Qué es la cultura de la violación, un concepto descrito por la ONU como “omnipresente“

cultura de la violación
Manifestación feminista. Kiko Huesca / EFE
Tiempo de lectura: 8 min

Omnipresente. Esta es la palabra que utiliza la Organización Naciones Unidas (ONU) para definir la cultura de la violación. Es decir, este concepto, según una publicación de ONU-Mujeres, está en todas partes. “Está grabada en nuestra forma de pensar, de hablar y de movernos por el mundo. Y aunque los contextos pueden diferir, la cultura de la violación siempre está arraigada en un conjunto de creencias, poder y control patriarcales”.

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Pero, ¿qué es la cultura de la violación?

El concepto de la cultura de la violación fue utilizado por primera vez por feministas radicales de los 70 en Estados Unidos 

El concepto “cultura de la violación” fue utilizado por primera vez en el libro Rape. The first sourcebook for women (Violación. El primer manual para mujeres), publicado en 1974 por el New York Radical Feminist Collective, un grupo de feministas radicales neoyorquinas. Así lo explica la licenciada en filosofía Raquel Miralles, en su texto Cultura de la violación: una cuestión política. Aquel libro empleaba este término para denunciar que en Estados Unidos se glorificaba las agresiones sexuales contra las mujeres y se responsabilizaba a la víctima de la violación de manera sistemática. 

“Las autoras denunciaban en su libro que en Estados Unidos se exalta la violencia sexual contra las mujeres a través de todos los aparatos del Estado. De esta forma, para ellas la cultura de la violación no era algo que simplemente sucedía, ni tampoco se limitaba al binomio agresor-víctima”, explica Miralles en conversación con Newtral.es. La experta lo ejemplifica con la imagen de un iceberg: la agresión es solo la punta, “debajo hay cientos de capas de opresión que perpetúan la cultura de la violación como puede ser un anuncio de publicidad que muestre a una mujer como a un objeto que alimente el estereotipo de que su cuerpo es propiedad del hombre”, añade.

Un año más tarde de esta publicación, la activista y periodista Susan Brownmiller le dio una vuelta de tuerca al concepto en su libro Contra nuestra voluntad: hombres, mujeres y violación. En su texto, Brownmiller planteaba que la violación no era una cuestión pasional sino política, un acto de poder. “Un proceso consciente de intimidación por el cual los hombres mantienen a las mujeres en un estado de miedo”, escribió la autora. Brownmiller fue elegida en 1976 como una de las 12 mujeres del año de la revista Time y la Biblioteca Pública de Nueva York seleccionó su libro como uno de los 100 más importantes del siglo XX. “Brownmiller pone en el centro el consentimiento por primera vez, lo que implicó el cambio de códigos penales en Estados Unidos y en el mundo, la influencia de este libro fue global”, indica Miralles. 

Aunque solo centrados en agresiones sexuales entre hombres y mujeres, y sin incluir dimensiones de raza o clase, los años 70 sentaron las bases de lo que actualmente se conoce como cultura de la violación: “un sistema que tolera, acepta y reproduce la violencia sexista a través de narrativas que encontramos no sólo en la publicidad, el cine y la literatura, sino también en los aparatos del Estado, el sistema judicial, los medios de comunicación, la sanidad, la educación y, por supuesto, la familia, la pareja o las personas que conforman nuestro círculo más cercano”, subraya Miralles.

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La cultura de la violación centra la responsabilidad en las mujeres, no del violador

“La cultura de la violación agrupa a todos los estereotipos y conductas aprendidas en las que el hombre tiene una posición de superioridad sobre la mujer y se normaliza e, incluso, se banalizan las agresiones sexuales”, define a Newtral.es Susana Gisbert, fiscal especializada en violencia de Género. 

“Cuando se habla de cultura de la violación en realidad se alude a la percepción social de las mujeres, sus roles y estereotipos, que la convierten en vícitimas de violencia sexual”, indica por su parte Agustina Vinagre González, doctora en estudios de Género y profesora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Y es la “cultura” la responsable “de la interiorización de los mandatos de género”.

De esta manera, es esta víctima mujer la que tiene que protegerse del hombre violador, cuya acción parece irremediable. “La percepción de la mujer como víctima es la que, incluso, puede llegar a provocar la agresión: si lleva una falda muy corta, si se emborracha demasiado, si no cuida su bebida en un bar, si no es acompañada por alguien al volver a casa, si camina por un callejón oscuro…”, enumera Vinagre González. 

Es decir, la responsabilidad de una violación es de la víctima. “Y esto es la cultura de la violación, cuando la sociedad no pone el foco en el agresor y corresponsabiliza a la mujer que no se ha cuidado lo suficiente al no cumplir con los roles de su género y se ha convertido en víctima de violencia sexual”, añade la doctora. 

