Los directores y guionistas Eric Toledano y Olivier Nakache tienen una sensibilidad especial para contar historias con un fuerte componente social, un talento que ya demostraron en Intocable o Samba. Pero la cinta que nos ocupa es muy personal para ambos creadores, ya que conocieron a los implicados en la historia que se relata en Especiales hace más de 20 años, y llevaban queriendo trasladarla a la pantalla desde entonces.
La pareja de directores debutó en cines en 2005. Hasta entonces pasaron por diferentes trabajos. En 1994, mientras se sacaba la titulación para trabajar como monitor en campamentos de verano, Toledano conoció a Stéphane Benhamou. Se trata del nombre real de Bruno, el personaje principal de Especiales al que interpreta Vincent Cassel.
Dos años más tarde, Benhamou creó Le Silence des Justes, una asociación en el barrio de Saint-Denis para ayudar a personas con autismo, y se puso en contacto con los realizadores para grabar un corto que sirviera de presentación. Fue entonces cuando conocieron a Daoud Tatou, cuyo álter ego en el film es Malik (Reda Kateb), el dirigente de otra asociación llamada Le Relais IDF, que también se ocupaba de jóvenes autistas a la par que integraba a jóvenes de barrios desfavorecidos como cuidadores.
Los creadores de la película reconocen en declaraciones a la prensa que quisieron rodar una película sobre Stéphane Benhamoue y Daoud Tatou en aquella época, pero apenas estaban empezando en el mundo del cine. Tomarían la decisión tras rodar un documental para Canal+ sobre estas dos personas, en 2015.
La película empleó a personas con TEA como actores
La cinta mezcla realidad y ficción, motivo por el cual los guionistas han utilizado otros nombres para los protagonistas. El resto de personajes son producto de anécdotas que Benhamou y Tatou contaron a los realizadores, o de las visitas de estos a la asociación. Para el personaje de Joseph, basado en el primer chico con Trastorno del Espectro Autista (TEA) que Stephan acogió cuando realizaba campamentos de verano, los creadores eligieron a Benjamin Lesieur, un joven con autismo y sin experiencia actoral.
Para encontrar a Benjamin y a otras personas con TEA que pudieran participar en la película, los realizadores crearon un taller de teatro junto a un grupo artístico llamado Turbulences, que se encarga de dar trabajo a personas con problemas de comunicación o que sufren autismo u otros trastornos relacionados. Benjamin se adaptó mejor de lo que esperaban: «Al hablar con los médicos, nos dimos cuenta de que el cine usa un proceso de repetición muy parecido al del autista: preciso y repetitivo», relata Olivier Nakache.

«El acceso al empleo de las personas adultas diagnosticadas con TEA es esencial para su inclusión social en la vida adulta», explica a Newtral.es Cristina Hernández Layna, socióloga del Área de Investigación y Transferencia del Conocimiento de la Confederación Autismo España.
La socióloga destaca la utilización de personas con TEA como actores como una «clara apuesta de visibilización de las capacidades que tienen estas personas». Considera que así se evita una caricaturización, ya que hay muchos prejuicios en relación con sus competencias. «Se enfrentan a tasas de desempleo muy altas. Es algo que repercute en su seguridad económica tanto en su vida laboral como durante su vejez», detalla la socióloga, que hace hincapié en lo beneficioso que es el trabajo para su autoestima y para el desarrollo de las relaciones interpersonales.
El Gobierno francés no quiso cerrar la asociación pese a las irregularidades detectadas
Aunque los personajes de la película estén tenuemente basados en personas reales, a grandes rasgos, la historia real es la misma: dos asociaciones que tratan de atender a personas con TEA moderado-severo y de las que el sistema no se hace cargo.
La asociación se formó como un organismo de ocio y tiempo libre en 1996 y obtuvo una autorización médico-social en 2007. La trama se sitúa diez años después y está estructurada en torno a una inspección realizada por la Agencia Regional de Salud (ARS) de Ile-de-France que tuvo lugar en la vida real, concluyendo que las personas con TEA que acudían a Le Silence des Justes sufrían «condiciones abusivas derivadas de unas instalaciones inadecuadas, personal no calificado y la ausencia de cualquier proyecto de servicio». A raíz de esa evaluación, se encargó a la Inspección General de Asuntos Sociales (IGAS) evaluar si la asociación podría ser objeto de regularización.

