Carlos Duarte: “Estamos a tiempo de dejar un océano saludable (y menos ruidoso) a la próxima generación”

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Contaba el miembro del IPCC-ONU Cheng Lijing a Newtral.es que “si el océano no está ya hirviendo es porque es muy grande”. Así de gráfico era describiendo la manera en que se está calentando como nunca la superficie de los mares. Pero esto no va de un cuadro de aguas burbujeantes y tóxicas. Sino de algo que se siente en tierra firme.

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“El ritmo del cambio climático sigue acelerándose, en gran medida, vinculado a los cambios en el océano, lo que provoca un continuo deterioro de la naturaleza y una alteración a escala planetaria del medio ambiente, las personas y todo nuestro futuro”. Este era el llamamiento que un grupo internacional publicaba esta semana en la revista cientítica Aquatic Conservation. Una apelación a los líderes reunidos en la COP26, que ha tenido un efecto más bien discreto.

Es cierto que una quincena de países, entre ellos España, ha firmado una declaración par impulsar actuaciones para fortalecer el papel de los océanos en la lucha contra el cambio climático. Si embargo se ha quedado en una apelación más o menos genérica. La ciencia, sin embargo es clara al respecto. Los océanos son el mejor antídoto contra el CO2 que seamos incapaces de recortar. Es el único capaz de digerir los excesos de una humanidad carbónica (junto con los bosques) a falta de tecnologías humanas baratas y globales.

Lo sabe bien Carlos Duarte, uno de los impulsores del ‘carbono azul’, biólogo marino que ha recorrido –literalmente–los siete mares para acabar en un desierto. Trabaja actualmente en la Universidad Rey Abdalá y a su larga lista de premios científicos (Jaume I, Premio Nacional de Investigación, Medalla Blaise Pascal), acaba de recoger un Fronteras del Conocimiento, el mejor dotado tras el Nobel y en puertas de esta COP26.

  • PREGUNTA: Después de tantos años mirando a la atmósfera para anticiparnos al cambio climático ¿Cree que hay una conciencia a nivel político del papel de los océanos?
  • RESPUESTA: Siempre ha sido parte de toda la ciencia del clima, porque el océano es el principal motor del clima en el planeta Tierra. Regula y distribuye el calor, pero también absorbe gran cantidad de calor. Pero hasta ahora el océano se incluía como un factor de respuesta, no como una solución. Ahora lo que sí vemos en esta COP26 es un papel más central del océano no solo como parte del sistema tierra sino también cómo parte de la solución a la crisis climática. A partir de intervenciones que pasan por recuperar y conservar los bosques marinos en las zonas costeras,y otras intervenciones adicionales que han aparecido en los últimos años, cómo recuperar la población de grandes ballenas… todo para retirar más cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera, e incluso cómo gestionar los fondos marinos para que los depósitos de carbono que haya sean más estables y no sean fuente de emisiones.
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  • P: ¿Nos está ya devolviendo el océano ese carbono retenido durante milenios por calentarlo demasiado?
  • R: Eso más bien ocurre a través de la fusión del permafrost, que son suelos congelados en zona boreal y Ártico. Cuando se deshiela hay descomposición microbiana de la materia orgánica que se había almacenado allí durante miles de años. Eso puede dar lugar a emisiones de CO2, pero sobre todo de metano, qué es un gas de efecto invernadero más potente. En el Ártico hay grandes depósitos de lo que se llaman hidratos de metano, que son relativamente inestables. Su fusión puede llevar a la liberación de grandes cantidades de metano a la atmósfera. Hasta ahora no se ha demostrado que estos depósitos de hidratos se hayan desestabilizado, pero podría ocurrir con un mayor calentamiento del Ártico. Un riesgo claramente importante.
  • R: Son procesos parecidos pero el origen de ese metano en Marte sería muy diferente. En la tierra hay dos fuentes principales: la actividad biológica y procesos termo geológicos que producen metano, ajenos a la actividad de la vida. Los depósitos de metano del Ártico se han ido inundando con el aumento del nivel del mar desde la última desglaciación, y hasta ahora han estado estables en las plataformas continentales del Ártico. Pero si la temperatura continúa incrementándose, podrían liberarse como gas.

Los océanos son un lugar ruidoso; Duarte tiene una receta de silencio.

