Por redes sociales circula una guía de once reglas «para mantener a tu marido feliz» que supuestamente se habría publicado en 1953, bajo la dictadura franquista. Los textos que acompañan a estas publicaciones tratan de establecer un paralelismo entre aquella época y el discurso de partidos políticos como Vox «y sus cómplices» que «quieren las mujeres calladas, ser sumisas y obedientes».
El presunto manual indica cómo deben comportarse las mujeres. Sin embargo, estas imágenes no forman parte de un manual editado durante el franquismo: las capturas forman parte de la cabecera de una telenovela mexicana llamada Las Aparicio.
Independientemente de que las capturas que circulan pertenezcan a esta telenovela, el texto que acompaña a las imágenes tampoco hacen referencia a una guía franquista. Los creadores los han recopilado «de artículos en revistas de los años 50», tal y como se revela en los créditos finales de la serie. Sin embargo, en redes sociales, las publicaciones que comparten estas reglas aseguran que las escribió Pilar Primo de Rivera, hija del dictador Miguel Primo de Rivera.
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El Servicio Social de la Mujer, la alternativa a la mili para aprender a coser o a cuidar a los hijos
Pilar Primo de Rivera creó y dirigió la Sección Femenina de Falange, partido que fundó su hermano José Antonio. La Sección Femenina no fue responsable de crear el manual mencionado anteriormente, pero sí de adoctrinar a las mujeres españolas. Desde este organismo se controlaba el Servicio Social de la Mujer, la alternativa a la mili que toda mujer soltera debía realizar si quería acceder a una oposición, obtener cualquier titulación académica, ejercer un trabajo, conseguir el pasaporte o sacarse el carnet de conducir, entre otros.
Este servicio tenía una duración de seis meses, tres de formación teórica, y tres de prácticas en hospitales o centros educativos. Aquellas mujeres que, por su lugar de residencia, no podían acudir a instituciones en las que cursar el Servicio Social, debían estudiar el temario y pasar un examen. El libro que debían leerse era la Enciclopedia para cumplidoras del Servicio Social.
El libro se dividía en diez apartados: Religión, Historia Sagrada, Formación Política, Convivencia Social, Economía Doméstica, Ropa Blanca, Decoración, Enseñanzas del Hogar, Puericultura Postnatal, e Higiene. En el libro se establece que las enseñanzas buscan «conseguir que todas las jóvenes se conviertan en perfectas amas de casa». Tal y como explica Ángel Pérez Trompeta en La formación de la mujer española en la sección femenina de FET y de las JONS, «aquella mujer que no se ajustara a este modelo establecido era, en cierta manera, rechazada por la sociedad».
El objetivo del adoctrinamiento era aumentar la natalidad de un país diezmado por la guerra
Pilar Toboso, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid considera que tanto la Falange como la Iglesia buscaban la sumisión de la mujer. «En el Fuero del Trabajo, la primera de las Leyes Fundamentales —el “paraguas legal” sobre el que legislaba el dictador y del que derivaban el resto de normas— hay una frase muy clara que dice que la idea del nuevo Estado es libertar a la mujer del taller y la fábrica. Es un lenguaje muy paternalista pero con un fin muy claro: sacar a las mujeres del espacio público».
A las mujeres que dejaban su trabajo al contraer matrimonio se les otorgaba una indemnización económica, conocida popularmente como “dote”. «Se incentivaba que las mujeres casadas no siguieran trabajando. Y esto tenía un trasfondo político: la población había quedado diezmada y el franquismo quería a toda costa aumentar la natalidad. Con las mujeres en casa y con mujeres sumisas, esto era más fácil de conseguir», explica Pilar Toboso en conversación con Newtral.es.
La catedrática, que también dirige el Instituto Universitario de Estudios de la Mujer reflexiona sobre el efecto que ha tenido a largo plazo el Servicio Social de la Mujer en la sociedad, y el papel de la Sección Femenina de la Falange. «El mensaje que recibieron todas las mujeres que se educaron en los años 40 o 50, en pleno franquismo era ese: que la mujer virtuosa es la buena madre, la que cuida a sus hijos y a su marido. Es un mensaje que recibían en todos los ámbitos, ya no solo el educativo sino en la literatura o en el cine».
«Ese rol que se le ha asignado a la mujer sigue presente en la sociedad y las propias mujeres se lo han transmitido a sus hijas. Podemos hablar de una igualdad legal en estos momentos, pero no sobre una igualdad real. La mentalidad no cambia de un día para otro», concluye Toboso.
El Código Civil sí establecía que la mujer debía obedecer a su marido
El Código Civil vigente en España se redactó en 1889. Franco modificó algunos preceptos, pero artículos como el 57, que establecían que «El marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido», o el 58 que decía que «La mujer está obligada a seguir a su marido donde quiera que fije su residencia» permanecieron invariables hasta la reforma de 1975, meses antes de la muerte del dictador.
Por lo tanto, pese a que la «guía para la buena esposa» compartida en redes nunca existió, sí que hubo textos de la Sección Femenina de la Falange acerca de cómo debía comportarse una mujer, además de ciertas normas que regulaban, aunque fuera de manera indirecta, lo que una mujer podía, o no, hacer.