Calor, contaminación, coronavirus y futuro

Altas temperaturas y radiación solar | Pixabay
Altas temperaturas y radiación solar | Pixabay
Tiempo de lectura: 5 min

El 21 de febrero se detectaba el primer caso de infección por coronavirus en Australia. Melbourne, donde fue hospitalizado el enfermo, venía de registrar temperaturas por encima de los 40 grados en enero y récords históricos de temperatura en el país.

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Hoy, registra más de 14.000 casos entre una población de 25 millones de personas, mientras va acercándose poco a poco al invierno. Como el resto de países del hemisferio sur, es visto con preocupación el devenir de una enfermedad que, de seguir el patrón de otras respiratorias, suele golpear con temperaturas bajas y poco sol.

Ahora, en España, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y la AEMET están viendo si existe alguna correlación entre temperatura, humedad, contaminación e incidencia del coronavirus, en plena epidemia.

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Los resultados preliminares vienen a apuntar a que a menor temperatura promedio, mayor incidencia. En este sentido, se mueve como la gripe o los catarros, algunos de los cuales también se producen por otros coronavirus.

Este patrón se repite durante el período analizado, desde el 26 de marzo hasta el 5 de abril. Al comparar el número de contagios nuevos diarios por cada 100.000 habitantes, a menor temperatura promedio, mayor incidencia, en consonancia con lo obtenido en otras investigaciones internacionales.

Pero eso no quiere decir que la temperatura y la humedad sean los únicos factores que determinen el éxito de la propagación del virus en un ambiente. Como ha explicado a Newtral.es en varias ocasiones el doctor Benito Almirante, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, hay virus respiratorios que se inactivan con altas temperaturas y radiación solar.

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También recuerda que con temperaturas bajas tendemos a juntarnos más en ambientes cerrados, con poca circulación del aire y más posibilidades de que el virus permanezca en el ambiente y se transmita entre personas.

La diseminación más eficaz parece estar entre los 5 y 10 grados. Pero eso no significa que fuera de esas temperaturas se destruya. En la misma línea se ha expresado el virólogo Luis Enjanes del CNB-CSIC. Los coronavirus están recubiertos de una capa de grasa que se rompe, además de con el jabón, con temperaturas altas y radiación ultravioleta.

Pero epidemiólogos como Marc Lipsitch (Universidad de Harvard) ha puesto en cuestión más de una vez el papel del calor (al menos, por sí solo) en la evolución de la pandemia.

Menos propagación con más humedad

Según explican desde el Ministerio de Transición Ecológica, otros trabajos recientes en relación a la propagación de la enfermedad COVID-19 y el virus SARS-CoV-2 indican también que la humedad del aire puede incidir en la propagación y transmisión de la enfermedad, principalmente en el sentido de que las altas temperaturas y la alta humedad reducen significativamente la transmisión y propagación del virus.

La humedad del aire está hecha de micro gotitas, muy pequeñas, de agua. El virus puede flotar en forma de aerosoles y gotas muy finas (algunos modelos sostienen que hasta 20 minutos). Pero si se unen a más y mayores gotas, lo que ocurre en ambientes húmedos, pesan más y caen con más facilidad.

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De este modo, la llegada de la temporada primaveral en el hemisferio Norte podría ayudar a reducir efectivamente la transmisión de la enfermedad COVID-19, subraya el estudio.

Los resultados -subraya el Ministerio- permitirán investigar con mayor especificidad sobre el impacto de estos factores ambientales en la incidencia y propagación de la enfermedad COVID-19 a través de otras variables en salud, tales como ingresos hospitalarios, ingresos en UCI y mortalidad, mejorando así la identificación de zonas de riesgo en tiempo real a nivel provincial y diseñar estrategias de diagnóstico y prevención para la gestión de medidas de actuación adecuadas desde el ámbito de la salud pública.

A más contaminación por partículas, peor COVID-19

Por otro lado, se analiza cómo otro tipo de factores ambientales, como la contaminación atmosférica y, en especial, las concentraciones de material particulado (PM), pueden agravar la enfermedad.

Algunos trabajos muy preliminares correlacionan los lugares más contaminados con peores pronósticos de COVID-19. Un equipo de la Universidad de Harvard ha llegado a la conclusión de que un aumento de solo 1 microgramo/m3 de partículas finas PM2,5 se asocia con un aumento del 15% en la tasa de mortalidad por coronavirus.

Esencialmente, por el efecto que los contaminantes tienen en otras patologías, según vieron en datos históricos de 3.000 condados de Estados Unidos.

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Paradójicamente, el confinamiento por la pandemia ha hecho caer los niveles de contaminantes en varias ciudades.

Ante la crisis del coronavirus, 180 líderes políticos, empresarios, sindicatos, ONG y grupos de expertos se han unido en una «alianza europea para una recuperación verde», cuyo objetivo será «apoyar e implementar soluciones para preparar nuestras economías para el mundo del mañana».

La alianza europea para la recuperación verde propone una salida sostenible ambientalmente a la crisis del coronavirus

Concretamente, a la iniciativa se han unido ministros de 11 países, 79 eurodiputados, 37 empresarios, 28 asociaciones empresariales, la Confederación Europea de Sindicatos, siete ONGs y los miembros de seis laboratorios de ideas, según informó este martes el presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo e incitador del proyecto, Pascal Canfin, en un comunicado.

3 Comentarios

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  • El Dios va castigar de nuevo y mas fuerte.Preparen se.

  • Ahora que el Planeta está más limpio..
    Qué pena volver a ensuciarlo !!

    Pon tu granito para la conciencia

  • Solo el ser humano tiene poder para hacer y destruir pensemos en lo que somos