Si sólo fuera el ‘ruido‘ de las olas… Los océanos y mares son verdaderas autopistas de buques. Parques de atracciones junto a la costa cada verano. Una jarana de redes y dinamita zambulléndose en alta mar. El martilleo de la actividad industrial y extractiva. Son pinceladas que, sumadas, hacen llenan de ruido el océano y el mar.

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La contaminación acústica de origen humano altera la fisiología, la reproducción e incluso la supervivencia de los animales. Así se desprende de un estudio liderado por Carlos Duarte publicado el pasado febrero en Science y con participación de equipos del CSIC.

Duarte lleva más de 30 años buceando por el mundo. El científico relata que, hace años, mientras escuchaba una grabación de hidrófonos en la costa oeste de Estados Unidos, le sorprendió escuchar claramente el sonido de la lluvia. Lo interesante es que los micrófonos estaban en las profundidades del océano. Es decir, los animales del fondo del mar oyen perfectamente lo que ocurre en superficie.

“La mayoría de la gente no ha puesto nunca la ha metido un buen rato la cabeza en el agua. Y si lo ha hecho, no ha entendido lo que estaba escuchando, porque nuestro sistema auditivo no está equipado para interpretar el sonido bajo el mar. Tendríamos que tener una cabeza de medio metro”, asegura.

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océano ruido

Cabezas de más de medio metro tienen las ballenas; cantoras y sofisticadas en su comunicación, el ruido las despista y estresa, como a otras tantas especies animales. Nunca ha tenido el océano tanto bullicio…

  • P: …Y eso que hay un libro de Cousteau que se llama El Mundo silencioso.
  • R: Pero ese silencio no se refiere a que el océano sea silencioso sino que cuando su hijo Philip acompañó a Jacques Cousteau por primera vez a bucear, estaba tan emocionado con lo que estaba viendo que quería hablar continuamente con su padre; y él le dijo que en este mundo no se habla. Eso no significa que no haya sonido en el mar, es una fuente muy importante de comunicación entre animales marinos, una fuente muy importante de información para que interpreten su ecosistema y lamentablemente cada vez se ha venido perturbando con aportaciones crecientes y diversas de ruido proveniente de la actividad humana.

  • P: Usted sí calla debajo del agua, pero ¿por qué clama en superficie? ¿Qué riesgo denuncia?
    • R: El principal riesgo para los océanos es realmente que nosotros nos demos por vencidos en nuestros esfuerzos para alcanzar un océano saludable. Muchas veces los informes que conocemos son muy negativos y catastrofistas sobre el estado del mar y nos llevan a pensar que están más allá de cualquier esperanza de poder revertir su degradación. Esto no es así. Realmente podemos contar con un océano saludable en el plazo de una generación humana, hacia el año 2050.
    • P: ¿Por dónde hay que empezar?
    • R: El ruido marino es el más fácil de resolver, porque si cortamos la contaminación química, el aporte de plástico, eso no va a resultar en una desaparición inmediata del problema, que va a seguir durante varias décadas. Pero si cortamos la fuente de sonido, esa presión va a desaparecer inmediatamente. No significa que los daños pasados se resuelvan inmediatamente.
    • P: ¿Qué se oye bajo el mar? ¿Y cómo lo perciben los animales?

    • R: He desarrollado una cierta empatía con los animales marinos y su exposición al ruido porque buceo desde el año 1984. He padecido todo tipo de ruidos agobiantes. Por ejemplo, en Filipinas cada 5 minutos había una explosión de dinamita que se oía realmente muy próxima. Era muy estresante trabajar debajo del agua, porque no sabía si en la siguiente el que iba a aparecer panza arriba era yo mismo y no los peces del coral. Me he encontrado muchas veces con ruido de grandes motores de embarcaciones navegando muy rápido sobre mi cabeza. Estamos debajo del agua como mucho 2 horas al día; imagina que eso fuera 24 horas al día, 7 días a la semana, continuamente expuesto a ese estrés. Eso genera una serie de impactos que en la mayor parte de los casos son realmente de baja intensidad pero cuando se acumulan a lo largo de la vida de los organismos supone que pierden oportunidades de interactuar, comunicarse entre ellos, alimentarse, reproducirse, y acaba de debilitando a todas las especies marinas.

