Desde la pared de un edificio de Nueva York, el reloj ‘Metrónomo’ anunció el pasado 19 de septiembre la cuenta atrás para la fecha en la que, según las estimaciones científicas aceptadas por el Acuerdo Climático de París, el calentamiento global sobrepasará los 1,5º y sus efectos serán irreversibles. Tic, tac.
Quedan 7 años hasta ese día del «juicio climático» si no actuamos para evitarlo, pero en Estados Unidos ya se notan los efectos de un calentamiento global que registra temperaturas de récord, provoca tormentas más violentas y empeora la gravedad de los incendios. En este escenario, la emergencia climática ha logrado colarse en la recta final de la carrera electoral a la Casa Blanca. Y lo ha hecho en ‘prime time’.
En el último debate presidencial, celebrado el pasado 22 de octubre en Nashville (Tennessee), se dedicó uno de los bloques a hablar sobre las propuestas medioambientales de los dos candidatos a la presidencia, el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden.
«El cambio climático y el calentamiento global son una amenaza existencial para la humanidad», aseguró durante el cara a cara Biden, quien dijo que su plan, «aprobado por los principales grupos ambientales», proporcionaría «millones de nuevos empleos bien remunerados» e impulsaría la transición de la industria petrolera hacia fuentes de energía renovables.
Desde su atril, Trump sacó pecho porque Estados Unidos tiene «los números más bajos en emisiones de dióxido de carbono» durante su presidencia y aseguró que no va a «sacrificar decenas de millones de trabajos y miles y miles de empresas» por el Acuerdo de París, el compromiso de casi 200 países para reducir los niveles de contaminación.
Con la pandemia, la crispación política, la ola de protestas contra el racismo y la recesión económica, el interés por la crisis climática ha pasado a un segundo plano. Según un sondeo de Pew Research Center, un 60% de la población estadounidense está preocupada por la emergencia climática, un número mucho menor que en otros países como España (un 81%).
«Por eso, al hablar de medioambiente, la conversación gira alrededor de la economía, que sí preocupa mucho a los votantes», explica a Newtral.es Ricardo Álvarez, consultor sobre adaptación al cambio climático e investigador de la Universidad Atlántica de Florida.
«Para Trump actuar contra el calentamiento global significa perjudicar las grandes industrias y la economía del país. Por ello, el discurso de Biden para defender su programa es que la acción climática abre puertas de futuro y crea nuevos puestos de trabajo en industrias verdes», añade el experto.
Las medidas medioambientales de Donald Trump
El clima también hizo una fugaz aparición en el debate presidencial del pasado 29 de septiembre. «¿Qué cree usted sobre de la ciencia del cambio climático y qué hará en los próximos cuatro años para enfrentarlo?», le preguntó el presentador de Fox News Chris Wallace a Trump. Era la primera vez que un moderador abordaba el asunto desde el año 2008.
«Creo en un aire y un agua cristalinos», respondió Trump, quien poco después admitió que también creía, «hasta cierto punto», que la actividad humana tenía que ver con el calentamiento de la Tierra. Para el actual presidente, no obstante, la emergencia climática siempre ha sido «un mito», una «farsa», una mentira de sus opositores.
«La diferencia principal entre las posiciones de los dos candidatos es clara: Biden tiene un plan para actuar contra el cambio climático y Trump no porque no lo considera una amenaza», explica Álvarez.
Con su decisión de retirar a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, el presidente estadounidense dejó clara su postura al resto del mundo: su país no liderará la acción global contra la emergencia climática. Al menos, no durante su mandato.
El medioambiente, en un segundo plano durante la presidencia de Trump
En los últimos cuatro años, Trump ha eliminado cerca de setenta leyes medioambientales, según un análisis elaborado por el medio The New York Times a partir de datos de las universidades de Harvard y Columbia.
Por ejemplo, poco después de llegar al despacho oval, Trump emitió una orden ejecutiva para reducir las barreras regulatorias al desarrollo de proyectos de petróleo, gas natural y carbón. También reemplazó el plan sobre energía limpia del anterior Gobierno de Barack Obama, que establecía límites estrictos a las emisiones de carbono de las centrales eléctricas de carbón y gas, por una nueva norma que permite a los estados dictar sus propias reglas.
