España y otros grandes de estados de la Unión Europea se han descolgado del pacto sellado en la COP26 por un centenar de firmantes para poner fin a la venta de coches contaminantes (emisores directos de CO2 y gases tóxicos) en 2035. La fecha se estiraría hasta 2040 en economías no tan dependientes del mercado del motor. En la práctica, significará el fin del coche que no se mueva totalmente con electricidad.
Adiós al diésel, la gasolina y los híbridos que dependen en mayor o menor medida de estos carburantes. El Ministerio de Transición Ecológica prefiere esperar a que sea la UE la que determine cuándo y cómo se producirá el fin de los coches contaminantes. La Ley del Cambio Climático propuesta por España contempla, por ahora, que se limite la venta de coches contaminantes emisores de CO2 para 2040. La Comisión Europea presentó en julio su propuesta Fit for 55, donde se recoge prohibir para 2035 la venta de coches y furgonetas nuevos que emitan CO2.
En el último recuento oficial de la DGT, el parque español estaba compuesto por 5.030.927 camiones o furgonetas, 63.387 autobuses, 24.716.898 turismos, 3.735.920 motocicletas y 235.511 tractores. Según el MITECO, El sector transporte representa el 25% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en España y casi el 40% de las emisiones de los sectores difusos.
Los tres principales mercados del automóvil, Estados Unidos, China y Japón, no han suscrito el acuerdo. Sin embargo sí lo han hecho Cataluña, Gales (Reino Unido), los estados de Washington, California (EE.UU.), Columbia Británica, Québec (Canadá) y Capital (Capital). Se comprometen a convertir sus flotas en vehículos de emisiones cero para 2035 a más tardar. También a “poner en marcha políticas que permitan, aceleren o incentiven de otro modo la transición a los vehículos de emisiones cero lo antes posible, “en la medida en que lo permitan nuestras competencias jurisdiccionales”.
El pacto firmado ahora en Glasgow sí ha tenido un importante contenido simbólico para los fabricantes. Se han comprometido con vender en la próxima década sólo coches y furgonetas eléctricos o de pila de hidrógeno empresas como Ford, Jaguar, Land Rover (Tata), General Motors (Stellantis), BYD China y Mercedes-Benz (Daimler). También se han sumado inversores y empresas relacionadas con el transporte, como Uber. Asegura que serán eléctricos en 2030, “o antes si los mercados lo permiten”.
Los firmantes representan casi el 15% del mercado mundial del automóvil, es decir, 11,5 millones de vehículos. Si se añadiese la UE, este porcentaje se elevaría a más de casi uno de cada tres de las ventas mundiales de automóviles.

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Coches contaminantes en la UE:
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Los camiones y coches contaminantes, el gran problema del CO2 en España
Tras la generación de energía, el transporte es el principal emisor de dióxido de carbono en los países de la UE. Representa una quinta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, de las cuales el casi el 90% corresponde al transporte por carretera, 95% en España.
Distintos analistas consideran que la electrificación del transporte por carretera es un paso clave para reducir a la mitad las emisiones de carbono en esta década, para estabilizar el calentamiento global en 1,5 grados. Las organizaciones ecologistas, por su parte, tienden a defender que la clave está en recortar el uso del vehículo privado a favor del colectivo, y que se limite el transporte de mercancías internacional, favoreciendo el consumo local. El coche eléctrico, como aliado, tiene sentido si se recarga con energía 100% renovable.
El coche eléctrico puede recortar las emisiones de CO2 hasta el 80%, aunque ecologistas defienden el transporte colectivo y el consumo de proximidad como claves.
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Bajo esta condición, los vehículos de emisiones cero pueden reducir la contribución en gases de efecto invernadero hasta en un 80% durante el ciclo de vida del vehículo. Los vehículos de emisiones cero que se venden con la combinación energética actual pueden reducir las emisiones del ciclo de vida en más de un 50% en comparación con los vehículos convencionales.
