Los centros de educación especial necesitan “más ayuda” para hacer frente a la COVID-19

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La educación especial vive un momento difícil tras la vuelta al colegio de más de 38.684 alumnos de 470 centros en mitad de la pandemia de coronavirus, pero muy necesario para todos los niños con necesidades especiales. Ahora, el estado de alarma se une a los retos que debe afrontar esta educación imprescindible y tan olvidada. “El inicio de curso ha ido fenomenal. Levantarse y saber que hay colegio es una gran terapia”, relata a Newtral.es Mari Luz Fernández. Su hijo, Jaime de 19 años, tiene una discapacidad psíquica y auditiva y va a la clase de adaptación para la vida adulta en el centro de educación especial ‘Los Álamos’. 

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“Ha sido muy positivo porque los chicos necesitan verse diariamente, convivir entre ellos y tener una ocupación”, reconoce Fernández. “Están felices, la vuelta al colegio era necesaria para ellos, necesitaban volver a las aulas y a la rutina”, admite a Newtral.es Mercedes Guerrero, directora pedagógica de la ‘Asociación ¡Sí, puedo!’. 

“No sabíamos cómo iba a ser el comienzo. Los primeros días de septiembre fueron bastante intensos, nos comunicaron que empezábamos el curso con el escenario 2 y fue complicado poner en marcha el protocolo”, traslada a Newtral.es la directora de la Fundación CISEN, María Jiménez. Una sensación de intranquilidad que también recuerda Lucía Gutiérrez, directora del colegio Virgen de Lourdes: “Vivimos el final de agosto con mucha inquietud y en las primeras semanas de septiembre trabajamos para crear seguridad en el centro”. 

Un protocolo por cada centro de educación

Las comunidades autónomas publicaron un protocolo para los centros educativos de su región, unas directrices que cada colegio ha tenido que adaptar según sus realidades y establecer un plan de contingencia propio para frenar el avance de la COVID-19 en las aulas

“Fue lo más caótico”, reconoce Noelia Gallardo, directora Técnica Administrativa de la ‘Asociación ¡Sí, puedo!’. “El día 27 de agosto nos dieron instrucciones para cambiar las directrices que nos habían enviado en el mes de julio y tuvimos que reorganizar toda la estructura de los centros”, recuerda.  

“Hemos hecho un máster en la normativa”, destaca la directora del colegio Virgen de Lourdes, Lucía Gutiérrez, y reconoce que cuando comenzaron a aplicar el protocolo, “empezamos a sentirnos seguros y las felicitaciones de las familias nos animaron para continuar y nos hicieron confiar en nuestra profesión”. Semanas de tensión y arduo trabajo que por fin ha podido ver sus frutos, “ahora mismo nos hemos dado cuenta de que el colegio es un sitio seguro pero si queremos tener un colegio sano no podemos relajarnos”, añade Gutiérrez.

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“Nuestra dificultad era mantener a los grupos estables de convivencia, son pocos niños y nos cuesta, por ejemplo, la organización después del comedor ya que cada grupo necesita un espacio diferente para el recreo”, relata la directora de la Fundación CISEN. Aunque este centro cuenta con 30 alumnos distribuidos en 5 unidades diferentes, Jiménez asegura que “es complicado organizarlo con el personal disponible” y señala que “muchos colegios se han planteado modificar la jornada laboral para mantener esos grupos estables”.

“Lo que más nos ha costado ha sido organizar los horarios”, reconoce Lucía Gutiérrez. Este centro, al que acuden diariamente 300 alumnos, ha redistribuido las clases para que los alumnos no hayan visto modificada su dinámica y estén atendidos por todos los especialistas. Una decisión que ha provocado un sobreesfuerzo por parte del equipo directivo y de los docentes, “ningún profesor estaba dispuesto a dar clases online”, recalca la directora de Virgen de Lourdes. 

Más personal para sobrellevar la situación

“El alumnado necesita mucha más ayuda en todo”, reconoce Jiménez, una ayuda que en este caso viene de la mano del aumento del gasto y del personal del centro. La Fundación CISEN ha incorporado a una auxiliar técnico de apoyo en las clases y en el comedor, para así poder hacer frente, de la mejor manera, a las nuevas necesidades del centro. 

Ahora nuestros niños no son autónomos y necesitamos apoyo en las aulas y en los desplazamientos para que no se junten con otros grupos burbuja

Lucía Gutiérrez, directora del colegio Virgen de Lourdes
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Una decisión que también ha tomado el colegio Virgen de Lourdes. “Hemos usado el recurso de la Comunidad de Madrid y hemos contratado a una auxiliar de enfermería”, traslada a Newtral.es la directora. La normativa de respetar los grupos burbuja ha llevado a este centro a contratar también a personal de apoyo, “ahora nuestros niños no son autónomos y necesitamos apoyo en las aulas y en los desplazamientos para que no se junten con otros grupos burbuja”.  

En este sentido, el encargado del sector de atención a los centros de educación especial de CCOO, Daniel Moreno, valora de manera positiva la reducción del número de alumnos en cada grupo. “Todo lo que sea reducir la ratio y tener un grupo inferior ayuda a que la educación sea más individualizada”, reconoce Moreno pero añade que ahora “el trabajo que realiza el tutor o el personal del centro es doble”. Una realidad que se une a la imposibilidad de que los docentes impartan clases en varias aulas. “Antes las clases compartían personal pero ahora por protocolo los docentes no pueden ir a otras aulas y cómo vamos a atender a todos los alumnos si no aumentamos los recursos”, lamenta el encargado.