Yanna G. Franco, presidenta de la Asociación Universitaria contra la Violencia Machista de la Universidad Complutense de Madrid, añade que concebir a los violadores como “unas pocas manzanas podridas, psicópatas y delincuentes que hay que encarcelar impide abordar el problema en su raíz, que es cultural: la normalización de la violencia sexual contra las mujeres percibida como algo inevitable”. 

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El caso de la Manada y el #Metoo

El caso de la Manada, la violación en grupo a una mujer de 18 años por cinco hombres durante los sanfermines de 2016, fue uno de los detonantes en España para comenzar a hablar de la cultura de la violación. Pero fue el movimiento #Metoo el que destapó a nivel mundial la magnitud del problema de la violencia sexual, toda una cultura de la violación silenciada durante décadas de caracter sistémico. 

“Estos casos pusieron el foco en el problema estructural y en la extensión de la cultura de la violación en todos los ámbitos”, indica, por su parte, Vinagre González. Para Miralles, “demuestran que la violación no es un problema que ocurre en la intimidad, sino que es un problema público”, apunta Miralles. “La Manada o el #Metoo demuestran que la violación no se puede reducir a una agresión concreta sino que puede suceder incluso antes de que ocurra la agresión porque la misma sociedad está permitiendo que ocurra, con campañas que la fomenta y la perpetúa”, añade. 

Franco subraya, precisamente, el papel de los medios de comunicación mientras duraba el proceso judicial en el caso de La Manada que “extendieron la cultura de la violación, culpabilizando a la víctima y dudando de su testimonio”. 

Las mujeres dicen ‘no’ cuando quieren decir ‘sí’: la ONU describe la cultura de la violación

Para describir este concepto, ONU-Mujeres emplea frases como “con los hombres ya se sabe…”, “estaba borracha”, “las mujeres dicen ‘no’ cuando quieren decir ‘sí’”, “iba vestida como una puta. lo estaba pidiendo”. Según la agencia internacional, “las creencias que fomentan la violación están grabadas” en el idioma, forman parte de canciones, películas, de la cultura popular y de los medios de comunicación.

Además, Naciones Unidas alude al error común y limitante de enfocar la violación como la agresión de un desconocido que asalta a una mujer mientras camina sola por la noche. Va mucho más allá. “La cultura de la violación afecta a toda la población, independientemente de la identidad de género, la sexualidad, el nivel económico, la raza, la religión o la edad. Erradicarla significa desterrar definiciones restrictivas del género y de la sexualidad que limitan el derecho de una persona a definirse y a expresarse”.

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En definitiva, la ONU asegura que “la cultura de la violación se da en entornos sociales que permiten que se normalice y justifique la violencia sexual, y en estos entornos se alimenta de las persistentes desigualdades de género y las actitudes sobre el género y la sexualidad”. 

Fuentes
  • Publicación de ONU-Mujeres
  • Raquel Miralles, licenciada en filosofía y autora del texto Cultura de la violación: una cuestión política
  • Agustina Vinagre González, doctora en estudios de Género y profesora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
  • Susana Gisbert, fiscal especializada en violencia de Género.
  • Yanna G. Franco, presidenta de la Asociación Universitaria contra la Violencia Machista de la Universidad Complutense de Madrid

2 Comentarios

  • Osea, que para ofrecer una información "neutral", newtral ofrece el punto de vista de... 4 mujeres de asociaciones feministas, más una de "ONU-mujeres".
    Un dislate. Un cúmulo de conceptos y expresiones abstractas, (violencia sexista, estereotipos y conductas, percepción social, control y poder patriarcal, imagénes publicitarias, problema estructural, roles y estereotipos, "un sistema que tolera, acepta y reproduce",... culpabiliza/responsabiliza,... etc.) para difundir el mismo mensaje de siempre : que es un problema "de toda la sociedad" no del individuo concreto que viola. Claro ,tú sólo mira por ejemplo el tratamiento que se dispensa a los violadores en las cárceles, o prueba a escenificar una agresión sexual en la vía pública, a ver qué hacen el resto de hombres (y mujeres!). Cuando se dice algo sobre evitar los peligros a las mujeres, ES PORQUE SABEMOS QUE HAY DEPREDEDAROS SEXUALES POR AHÍ, eso no significa defenderlos, ni "culpabilizarlas" a ellas. afirmamos que el riesgo existe, IGUAL QUE SI UN AMIGO MÍO SE VA A LA VILLA 13-14 DE BUENOS AIRES CON UN ROLEX Y UNAS GAFAS CARAS, LE DIGO QUE NO HAGA EL ESTÚPIDO... cappicci????

    • Creía algo parecido hasta el caso de la chica de 13 años de Tandil, Pcia de BsAs que se apareció accidentada y despertó gritando "Me violaron todos". Todos los que quedaban en la fiesta hicieron cola para violarla. No fue UN depredador sexual. Eso es la cultura de la violacion. Los que hicieron eso cumplían con un mandato patriarcal, pareciera que no podían "traicionar" a los demás.