Si Albert Einstein hubiera nacido mujer podrían haber pasado dos cosas: que nunca hubiéramos conocido la Teoría de la Relatividad. O que se la hubiera apropiado algún científico varón de la época. Esta es una tesis que mueven la campaña #NoMoreMatildas (‘no más Matildas’), promovida por la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) en el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
¿Conoces el Efecto Matilda?? ?#NoMoreMatildas pic.twitter.com/8DoRhzyJuk
— NoMoreMatildas (@NoMoreMatildas) January 14, 2021
El nombre hace alusión a Matilda Joslyn Gage, activista estadounidense que, entre otras luchas feministas, demostró que las mujeres reciben menos reconocimiento por sus logros científicos, reservados a hombres.
La historiadora de la ciencia Margaret Rossiter le puso nombre: efecto Matilda. Dar visibilidad al trabajo de las científicas es uno de los objetivos de AMIT. Para ello realizan todo tipo de actividades. Desde conseguir que los paneles de expertos en seminarios o eventos incluyan a investigadoras, hasta denunciar aquellos que no las tienen en cuenta o crear una base de datos de científicas.
Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia ¿Faltan vocaciones o sobran techos de cristal?
España no es un país carente de investigadoras. Al menos, no en la universidad. Hay, aproximadamente, la mitad de hombres y mujeres haciendo un máster o doctorado, de hecho, ellas los superan en cifras ligeramente. Hay bastante paridad en los estudios de carreras cientificotécnicas o de salud. Sin embargo, existen en vocaciones concretas diferencias marcadísimas.
En las ingenierías hay un 71,5 % de chicos matriculados. En ciencias de la salud ellos son el 29,2 %. Hay bastantes más sanitarias, desde la enfermería (84,2 % femenina) a la medicina, donde las cifras se igualan. Pero 8 de cada 10 directivos en el campo clínico son hombres. El famoso techo de cristal que deja fuera de puestos de responsabilidad a mujeres capacitadas para ascender, y común a otras profesiones.

Tradicionalmente ha existido una invisibilización de las mujeres en el terreno de las carreras científicas y tecnológicas. Esto ha podido desviar posibles vocaciones entre las más pequeñas, sobre todo en décadas pasadas.
Desde AMIT, Adela Muñoz Páez explica que “al comienzo de nuestras carreras, la mayor parte carecemos del llamado ‘instinto asesino’ que se necesita para imponer el criterio para hacer valer nuestra autoridad. Esto se va aprendiendo con el tiempo. Pero a las mujeres de nuestra generación nos cuesta, porque no hemos sido educadas para destacar”.
Hoy, desde la campaña #NoMoreMatildas, recuerdan que algunos estudios sugieren cómo los niños varones pequeños se creen con más capacidades o listos de lo que realmente son. Aunque con los años cambie esa percepción, culturalmente ellos se ven más arropados en su autoridad.
“Recuerdo que al principio de mi tesis –ejemplifica Muñoz– para explicar un proceso de oxidación, llegué a soñar con lo átomos hasta que vi cómo tenían que reaccionar, para explicar los resultados que obtenía. Cuando convencí de mi hipótesis a mi grupo, esa hipótesis pasó a ser propiedad del grupo”.
Las Nobeles que no fueron. El crédito que no recibiceron.
Matilda Einstein, Matilda Fleming y Matilda Schrödinger protagonizan una serie de cuentos que han surgido de este proyecto y que se pueden descargar en su página web. Son mujeres de ficción, pero existen con otros nombre.
Sus autoras se cuestionan, por ejemplo, si Matilda Einstein no podía haber sido Milena Marić, científica y su primera esposa. “Y, quizá, su colaboradora en la Teoría de la Relatividad”, reflexiona Ángeles Caso, en el prólogo.
Para Adela Muñoz, en realidad, nunca lo sabremos porque la historia de Marić quedó sepultada por un cerro de tareas y cuidados hacia un hijo de ambos, que padecía esquizofrenia.

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Calculadoras invisibles:
Las mujeres afroamericanas que pusieron a los hombres en la Luna
“Hacer justicia histórica a estas mujeres y que este trabajar sirva de inspiración” es el segundo objetivo de #NoMoreMatildas. Ellas no sólo pueden ser científicas (cosa que las estadísticas corroboran). Pueden ser líderes. Y, poco a poco, hasta premios Nobel.
Tras algunos de los inventos o terapias cotidianas que hoy son fundamentales hay nombres de mujeres mayoritariamente desconocidos. El silencio a Rosalind Franklin (doble hélice del ADN), Lise Meitner (fisión nuclear) o Hedy Lamarr (redes inalámbricas de datos, base del wifi) ha privado de ejemplos de liderazgos científicos a seguir a todas las niñas, según las promotoras de esta iniciativa.