Para Helen Clarkson, directora general de Climate Group, la COP26 marca el final del camino para el motor de combustión interna” Para esta experta, el transporte por carretera limpio “no sólo se está produciendo, sino que se está acelerando. Para aquellas organizaciones que están ausentes, el clima no puede esperar a que se suban al carro de los vehículos de emisiones cero. Es hora de salir del carril lento antes de pasarse la salida”, redondea Clarkson el juego de palabras.
Una vez más, el problema de este tipo de acuerdos es que no cuentan con herramientas de seguimiento que persigan su cumplimiento. Son de adhesión voluntaria y no vinculante, salvo que los gobiernos firmantes, a título particular, vayan desarrollando sus propias normas contra los coches contaminantes.
Los coches contaminantes, un problema para el clima y la salud
La Cumbre del Clima se está centrando en recortar las emisiones CO2, que con el metano, es el principal gas implicado en el calentamiento global. Pero no es tóxico, respirado en las cantidades que se manejan cotidianamente. Es el aire que exhalamos al respirar. Pero las emisiones del transporte de combustión son doblemente preocupantes, porque estas sí afectan a la salud, como recuerda a Newtral.es Mark Nieuwenhuijsen, epidemiólogo ambiental experto en exposición a contaminantes de ISGlobal.
“Los coches contaminantes tienen un gran efecto en la salud de las personas, sobre todo en las ciudades; la contaminación está implicada en enfermedades cardiovasculares y respiratorias, a lo que se suma la contaminación del ruido”, explica este investigador, quien recalca que “la infancia es la más vulnerable”.
Los coches contaminantes tienen un doble impacto: emisiones de CO2 y gases tóxicos. Los dos, con diferente impacto en la salud.
La contaminación mata. Es un hecho científicamente probado. Tos persistente, aparición de alergias, enfermedad pulmonar obstructiva crónica… las ciudades con más contaminación terminan pasando factura a la salud sus habitantes. Hasta 7 de cada 100 muertes son evitables en una ciudad como Madrid. Bastaría con reducir notablemente las emisiones de óxidos de nitrógeno procedentes, sobre todo, de los tubos de escape de los vehículos.
En un trabajo publicado en The British Medical Journal, investigadores de la Universidad de Utrech (Países Bajos) observaron que por cada aumento de 5 µg/m3 de partículas finas respiradas hubo un aumento del 13% en las muertes naturales, mientras que la cifra correspondiente para un aumento de 10 µg/m3 en el dióxido de nitrógeno fue del 8,6%.
“El NO2 y las partículas finas PM2,5 tienen un efecto inmediato”, aclara Nieuwenhuijsen, precisando que no son los que están implicados en el calentamiento global, sino en nuestras enfermedades. “El CO2 [que también proviene de la combustión de fósiles, como la gasolina o gasóleo] tiene un impacto acumulativo en el clima de la ciudad, propiciando el cambio del clima, con efectos como el ‘isla de calor’, es un impacto en la salud indirecto”.
La motorización de las ciudades ha implicado ese doble impacto sobre la salud. “El centro de una ciudad como Barcelona tiene entre 3 y 5 grados más que el resto. Esto se nota más cuando hay olas de calor”. A su juicio, la normativa actual que limita los umbrales de contaminación en las ciudades (por NO2, SO2 o partículas PM) se ha quedado defasada y lejos de los umbrales que recomienda la OMS. La evidencia ha demostrado que cada día, los habitantes de las ciudades nos exponemos a niveles de contaminantes que, a medio y largo plazo, son peligrosos y derivan en muertes evitables.
Por otro lado, en este mismo Día del Transporte de la COP26, y en paralelo a las consideraciones sobre coches contaminantes, 19 países han acordado colaborar en el establecimiento de «corredores verdes» marítimos. Es decir, rutas comerciales por mar (responsables del 3% del CO2) con más barcos de cero emisiones. Los corredores abarcan tanto la infraestructura portuaria necesaria como los buques propulsados por combustibles de cero emisiones. El objetivo es establecer seis corredores verdes para 2025. España tampoco se ha sumado por ahora.
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