La asociación finalmente recibió una autorización con carácter excepcional debido a que era inviable cerrar la única organización que garantizaba «una adecuada atención psicopediátrica» a personas que no tenían «soluciones alternativas inmediatas», tal y como consta en la evaluación realizada por el IGAS.
La situación de las personas con autismo en España
En nuestro país, el soporte que brinda la Administración Pública en cuanto a la oferta o los servicios especializados no es homogéneo. «Depende en gran medida de la administración autonómica o local y de las competencias que están transferidas», explica Cristina Hernández de la Confederación Autismo España.
La familia es el apoyo principal para una persona con TEA. Una preocupación habitual para las familias —reflejada en la película en la madre de Joseph— está en pensar quién les va a brindar apoyo cuando ellos falten. «Cuando una familia no se puede hacer cargo y la persona no es independiente, son las entidades que conforman el movimiento asociativo, que hoy en día están muy profesionalizadas. Cuentan con psicólogos, logopedas, trabajadores sociales,… que brindan a las personas con TEA los apoyos necesarios y adaptados a sus necesidades», detalla la socióloga.
«Por supuesto cuando hablamos de la Administración Pública o de servicios comunitarios profesionales no es suficiente con buena voluntad para prestar un buen apoyo a las personas con TEA. Se necesita formación específica», contrapone Hernández en relación con el argumento del film.
La socióloga explica que nuestro país aún debe asumir retos como el impulso de políticas públicas por los derechos de las personas con TEA «como titulares de los mismos que son», avances en el sistema educativo para aquellos alumnos que necesiten apoyos especializados individualizados, la promoción del empleo o una mejora en la detección en edades más tempranas.
[Artículo: Radiografía de la brecha de género en el autismo]
La cultura como vehículo para el cambio social
Especiales se estrenó en España días antes de declararse la pandemia por el coronavirus y apenas pudieron verla 90.000 personas. Pese a todo, la película se alzó con el Premio del Público en el Festival de San Sebastián, con una nota de 9,19 sobre 10, la más alta en la historia del festival.

La cinta vio la luz en Francia en 2019, clausurando el Festival de Cannes y alcanzando 8 nominaciones a los premios César, entre ellas mejor película, director o guion, y una nominación a Benjamin Lesieur como mejor actor revelación. Finalmente se fue de vacío debido al triunfo de Los Miserables, pero Especiales ha sido todo un éxito en el país galo, con 2 millones de espectadores.
Además, la película se exhibió ante los diputados de la Asamblea Nacional y se proyectó en el Eliseo ante los ojos de Emmanuel y Brigitte Macron. Dos meses después, en enero de 2020 la Asamblea Nacional aprobó un reparto de 90 millones de euros para las organizaciones que reciben adultos con discapacidad. En una entrevista en Le Parisien, Stéphane Benhamoue y Daoud Tatou se mostraron muy agradecidos por la repercusión de la película. Las asociaciones de ambos pudieron beneficiarse de dicha ayuda.
Cristina Hernández de la Confederación Autismo España elogia que el film muestre una cara no tan visible del TEA como es la de personas con grandes necesidades de apoyo: «Incluir a personajes con TEA en series y películas —sin perder de vista que se trata de productos de ficción— ayuda a sensibilizar, a acercar el trastorno y a empatizar con estas personas y con sus familias».
Además, películas como esta, que miman el retrato que se hace de un trastorno, pueden ayudar a desmontar creencias erróneas. «A veces se tiende a pensar que las personas con autismo tienen habilidades especiales, o que quieren permanecer aisladas o que no se comunican. Incluso se les llega a asociar una discapacidad intelectual cuando las características del TEA no se presentan en todas las personas por igual. No se puede generalizar», pone en claro Hernández.