En tiempos más recientes, ha habido flagrantes casos en que el Nobel fue a parar a compañeros hombres ante avances que, con los mismos criterios de evaluación, se hubiera llevado una mujer. Desde Jocelyn Bell Burnell, que descubrió los púlsares, a Nubia Muñoz, creadora de la vacuna del papiloma humano contra el cáncer.
Ellos se llevan los apoyos y la escucha
“Sigue habiendo Matildas en nuestro tiempo –señala a Eva Rodríguez en Sinc la investigadoras del CSIC y de AMIT Joaquina Álvarez-Marrón–. Los equipos cuentan con numerosas mujeres que ven que su trabajo no se reconoce y, sin embargo, sus jefes se llevan la fama. Son comunes los jefes que apoyan más a sus discípulos varones y los ayudan desde el principio de sus carreras, mientras que muchas mujeres en los mismos equipos han de trabajar mucho más solas y sin los mismos apoyos”.
En esta línea también se expresa una científica que sí ha logrado liderar su propio laboratorio en el Departamento de Patología de la Universidad de Cambridge, la especialista en farmacología y virología Nerea Irigoyen. Ella destaca la importancia de esos referentes en esta conversación en el Twitch de Newtral:
Tras #NoMoreMatildas, AMIT está ahora en contacto con el Ministerio de Educación para intentar ver cómo se hacen modificaciones en los contenidos de los materiales escolares. Álvarez-Marrón espera encontrar “libros de texto que incluyan más mujeres científicas”.
Entiendo que es necesario visibilizar a las mujeres en Ciencias y Tecnología, que durante años han estado ocultas, pero hay afirmaciones que se hacen que pretenden crear una idea tendenciosa. Por ejemplo, se dice que, hoy en día, si una mujer propone una idea pasa a ser del grupo y mérito del jefe, dando a entender que si fuese un hombre no ocurriría. Y no, eso pasa, y ha pasado, siendo un hombre o una mujer, y depende mucho del jefe que se tenga. Como ejemplo histórico que ha ocurrido con un varón, tenemos el caso de H. Fletcher. O a veces, se lleva el mérito otro grupo diferente, como ocurrió con M. Born. A veces, el desconocimiento del funcionamiento de la comunidad científica lleva a hacer afirmaciones en los medios que no se corresponden con la realidad; como ejemplo reciente, tenemos el desprecio en el Nobel de Medicina por la técnica CRISPR, desmontado por el propio Francis Mojica. Y el buscar referentes femeninos en ciencia no debe significar reinterpretar la historia. El caso de Mileva Maric es el ejemplo típico de que "la verdad no te estropee una buena historia". El no Nobel a Lise Meitner, siendo injusto, debe entenderse en el contexto en el cual se produce la publicación del artículo de Otto Hahn; y se omite que el artículo de Meitner en el que da el fundamento físico de la fisión, está firmado también por O.R. Frisch. Por cierto, añado aquí un nuevo referente al "martirologio" de mujeres olvidadas o ninguneadas: Ida Noddack, con la siguiente historia resumida. "Descubridora del elemento nº 43 en 1925, que nombró masurio, su descubrimiento pasó desapercibido por ser mujer. El mérito se lo llevaría 12 años más tarde Emilio Segre, que lo nombró Tecnecio, reproduciendo los experimentos realizados por Noddack. En 1934 fue la primera persona en considerar la hipótesis de la fisión nuclear del uranio, criticando la interpretación de Enrico Fermi -por la que recibió un Nobel-, pero su opinión fue no tenida en cuenta por el hecho de ser mujer. Sus ideas fueron recogidas por Otto Hahn, que recibiría el premio Nobel por ello." Para quien quiera saber la verdad... Noddack, (que trabajaba con su marido), no fue capaz de aislar el elemento 43, ni sus resultados pudieron ser reproducidos. Respecto a la discrepancia de la interpretación de E. Fermi, las opiniones de Noddack no fueron tenidas en cuenta fundamentalmente por provenir de un químico (y lo escribo en masculino para dejar claro que no hubo sesgo por sexo, sino por formación), y porque no daba ningún fundamento teórico ni experimental a la fisión. La importancia del trabajo del químico Hahn, por el cual recibió el Nobel de Física, radica en que demostró experimentalmente la fisión, en el único artículo del grupo que no pudo firmar Meitner -estaba exiliada por ser judía-.