El actual presidente ha rebajado los límites a las emisiones de gases de efecto invernadero de automóviles y camiones y ha limitado la protección de la vida silvestre, permitiendo, entre otras medidas, la realización de nuevas operaciones de extracción de petróleo y gas en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (en Alaska).
Entre las iniciativas más nombradas por la Administración de Trump para defender su gestión del medioambiente está su programa para mejorar el reciclaje de residuos plásticos a través de la innovación tecnológica. También, la iniciativa de conservación ecológica con la que pretende plantar un billón de árboles para el año 2030.
La batería de propuestas de Joe Biden frente a la crisis climática
«La revolución de la energía limpia y la justicia ambiental». Ese es uno de los lemas de Joe Biden contra el calentamiento global. En su programa afirma que invertirá 2 billones de dólares (más de 1,6 billones de euros) en proyectos de energía no contaminante en los próximos cuatro años.
Además de poner fin a las emisiones de carbono de las centrales eléctricas para 2035, Biden ha anunciado que en su primer año de mandato «exigiría» al Congreso promulgar una legislación que establezca mecanismos para alcanzar una industria de «cero emisiones» en 2050.
Asimismo, el proyecto de Biden incluye impulsar el desarrollo de tecnologías de almacenamiento del dióxido de carbono o imponer nuevos límites «agresivos» de contaminación de metano a las instalaciones de gas y petróleo.
En su batería de propuestas el demócrata también hace mención a la relación de la crisis climática con otros problemas sociales. «Enfrentar el abuso de poder de las empresas o grupos contaminantes», que dañan «en mayor proporción a las comunidades de color y a las de bajos ingresos», es una de las líneas prioritarias de su plan, en el que afirma que dedicará el 40% de las inversiones en energía limpia a estos sectores de la población.
En otras cuestiones Biden ha sido más conservador y ha tratado de distanciarse del sector más «radical» del partido y de su Green New Deal, el programa que propone una transformación en profundidad del sistema económico norteamericano a través de una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero, la renovación de las infraestructuras y la apuesta por la eficiencia energética.
Asimismo, ha descartado prohibir las centrales nucleares o las técnicas de extracción hidráulica de gas y petróleo, conocidas como fracking.
Prestigiosas revistas de ciencia, en el bando de Biden
Estados Unidos vive un momento crucial: la carrera presidencial se ha calificado como la más importante en varias generaciones. Aunque todo el planeta está pendiente del resultado que arrojarán las urnas el próximo 3 de noviembre, hay una parte de la población que contiene el aliento hasta el esperado momento.
«Para los científicos estas elecciones se han convertido en algo personal», cuenta la bióloga marina Alicia Pérez-Porro, presidenta de la Asociación de Científicos Españoles en Estados Unidos. «Hay una idea romántica de que el científico es neutro, pero no es verdad. Es humano y vota. Y estas elecciones son cruciales para su futuro», añade.
En un movimiento histórico, algunas de las principales revistas de ciencia del país han alzado la voz para posicionarse a favor de la candidatura de Biden. «La ciencia es política. La ciencia que hacemos está moldeada por la financiación del Gobierno y los problemas y asuntos de la sociedad», señala la revista Scientific American en el editorial con el que tiende la mano al candidato demócrata.
«En lo que respecta al cambio climático, Biden está proponiendo las políticas climáticas nacionales más ambiciosas que jamás hayan defendido los nominados de los principales partidos del país», señala la revista Nature en un artículo. Por el contrario, «las acciones de la Administración Trump están acelerando el cambio climático, arrasando con la naturaleza, ensuciando el aire y matando más vida silvestre y a más personas», se destaca en la publicación.
¿Cambiará esto algún voto o solo servirá para que alguien, en el futuro, rechace alguno de sus estudios por la ideología de su línea editorial? «La sociedad está tan polarizada que el posicionamiento de los científicos puede traer consecuencias negativas para ellos», señala Pérez-Porro. «Pero quedarse en silencio puede contribuir a un problema mayor: el cambio climático nos afecta a todos. Y necesitamos actuar ya desde las instituciones», concluye.
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