Cuando no puedes comprarle unas gafas a tu hijo: hogares españoles en riesgo de pobreza

Foto: Save the Children/Pablo Blázquez
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Tener un hijo es un factor de riesgo de pobreza. Así se desprende del último informe publicado por Save the Children, que analiza aquellos hogares que sufren privación material severa.

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Según la Encuesta de Condiciones de Vida 2018 elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) —la última disponible— un 26,8% de los menores de 18 años está en riesgo moderado de pobreza; un 12,4% tiene una tasa alta de riesgo de pobreza y un 5,2%, severa.

En total, según ha calculado Save the Children a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida de 2017 y 2018, hay 850.000 hogares —2,1 millones de niños y niñas— afectados por la pobreza.

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Más allá de la cifra, la ONG aporta una tipología de los seis principales tipos de hogares españoles, señalando cuáles —tres, principalmente— son los más afectados por la privación material: las familias monomarentales, las familias con progenitores migrantes y las familias que, además de hijos, tienen a los abuelos en casa.

«Las personas que viven en pobreza están expuestas a un estrés continuo muy alto. Y los niños que viven en estos hogares lo sufren también», apunta Gabriela Jorquera

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Así, según este informe publicado este miércoles, «9 de cada 10 madres solas no pueden afrontar gastos imprevistos como comprar unas gafas a sus hijos o afrontar la rotura de un electrodoméstico; el 33,4% de los hogares con adultos de origen migrante tiene retrasos en el pago de las facturas de gas, agua y electricidad; y 1 de cada 5 familias con abuelos no puede mantener la casa a temperatura adecuada».

La tasa de pobreza en estos perfiles es del 72,5% en hogares monomarentales, del 47,2% en familias con hijos y abuelos a cargo, y del 36,7% en familias extranjeras.

A estos tres principales perfiles de familias en riesgo de exclusión social, se sumaría un cuarto: el de familias españolas que residen en grandes urbes. Aunque en estos hogares la tasa de pobreza es más baja (24,9%), también se vería afectada por no poder hacer frente a gastos imprevistos y por tener dificultades para mantener una temperatura adecuada de la vivienda.

Foto: Save the Children/Pablo Blázquez
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Pero ¿qué implica la privación material? Según la definición que recoge el indicador AROPE (At Risk Of Poverty and/or Exclusion por sus siglas en inglés) —que se emplea a nivel europeo—, estarían en riesgo de pobreza o exclusión social aquellos hogares que no pueden permitirse, al menos, cuatro de los siguientes ítems:

  • Pagar la hipoteca, alquiler o facturas corrientes
  • Mantener la vivienda con temperatura adecuada en invierno
  • Ir de vacaciones fuera de casa al menos  una semana al año
  • Una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días
  • Capacidad para afrontar gastos imprevistos
  • Teléfono en el hogar
  • Televisión en color
  • Lavadora

Gabriela Jorquera, trabajadora social e investigadora especializada en pobreza, desigualdad y exclusión social, apunta a Newtral.es que «la privación material marca el día a día»: «Implica estar sometido constantemente a una tensión según la cual tienes que hacer frente a unos gastos a los cuales no siempre puedes responder. Las personas que viven en pobreza están expuestas a un estrés continuo muy alto. Y los niños que viven en estos hogares lo sufren también».

«Los niños cada vez comen más y eso se nota muchísimo. Crecen más deprisa, ropa, todo eso… es un coste bastante alto y no se llega porque el piso se lleva casi todo. Lo de abrir la nevera y no tener nada, sobre todo a fin de mes, se nota muchísimo», explica Beatriz en el informe. Ella y su marido tienen dos hijos, pero, además, Beatriz tiene a su cargo a sus dos hermanos pequeños.

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Efectos de la pobreza en la infancia

«Yo rebusco todas las ofertas. Te das cuenta de que la leche es más barata en un súper, 20 céntimos, a lo mejor, pero esos 20 céntimos, más 20 céntimos, más 20 céntimos, en seis litros te hacen el euro del jamón de york. Lo que te da pena, decir: ‘Mira, no le puedo comprar una bici’. Esa pelea que tiene con sus ilusiones y su realidad sí que me preocupa», cuenta Aroa, madre sola de dos hijos, en el documento de Save the Children.

«La privación en la primera infancia se asocia con tasas más altas de trastornos del desarrollo neurológico y mental en la edad adulta»

Gabriela Jorquera señala que «una infancia pobre condiciona tu presente y tu futuro»: «Hay una gran brecha académica. Por ejemplo, en las familias en riesgo de exclusión social los progenitores tienen un nivel de estudios inferior —y, por tanto, salarios más bajos o condiciones laborales peores—. Si el niño necesita ayuda con matemáticas o inglés, en una familia con recursos le van a poder ayudar los propios progenitores o le van a poder pagar una academia de refuerzo. Pero los niños pobres no tienen acceso a este tipo de apoyo».

La investigadora añade que «hay otras carencias» que merman el bienestar de un menor como, por ejemplo, «que no puedas irte de vacaciones o que no te puedan comprar unas gafas». «La ausencia material deteriora tu calidad de vida, y conlleva vivir con un estrés económico que afecta al clima emocional de la familia», advierte Jorquera.

Según una investigación publicada en noviembre de 2019 en la revista científica PNAS, «la privación en la primera infancia se asocia con tasas más altas de trastornos del desarrollo neurológico y mental en la edad adulta», conllevando problemas como «déficit de atención o un cociente de inteligencia más bajo».

[Descarga aquí el informe completo de Save the Children]

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