La dimensión simbólica y material del frío ha cambiado en las últimas décadas. Es la conclusión a la que llegó el sociólogo Thomas Lemke tras analizar cómo había pasado de estar asociado a algo inmóvil y estático a ser una herramienta de posibilidad: “Extender, crear o regenerar vida”, dice Lemke en conversación con Newtral.es. Desde congelar óvulos para tener hijos en el futuro hasta la criopreservación de animales en extinción. Y todo ello en un escenario de crisis climática donde el frío y el calor son elementos problemáticos “al amenazar la vida”, apunta el sociólogo.
Por ello, Lemke, catedrático de Sociología, decidió formar un grupo multidisciplinar de investigación en la Goethe University Frankfurt (Alemania) para indagar en las implicaciones de lo que él mismo ha llamado “criosociedades”. En sus palabras, “sociedades en las que la criogenización como práctica ha afectado significativamente a los conceptos de vida y muerte, de salud y enfermedad, y de fertilidad”: “Se caracterizan por la existencia de organismos en un estado biológico peculiar entre la vida y la muerte”, añade Thomas Lemke.
A ese estado el doctor en Sociología lo ha bautizado como “vida en suspenso”, considerando que se ha convertido en una nueva forma de hacer política: “Se plantean acciones aquí y ahora en nombre del futuro. El razonamiento es que las intervenciones para poner la vida presente en suspenso están justificadas aunque no se tengan pruebas de que efectivamente evitarán las amenazas planteadas en el futuro”. Por ejemplo, congelar óvulos antes de los 35 no asegura en absoluto que en el futuro esa misma persona pueda gestar a través de la reproducción asistida cuando su fertilidad haya empeorado.
La consecuencia, según Lemke, es que no se piensa el futuro, sino que se busca “extender el presente”: “Las criosociedades mantienen los acontecimientos en el limbo, posponiendo la toma de decisiones”, añade.
Vida en suspenso o congelar el presente para extenderlo
Una de las principales líneas de investigación del proyecto, financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC), es precisamente la preservación de especies en peligro de extinción a través de la congelación de material genético en un contexto de emergencia climática.
Recientemente, Lemke publicaba un paper en la revista Science, Technology & Human Values en el que señalaba el riesgo de apostar todo a las prácticas de criogenización, ya que “estas no preparan para el desastre ni tratan de evitarlo, sino que buscan que el daño sea reversible”. En ese sentido, el sociólogo de la Goethe University Frankfurt cuestiona la apuesta científica de desextinción (revivir o resucitar animales extinguidos a través de material genético congelado) como forma de luchar contra la crisis climática.
Veit Braun, sociólogo especializado en biotecnología, es el encargado de investigar esta área en el proyecto liderado por Lemke. En conversación con Newtral.es, Braun apunta que “la huella climática de los biobancos [donde se congela y almacena material genético] es mínima”: “Son energéticamente eficientes, relevantes para la investigación e incluso pueden evitar que los científicos cojan aviones para transportarse a un lugar determinado”.

Sin embargo, se muestra más pesimista si se trata de analizar la criopreservación de especies para evitar la extinción de dichas especies por culpa de la crisis climática: “[La criogenización] puede salvar material genético y gametos de gran valor, pero incluso si los científicos logran producir un animal vivo o una pequeña población de ellos, estos animales aún no tendrían dónde ir: sus hábitats y alimentos han desaparecido, sus depredadores permanecen, y la mayoría de los planes de conservación no están pensados para la expansión de las poblaciones. Es como salvaguardar reliquias familiares ante un incendio o inundación. Pero aunque los rescates, si no tienes casa, ¿qué harás con esas reliquias finalmente?”, apunta Braun.
La criopreservación de especies: ¿para qué sirve?
Este sociólogo especializado en biotecnología considera que los biobancos y criozoos pueden ser de gran utilidad, tal y como también expone el biólogo Antonio Alarcón, director del Zoo de Barcelona, que cuenta con un biobanco: “Es útil, por ejemplo, para tener el código genético de especies amenazadas. Gracias a ello tratamos de averiguar qué problemas pueden afectar a ese especie, contribuyendo a su desaparición”, apunta a Newtral.es.
Alarcón señala que una institución como el Zoo de Barcelona tiene relevancia en tanto que “es guardián de un patrimonio genético muy importante”, pero coincide con Braun en que “reintroducir especies no es de por sí una solución”: “Primero hay que eliminar aquello que hizo desaparecer la especie. Si tienes una tortuga desapareciendo de nuestros ríos por la contaminación y no mejoras la situación, por mucho que reintroduzcas la tortuga, esta acabará extinguiéndose de nuevo”, añade.
Por otro lado, este biólogo señala que “no todas las especies criopreservadas van a aportar si las resucitamos”. “Hay algunas que sí. Por ejemplo, el Órix Cimitarra, un antílope de la época de los egipcios del que solo hay ejemplares en algunos zoos y reservas, sí podrían ser útiles porque podrían aportar mucha calidad a ciertos ecosistemas y ayudaría a conservarlos y, por tanto, conservar otras especies que ya viven en esos ecosistemas”.
La importancia de mantener los ecosistemas es, precisamente, “evitar futuras enfermedades zoonóticas, como el Covid-19”, apunta Alarcón. “Cuando degradamos los ecosistemas es cuando corremos el riesgo de que haya pandemias así. La culpa no es del pangolín, sino de la acción humana”, añade.

