no traicionó a nadie porque “no sentía ninguna lealtad hacia los Panteras” y asegura que se convirtió en una “mejor persona” gracias a su trabajo con el FBI. Se suicidaría la mañana del día que se estrenaba la temporada de Eyes on The Prize, el 15 de enero de 1990. Su entrevista, póstuma, no se emitiría hasta un mes después.
“Realmente no se puede confiar en las declaraciones de William O’Neal”, explican los guionistas en Decider. “Tomamos lo que dijo e hicimos algunas suposiciones basadas en otra investigación que habíamos realizado sobre la relación entre los informantes y sus manipuladores”, detallan. El agente Mitchel llegó a reclutar a ocho informantes más, además de a O’Neal.
Estados Unidos contra Fred Hampton: Por qué el FBI quería capturar al mesías negro
La policía local y el FBI comenzó a vigilar a Fred y a infiltrar agentes en las filas de los Panteras Negras como parte de su programa COINTELPRO, iniciado en la década de los 50 para perseguir a comunistas y disidentes políticos en el país. El programa había señalado previamente a líderes como Malcolm X o Martin Luther King, pero también al Ku Klux Klan.

Los Panteras eran vistos como una amenaza al status quo porque “desafiaban a las figuras de la autoridad”, explican desde Smithsonian Magazine. El medio Truthout analizó unos documentos clasificados recientemente liberados por parte del FBI que han permitido demostrar que Edgar Hoover, el director del FBI, conocía la conspiración para asesinar a Hampton.
De hecho, tan solo seis días después Hoover autorizó el pagó de un incentivo al agente del FBI que reclutó a O’Neal “por sus servicios excepcionales en un asunto de considerable interés para el FBI”. Los guionistas de la película asumieron que tanto el FBI como el propio Hoover estuvieron implicados en el asesinato de Hampton antes de que esta información se hiciera pública.
“Tomamos algunas decisiones artísticas para incluir a Hoover en nuestra narrativa y hacer que fuera consciente de lo que estaba sucediendo, pero esa información no estaba disponible. Hicimos una suposición y resultó ser correcta», explicaron en Vulture.

El FBI nunca ha reconocido su implicación en el asesinato de Fred Hampton, pero estas pruebas, así como un mapa completo del apartamento de Hampton en posesión de la agencia, refuerzan la teoría de la implicación de la agencia federal. Además, sí que se ha probado que la Policía disparó primero durante la redada. Los Panteras solo efectuaron un disparo durante aquella noche, frente a 90 de la policía.
Un informe forense demostró que Hampton se encontraba inconsciente por el uso de drogas cuando la policía acabó con su vida. La película insinúa que fue O’Neal el que drogó a Hampton aquella noche, pero no ha sido posible demostrarlo.
Los Panteras Negras se disolvieron a finales de los 70
El director de Judas y el mesías negro, Shaka King reconoció en una entrevista en MSNBC que quiso llevar esta historia a la pantalla cuando conoció los hechos que llevaron al asesinato de Fred Hampton. King explica que únicamente sabía que Hamtpon fue tiroteado por la policía, y desconocía la figura de Bill O’Neal.
La muerte de Fred Hampton también forma parte del argumento de El juicio de los 7 de Chicago, otra de las candidatas al Óscar y en la que el cocreador de los Panteras Negras, Bobby Seale es uno de los acusados.
Tras la muerte de Hampton, la vigilancia policial a los Panteras Negras no cesó. En 1970 alcanzaron su máximo de miembros activos, pero, durante la década, el grupo fue decayendo hasta prácticamente desaparecer. William O’Neal, por su parte, pasó al programa de protección de testigos en 1973, mudándose a California bajo el alias de William Hart.