La protección como medida de prevención  

Jiménez asegura que aunque se han establecido grupos estables en muchos casos la distancia de seguridad es complicado que se mantenga. “Estamos intentando distanciar más los puestos pero la capacidad que tiene un niño de educación especial lo hace difícil”, traslada a Newtral.es la directora de la Fundación CISEN. En este sentido, son los profesionales los que aumentan las medidas de protección, “el contacto físico se da pero intentamos que cuando esto pasa el personal esté lo más protegido posible”.

Los centros de educación especial añaden una dificultad más: no poder utilizar el gel hidroalcohólico y frente a esto han tenido que aumentar la rutina del lavado de manos. “En discapacidad no se recomienda el uso de gel hidroalcohólico porque puede haber una ingesta por parte del alumno y esto es otra dificultad que se añade”, relata María Jiménez. A través de imágenes, los docentes intentan enseñar a los alumnos el proceso del lavado de manos con un resultado bastante positivo, “hay niños que lo hacen muy bien”

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Mari Luz Fernández reconoce que la mayoría de los niños de educación especial son muy mecánicos y llevan muy bien las normas. “Lo tienen muy asumido y sabes que no pueden estar en contacto con otros alumnos”, pero destaca que no poder tener esa relación influye. Un mensaje que también comparte Moreno y asegura que “los alumnos por regla general están asumiendo las medidas”. Los docentes tenían dudas de cómo volverían los alumnos a los centros pero el docente refleja que “el alumnado está recibiendo las medidas con esa normalidad que no tiene el resto de los ciudadanos”.

Las primeras consecuencias del confinamiento

“Los meses metidos en casa han sido muy duros”, así lo traslada Mari Luz Fernández. Una realidad que también comparte Noelia Gallardo, directora Técnica Administrativa de la ‘Asociación ¡Sí, puedo!’: “El confinamiento es duro para cualquier persona pero en el caso de los niños con dificultades es inviable”.

Los alumnos de estos centros venían de meses alejados de la enseñanza ya que muchos colegios no tienen los recursos necesarios para enseñar a distancia, una realidad que se une a la imposibilidad de los alumnos de seguir las clases de manera online. El encargado de los centros de educación especial en CCOO, Daniel Moreno, reconoce que para “el alumnado con dificultades motrices estar parado en casa es un paso atrás, al igual que aquellos que necesitan intérpretes durante las clases presenciales y que no los pueden tener en las clases online”, señala el docente. En este sentido, Gallardo afirma que “los niños con discapacidad intelectual no pueden atender una pantalla y necesitan la presencialidad”. 

“El confinamiento es duro para cualquier persona pero en el caso de los niños con dificultades es inviable”

Noelia Gallardo, directora Técnica Administrativa de la ‘Asociación ¡Sí, puedo!’

“Aunque todavía es pronto para hacer un balance, hay niños e incluso familias que están dañadas a nivel emocional”, reconoce Lucía Gutiérrez y añade, “no se han producido regresiones pero muchas veces el estancarse un poquito es una pequeña regresión” y ahora el principal reto de los docentes es que poco a poco se vayan recuperando.

Mari Luz Fernández reconoce que su hijo Jaime no ha sufrido ningún retroceso sino que el tiempo libre que ha tenido ha hecho que se involucre más en las tareas de la casa: “Hemos cocinado mucho”, recuerda su madre. 

Estos centros cuentan con un equipo que trabaja de manera conjunta en los distintos aspectos en los que los alumnos deben aprender. Un trabajo menos efectivo en el caso de la educación a distancia, reconoce Mercedes Guerrero, directora pedagógica: “Nuestros niños necesitan atención personalizada y presencial. No solamente por el trabajo en la parte académica sino también en el aprendizaje con la logopeda o con el servicio de orientación” y añade que “trabajar todos estos aspectos a distancia es muy complicado”.

Las nuevas medidas pasan factura al aprendizaje

“Los alumnos de educación especial tienen problemas de integración después de tantos meses sin venir al colegio”, refleja Daniel Moreno. Una situación que los padres viven con angustia ya que “ven un retraso en sus hijos y ven que ellos no pueden hacer nada”, añade el docente.

Estos colegios les enseñan y les ayudan a ser felices y eso es lo importante

Mari Luz Fernández, madre de Jaime

Los protocolos establecidos en los centros de educación especial afectan directamente en el aprendizaje de los alumnos. “Antes trabajábamos la cooperación y ahora es todo mucho más estanco y las posibilidades se han mermado. Antes trabajábamos las habilidades sociales para que los alumnos se manejaran en distintas situaciones y ahora solo lo pueden hacer dentro del aula”, destaca Mercedes Guerrero. “Estamos teniendo buenos resultados y estamos funcionando bien pero evidentemente es un cambio grande”, añade la profesional. 

Mari Luz Fernández defiende la labor que realizan los centros de educación especial: “Estos niños tienen que tener sus propios espacios y vivir con los compañeros más afines a ellos”, reconoce y añade que “estos colegios les enseñan y les ayudan a ser felices y eso es lo importante”. 

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