Combatir la crisis climática: conocer las criaturas que nos rodean
Cira Martínez es una de las investigadoras que trabaja para el biobanco del Zoo de Barcelona a través del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), un centro de investigación de la Universidad Pompeu Fabra y del CSIC. En conversación con Newtral.es, Martínez explica que parte de su labor sirve para “no interactuar con animales vivos”: “Las líneas celulares que logramos pueden servir para investigar en el ámbito de la medicina humana, pero también para saber cómo conservar la propia biodiversidad que está amenazada”.
Martínez alerta de que “la deforestación, la pesca abusiva de especies o el uso de carburantes están destruyendo el hábitat de muchas especies”: “Nuestro trabajo de criopreservación de especies no funciona si la sociedad no se conciencia de la importancia que tiene cada organismo en el mundo, también para nuestra propia vida. Dentro de cada mundo hay submundos. Todos los seres vivos tienen una función. Si eliminas uno, eso tiene repercusiones”.
Por ello, Lemke, Braun, Alarcón y Martínez consideran que la lucha contra la crisis climática comienza conociendo el medio que habitamos junto a otros seres vivos en lugar de apostarlo todo a la criogenización para extender el presente. Como apunta Lemke, “no hay tras esta herramienta una promesa de transformación o mejora”.

¿Por dónde empezar? Robin Wall Kimmerer, bióloga, fundadora del Centro para los Pueblos Nativos y el Medio Ambiente y autora del ensayo Una trenza de hierba sagrada (en España, traducido y editado por Capitán Swing), decía en una entrevista en SModa lo siguiente: “No dejo de pensar en la necesidad de un cambio sistémico radical y a la vez de un impulso también para el cambio local, porque ambos cambios son fundamentales. Creo que esto se materializa cuando nos preguntamos ‘¿qué aprecio tanto que no quiero que desaparezca por la emergencia climática?’, y nos dedicamos a protegerlo”.
La veterinaria y escritora María Sánchez, en otro artículo para Vogue, citaba a Wall Kimmerer sobre “lo que podemos aprender de los líquenes”: “Que en condiciones de escasez, las relaciones con los demás y la ayuda mutua son esenciales para la supervivencia”.
En esta línea, Veit Braun apuesta por aprender a identificar las especies que viven en nuestro entorno: “Tenemos que aprender a apreciar la vida animal que nos rodea y llegar a conocerla, no solo contar números abstractos de especies extinguidas o amenazadas, o poner un puñado de grandes mamíferos carismáticos en un pedestal solo para llorar cuando desaparecen. Ciertamente, un mundo sin tigres ni corales será más pobre que el actual. Pero, si lo piensas, solo puedes llorar y echar de menos aquello que llegaste a conocer y que aprendiste a apreciar. Probablemente, es el mejor servicio que podríamos hacer a las criaturas que habitan este mundo”.
- Exploring Suspended Life in Cryopreservation Practices (Science, Technology & Human Values, 2021)
- Thomas Lemke, doctor en Sociología e investigador del proyecto ‘Criosociedades’ en la Goethe University Frankfurt (Alemania)
- Veit Braun, sociólogo especializado en biotecnología y miembro del proyecto ‘Criosociedades’ (Goethe University Frankfurt)
- Antonio Alarcón, biólogo y director del Zoo de Barcelona
- Cira Martínez, investigadora que trabaja para el biobanco del Zoo de Barcelona a través del Instituto de Biología Evolutiva (IBE)