    Carlos Duarte se atrevió en 2008 a anticipar que, para la presente década de los veinte o un poco antes, los veranos boreales lucirían sin hielo. O que se adelantaría el inicio del verano meteorológico, al tiempo que se retrasaría el invierno. En buena medida, esto está ocurriendo. Si bien, la estampa más evidente de la emergencia climática que ha irrumpido en los mares es el de los fenómenos extremos.

    Huracanes y medicanes que no se pueden explicar en su nueva intensidad, distribución y recurrencia sin contar con el calentamiento global. Aunque, en los últimos meses, se ha sumado un fenómeno nuevo: la ralentización de la corriente del Atlántico Norte (AMOC). Como en la película ‘El día de mañana’, se cierne una amenaza de un enfriamiento de la Europa septentrional, seguida de veranos más calurosos.

    • P: ¿Cree usted que se está ‘parando el Atlántico’?

    • R: Hay evidencia de que la densidad del agua de la corriente del este de Groenlandia está cambiando. Hay evidencia de que la tasa de hundimiento ha disminuido un poco. Pero todavía no hay evidencia de repercusiones sobre el clima, aunque podrían ocurrir. El agua que sale a lo largo de la costa de Groenlandia del Ártico cada vez tiene menos sal, es más dulce, y es cada vez menos fría con lo que su densidad está disminuyendo. Eso ralentiza ese proceso de hundimiento [de agua fría que retorna al Golfo de México para calentarse]. Eso se ve no solamente en velocidad sino también en volumen. Se está monitorizando de forma muy cercana porque ese es el motor que pone en marcha todo el sistema de grandes corrientes marinas que redistribuye el calor desde los trópicos hacia las zonas de latitudes más altas en el hemisferio norte. Si esa redistribución de calor se detiene, la temperatura en los trópicos aumentaría mucho más y en las zonas polares disminuiría. De hecho, la temperatura global no se vería afectada pero sí su distribución y esto llevaría alteraciones climáticas regionales muy importantes.
    • P: Entretanto, en el Mediterráneo ¿en qué fallamos ante lo que no se pueden explicar sin considerar a la emergencia climática en España?
    • R: Uno de los fenómenos que estamos observando el de los medicanes en el Mediterráneo. Y por otro el otro lado, el de los ciclones [atlánticos] que están aumentando su rango hacia el norte y en algún caso ya nos han afectado. Esos fenómenos extremos producen grandes daños en infraestructuras costeras, ponen en riesgo incluso vidas humanas,y nos deberían servir como señal de alarma de que tenemos que aumentar la ampliación de nuestra acción climática. Pero aumentarla de forma inteligente, no con soluciones sencillas que generan otros problemas asociados. También nos deberían llevar a planteamientos de acciones defensivas, de adaptación, aumentando por ejemplo las defensas naturales en nuestras costas que son los bosques marinos de marismas y de praderas submarinas que disipan la energía, o retirar parte de las infraestructuras más vulnerables. Alejándolas de las de las líneas de costa, que es la única solución de adaptación sostenible a largo plazo, porque estar continuamente reparando los daños que generan estos eventos extremos sobre nuestra infraestructura costera va a tener un coste gigantesco. 
    • P: ¿Qué salvará a los océanos antes de 2050? ¿Qué debería decidirse en una COP como esta?
    • R: Pasa por resolver cinco grandes problemas: la necesidad de proteger especies frente a perturbaciones como la pesca accidental, que es una fuente de mortalidad muy importante de animales marinos. Que bajemos la presión pesquera a niveles sostenibles, que permitan la recuperación de los stocks. Proteger un 30% de los océanos para 2030, lo que permitiría esa recuperación. Que disminuyamos los niveles de contaminación en el océano, y hemos hecho algunos progresos en casos de contaminantes como el plomo, pero sin embargo en los plásticos y otros contaminantes hemos hecho muy pocos avances. Y la última intervención sería actuar de forma decisiva para alcanzar el acuerdo de París en su objetivo más ambicioso, detener el calentamiento del clima, no por encima de un grado y medio extra punto. Si activamos las 5 soluciones podremos entregar un océano saludable y abundante en vida a la próxima generación, nuestros hijos y nietos.

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